La carga de las madres

La carga de las madres

 

Las mujeres de por si tenemos la costumbre, normalmente, de cargar con toda o casi toda la responsabilidad. El trabajo, la casa, los hijos… No es que nuestra pareja (si la hay) no colabore, es que el grado de responsabilidad no suele ser la misma.

 

 

Desde niñas nos han enseñado, ya sea de una forma más o menos sutil, a no molestar, a no pedir, a que no somos dueñas de nuestro cuerpo, a estar para el otro, a agradar.

 

La sociedad se encarga también de transmitirnos que tenemos que poder con todo para ser supermujeres, supermamás, superexitosastrabajadoras, supereducadas.

 

Tenemos que demostrar que valemos, que podemos con todo.

 

Y la culpa. Ay la culpa. Nuestra eterna acompañante.

 

Si no llegamos a todo es culpa nuestra. Si al otro le molestan nuestras palabras o nuestras quejas es culpa nuestra. Si nuestro parto o lactancia no es el que deseamos es culpa nuestra porque no sabemos y nuestro cuerpo no funciona. Si nos agobiamos es culpa nuestra, porque no somos capaces de poder con todo.

 

Pero es que no tenemos ni debemos que poder con todo. Si vivimos en pareja la responsabilidad debería ser compartida. Pero por desgracias no nos han educado igual.

 

mujer multitarea

 

Por otro lado vivimos aislados unos de otros. Estamos solos. Y nos sentimos solas. Cuantas madres se ven solas y superadas en la crianza de sus hijos.

 

La maternidad debería ser compartida y vivida con alegría, en comunidad, en tribu.

 

Estoy cansada de la pregunta de ¿y no trabajas?, cuando nos quedamos en casa al cuidado de nuestro hijos. Como si el cuidado de una persona fuese cualquier cosa. Como si estar en casa cuidando de nuestros hijos implicase no hacer nada.

 

El cuidado de una persona en pleno desarrollo es el trabajo que mayores conocimientos, responsabilidad, cualidades y tiempo requiere.

 

Claro, no estoy hablando de dejar a nuestros hijos en su cunita llorando hasta que aprendan a consolarse solos (cosa que no es tal y que además tiene sus consecuencia). Ni tampoco hablo de dejarles enchufados a la tele constantemente. Hablo de presencia para con nuestros hijos.

 

Mis hijas no me molestan, me molesta quien se cree con derecho a decirme que estarían mejor en una guardería, que qué bien vivo (dando por hecho que no hago nada), o que me estoy centrando demasiado en mi maternidad.

 

Señores, mis hijas no van a volver a ser niñas. Si no disfruto ahora de ellas y su crianza, ¿cuándo lo haré? Cada etapa tiene su tiempo. Y con mi vida hago lo que me place.

 

 

Por otro lado, si mi pareja es quien trabaja fuera, y yo quien se queda en casa cuidando de mis hijas, esto no es sinónimo de encargarme yo de todo lo concerniente de la casa. Ambos estamos desempeñando un trabajo, aunque el mío no sea remunerado.

 

Si resulta que además de cuidar a mis hijas llevo un emprendimiento, me cuesta aún más entender esos comentarios de desdén ante quienes decidimos hacer las cosas de otra manera.

 

 

Pensando en detallar todo lo que hago como madre seguro que habrá quien me tache de intrusismo. Soy cuidadora, proveedora de alimento, enfermera, asesora, psicóloga, payasa, cuentacuentos, monitora de ocio y tiempo libre, cocinera, limpiadora, profesora, chofer… Seguro que se te ocurren muchas más cosas.

 

Pero además de todo esto, y de mi trabajo, está para mí lo más cansado y que a veces más nos agota. Porque no sólo estamos agotadas físicamente, sino también mentalmente.

 

Todo lo que tiene que ver con la gestión y organización depende casi siempre de nosotras. Menús, citas, compras, colegio, llamadas, pediatra… Eso sin contar con la gestión y organización si eres emprendedora.

 

Descarguemos nuestra carga.

Porque no siempre todo es responsabilidad nuestra.

Porque tenemos que aprender a delegar.

Porque la crianza y la maternidad necesita de tribu.

 

 

Carolina Sánchez

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Control de esfínteres: Mi hijo no hace caca

Control de esfínteres: Mi hijo no hace caca

 

 

El control de esfínteres es un proceso madurativo. No depende tanto de lo que los adultos hagamos, sino de que el pequeño esté preparado física, mental y emocionalmente.

 

 

En todo caso lo que los adultos hacemos es entorpecer en ocasiones este proceso. ¿Y cómo hacemos esto? No teniendo en cuenta el ritmo madurativo de cada niño y creyendo que porque tenga dos años o sea verano es buena idea comenzar con la retirada del pañal. De esa manera no respetamos el ritmo de cada niño.

 

El control de esfínteres suele darse, de media, entre los dos años y medio y los tres años. Pero no se considera enuresis (micción involuntaria) diurna hasta los 5 años, nocturna hasta los 7 y encopresis (defecación involuntaria) hasta los 4 años.

 

El problema no es sólo que muchos padres creamos que a cierta edad sea hora de quitar el pañal. Sino que algunos profesionales nos alientan a ello, cuando en realidad dedicarse a la infancia no es sinónimo de saber sobre control de esfínteres. Estoy cansada de oír cómo en las guarderías recomiendan a los padres retirar el pañal, porque ya toca.

 

Por otro lado, la sociedad nos empuja al “cuanto antes mejor”. El sistema educativo en muchos casos obliga a que el niño a los tres años ya no lleve pañal. Por lo que si queremos o necesitamos escolarizarlo a esa edad nos vemos sometidos a un estrés y ansiedad innecesarios. Estrés y ansiedad de los que el niño se lleva la peor parte.

 

 

El control de esfínteres es un proceso físico, mental y emocional

 

 

Como he comentado antes, el control de esfínteres es un proceso no sólo físico, sino también mental y emocional:

 

–           Puede que el niño sea capaz de controlar el músculo de la uretra o los músculos del año. Pero el control de esfínteres no es sólo eso.

 

–           Por otro lado el pequeño tiene que tener un desarrollo psicomotor acorde a su edad, y unas nociones básicas de su esquema corporal y de vocabulario sobre este proceso.

 

–           El niño tiene que sentirse seguro, habiendo perdido el miedo a deshacerse de algo que para él es suyo. La capacidad de control de la que se hace consciente, debe madurar. Por eso hay que darle tiempo y permitirle atravesar con normalidad esta etapa. Si el niño se siente presionado ese proceso puede verse entorpecido.

 

 

Cuando el pequeño esté preparado dejará el pañal por si solo, sin presión ni estrés. Y te aseguro que lo hará. Quizás no deje el pañal cuando a ti te gustaría, pero cuando lo deje lo hará feliz, seguro y motivado.

 

 

A veces, por haber quitado el pañal antes de tiempo, por desconocimiento, surgen “problemas”. E incluso a pesar de respetar los ritmos de nuestro hijo, por algún motivo del que no somos conscientes, surge igualmente algún “problema”.

 

No se trata aquí de pensar en lo que hemos hecho mal, sino en pensar en cómo podemos solucionarlo de manera respetuosa, amorosa y sin culparnos a nosotros mismos. Olvidémonos de la culpa y centrémonos en la solución.

 

control-de-esfinteres

 

Quiero contarte brevemente nuestra experiencia personal. Un problema que nos ha traído de cabeza durante años.

 

En casa teníamos claro que nuestra hija dejaría el pañal cuando ella estuviese preparada, cosa que sucedió a los tres años. Un día dijo que hacía pis en el inodoro y que no quería llevar más el pañal. Ella lo decidió así, por lo que no hubo escapes. Dos meses después dejaba también el pañal nocturno.

 

Parece que todo estupendo. Pero no. Con dos añitos (un año antes de dejar el pañal) comenzó a resistirse a hacer caca. No era que estuviese estreñida, era que no quería hacer caca. En torno a esa edad es normal que tengan una etapa en la que retienen la caca.

 

El caso es que algo que podía haberse solucionado por si solo, se cronificó. Pasamos por varias fases: confusión, desesperación, culpa, enfado, aceptación… Poco a poco lo hemos interiorado, lo hemos aceptado y nos hemos relajado. Y mi hija se ha sentido segura y preparada. Entonces es cuando se ha solucionado.

 

Si estáis pasando por una etapa de retención de la caca pueden ayudaros juegos en los que tu hijo pueda mancharse y cuentos que le ayuden a asimilar. Aquí te doy algunas ideas.

 

Control esfinteres

 

Para atravesar esta etapa de retención es fundamental que tu hijo se sienta seguro y que no se sienta presionado. Aquí te doy algunas pautas para gestionar de forma respetuosa esta etapa. El paso para que todo fluya es aceptar que no tenemos el control en esta situación.

 

 

El juego, el cariño y el respeto todo lo puede

 

 

Para terminar quería pedirte algo que sólo te llevará un minuto. Dadas las muchas consultas que recibo sobre el control de esfínteres he creado esta encuesta con el objetivo de llevar a cabo un estudio más exhaustivo sobre este tema. Si quieres colaborar rellenándola o compartiendo te lo agradezco. La puedes rellenar aquí.

 

 

Carolina Sánchez

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Nuestros portabebés según la ocasión

Nuestros portabebés según la ocasión

 

A mi hija mayor comencé a portearla al mes. La veía tan pequeñita que me daba un poco de miedo. Y aunque la porteaba con fular e intentaba llevarla en la mejor postura posible, ahora sé que no era la ideal.

 

 

Con mi hija mayor he ido aprendiendo por el camino. No sólo en cuestión de porteo, sino en todos los aspectos de la crianza. Ha sido y sigue siendo mi «conejilla de indias», mi niña. Es lo que tiene ser la mayor. Pero gracias a ella soy lo que soy ahora mismo.

 

Con mi segunda hija, que ahora tiene cinco meses, comencé a portear desde el principio. Me estoy dando cuenta de que no hago más que comparar las crianzas de mis hijas. Supongo que será normal. En esto de ser mamá de más de una soy nueva, así que espero que me comprendas.

 

¿Qué portabebés son los que hemos usado hasta ahora?

Antes de continuar quiero aclarar que estas son nuestras preferencias y nuestras circunstancias. Tú tendrás las tuyas. Por otro lado ten en cuenta también que yo me dedico a esto. Lo digo porque no es la primera vez que me preguntan: “¿pero tú cuántos portabebés tienes?”

 

 

  • Bandolera

 

Este fue nuestro primer portabebés. Una bandolera de algodón y lino. Y es que mi hija nació en pleno verano, y ¡menudo verano! Así que tenía que ser lo más fresco posible y, por supuesto, un portabebés adecuado a un recién nacido. La bandolera la usamos casi en exclusiva durante el primer mes para salir a la calle.

 

También me gusta la bandolera para usarla en el transporte público. Entre tanta gente es fácil de poner y quitar, sin que arrastre la tela con el riesgo de ser pisada. De la misma manera, para ciertos eventos, es por la que me decanto. Sin ir más lejos, hace poco fue mi elección para ir al teatro en familia.

 

 

  • Fular elástico, con nudo preanudado

 

Una vez que mi hija mayor comenzó el cole y dado que hay que coger el coche sí o sí, éste, junto con la bandolera, son mis opciones. Es lo más rápido y cómodo para estar metiendo y sacando a mi pequeña del portabebés. Y más aún si hace frío y no hay ganas de quitarse el abrigo.

 

Personalmente prefiero un portabebés que me reparta el peso en ambos hombros, sobre todo si voy a estar un buen rato porteando. Pero también es verdad que mi suelo pélvico está algo debilitado y no quiero abusar de un nudo que me comprima en exceso el abdomen. De ahí que hasta ahora haya alternado diariamente estos dos portabebés para coger el coche.

 

 

  • Fular semielástico

 

Este fular, por ser más manejable (no es tan rígido como el tejido), es el que suelo utilizar, bien para estar en casa, bien para salir a dar un paseo o bien para ir a algún sitio donde, aunque vaya en coche, no voy a necesitar estar constantemente sacando y metiendo a mi niña en el portabebés.

 

En verano, para estar en casa, prefería este fular a la bandolera. El motivo es, como he comentado antes, que me gusta más el porteo simétrico. De esa manera el peso se reparte en ambos hombros.

 

fular semielastico nudo canguro

 

 

  • Fular tejido

 

Por ahora lo he usado en casa para dormir a la peque y para dar paseos o ir a algún sitio andando. Es mi preferido, por el sostén que ofrece, para portear con nudo canguro a mi niña. Sé que poco a poco este irá dando paso al fular semielástico.

 

 

  • Mochila Emeibaby

 

Esta mochila es la que usa el papá. Comenzó a usarla cuando la peque tenía un par de semanas, más o menos. Reconozco que no soy de mochilas, aunque he porteado alguna vez con la Emeibaby voy más cómoda sólo con tela, sin hebillas, anillas, o correas.

 

 

  • Mei tai

 

Sí, ya lo sé, el mei tai no se recomienda hasta que el bebé se siente solo. Como habrás visto, los anteriores portabebés ofrecen un sostén del tronco punto por punto, que es lo que necesita un bebé que aún no tiene un control de su columna.

 

Pero me encantan los mei tais. A mi hija mayor la porteé mucho con este portabebé. Así que tengo un mei tai evolutivo precioso al que he comenzado a dar uso recién cumplidos los tres meses de mi bebota.

 

El mei tai evolutivo ha sido adaptado para portear a bebés que aun no se sientan solos, pero no es un portabebé diseñado para tal fin. Por este motivo he querido  esperar a usarlo, cuando he comprobado el buen control cefálico de mi pequeña.

 

Por ahora lo usamos esporádicamente y ratitos cortos en casa a la espalda. Ideal cuando tengo que cocinar y tengo que tener a mi niña encima. Y sobre todo, poder dedicarle un rato a mi hija mayor sin nadie “en medio” es muy reconfortante.

 

porteo espalda bebe

 

 

Como dije antes, me dedico a esto, y es normal que tenga tanta variedad. De hecho no he mencionado el uso de otras mochilas. Puedo elegir el portabebé que me apetezca y considere según el momento.

 

 

Si estás buscando un portabebé, para disfrutar cómodamente aún más de tu peque y facilitaros el día a día, te aconsejo que busques una buena asesora. Yo por mi parte estaría encantada de asesorarte. Para abrir boca, aquí te cuento los aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir un portabebé.

 

Una Asesora Continuum puede ayudarte a elegir el portabebé

que mejor se adapte a vuestras necesidades y preferencias.

 

Carolina Sánchez

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Soy un bebé, soy una persona

Soy un bebé, soy una persona

 

Un bebé, aunque no sea nuestro, siempre inspira mucha ternura.

La naturaleza es sabia y ha hecho a los bebés de tal manera que nos gusten, para así asegurarse su cuidado.

Los bebés huelen de maravilla, tienen la piel suave, rasgos delicados y son tan chiquitines… Vamos, que son adorables. Así dan ganas de acariciarlos, besarlos, olerlos. Qué te voy a contar yo, que ando puérpera perdida.

Y esas ganas de coger y tocar al bebé no son exclusivas de los papás y del hermanito/a, si lo hay. Sino que toda la familia quiere y se siente con derecho a cogerlo. Pero, le pese a quien le pese, resulta que mi bebé no es una muñequita que pueda ir pasando de mano en mano. Y esto no siempre se entiende ni se acepta.

A mi lo que me preocupa son las necesidades y bienestar de mi pequeña, no satisfacer los deseos de otros adultos ni mucho menos quedar bien con ellos, por mucha familia que sea. No digo con esto que nadie coja a mi pequeña (ojo, que estaría en mi derecho). Sólo que lo harán si su padre y yo queremos, si está tranquila, un ratito, y desde luego no como un juguete que se pasen unos a otros.

Si por las necesidades del bebé les cuesta entender que no pueden coger a su nieta, sobrina, prima, etc. siempre que quieran, ya no te cuento cuando el motivo soy yo, la madre. Mi bebé me necesita, pero es que yo también la necesito a ella. Soy mamá loba, mamá leona. Y quien no lo entienda es su problema, no el nuestro.

 vinculo mama bebe, soy bebe soy persona

Necesito tener a mi bebé cerca y segura. Necesito su calor, su olor y su piel. No me gusta cuando me devuelven a mi pequeña y huele a esa persona, a crema, a colonia, a comida… Es lo que menos soporto de cuando otra persona coge a mi hija, sea quien sea. Esta necesidad recíproca es algo normal, sobre todo en el puerperio, que debería entenderse y respetarse.

 

Esa necesidad mutua es la que forma el vínculo entre madre y bebé.

 

Otro tema crítico es cuando le tocan las manitas. No puedo. Se que se hace con buena intención, pero desde luego sin conciencia. En más de una ocasión mi hija mayor les ha recordado a los adultos que no deben tocar las manos de su hermanita, porque luego se las lleva a la boca. Que se lo tenga que recordar una niña, en fin.

El no va más es cuando un extraño (o no tan extraño) se cree con derecho a tocar a mi bebé o a mi hija de cinco años. ¿Te conozco de algo? Que si, que los bebés y los niños son achuchables, pero te aguantas. Se mira pero ¡NO SE TOCA!

Cuando me encuentro con estos adultos invasivos (desconocidos, conocidos e incluso familiares) me dan ganas de acercarme de la misma manera avasalladora que ellos, sin permiso, a ver qué opinan. Seguramente pensarían que estoy loca.

 

Un bebé, un niño, es una persona. Parece que a veces se nos olvida. Que sí, que los bebés y los niños pequeños son muy entrañables, pero siguen siendo personas no muñecos. Y como toda persona se merecen que se respete su espacio vital. Es tan fácil como ponernos en su lugar.

[Tweet «Por el hecho de ser pequeños no todo vale. Los bebés y niños son personas no títeres.» @SoniandoDuendes]

 

 

Carolina Sánchez

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Diabetes gestacional: mi experiencia

Diabetes gestacional: mi experiencia

¿Qué es la diabetes gestacional?

La diabetes gestacional es una hiperglucemia que padecen algunas embarazadas. Un nivel más alto de lo establecido de glucosa en la sangre.

La diabetes gestacional (no hablo de la diabetes tipo I y II)  controlada en el embarazo, no revierte mayor gravedad y en la mayoría de los casos remite tras el parto.

Aunque en mi primer embarazo no fui “etiquetada” con diabetes gestacional, si lo he sido en mi segundo embarazo. La curva corta o prueba de O’Sullivan salió ligeramente por encima de lo fijado. Y lo mismo sucedió con los dos últimos valores (se toman cuatro) de la curva larga.

En mi caso, por los valores dados, en principio se podía controlar mediante dieta. El cuerpo es sabio, sólo tenemos que prestarle atención. Al contrario que en mi anterior embarazo no me apetecían cosas dulces. Apenas gané peso en los primeros seis meses debido a las nauseas que no me abandonaron en todo el embarazo.

La dieta que comencé a seguir era la misma, más o menos, que llevaba hasta entonces. Una dieta sana que no sólo las embarazadas, sino todo el mundo, deberíamos seguir. Variada, sin abusar de los azúcares añadidos, y donde las frutas y verduras tengan su merecida presencia. Sin olvidarnos del ejercicio moderado, que puede ser simplemente caminar un rato cada día. El realizar alguna actividad 15 minutos tras las comidas ayuda a controlar la hiperglucemia.

 

Decía antes, que en principio se podía controlar mediante dieta.  Cada día llevaba a cabo dos mediciones en una comida principal, justo antes de comer y dos horas tras la comida. Y a pesar de que las mediciones estaban en la mayoría de los casos dentro de los límites, no dejaban de repetirme en cada visita que ya veríamos si no me hacía falta insulina con el tiempo.

¿A dónde quiero ir a parar? Pues que para mí, y estoy segura que para muchas embarazadas en el mismo caso, era una situación muy estresante. La posibilidad de necesitar insulina añadido al augurio (por parte del ginecólogo y el endocrino) de posibles complicaciones, me añadía una ansiedad que ni quería ni necesitaba en mi estado.

En vez de cuidar el estado emocional de la embarazada pareciera que su intención fuese la de infundir miedo. Esto ocasiona estrés, ansiedad y miedo al parto y a lo que le pueda pasar al bebé. El llamado efecto nocebo. ¿Con qué fin? Llevarnos a su terreno y que traguemos con todo lo que nos manden sin rechistar. Porque están acostumbrados a intervenir.

 

Una cosa es informar objetivamente y llevar unos controles, y otra augurar supuestos acontecimientos, siempre basándose en lo peor. A mi me gusta partir de la base de que las cosas no tienen por qué ir mal. Que no quita conocer las alternativas en el caso de que resulte necesario.

Los profesionales con los que traté, hasta casi el final de mi embarazo, deberían tener en cuenta que las embarazadas “diagnosticadas” de diabetes gestacional no estamos enfermas ni destinadas a tener un bebé enorme. Tampoco necesitamos ayuda para parir.

 

curva azúcar

 

En mi experiencia con la diabetes gestacional hay cosas que no me parecen normales:

 

  • Perder peso por realizar una dieta para controlar los niveles de azúcar en sangre.

 

En todo el embarazo sólo gané un kilo. La dieta para una embarazada tiene que estar basada en controlar los alimentos hiperglucémicos y no estar basada en calorías.

 

  • Pasar hambre con el riesgo de sufrir una hipoglucemia.

 

En alguna ocasión pasé un poco de hambre, porque tenía que medirme en la siguiente comida pero aún quedaba una hora. Y sabía que si comía algo en ese momento, el valor que daría superaría el mínimo. Esto cuando la recomendación es que una embarazada coma a menudo pocas cantidades, sobre todo cuando se padece de náuseas.

  • La obsesión de que nazca un bebé grande.

 

Aunque el peso de mi primera hija fue prácticamente el mismo al de la segunda, en la misma semana de gestación, en este embarazo me intentaron meter miedo con lo grande que era. Esto cuando en mi primer embarazo no me comentaron nada del peso en ningún momento. Claro que no había diabetes gestacional. A mi no me daba miedo parir un bebé grande.

 

  • La omisión de información.

 

No se nos informó del protocolo, por diabetes gestacional, que se seguiría durante el parto para mí y tras el parto para mi pequeña. Sólo cuando pregunté se limitaron a hacer comentarios muy por encima. Esto me parece faltar al derecho a la información y al consentimiento informado.

 

Tampoco se nos informó del margen error del 10% al estimar el peso de nuestro bebé. Simplemente se limitaron a alarmarnos porque (según el ginecólogo) estaba en un percentil 95. Sin embargo, otro ginecólogo no sólo vio estupendas mis mediciones de glucosa sino que no encontró que mi bebé fuese grande. Por suerte hay profesionales haciendo bien su trabajo.

 

  • No contar con nuestro consentimiento.

 

Fue el endocrino, y no el ginecólogo, el que me dijo que en los monitores de la semana 38 seguramente me dejarían ya allí. Como si yo fuese un títere y no tuviese capacidad de elección.

 

 

 

Todas estas cosas me indignan y me hacen desconfiar de algunos profesionales. A pesar de mis conocimientos y mi confianza para parir, me llegué a sentir insegura, estresada y triste. Gracias a que tenía las cosas claras y que el cambio de hospital lo tenía también claro desde el principio, todo salió perfecto.

Mi pequeña nació en un parto maravilloso y respetado, que puedes leer aquí, con 3.450 Kg. Y sin ningún problema de hipoglucemia, con el que también pretendieron asustarnos. Decir que mamó a demanda e hicimos piel con piel nada más nacer.

 

La diabetes gestacional controlada en el embarazo no equivale a un parto inducido sí o sí,  ni a cesárea, ni a un bebé macrosómico o con hipoglucemias tras el parto.

 

¿Te gustas embarazada?

¿Te gustas embarazada?

 

El embarazo de toda mujer debería ser vivido con alegría y disfrutando de cada momento. Cuando comenzamos a sentir a nuestro bebé es lo más maravilloso del mundo. Nuestro cuerpo cambia y es hermoso. Nuestra sensibilidad aumenta y nuestros sentimientos pueden ser cambiantes. Incluso nuestra libido se ve afectada.

 

 

Creo que todas las que hemos estado embarazadas estaremos de acuerdo en que sentir a nuestro bebé dentro es una de las cosas más grandiosas que existen en este mundo. Es uno de los regalos del embarazo.

 

Sin embargo no siempre el embarazo se vive con tranquilidad y/o alegría. Pueden surgir molestias que no nos dejen disfrutar todo lo que querríamos: nauseas, vómitos, ardores, mucho cansancio… O que durante el embarazo se detecte alguna anomalía grave que lógicamente nos haga vivirlo con miedo y ansiedad.

 

En este último caso resulta difícil vivir el embarazo con tranquilidad y disfrutando de los cambios que experimentamos y de las nuevas sensaciones que nuestro bebé y nuestro cuerpo nos trasmite. Por eso necesitamos mucho apoyo.

 

También el hecho de que durante el embarazo haya algo “fuera de lo común”, aunque no revierta gravedad, nos puede causar ansiedad. Sobre todo cuando en vez de informarnos se nos mete miedo para hacer sin rechistar lo que el ginecólogo que nos toque estime oportuno. Nos merecemos que nos informen debidamente. La última decisión es siempre nuestra.

 

Sin embargo, también sucede que a pesar de no haber ninguna molestia evidente o diagnóstico preocupante, no vivimos el embarazo conscientes y felices. No nos gusta cómo cambia nuestro cuerpo, no aceptamos los cambios emocionales, no nos sentimos comprendidas, y/o nuestro miedo al parto nos atenaza. Todo esto podemos trabajarlo.

 

embarazo tercer trismestre

 

Normalmente las mujeres que llevamos bien los cambios, que nos vemos hermosas con nuestra barriga y que aceptamos nuestro vaivén emocional, disfrutamos plenamente de nuestro embarazo. Esto se traduce en muchos casos en un aumento de la libido, y en un mayor disfrute de esta etapa si cabe.

 

Mantener relaciones sexuales durante el embarazo es saludable tanto para nosotras como para nuestro bebé. Ambos nos beneficiamos del chute hormonal de placer. Sólo en caso de diagnóstico de peligro de aborto o parto prematuro se desaconsejaría no mantener relaciones durante el embarazo.

 

En ocasiones sucede que es la pareja quien es reacio a mantener relaciones sexuales. Sobre todo al final del embarazo por miedo a hacernos daño a nosotras o al bebé. Como en todas las situaciones de pareja, todo se puede solucionar hablando. Qué necesitamos, que nos gustaría por parte de nuestra pareja, y qué no hace sentir más cómodos.

 

Hay muchas formas de sentir placer. Se trata de encontrarlas, ya sea nosotras mismas o con nuestra pareja. Querernos, disfrutarnos. Un simple masaje o caricias pueden ayudarnos a relajarnos y a hacernos sentir de maravilla.

 

Lo que está claro es que todo lo que haga que nos sintamos mejor es beneficioso tanto para nosotras como para nuestro bebé. Por eso es necesario pedir lo que necesitamos, bien sea apoyo para sentirnos acompañadas, información contrastada para sentirnos seguras, o un abrazo o una mirada que nos reconecte con nosotras mismas.

 

¿Te apetece contarme cómo ha influido el embarazo en tu forma de verte y quererte? ¿Has notado algún cambio en tu libido?

 

 

Carolina Sánchez

 

Soñando Duendes

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Te necesito mamá

Te necesito mamá

 

Estos nueve meses que he pasado dentro de ti he tenido todo lo que necesitaba. Oía tu melodiosa voz, el repiqueteo de tu corazón, era acunado con frecuencia, abrazado sin fin, alimentado siempre que lo requería y sin pasar nunca frío ni calor.

 

 

Tenía tantas ganas de verte. Y es en tu regazo, en tu pecho, donde me siento seguro, feliz y pleno, como hasta ahora lo venía haciendo. Por eso no quisiera separarme nunca de ti, porque te necesito mamá. Mi vida depende de estar junto a ti.

 

No tengas miedo de cogerme en brazos. No pienses que los demás lo hacen mejor que tu ni hagas caso a quien te mal aconseja que me malcriaré, porque no es cierto. Sólo en tu pecho lo tengo todo, te tengo a ti.

 

Te necesito mamá.

 

No tengas reparo en ponerme al pecho siempre que lo demande, será la mejor forma de que la lactancia fluya. Porque tu leche me alimenta física y emocionalmente. Porque nos ayudará a sanar las heridas visibles o invisibles del parto y con seguridad serán momentos especiales para ambos. Pero en caso de no ser posible, no te aflijas, estar contigo para mí es lo más importante.

 

Te necesito mamá.

 

No te atormentes si lloro mucho, incluso cuando estoy contigo. No es culpa tuya. Los bebés lloramos por muchos motivos. Si has comprobado que todo “esta bien”, quizás sólo es que necesito desahogarme por algo. Y donde mejor para ello que en tus brazos.

 

Te necesito mamá.

 

Jamás pienses que me despierto por la noche para fastidiar o porque no se dormir. Sólo es que necesito saber que estás ahí, porque sin ti me siento morir. Cerca de ti será donde concilie mejor el sueño. No te preocupes, porque llegará un día que quiera mi propia cama o habitación, y dormiré del tirón. Disfrutemos de estos momentos porque ahora…

 

Te necesito mamá.

 

cuidados-necesidades-emocionales-bebe

 

No te enfades si no quiero comer todo lo que hay en el plato. Mi cuerpo es quien me da las señales de lo que necesito o no comer, y sabe más que cualquier médico, abuela o vecina, por muy bienintencionados que sean sus consejos. Confía en mí mamá.

 

Te necesito mamá.

 

No tengas prisa ni me compares en mi desarrollo con otros bebés. Me gusta ir a mi propio ritmo, siempre avanzando, junto a ti. Cada descubrimiento, cada nuevo hito quiero disfrutarlo tranquilamente contigo, sin presiones. Da igual las proezas que hagan los demás, porque lo importante es hacerlo con amor.

 

Te necesito mamá.

 

No te preocupes si me mancho en casa o en la calle, para eso siempre hay solución. Explora y aprende conmigo, sin preocupaciones. Recuerda cuando tú también eras una niña ávida de tocar y manipularlo todo.

 

Te necesito mamá.

 

No te enfades conmigo cuando tenga una “rabieta”, porque será cuando más te necesite a mi lado. No lo hago para fastidiarte, sólo es una parte más de mi aprendizaje y mi reafirmación como personita diferente a ti. No me ignores, ni me abandones en esos momentos, porque…

 

Te necesito mamá.

Masaje en familia

Masaje en familia

Te diré que una de las tareas en mi formación como Asesora Continuum fue darme un masaje relajante. El contacto es primordial para el desarrollo del bebé (aquí puedes leer uno de los grandes beneficios del contacto durante sus primeros años de vida).

Y no hay nada mejor que sentir en nuestra propia piel el placer y los beneficios que podemos ofrecerles a nuestros hijos a través del masaje.

 

Me encanta que me acaricien y ya no te cuento un buen masaje. Por eso cuando mi hija nació me pareció muy buena idea asistir al grupo de masaje que organizaba la matrona en el Centro de Salud. Así aprendí el masaje Shantala, que estuve dando a mi pequeña hasta los 7 meses. A partir de ahí a mi hija le interesaba más explorar que las carias que le hacían mamá o papá por todo el cuerpo. Pero sabía que antes o después volveríamos a disfrutar de esos momentos.

 

En torno a los tres añitos comencé de vez en cuando a darle masajitos, con la intención de disfrutar, durase lo que durase, que no solía ser mucho. Y ahora con cuatro años y medio es mi hija quien me pide un masaje. No sólo quiere recibir ella el masaje, sino que también quiere dármelo a mí. Y te puedo asegurar que es una gozada por partida doble. Simplemente a modo de juego, para aliviar molestias, para relajarnos en un día complicado y, sobre todo, para disfrutarlo con todos los sentidos, el masaje siempre es bienvenido.

 

masaje-familiar

 

Ahora que estoy embarazada tengo muy claro que el masaje seguirá formando aun más parte de nuestra familia. No sólo como vehículo de placer o relajación, sino como modo de unión y conexión familiar. Sólo de imaginar a mi hija mayor dándole un masaje a su hermanita se me cae la baba.

 

Cuando damos un masaje a nuestro bebé o nos damos un masaje en familia no se trata de técnica y de hacerlo de principio a fin. El masaje en familia es para disfrutarlo, para nutrirnos de caricias, para fortalecer el vínculo y olvidarnos de todo lo demás, especialmente del reloj.

 

 No quiero terminar sin ofrecerte unas recomendaciones para que el masaje os resulte siempre placentero:

 

  • Busca un momento en que tu bebé esté en alerta tranquila, despierto y relajado. Este no tiene por qué coincidir con el momento del baño. Y explícale lo que vais a hacer.

 

  • De la misma manera, no lo conviertas en algo que haces por obligación o rutina, ya que perdería todo el sentido. Todo lo contrario, que sea un momento de presencia y placer también por tu parte.

 

  • Ten a mano todo lo que vayas a necesitar, en un ambiente cálido y tranquilo, y sin estímulos que os distraigan (televisión apagada, móvil sin sonido, etc).

 

  • Recuerda que el masaje es para disfrutarlo, sin prisas, adaptándote a tu pequeño. Si el bebé se cansa ya habrá otro momento, ya sea al día siguiente o dentro de unos años cuando vuelva a estar interesado. Incluso si tu hijo es ya mayorcito podéis utilizar una pelota haciendo círculos, una pluma, un rulo, etc., para daros el masaje.

 

  • Si utilizas aceite procura que este sea vegetal y lo más natural posible, sin conservantes, colorantes, perfumes o parabenes.

 

  • Recuerda igualmente que el masaje implica a toda la familia. Se trata de un momento de comunicación y reencuentro familiar, de juego.

 

Es posible amamantar durante el embarazo

Es posible amamantar durante el embarazo

En torno a la lactancia materna hay muchos mitos que la desinformación fomenta. Uno de ellos es que si estás amamantando y te quedas embarazada  tienes que destetar por la seguridad del bebé que está por nacer. El miedo más común de lactar embarazada es sufrir un aborto. Pero como reza el título de este artículo  en general es posible seguir amamantando durante el embarazo sin riesgo para el feto.

Personalmente no me he visto en esta situación. Mi hija se destetó al poco de cumplir los cuatro años y a los dos meses me quedé embarazada de nuevo. Si se hubiese dado el caso de que mi hija hubiese seguido mamando, te puedo asegurar que no habría impedido que siguiese haciéndolo. Aunque lo que no te puedo asegurar es si lo hubiese decidido por otras causas, que más abajo te detallo, o que ella misma se hubiese destetado sola durante el embarazo.

Vuelvo a reiterar que no hay pruebas que demuestren que  amamantar estando embarazada afecte al desarrollo del feto, como tampoco afecta al hermano mayor ni a la madre. En el único caso en el que se desaconseja la lactancia durante el embarazo es cuando se ha diagnosticado amenaza de aborto o parto prematuro, y no porque haya una relación directa clara y demostrada, sino más bien para evitar futuros sentimientos  negativos en la madre.

Sin embargo no solo son familiares, amigos o conocidos quienes nos pueden alertar erróneamente del «supuesto peligro» que conlleva seguiramamantando. A día de hoy todavía existen profesionales sanitarios (no todos) que aconsejan a la madre el destete inmediato, sin que exista ningún riesgo de aborto o parto prematuro.  De hecho rara vez contraindican las relaciones sexuales en estos casos y también se producen contracciones durante las mismas. Esta recomendación solo obedece a una falta de actualización y reciclaje por parte de estos profesionales o a prejuicios personales.

Si tienes intención de seguir amamantando a tu hijo durante el embarazo lo que sí debes tener en cuenta es con lo que te puedes (o no) encontrar, para no tener falsas expectativas:FotoAndreaSanchez

Es normal que durante el embarazo tengas más sensibilidad en los pezones y esto te haga estar incómoda durante las tomas. De hecho algunas madres deciden destetar por no soportarlo.

Puedes sentir agitación del amamantamiento. Esto es un sentimiento de irritabilidad y rechazo hacia tu hijo, al amamantarle, que no puedes controlar. Puede ocurrir bien por los cambios hormonales que suceden durante el embarazo, un cambio en el agarre que sientes como mucho más fuerte, o mayor sensibilidad en los pezones, como he comentado antes. Hay muchos factores que pueden influir en esa reacción y no son todos físicos. El saber que es algo normal puede ayudar, aunque hay mamás que necesitan reducir el tiempo de la toma o incluso se plantean el destete.

La producción de la leche disminuye alrededor del cuarto mes de embarazo. Esto, dependiendo del niño, puede llevarle a destetarse por sí solo.

Puedes sentir contracciones mientras tu hijo mama. Estas remiten cuando termina la toma. Esto sucede por la hormona oxitocina, implicada en la lactancia. Esta hormona está presente igualmente en los orgasmos. Por lo que si nuestra matrona o ginecólogo, sin motivo aparente, nos recomiendan el destete, del mismo modo nos deberían recomendar no mantener relaciones sexuales durante el embarazo. Sin embargo, como comenté antes,  eso no ocurre.

 

Cada caso es distinto, habrá mamás que vivan su lactancia durante el embarazo con mayor, menor o ninguna molestia. En ocasiones será la propia madre quien decida destetar por no sentirse bien con la lactancia, por los motivos que he comentado antes.

Que decidas destetar no quiere decir que no vayas a atravesar tu pequeño o gran duelo

Cada una lo vivimos a nuestra manera.
No se aconseja un destete brusco, sino adecuado a la edad del niño. No es lo mismo que el pequeño tenga un año y aún no le interese demasiado la alimentación complementaria, que un niño de dos años que ya come más o menos de todo. Lo ideal es “no ofrecer, no negar”, y con niños más mayores pactar tomas más cortas.

Por otro lado puede que sea el niño el que se destete solo debido a la disminución de la producción o el cambio de sabor en la leche. Incluso los hay que tras el nacimiento de su hermanito deciden volver a engancharse, aunque entre estos, algunos  ya habrán olvidado cómo mamar.

 

Por todo esto no podemos predecir cómo se desarrollarán los hechos.

Cada caso es diferente y dependerá tanto de cómo se sienta la mamá, como del niño.

¿Y tú? ¿Te sentiste cómoda amamantando a tu hijo durante tu embarazo? ¿Quieres compartirlo con nosotras?

 

10 cosas que he aprendido de mi hija

10 cosas que he aprendido de mi hija

Soy una de esas mujeres a las que la maternidad le ha cambiado la vida en todos los sentidos. Mi bebé, tan preciosa, tan chiquitita, tan demandante de brazos y teta, tan impaciente siempre en sus necesidades, tan deseosa de piel, tan pequeñita pero al mismo tiempo de una grandeza sin límites, me vino a enseñar todo lo relativo no sólo a su mundo sino también al mío.

 

Sin haber estado previamente en contacto con bebés, la llegada de mi propio bebé me obligó  a aprender cómo ocuparme de ella  a marchas forzadas. Y ocuparme de mi pequeña no sólo significaba que estuviese alimentada, abrigada y limpia, sino que iba más allá, mucho más allá.

Lo hice de forma instintiva, no por ello exenta de dudas. Habiéndome sumergido de lleno en mi puerperio, sin apenas tampoco saber lo que eso significaba, me dejé llevar y me di cuenta de que saber interpretar las necesidades de mi bebé era mucho más fácil de lo que imaginaba.

Sólo tenía que pararme y escuchar a mi pequeña, sin prestarle atención a los miles de consejos no pedidos.
Entonces todo fluía de una manera casi mística.

 

No digo con esto que todo fuese fácil y sencillo. Esos primeros meses luchando por conseguir nuestra deseada lactancia, las dudas, el llanto “sin motivo” aparente y las “malas” noches, fueros sin duda otro de los muchos aprendizajes que me esperaban.

 

Sentía (y así lo sigo sintiendo) a mi niña más sabia que a cualquiera de todos esos adultos que decían que no se enteraba de nada, por ser tan pequeña.

Mi bebé sabía perfectamente qué necesitaba y cuando lo necesitaba, yo sólo tenía que mirarla de verdad para darme cuenta.

No todos los adultos, por no decir que muy pocos, sabemos reconocer nuestras verdaderas necesidades.

La niña que fui

Otra cosa que mi hija me ha venido a enseñar, cosa que ya intuía pero que nunca había tocado tan de cerca, es mi relación con mi niñez y por tanto con toda mi vida adulta.

No es siempre fácil asomarse a esa puerta que se abre hacia tu interior, y que lo hace al mismo tiempo que tu hija se abre paso a la vida.

Pero personalmente creo que es necesario mirar cara a cara a nuestra niña interior, asustada y temerosa. Es una manera de sanar heridas y ser consciente, para no repetir con mi hija las conductas que me dañaron siendo yo niña.

 

Mi hija me ha enseñado…

  • … que siempre se puede querer más aún
  • … que los bebés reales nada tienen que ver con los que salen en televisión
  • … que los niños son los más sabios y de quienes deberíamos tomar ejemplo en muchos aspectos
  • … que obligar y tratar de enseñar a través del miedo, nunca lleva a integrar el aprendizaje deseado, sino sólo a la desconfianza, la resignación y al resentimiento
  • … que observar y escuchar es la mejor manera de aprender
  • … que cada vivencia con nuestros hijos sólo la vivimos una vez y hay que aprovechar cada momento en la vida
  • … a valorar tanto mi intuición como a la niña que llevo dentro
  • … que debemos plantearnos nuestras creencias preconcebidas y ponerlas en duda
  • … que las cosas se pueden hacer de muchas maneras distintas, y ninguna tiene por qué ser mejor o peor
  • … que una infancia respetada y feliz deviene en adultos respetuosos y felices.

¿Y tú? ¿Qué has aprendido con tu maternidad?

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