Parece como si los bebés vinieran al mundo para enseñarnos lo que nos está costando aprender.

Lo veo en muchas mujeres.

He visto a mujeres exitosas y eficientes disfrutar de la inactividad, de los rodeos, de la pérdida de tiempo…

He visto a mujeres fuertes y exigentes descubrir la ternura que hay tras lo vulnerable.

He visto a mujeres activas y ansiosas aprender a tener paciencia y a ser comprensivas.

He visto a mujeres frías quitarse la coraza y volver a conectar con una sensibilidad que parecía dormida.

He visto a mujeres que se habían masculinizado para adaptarse a un mundo de hombres reconciliarse con su parte femenina, ¡hasta con su menstruación!

Naturalmente que todas somos capaces de crecer y de conseguir ser la mejor versión de nosotras mismas, pero es verdad que muchas de estas mujeres que lo han conseguido han tenido la suerte de que el destino pusiera en su camino un gran maestro: un bebé.

Adoro y admiro la tribu que tengo a mi alrededor. Son mujeres que han sido conscientes de ello, han dado las gracias y han comenzado un proceso de aprendizaje de la mano de su hijo.

Y las admiro porque no es fácil, porque muchas veces las mujeres nos resistimos, no vivimos la llegada del bebé como una oportunidad de mejorar sino que  vemos un ser que viene a ponernos a prueba y creemos que saldremos victoriosas del examen si conseguimos no doblegarnos.

En mi caso, tengo la sensación de que cuanto más me resista, cuanto más me empeñe en no aprender la lección, más duro se pondrá mi bebé conmigo y comenzará a intentarlo por las malas.

Hace solo unos meses que vive dentro de mí y ya me he dado en la cara con todas mis miserias. Te niegas a cuidarte como deberías, mamá, yo te voy a obligar. Te niegas a parar, yo voy a hacer que pares. Que delegues. Que descanses. Que confíes. Que te quieras.

Puedo resistirme, no hacerle caso y pagar las consecuencias (porque sé que las voy a pagar, el bebé no lo va a dejar estar…). Puedo hacer lo que me dice a regañadientes, ceder de palabra y obra, pero no de corazón, y no creceré absolutamente nada. O puedo ser inteligente y darme cuenta de que esta lección tenía que haberla aprendido hace mucho tiempo, que el bebé me está ayudando porque, después de más de treinta años, parece que yo sola no soy capaz.

Reconozco que aún me siento un poco obligada. Estoy aceptando la realidad que mi bebé ha puesto delante de mi cara, pero la estoy aceptando de manera totalmente racional y a base de fuerza de voluntad. Aún no fluyo, vale, pero ¡me siento tremendamente orgullosa de mí misma por haber comenzado este camino!

Mi bebé ha venido al mundo para vete a saber qué propósitos que yo no soy capaz ni de imaginar… Pero, además, ha venido a enseñarme un montón de cosas y a hacer que me replantee mi forma de entender la vida. Va a hacer de mí una persona mejor.

Y siempre tendré a mis otras maestras, mis amigas.
Me quedo con sus frases que os comparto:

  • “Sería una Walking Dead si no llega a aparecer él. Simplemente eso, iba camino de convertirme en una muerta en vida”. V.R.
  • “No creo que ser madre me haya cambiado gran cosa. Sí han cambiado mis prioridades. Ahora ella siempre va primero, por encima de todo y de todos. Y no es un sacrificio, es lo que me piden las entrañas”. A.B.
  • “Mi educación careció de educación emocional, de contacto. Pero con la maternidad se hizo la luz a ese respecto”. A.C.
  • “Yo no creo que los bebés vengan a enseñarnos nada. Otra cosa es que la maternidad te dé la vuelta como un calcetín, eso sí”. M.C.
  • “Es ahora, dos años después, cuando me doy cuenta de lo que le estoy mostrando de mí y me planteo qué es lo que quiero ofrecerle y mostrarle. De lo que estoy convencida es de que gracias a mi hija soy mejor persona”. M.E.
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Soy Directora Pedagógica de Arkhé Espacio Educativo, Asesora de Porteo y de Crianza, Educadora y, sobre todo, Persona de Éxito. Porque el éxito es tener el valor, la determinación y la voluntad de convertirte en la persona que tú crees que estás destinada a ser. Yo lo he conseguido, y soy feliz ayudando a mamás, papás, bebés y niños a que sean las personas que quieren ser.

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