Recorriendo paritorios

Recorriendo paritorios

A finales de julio, estuve en la visita que tienen pautada dentro de la atención a la embarazada en mi hospital de referencia, el Fundación Hospital de Alcorcón, no nos queda mucho para que el pequeño haga su entrada en este mundo y aunque ya pasamos por esta experiencia en el mismo centro con mi hija mayor, no esta de mal ver que ha cambiado o no en seis años.

Ya hace semanas me sorprendió gratamente que tuvieran una consulta con las matronas para recepcionar tu plan de parto si ya lo tienes elaborado. O para elaborarlo contigo explicándote cual es su actuación en parto normal. Y que se llame parto normal y no parto natural ya cuenta y dice mucho de un avance en sus protocolos de atención a la maternidad.

En aquella consulta revisamos el mío, que ya llevaba preparado y firmado por padre y madre. La gran mayoría de los items marcados ya constan en el protocolo en si mismo del propio hospital. Yo lo sabía y aun así quise hacerlo constar por escrito, me lleve alguna desagradable sorpresa (que puedes leer clicando aquí), pero el balance en general y tras las siguientes consultas fue muy positivo.

Incluso me llamaron un par de semanas después, desde el propio hospital, desde paritorios,  para revisar de nuevo los items dudosos del plan de parto y todo fue como la seda.

Como os contaba, la semana pasada estuve en una visita guiada que organiza el propio hospital, siguiendo con ese protocolo de familiarización con el centro medico orientado a las familias y con el objetivo de mostrar y permitir que conozcan un ambiente que tiende a ser frío. Espacios que al ser desconocidos, pueden imponer en exceso a las parejas que acuden para el nacimiento de sus pequeños.

La visita consta de cinco partes en general, los boxes de urgencia de llegada a maternidad, las salas de dilatación, paritorio y quirofanos y las habitaciones de planta, incluyendo tanto maternidad como neonatología.

Esta claro siguiendo la visita con la mente abierta y llena de información propia: Están haciendo un gran esfuerzo para continuar un camino hacia el respeto al nacimiento normal que comenzaron hace años.

La visita es amplia, tocando muchos puntos, explicando absolutamente cada uno de los pasos, abiertas a multitud de preguntas. Aunque yo esperaba más consultas por parte de las parejas, no fue el caso, alguna pregunta muy concreta suelta.

La visita en dilatación, deja clara la linea de trabajo que intentan llevar, pelotas de pilates, kalinox disponible (Óxido nitroso o gas de la risa), bolsas de semillas, una ducha de hidromasaje (una compartida, no una por habitación), salas individuales y cómodas de dilatación.

Tienen a disposición varias opciones para cuando una mujer opta por prescindir de la analgesia epidural (La charla sobre la anestesia epidural ha sido esta semana y esta fue un poco más decepcionante). Facilidades para la mujer que esta pariendo y para su acompañante.

 

 

 

 

dilatación

 

Cuando hace seis años pase por allí me gusto el respeto absoluto a todas nuestras decisiones y posiciones ante el nacimiento de nuestra hija, y parece que han avanzado mucho.

Aproveche para comentar con la matrona al salir del cuarto que solo les falta un fular para tracción colgado y me contesto sonriendo que tiempo al tiempo, que en ello estaban. 😀

Antiguamente pasabas a paritorios directamente al llegar a dilatación completa, ahora tienes la opción de completar allí el nacimiento o como poco de comenzar a pujar en un cuarto que es más cálido y acogedor que un paritorio en si mismo.

El lenguaje usado por la matrona que hacia de guía explicando todos los procesos durante la visita denota parte del cambio, no escuche ni un solo momento el concepto parto natural, solo usaba parto normal y eso a mi, ya me cuenta mucho.

  • De forma reiterada comento que el miedo en el parto por parte de la mujer esta ahí, pero que ellas estaban para acompañar, disolver ese miedo y facilitar que tomáramos confianza en nosotras mismas y en nuestro potencial para parir de forma normal.
  • Recordó varias veces la importancia de un buen plan de parto, para ellas saber que deseamos, que nos hemos planteado respecto a nuestro parto, y recalco que aún no llevando uno presentado y elaborado, nosotras tenemos las riendas de nuestro parto.

Como soy escéptica por naturaleza propia, y no queda tanto, probablemente mi próximo post en el blog os cuente mi experiencia real en el parto del pequeño.

De las salas de dilatación pasamos directamente a ver los paritorios, incluyendo el quirófano que se usa para casos de cesárea:

En paritorios tuve la sensación de notar como todas las parejas que estaban en la visita, aproximadamente 8 ó 9, se ponían tensas de forma automática, y me resulto agradable percibir que la misma sensación le debió llegar a la matrona, porque más no pudo explicar como funcionaba todo y como se articulaba toda la sala buscando la comodidad e intimidad del momento del parto.

En este momento de la visita no puede evitar emocionarme y que alguna lagrima se me resbalara, habíamos pasado tanto por el mismo box de recepción de urgencia, como por la misma sala de dilatación y ahora estábamos en el mismo lugar donde un poco más de seis años atrás recibí a mi pequeña entre risas y pura alegría. Estábamos haciendo justo el mismo recorrido que aquella noche de junio, y mis recuerdos al respecto son alegres y felices.

Vimos dos paritorios y un quirofano. Las dos salas de paritorios diferentes, sobre todo a nivel de mesa articulada, es obvio que tienen un camino aún por recorrer, espero que continúen en esta linea y pueda ser hospital de referencia.

 

paritorios

 

Ya en la planta de maternidad, también se aprecia ese trabajo, quizás lento, pero continuo, hace seis años las habitaciones eran individuales, actualmente de 15 habitaciones disponibles en la planta de maternidad, 11 de ellas están individualizadas, mucho más cómodas para mamá y bebé, y desde luego mucho más acogedoras para el acompañante.

En planta, esta claro que una cosa es comentar como se desarrolla la estancia y otra muy distinta la estancia en si misma, porque dependerá mucho de horarios de visitas de médicos, de protocolos de planta y de un horario marcado que puede chocar directamente con esos primeros días de navegar a otro ritmo tras la llegada de un bebé, ya os comentare cuando estemos in situ como ha cambiado o no todo esto.

 

habitación en maternidad

 

Comentamos con ellas, los protocolos habituales y como suelen actuar en cuanto a determinadas situaciones, una respuesta directa, clara y aseptica, quizás alejada de esa calidez que transmitía la matrona-guía de la visita. Revisamos pruebas habituales y protocolos habituales de control y alta.

Ninguna sorpresa, me pareció que salvo el cambio estructural de habitaciones, y el comentario de que ahora todo el personal en planta estaba formado en lactancia no había gran diferencia con hace un tiempo.

Visitamos a continuación, conectada, la planta de pediatría y la sala de neonatos, donde parecen haber dado un salto grande, anteriormente había horarios de visita y permanencia con los pequeños que estaban en neonatos, nos comentaron que ahora no, actualmente los padres tienen acceso a los pequeños 24 horas, incluso tienen establecidas un par de horas, de mañana y tarde, para visita de familiares, incluyendo hermanos pequeños siempre que la situación lo permita.

Ningún protocolo es perfecto, pero debería, y más aún en estos aspectos, eliminar los limites horarios para facilitar contacto permanente con sus padres a esos pequeños es básico y primordial.

Podría contaros muchos más detalles, la verdad es que la visita la realice con mirada de Asesora Continuum más que como madre que en breve estará en aquellas instalaciones en su propio parto, y en más de una ocasión, y supongo que a través de mis preguntas, me encontré con la mirada cómplice de la matrona enganchada a la mía, me despedí de ella con un «hasta pronto».

Creo que aún no siendo la perfección en persona se están dando pasos de gigante, y ante mis comentarios sobre la visita, la reacción de la gente de forma habitual ha sido «Que bien!! que buena noticia que estén cambiando tanto» y mi reflexión es otra, esta bien ese cambio, pero todas estas actuaciones no deberían ser deseables y la excepción, sino esperables y normales

En todos los centros médicos donde se atiende un parto, deberíamos poder esperar de base este tipo de cambio continuo y permanente hacia la normalidad y el respeto de los procesos normales y puramente fisiológicos de un nacimiento.

 

 

Imágenes extraídas de la propia web del hospital, puedes leer sobre la visita haciendo clic  aquí

¿Te gustas embarazada?

¿Te gustas embarazada?

 

El embarazo de toda mujer debería ser vivido con alegría y disfrutando de cada momento. Cuando comenzamos a sentir a nuestro bebé es lo más maravilloso del mundo. Nuestro cuerpo cambia y es hermoso. Nuestra sensibilidad aumenta y nuestros sentimientos pueden ser cambiantes. Incluso nuestra libido se ve afectada.

 

 

Creo que todas las que hemos estado embarazadas estaremos de acuerdo en que sentir a nuestro bebé dentro es una de las cosas más grandiosas que existen en este mundo. Es uno de los regalos del embarazo.

 

Sin embargo no siempre el embarazo se vive con tranquilidad y/o alegría. Pueden surgir molestias que no nos dejen disfrutar todo lo que querríamos: nauseas, vómitos, ardores, mucho cansancio… O que durante el embarazo se detecte alguna anomalía grave que lógicamente nos haga vivirlo con miedo y ansiedad.

 

En este último caso resulta difícil vivir el embarazo con tranquilidad y disfrutando de los cambios que experimentamos y de las nuevas sensaciones que nuestro bebé y nuestro cuerpo nos trasmite. Por eso necesitamos mucho apoyo.

 

También el hecho de que durante el embarazo haya algo “fuera de lo común”, aunque no revierta gravedad, nos puede causar ansiedad. Sobre todo cuando en vez de informarnos se nos mete miedo para hacer sin rechistar lo que el ginecólogo que nos toque estime oportuno. Nos merecemos que nos informen debidamente. La última decisión es siempre nuestra.

 

Sin embargo, también sucede que a pesar de no haber ninguna molestia evidente o diagnóstico preocupante, no vivimos el embarazo conscientes y felices. No nos gusta cómo cambia nuestro cuerpo, no aceptamos los cambios emocionales, no nos sentimos comprendidas, y/o nuestro miedo al parto nos atenaza. Todo esto podemos trabajarlo.

 

embarazo tercer trismestre

 

Normalmente las mujeres que llevamos bien los cambios, que nos vemos hermosas con nuestra barriga y que aceptamos nuestro vaivén emocional, disfrutamos plenamente de nuestro embarazo. Esto se traduce en muchos casos en un aumento de la libido, y en un mayor disfrute de esta etapa si cabe.

 

Mantener relaciones sexuales durante el embarazo es saludable tanto para nosotras como para nuestro bebé. Ambos nos beneficiamos del chute hormonal de placer. Sólo en caso de diagnóstico de peligro de aborto o parto prematuro se desaconsejaría no mantener relaciones durante el embarazo.

 

En ocasiones sucede que es la pareja quien es reacio a mantener relaciones sexuales. Sobre todo al final del embarazo por miedo a hacernos daño a nosotras o al bebé. Como en todas las situaciones de pareja, todo se puede solucionar hablando. Qué necesitamos, que nos gustaría por parte de nuestra pareja, y qué no hace sentir más cómodos.

 

Hay muchas formas de sentir placer. Se trata de encontrarlas, ya sea nosotras mismas o con nuestra pareja. Querernos, disfrutarnos. Un simple masaje o caricias pueden ayudarnos a relajarnos y a hacernos sentir de maravilla.

 

Lo que está claro es que todo lo que haga que nos sintamos mejor es beneficioso tanto para nosotras como para nuestro bebé. Por eso es necesario pedir lo que necesitamos, bien sea apoyo para sentirnos acompañadas, información contrastada para sentirnos seguras, o un abrazo o una mirada que nos reconecte con nosotras mismas.

 

¿Te apetece contarme cómo ha influido el embarazo en tu forma de verte y quererte? ¿Has notado algún cambio en tu libido?

 

 

Carolina Sánchez

 

Soñando Duendes

http://www.SoniandoDuendes.com

 

No mentimos: los datos hablan.

No mentimos: los datos hablan.

Hace unos días el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad publicaba el Informe Sobre la Atención al Parto y Nacimiento en el Sistema Nacional de Salud con fecha de diciembre del 2012. Tal y como se dice en el propio informe «tiene por objeto recoger los resultados de la primera evaluación de la Estrategia de Atención al Parto Normal (EAPN) en el Sistema Nacional de Salud».

Los datos han demostrado una vez más que las mujeres no mentimos en cuanto a la atención que recibimos en nuestros partos, se siguen poniendo en práctica con tasas escalofriantes muchas intervenciones que conllevan riesgos:

  • La EAPN recomienda NO colocar vía venosa periférica de rutina: los datos indican que solamente el 31.1% de los protocolos analizados incluyen esa recomendación.
  • El estándar previsto en una buen práctica asistencial en casos de inicio espontáneo del parto para la administración de oxitocina sintética era del 5-10%, los datos hablan de una realidad del 53,3%.
  • El estándar de referencia para inducciones de la OMS, sugiere menos del 10% de inducciones, los datos hablan del 19.4%. Casi el doble.
  • El 87.4% de partos vaginales se han dado en posición de litotomía, cuando lo aconsejado es menos del 30%.
  • La maniobra de Kristeller se sigue utilizando en el 26,1% de los partos, siendo una maniobra totalmente desaconsejada.
  • El 41.9% de partos eutócicos termina con episotomia siendo lo recomendado menos del 15%. El informe dice: «En los partos vaginales con episiotomía se encontró una prevalencia de desgarros de grado III y IV del 4.7%, muy superior a la encontrada en los casos de partos vaginales sin episiotomía, que fue del 1%» y «
    desgarros con episiotomías en un 70%, mientras que los desgarros sin episiotomía son un 30%».
  • En cuanto a la recomendación de pinzamiento tardío del cordón umbilical, solamente se recoge en el 63.1% de los casos.
  • El 19.5% de los partos son instrumentales siendo la recomendación menos del 15%.
  • Los partos con ventosa se situan en el 10,2% aunque la recomendación sea menor del 7%.
  • Los fórceps se utilizan en el 6,1% de los partos un poco por encima de la recomendación del 5%.
  • La tasa de cesáreas se mantiene por encima de las recomendaciones de la OMS (menos del 15%) y se situa en el 22,02%.
  • Los partos vaginales tras cesárea solamente llegan al 44.2% cuando la recomendación situaría la tasa en el 60-80%.
  • Solamente el 67% de los bebés son colocados piel con piel con su madre inmediatamente tras nacer y durante los 70 minutos próximos en el protocolo. Y en las encuestas a madres, ese dato se reduce al 50%.
  • El 13,6% de los hospitales analizados cumple todas las recomendaciones sobre contacto precoz, muy lejos de las recomendaciones.
  • Solamente el 50,5% de hospitales cumplen todas las recomendaciones de la Estrategia en torno a la lactancia.

El informe recoge muchos más datos relevantes que todo profesional de la salud, responsable de sanidad y usuaria debería conocer.

Con todos estos datos sobre la mesa, digo, frente la pantalla, queda en evidencia que aún hay mucho por hacer, mucho que reflexionar y mucho que cambiar.

Pero sobre todo queda en evidencia que aquellos que intentar anular a las mujeres que hablan de sus experiencias de parto, que hablan de violencia obstétrica, que hablan de humillaciones, de prácticas innecesareas, de separación de su bebé por rutina, de trabas en lactancia… que esas mujeres NO MIENTEN, no mentimos.

Es cierto que algunos hospitales y profesionales están dando pasitos para el cambio, que hay muchos profesionales trabajando como hormigas desde dentro, procurando que en sus turnos las mujeres, sus bebés y acompañantes tengan una experiencia positiva y no traumática… pero aún hay mucho camino por recorrer, mucho polvo y barro por limpiar, y eso, no se limpia echando balones fuera.

El trabajo a realizar por la SALUD de las mujeres, de los bebés y de TODA la sociedad tiene que venir por el cambio, el cambio en cada profesional (desde el recepcionista a la persona de seguridad que te despide del hospital) que son parte de esa experiencia, de la concienciación y de la reflexión de si lo que de verdad ocurre en los hospitales españoles es bueno… puesto que los datos hablan por si solos, las mujeres NO MIENTEN.

12 cosas que aprendí de mi último parto

12 cosas que aprendí de mi último parto

No es ninguna novedad que me encanta mi trabajo, es extremadamente gratificante y un auténtico privilegio. Acompañar a las personas en la aventura de ser familia es una experiencia maravillosa, y me permite, sobretodo lo que más me gusta en el mundo: aprender.

Aprendo de las madres, aprendo de sus parejas, de los bebés, de las abuelas… y hasta de las suegras ;)…

No exagero si os digo que tranquilamente un 60% de lo que sé  y aplico hoy lo he aprendido de las familias con las que he recorrido este camino. El otro 40% son formaciones constantes e ininterrumpidas, ya os he dicho que me gusta aprender no?

He aprendido cosas buenas, que mejoran mi trabajo, y me ayudan a dar voz a las necesidades de los bebés, y a fomentar un vínculo sano en otros padres, estrategias, trucos, y mil y una versiones de las cosas que me demuestran que todo es posible y que después puedo proponer como alternativas a otras familias.

He aprendido cosas malas, que me han puesto a prueba y me han permitido cuestionarme muchas cosas y conocer de dónde vienen muchas familias de nuestra sociedad. Han sido retos que me han obligado a generar y buscar recursos y estrategias para cambiar también sus vidas y las de sus hijos y por supuesto la mía propia, y la orientación de mi trabajo.

Pero sin duda, de lo que más aprendo siempre, siempre, es de los partos. Hoy hace 10 días asistí a mi primer parto sin asistencia médica. He acompañado muchos, tanto en casa como en el hospital, pero todos de la mano amiga de comadronas expertas.

Quiero apuntar que este parto no fue asistido por personal sanitario, no por deseo expreso de la madre, ni mucho menos porque sea un servicio que yo ofrezca. Sino porque Guillem, nuestro querido bebé, decidió llegar al mundo sin darnos tiempo a llegar a la Maternitat. Guillen quiso nacer en su casa, antes de cruzar el umbral de la calle, en un frío suelo y sobre la toalla de su hermana.

De este parto y su posparto que aún acompaño y disfruto he aprendido como poco, una docena de cosas…

1. Que una pareja informada durante el embarazo se siente feliz, responsable, empoderada y consciente, y está preparada para afrontar cualquier adversidad o situación que ni se habían planteado con seguridad y aplomo, sin dudar, unidos por un mismo fin.

2. Que una madre dilata mejor y más rápido, estando tranquila en su casa, con su pareja y acompañada de alguien de su entera confianza que la conozca bien y sepa darle seguridad y apoyo incondicional, y le recuerde que ella y su bebé pueden conseguirlo, que les brinde el contacto justo, la mirada exacta y la sonrisa adecuada, para dejar que las cosas fluyan.

3. Que cuando tu pareja participa de un embarazo consciente, de una dilatación activa y de un parto libre, se siente útil y se empodera y ofrece como protector o protectora a la díada mamá-bebé la contención y el apoyo necesario, antes-durante-después del parto y jamás, jamás se siente amenazado por la presencia de otros agentes brindando apoyo.

4. Que el contacto con el agua a partir de una dilatación concreta, acelera enormemente el trabajo de parto, y conecta a la mamá con su cerebro primitivo y la ayuda enormemente. En ese momento se olvidan las formas, los fluidos, y hasta que son las 6,30 de la mañana. Se grita como la mamífera fuerte y valiente que se es, y se ve a esa mujer en todo su esplendor.

5. Que a una mujer de parto nunca es necesario hablarle, contarle lo que pasa, llevarle la contraria, o hacerla cambiar de idea,  proponerle cambios, posiciones o estrategias externas, que la perturben, todas las palabras sobran. Ella siempre sabe qué necesita y lo pedirá, sólo debes confiar en ella. Su instinto hará el resto, ella llevará tus manos a sus riñones cuando le alivie el calor, ella se abrazará a ti, cuando su coxis se abra, ella apretará tus manos cuando venga una contracción, y ella sabrá decirte cuando «tenemos que irnos ya» y no lo dudes, será el momento.

6. Que tu pareja se siente mejor y más partícipe si puede estar activa. Ellos se inquietan en la espera, y eso sube la adrenalina y el cortisol en el ambiente, cosa completamente desaconsejada en el trabajo de parto. Sin embargo son los mejores preparando infusiones, limpiando los restos de líquido del parket,  masajeando la espalda, trayendo toallas, ropa limpia o cuidando de los hermanos mayores y organizando la logística (taxis, vecinos, amigos, abuelos…)

IMG-20150617-WA00017. Que un parto es algo profundamente íntimo, pero un nacimiento es un acto social, porque es bien cierto eso de que los hijos son del mundo, y vienen a una comunidad.Así que acéptame un consejo: No críes sola: busca tu tribu.Haz amigos en tu barrio, conoce y quiere a tus vecinos, puede que un día tú o tus hijos los necesitéis y será hermoso sentirte tan querida. Puede que si te pones de parto y pares en tu portal, mientras llega el taxi necesites a esa vecina que vive en el primero;).

8. Que el personal de los servicios médicos de emergencias sufre y mucho, a diario, y tienen que atender constantes dramas humanos y vivir un parto les parece algo mágico, tocar la vida con las manos, y compartir algo así les cambia la vida. Y sí, han visto muchas pelis, y les obsesiona cortar el cordón 😉 pero son tiernos y humanos. Desde pequeña me emociono al ver pasar una ambulancia, y después de ir en una de ellas entiendo porqué. Son gentes muy muy grandes.

9. Que el personal sanitario que confía y cree en las mujeres nunca, nunca se siente amenazado, ni por madres informadas, ni por bebés naturales que nacen con prisa, ni por parejas empoderadas, ni por doulas o asesoras presentes en sus paritorios. Oirles repetir una y otra vez, «¡Así da gusto!», «¡Bien hecho mujer!», «¡Ya os decimos nosotras que podéis», «¡Ojalá todas dilatáseis así!», «Óle ese papi!, «Enhorabuena a tí también por hacerlo tan bien», ha sido para mí un regalo, y la constatación de que los que generan discursos contra nosotras, hablan desde el desconocimiento a nuestro papel y desde el miedo a perder sus privilegios de casta en favor de las madres y sus bebés.

10. Que los abuelos de nuestra generación hacen grandes, grandísimos esfuerzos por conseguir acallar sus miedos y respetar nuestras decisiones, tan distintas a las suyas, actualizar sus conocimientos por el bien de sus nietos y aceptar y perdonarse lo que ellos, por desinformación hicieron de otra manera. Son un ejemplo de contención, respeto, serenidad y apoyo incondicional.

11. Que cuando durante el embarazo, el parto y la crianza, integramos y compartimos la dicha y las inquietudes con los hermanitos mayores, ellos se sienten parte del proceso, protagonistas del gran cambio, «hermanos mayores» y en ese sentimiento no caben los celos, sólo hay lugar para el amor más explosivo y sincero.

 

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12. Que amo mi trabajo, porque es más que una vocación, es mi manera de cambiar el mundo, es para lo que sirvo, lo que adoro hacer, lo que se me da mejor, y lo único que no me cansa nunca, que me sigue motivando a seguir cada día, porque aprendo de las madres coraje, de los bebés felices, de las hermanitas pletóricas, de los compañeros y compañeras empoderados, de los abuelos «todo-amor», de los profesionales «profesionales»… y hasta de mi misma y de todo lo que soy capaz de hacer y aprender cada día y por primera vez.

Gràcies Mireia, Jordi, Guillem, Aina, avis.. per fer-me una més de la família.
Us estimo infinit.

Mamen Conte: Umuma, La Aventura de ser Familia http://Umuma.es

¿Embarazada o enferma?

¿Embarazada o enferma?

 

Yo siempre me había llevado más o menos bien con mi cuerpo. Yo le pedía y él me iba dando; él me pedía y negociábamos…

Pero ahora estoy embarazada y mi cuerpo ha decidido que se acabaron las conversaciones, que manda él ¡y punto!

 

Y me toca un poco las narices; primero, porque a veces me cuesta entender sus órdenes; y, segundo, porque es que no me da ni la más mínima tregua. Como me equivoque de respuesta me la lía parda.

Las náuseas a veces significan que descanse, otras que coma, pero en este caso ¡tengo que oler primero siempre lo que meto para dentro!, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad.

El cansancio suele significar, simplemente, que me eche una siesta, pero a veces me levanto de ella mil veces peor que antes de acostarme; supongo que porque no acerté con el número exacto de minutos que mi cuerpo quería dormir…

El que un alimento que hoy me da un asco horrible, mañana no y pasado sí, aunque solo si está cocinado de una determinada forma, no tengo ni la más remota idea de lo que significa.

Y todo el rato se me viene la misma frase a la boca: “Pero, ¿qué coño pasa?”. E Isaac por detrás: “… que estás embarazada…”.

A las embarazadas les decimos mucho: “No estás enferma, estás embarazada”. Compañeras Asesoras Continuum, compañeras matronas, compañeras ginecólogas, compañeras doulas: yo dejaría de decirlo… no cala. Es imposible que lo haga. Quizás hay que buscar otra manera de comunicar la idea que les queremos transmitir.

Yo SÉ que no estoy enferma. SÉ que debo estar mejor que nunca, o mi cuerpo no se hubiera metido en este berenjenal… SÉ que está llevando a cabo un complicado y delicado proceso que requiere de algunos «pequeños» daños colaterales.

Yo sé todo esto por mi experiencia laboral y por mi formación, pero no es la información que me manda mi cuerpo ni la que me manda el mundo exterior.

No estaré enferma, pero me duele estómago como cuando lo estoy, me mareo como cuando lo estoy, me canso como cuando lo estoy. Y no estaré enferma, pero el sistema me trata como si lo estuviera.

De mi primera cita con la matrona de mi centro de salud salí con una hoja con todas las citas que iba a tener a lo largo del embarazo: con ella, con el tocólogo, con el anestesista, para hacer análisis, para ver los análisis, para hacer ecografías, para monitorizar al bebé, etc, etc, etc. Salen más de una al mes.

Nunca he estado tan enferma como para tener que ir al médico más de una vez al mes.

No voy a entrar a juzgar si todas esas citas son necesarias o no, cada uno tendrá su opinión, pero el protocolo las marca; y la embarazada decidirá presentarse a ellas o no, pero el sistema ya le ha dicho que debería acudir. Y lo escucha mientras aguanta las arcadas que tiene todo el día…

Pues estar, no estaré enferma, pero lo parece.

Maniobra de Hamilton, que no te la cuelen

Maniobra de Hamilton, que no te la cuelen

Estos días de atrás he presentado mi plan de parto en el hospital de referencia donde nacerá mi bebé, Erik, en agosto.

Llevaba nuestro plan de parto muy pensado, muy meditado, muy sopesado por ambos, por mi pareja y por mi, pensando en lo que recibirá nuestro bebé en su primer aliento en este mundo.

Tenemos claro el papel que juega el hospital y sus profesionales en nuestro parto y tenemos claro cual es el nuestro. Tenemos claro que el suyo gira entorno al nuestro.

Lo entregamos en la primera consulta con las matronas (en mi hospital de referencia, Hospital Fundación Alcorcón se hacen tres visitas con las matronas) cuya intención es informar sobre sus protocolos de parto respetado y de baja intervención y ver que esperas tú. Las otras dos son para información de analgesia y la tercera para visita a paritorios.

En nuestro caso, llevábamos un meticuloso plan de parto elaborado, con todos los puntos claros, se sorprendieron gratamente al verlo, y revisamos juntas las tres una de las copias, leyendo punto por punto.

El nuestro es un plan de parto muy estructurado, pasando por la llegada y acogida al hospital, el ambiente esperado, el transcurso de la dilatación, expulsivo y alumbramiento, control y alivio del dolor, atención al recién nacido y proceso siguiente al parto.

También contemplamos que preferimos en una hipotética cesárea. Igualmente planteamos qué esperamos en planta, tanto para mi como para el bebé y las opciones que preferimos en cada momento en cualquier situación.

 

Mi bebé

 

Tenéis derecho a pedirlo todo, todo lo que esperáis, todo lo que deseáis, todo lo que soñáis, hacerlo.  Aún cuando os conste que en ese hospital donde vais a parir se hace así, no esta de más reflejarlo de nuevo por vuestra parte. Es vuestro parto, de vuestro bebé y vuestro.

Repasamos el plan de parto punto por punto y todo era acorde a los protocolos del hospital y a lo que nosotros queríamos, hasta que llegamos a la denegación de inducción mecánica y química.

La inducción mecánica, la maniobra de Hamilton, me explicaron las matronas, que se hacia de forma rutinaria en la visita al ginecólogo de la semana 40 de embarazo. En mi anterior parto no llegue a esa semana, mi pequeña  Sira nació en la semana 39+5.

Mi cara de sorpresa debió alertarles, y mi gesto de disgusto les llevo a darme una explicación que iba a pedir yo misma a renglón seguido. ¿Porque una Hamilton en la semana 40 si un embarazo puede llegar y pasar perfectamente, si mamá y bebé están perfectamente sanos, a la semana 42?.

[Tweet «¿Porque una maniobra innecesaria de inducción mecánica del parto en la semana 40?»#AContinuum #PartoRespetado]

La explicación me resulto cuanto menos peregrina y así se lo dije. Su argumento es que así no llegábamos a una inducción posterior, perdiendo de vista la posibilidad de que no fuese necesaria esa inducción de ninguna de las maneras.

 

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Les indiqué que rechazaba esa maniobra, como bien explicaba mi plan de parto, y me hicieron la sugerencia de que en la misma visita lo negociase con el equipo de ginecología. Y volví a aclarar sus ideas, la palabra negociable sobraba en esa conversación, no es negociable lo que sé que no es beneficioso para mi y para mi bebé y para nuestro parto.

No hay negociación posible, no tengo nada que ceder, es una decisión firme, argumentada y lógica. No nos harán una Hamilton en la semana 40 por protocolo.

Salí de la consulta contenta porque todo lo demás en el plan de parto estaba perfecto y aceptado, pedirían permiso para grabación, incluso apenas pestañearon ante la petición por escrito de la entrega de la placenta. Reconozco que soy un poco puñetera, porque en realidad no tengo nada que me mueva a tenerla, pero quería ver sus caras viéndolo por escrito.

Sopesando: las sensaciones fueron buenas, pero, siempre hay un pero. Durante casi una semana después de la visita, me sentí muy intranquila, muy alterada, incluso llegue a imaginar de mil maneras esa visita de la semana 40 y a tener pesadillas con la maniobra de Hamilton.

Esa que ofrecen como una «ayuda» o un «empujoncito», «te voy a hacer una maniobra y en dos días tienes a tu bebé en brazos», esa es la forma habitual de nombrarlo, no directamente por su nombre.

 

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Me ha llevado a reflexionar mucho sobre el tema. Si yo que estoy informada, que tengo a mano fuentes fiables de información, que estoy formada de forma profesional en maternidad y que manejo los términos y conceptos respecto a parto y embarazo me sentí así de intranquila, incomoda e insegura:

¿Como se sienten las mujeres que llegan sin ningún tipo de información al respecto?, sobre todo ¿Como se sienten después, cuando descubren que fue eso que les hizo el ginecólogo que fue doloroso y acelero su parto?.

Se me ocurra un par de formas de nombrar esa sensación:
violadas, agredidas, robadas, asaltadas.

 

Informaros, y con esa información, tendréis las riendas de vuestro parto, aún más firmes, cogidas en vuestras manos.

 

MÁS INFORMACIÓN

El Parto es nuestro (www.elpartoesnuestro.es)

Matrona Online (http://matronaonline.net)

Tu parto será como esperas, pero quizás no como espera tu hijo

Tu parto será como esperas, pero quizás no como espera tu hijo

 

A ti, futura madre, futuro padre, tengas hijos ya o aún no. A ti que ni siquiera te lo has planteado te quiero pedir una cosa: Cierra los ojos, respira profundamente y durante unos minutos imagina cómo será tu parto. ¿Lo has hecho ya?, ¿cómo ha sido?, ¿quién estaba contigo?, ¿cómo te has sentido?.

 

Ahora plantéate esta cuestión:

¿Crees qué puedes estar condicionada/o culturalmente a la hora de imaginar tu parto?.

Es muy probable que sí, que según dónde vivas tengas ciertas expectativas sobre  el parto:

  • Si vivimos en un país «desarrollado» donde el parto está completamente medicalizado, posiblemente imaginaremos un paritorio lleno de médicos diciendo cuándo debes empujar, qué tienes que hacer en todo momento. Imaginarás estar con tu pareja, o tu madre, o sin nadie.
  • Por el contrario, si vivimos en una tribu en medio de la selva, posiblemente imaginaremos un parto más salvaje, más mamífero.
  • También podemos vivir en un país «desarrollado» donde el paradigma sobre el nacimiento está cambiando, e imaginar un parto más mamífero en casa o en el hospital.

No obstante puede haber tantos tipos de visualizaciones como personas existen. Aquí he hecho sólo tres agrupaciones, las que considero más comunes.

La mayoría de las veces estamos muy condicionados culturalmente, y en algunos casos vemos normal aquello que debería ser excepción.

 

Mi parto fue el que esperaba:

Di a luz hace cuatro años y cinco meses a dos niños maravillosos. Fue el momento más feliz de mi vida. Por fin les vi la carita a mis hijos y pude tocarlos y abrazarlos: una experiencia única.

Viví mi parto como lo más «normal» del mundo

Fue el parto que esperaba, el que imaginaba. En ese momento no me extrañé de ninguna de las intervenciones a las que mis hijos y yo nos vimos sometidos: oxitocina sintética, epidural, litotomía, episiotomía, fórceps para el primero, sedación, gran extracción para el segundo.

Las enfermeras se llevaron rápidamente al primero para aspirarlo, limpiarlo, pesarlo. Y al segundo, todo eso más reanimación.

Hasta ahí todo «normal». El típico parto que se ve en las películas

  • El paritorio lleno a reventar: al ser gemelos, hay extra de acompañantes médicos.
  • El ginecólogo diciendo: ¡Empuja! ¡Empuja!
  • El equipo de anestesia cuchicheando a mi espalda.
  • Mi pareja a mi lado cogiéndome la mano, perdido y sin saber qué hacer para ayudar.

Mis niños al nido. Uno estaba tranquilito, curiosamente el primero en nacer y al que pusieron sobre mí una milésima de segundo, el otro no paraba de llorar y llorar, mi niño, al que sacaron literalmente de mis entrañas y que no pudo ser recibido en mis brazos.

Este video podría ser perfectamente mi parto esperado:

 

 

Pero, ¿cómo espera un bebé que sea su nacimiento?: 

¿Te has preguntado alguna vez qué es mejor desde el punto de vista del bebé?.

Yo no. Yo traía grabado a fuego lo «normal».

Vamos a imaginar ahora que somos bebés a punto de nacer.

 

¿Cómo te gustaría nacer?
¿Qué te gustaría sentir, oír, oler?
¿Con quién querrías estar nada mas nacer?

 

Lo que espera un bebé es nacer como el mamífero que es:

 

El bebé espera nacer sin intervención, sin medicamentos que le aturdan y le haga más difícil atravesar el canal de parto. ¿Se imaginan corriendo los cien metros lisos habiendo tomado tranquimazin?.

El bebé espera y necesita que su cuerpo se active con una serie de hormonas que produce de forma natural el cuerpo.

El bebé confía en la naturaleza, en la misma que hizo posible que tu cuerpo pudiera crear vida en él, en la misma que hizo que tu cuerpo pudiera gestarlo, y cómo no, también parirlo.

Intervenir un proceso fisiológico en el que no hay complicaciones es ir contra-natura, igual que hacer que un pingüino viva en un desierto.

El bebé espera encontrar el cuerpo de la madre: «los primeros mil minutos de vida de un bebé son cruciales«.

box]»No hay que perturbar la fisiología, hay que dejar que todo se desarrolle según el curso natural de la vida. Sólo si es preciso hacer que intervenga la medicina se utiliza.«[/box]

En este video podemos ver cómo puede ser el parto que espera un bebé:

 

 

La imaginación es libre y cada mujer un mundo: con sus miedos, sus creencias. Cada una se sentirá más cómoda y/o segura pariendo en un hospital, en casa o en medio del bosque. Da igual lo que elijan, es una opción muy personal.

Lo importante es que sean libres de decidir estando informadas y trabajando desde las necesidades reales de los bebés.

 

Y ahora, cierra los ojos, respira profundo, imagina tu parto, el de tu bebé y cuéntame, si te apetece, ¿cómo ha sido la experiencia?

Ángeles y demonios. Partos que no son lo que parecen.

Ángeles y demonios. Partos que no son lo que parecen.

Aprovechando la cercanía del cumpleaños de mis hijas quiero compartir con vosotros un post muy personal, sobre algo a lo que no me atreví a ponerle palabras, hasta ahora.

Hace 4 años de mi primer parto y  1 año del segundo. Un parto fue inducido, el otro espontáneo. Uno fue respetado, el otro no. Uno lo viví con confianza, el otro estuvo lleno de violencia y miedo.

Hasta aquí lo más normal sería asociar la violencia obstétrica, las faltas de atención a mis necesidades y de respeto a la inducción. Pues no fue así.

Os cuento:

 

Hace 4 años, de madrugada, me puse de parto. Cuando las contracciones comenzaron a ser regulares nos fuimos al hospital. Exploración, tactos, monitorización continua,… Todo lo que se supone normal, eso que me había estado informando. Y como era primeriza, a la habitación.

Allí tuve muchas contracciones, fuertes y seguidas, pero nadie vino a preguntar. Estuve como mucho un par de horas.

Cuando  expulsé el tapón mucoso me volvieron a llevar a la habitación de dilatación (si lo sé no voy) y de nuevo monitores, a la cama tumbada (en la habitación no había parado de moverme y andar), tacto: “¡Has dilatado 7 centímetros! ¿Has roto la bolsa?”, “No estoy segura, creo que no”, “Esto está sin romper”, noto una varilla y a continuación aluvión de agua, aún me sigo preguntando por qué.

Pasa la ginecóloga: “¿Qué, ya estas pidiendo la epidural?” (cara de sorna). Como digo que no la quiero, se va.

Otro tacto, cara de susto de la matrona, que le dice a alguien más que había allí, no recuerdo quién, “hay que coger una vía.”

 

Y allí estaba yo, en medio de todo aquello, sin pintar nada, sin decidir nada, sin opinar nada, sin voz en nuestro parto y, ahora también, asustada, muy asustada ante la cara de miedo de una matrona que necesita cogerme una vía y yo no sé por qué, no sé qué pasa. Hay algún problema, lo intuyo, se ve en sus caras, pero ¿por qué nadie me lo cuenta, por qué no me dicen nada? Es mi hija… la angustia es indescriptible.

 

“Esta en cefálica posterior”.

 

Por fin alguien decía algo, pero ¿eso qué era? No recuerdo cómo, al final me enteré de que estaba mirando hacia arriba.

 

La actividad seguía a mi alrededor, una auxiliar venía a lavarme las piernas de vez en cuando y muy poco amablemente le pedí que no volviera, ya me lavaría yo. Volví a ponerme de pie, nadie hubiese conseguido que me tumbara aunque me hubiesen atado a la cama, me olvidé de la vía, tanto que casi me la arranco un par de veces. Me apoyaba en mi marido, le hincaba los dedos, pero sin él no hubiese aguantado las contracciones. Sentía el apoyo de mi hermana (que como es enfermera la dejaron colarse) pero había un abismo entre el personal y yo, y nosotras.

El parto iba avanzando pero entre contracción y contracción venía la matrona a meter la mano e intentar darle la vuelta a la niña.

 

Siempre me preguntaré que habría pasado si no hubiese roto la bolsa, si hubiese dejado a mi niña en paz, tal vez ella se habría colocado.

 

Seguía empujando. La actividad seguía a mi alrededor, la matrona intentando dar la vuelta a la pequeña pero sin explicarme nada, otra opinando que si me cambiaba de postura, que si a cuatro patas, que si me movía,… y la matrona diciendo que no me había quedado quieta ni un minuto.

Hasta que decidieron que era el momento de ir al paritorio.

 

“No quiero ir. No me llevéis. No quiero subir al potro”. Pero ni siquiera recuerdo si las palabras salían de mi boca o solo las pensaba. Estaba agotada. Nada era como había pensado, como imaginaba, como quería…

 

Me llevaron al paritorio andando, casi a rastras, me subieron al potro (ganas de ponerlo más difícil aún) y me pidieron que empujara cuando tuviese ganas…

 

Un empujón y veo pasar las tijeras, esas que sabía que me iban a cortar en lo más intimo, esas que sabía que me iban a hacer daño, aunque en ese momento no me dolieran, esas que sabía que me iban a marcar para siempre y que tanto dolor me provocaron después.

Mi mente decía NO, mi cabeza se movía diciendo NO, toda mi alma decía NO.

Pensaba: “dejadme un poco más” “dadnos otra oportunidad”.

 

Y cortaron.

Dos empujones más,  la niña estaba fuera.

 

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Me la pusieron encima, sólo un momento, hasta cortar el cordón, se la llevaron al peso y demás cosas innecesarias que justifican la separación. Me la pusieron de nuevo encima, la dejaron mamar un par de minutos y se la volvieron a llevar… a neonatos. Pero eso da para otro post.

 

Hace un año, casi en la misma fecha, mi ginecóloga se empeñó, sin tener en cuenta lo que yo pensaba, en que para la FPP (fecha probable de parto) tenía que ingresar para una inducción. Soy diabética y ella había decidido por mí que no podía pasarme ni un día, que era demasiado arriesgado, aunque nunca me hablo de los peligros de una inducción, esos los tuve que buscar yo solita.

Le expliqué que ya había tenido una mala experiencia en ese hospital y que había decidido dar a luz en otro. Su cara fue todo un poema, pero yo ya había decidido, era lo que había.

Los controles de las últimas semanas me los hicieron también en el hospital que yo había elegido. Todo estaba bien, podía esperar un poco.

Hablé mucho con la ginecóloga, le pregunté, resolvió mis dudas, me explicó los riesgos de pasarme mucho de la FPP y los de la inducción, me dio toda la información y yo, mi marido y yo, decidimos.

Esperamos. Esperamos unos pocos días, seguimos con los controles, pero la pequeña no quería nacer y empezábamos a preocuparnos, así que nos decidimos por la inducción: decidimos nosotros. Recuerdo sus palabras: “Aquí hasta los partos inducidos los tratamos como naturales”.

Cuando ingresé, la primera sorpresa agradable fue que ya había conocido al matrón y que éste sabía lo que buscaba, lo que quería y lo que no me había gustado de mi anterior parto.

Los pasos fueron los habituales de una inducción: monitores, control, administración de  prostaglandinas sintéticas (sustancias que provocan que se borre el cuello del útero), más monitores, vuelta a la habitación y revisiones cada tres horas.

Fui a la primera revisión, a la segunda no llegué. Las contracciones comenzaron a ser seguidas y fuertes, mucho más fuertes que en el otro parto. Me metí en la ducha, eso aliviaba bastante, estuve en la habitación, tranquila, a mi ritmo, todo el tiempo que pude, después me fui a paritorios.

Una habitación de dilatación, una cama, una pelota, monitores, mi marido, yo y de vez en cuando el matrón.

 

“¿Has comido?””¿Te has puesto insulina?” “Vamos a ver cómo está el azúcar.” “Tomate un zumo que esta bajita.” “El azúcar no sube, voy a cogerte una vía para ponerte un poco de suero para que no te dé un bajón.”

Explicándome todo, consultándome todo, teniendo siempre en cuenta mis deseos y haciéndome saber por qué no podían ser algunas cosas.

 

-“¿Quieres ir a la bañera de dilatación?”

-“Sí, por favor. El agua me relaja mucho”.

-“La preparamos y te aviso”.

 

En todo momento me sentí escuchada, por allí no apareció nadie más (porque no hizo falta), mi marido respetado, implicado, participando. Me sentí libre de expresar cada necesidad o sensación.

 

Me metí en la bañera, estaba en mi mundo, no tenía que pensar en nada, nada me preocupaba. Solo de vez en cuando tenía que ponerme la monitorización discontinua.

Dolía, pero en el agua se llevaba mejor, me dieron ganas de empujar y empujé. Vino a mi lado. Volví a empujar, otra vez más y otra. Sentí el anillo de fuego y seguí empujando.

Silencio.

Nadie me molestó, ni me dijo qué hacer, estaba yo, solo yo y mi hija y mis sonidos, mis gruñidos, mis sensaciones.

Nació.

La pusieron sobre mí. Mi marido estaba al lado. La olí, la sentí, la miré, la oxitocina nos inundó y la quise.

Cuando el cordón dejó de latir mi marido lo cortó.

Me cosieron un desgarro. Se llevaron a la niña para pesarla (eso no me gustó) y me la volvieron a traer. Pretendían vestirnos pero no lo permití y allí nos quedamos PIEL CON PIEL.

Lo que pasó después también da para otro post, pero eso ya otro día.

 

Y hasta aquí mi alma desnuda.

Fueron dos partos muy distintos. Dos bienvenidas al mundo para mis dos amores que no tuvieron nada que ver. En ambos sentí el amor de mi marido apoyándome pero en uno le trataron como a un espectador, en el otro como a un PADRE.

No defiendo ni critico en este post las inducciones. Solo quiero compartir mi experiencia con vosotros.

A veces ni lo bueno es tan bueno ni lo malo es tan malo. No hay ángeles ni demonios. No hay decisiones malas ni buenas.

A veces nos gustaría cambiar lo pasado, pero ahí está para enseñarnos, para cambiarnos, para ayudarnos, para guiarnos.

Quiero en este post agradecer públicamente a Alberto que asistió mi segundo parto e hizo posible que todo fuese tan maravilloso.+

 

 

 

 

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