Hace unos meses, una servidora escribía en el blog “O mundo ao revés” un pequeño post sobre la cantidad y la calidad de los estímulos que nuestros bebés reciben en su día a día. En aquel post, que puedes leer aquí, abrí muchos frentes que poco a poco me gustaría ir cerrando…

 

Uno de los temas que tratábamos era lo inadecuado de la estimulación que recibían los bebés a través de las pantallas (teles, móviles, ordenadores…). Los adultos usamos esas pantallas para entretener a los niños o incluso porque creemos que los estamos “estimulando”, es decir: buscando un objetivo educativo.

Nada de lo que un niño menor de dos o tres años necesita a nivel educativo
va a salir de una pantalla, sino del mundo real y físico.

En la creación de un entorno adecuadamente estimulante para el bebé, los juguetes tienen un lugar muy importante. Actualmente podemos escoger entre muchísimos juguetes y hoy me gustaría centrarme en un aspecto sobre el que podemos fijarnos a la hora de hacerlo: su versatilidad.

¡Cuidado!, que con “versatilidad” no me refiero a juguetes llenos de botones, controles, luces y distintas funciones…

Juguete espaectáculo

Muchas veces es todo lo contrario. Son mucho más versátiles los juguetes con un diseño más sencillo. Además, remitiéndome de nuevo al post del que os hablaba antes, en él os contaba que la estimulación que ofrecen juguetes del tipo de la foto es demasiado intensa, empacha los sentidos y dificulta que el bebé aprecie posteriormente estímulos más sutiles.

Me gustan mucho los juguetes sencillos, de líneas limpias, que permiten un uso abierto, que incitan a la creatividad, tanto del niño como la mía…

Sin embargo, a los adultos a menudo nos cuesta ver las posibilidades que puede esconder un juguete. A menudo, lo único que hay que hacer es observar a los niños y sus juegos espontáneos. Aunque es verdad que si los hemos acostumbrado desde pequeños a los “juguetes espectáculo” es posible que llegue un momento en el que pierdan su capacidad de creación durante el juego.

Deseando que esto no les ocurra jamás a vuestros hijos, os invito a hacer un esfuerzo y a mirar de una manera un poco más crítica, intentado buscar aquellos juguetes que tienen “más chicha” de la que parecen.

Para ayudaros a empezar, hoy os dejo unos cuantos ejemplos que espero que os sean útiles:

– Un puzzle puede ser más que un juguete de piezas para encajar, puede ser un cuento en el que, de una bolsa, van saliendo diferentes personajes camino a su casita…

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– ¿Unos simples cubos para apilar? Pues resulta que el líquido que cabe, por ejemplo, en el cubo 5, es el mismo que si sumamos el líquido de los cubos 2 y 3. Pero, además, ¿a qué podemos jugar si dibujamos la silueta de cada cubo en una hoja?; o podemos olvidarnos de los tamaños y fijarnos solo en los colores, ¿qué actividades se nos ocurre entonces que podemos hacer?

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– Las piezas planas de un juego de ensartar valen para meter en una hucha casera (por ejemplo, una caja de cartón a la que le hacemos varias hendiduras).

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Si os fijáis, no es solo que estos juguetes escondan varios juegos y propuestas para realizar con ellos, sino que dichos juegos van cambiando según el niño crece y aumentan sus habilidades.

Hay juguetes que crecen con los niños.

Para acabar os dejo un vídeo en el que os muestro un último ejemplo de juguete que esconde más de lo que parece.

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Soy Directora Pedagógica de Arkhé Espacio Educativo, Asesora de Porteo y de Crianza, Educadora y, sobre todo, Persona de Éxito. Porque el éxito es tener el valor, la determinación y la voluntad de convertirte en la persona que tú crees que estás destinada a ser. Yo lo he conseguido, y soy feliz ayudando a mamás, papás, bebés y niños a que sean las personas que quieren ser.

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