Ángeles y demonios. Partos que no son lo que parecen.

Ángeles y demonios. Partos que no son lo que parecen.

Aprovechando la cercanía del cumpleaños de mis hijas quiero compartir con vosotros un post muy personal, sobre algo a lo que no me atreví a ponerle palabras, hasta ahora.

Hace 4 años de mi primer parto y  1 año del segundo. Un parto fue inducido, el otro espontáneo. Uno fue respetado, el otro no. Uno lo viví con confianza, el otro estuvo lleno de violencia y miedo.

Hasta aquí lo más normal sería asociar la violencia obstétrica, las faltas de atención a mis necesidades y de respeto a la inducción. Pues no fue así.

Os cuento:

 

Hace 4 años, de madrugada, me puse de parto. Cuando las contracciones comenzaron a ser regulares nos fuimos al hospital. Exploración, tactos, monitorización continua,… Todo lo que se supone normal, eso que me había estado informando. Y como era primeriza, a la habitación.

Allí tuve muchas contracciones, fuertes y seguidas, pero nadie vino a preguntar. Estuve como mucho un par de horas.

Cuando  expulsé el tapón mucoso me volvieron a llevar a la habitación de dilatación (si lo sé no voy) y de nuevo monitores, a la cama tumbada (en la habitación no había parado de moverme y andar), tacto: “¡Has dilatado 7 centímetros! ¿Has roto la bolsa?”, “No estoy segura, creo que no”, “Esto está sin romper”, noto una varilla y a continuación aluvión de agua, aún me sigo preguntando por qué.

Pasa la ginecóloga: “¿Qué, ya estas pidiendo la epidural?” (cara de sorna). Como digo que no la quiero, se va.

Otro tacto, cara de susto de la matrona, que le dice a alguien más que había allí, no recuerdo quién, “hay que coger una vía.”

 

Y allí estaba yo, en medio de todo aquello, sin pintar nada, sin decidir nada, sin opinar nada, sin voz en nuestro parto y, ahora también, asustada, muy asustada ante la cara de miedo de una matrona que necesita cogerme una vía y yo no sé por qué, no sé qué pasa. Hay algún problema, lo intuyo, se ve en sus caras, pero ¿por qué nadie me lo cuenta, por qué no me dicen nada? Es mi hija… la angustia es indescriptible.

 

“Esta en cefálica posterior”.

 

Por fin alguien decía algo, pero ¿eso qué era? No recuerdo cómo, al final me enteré de que estaba mirando hacia arriba.

 

La actividad seguía a mi alrededor, una auxiliar venía a lavarme las piernas de vez en cuando y muy poco amablemente le pedí que no volviera, ya me lavaría yo. Volví a ponerme de pie, nadie hubiese conseguido que me tumbara aunque me hubiesen atado a la cama, me olvidé de la vía, tanto que casi me la arranco un par de veces. Me apoyaba en mi marido, le hincaba los dedos, pero sin él no hubiese aguantado las contracciones. Sentía el apoyo de mi hermana (que como es enfermera la dejaron colarse) pero había un abismo entre el personal y yo, y nosotras.

El parto iba avanzando pero entre contracción y contracción venía la matrona a meter la mano e intentar darle la vuelta a la niña.

 

Siempre me preguntaré que habría pasado si no hubiese roto la bolsa, si hubiese dejado a mi niña en paz, tal vez ella se habría colocado.

 

Seguía empujando. La actividad seguía a mi alrededor, la matrona intentando dar la vuelta a la pequeña pero sin explicarme nada, otra opinando que si me cambiaba de postura, que si a cuatro patas, que si me movía,… y la matrona diciendo que no me había quedado quieta ni un minuto.

Hasta que decidieron que era el momento de ir al paritorio.

 

“No quiero ir. No me llevéis. No quiero subir al potro”. Pero ni siquiera recuerdo si las palabras salían de mi boca o solo las pensaba. Estaba agotada. Nada era como había pensado, como imaginaba, como quería…

 

Me llevaron al paritorio andando, casi a rastras, me subieron al potro (ganas de ponerlo más difícil aún) y me pidieron que empujara cuando tuviese ganas…

 

Un empujón y veo pasar las tijeras, esas que sabía que me iban a cortar en lo más intimo, esas que sabía que me iban a hacer daño, aunque en ese momento no me dolieran, esas que sabía que me iban a marcar para siempre y que tanto dolor me provocaron después.

Mi mente decía NO, mi cabeza se movía diciendo NO, toda mi alma decía NO.

Pensaba: “dejadme un poco más” “dadnos otra oportunidad”.

 

Y cortaron.

Dos empujones más,  la niña estaba fuera.

 

Enfermería_desarrolla_una_modalidad_innovadora_para_el_proceso_de_parto2

 

Me la pusieron encima, sólo un momento, hasta cortar el cordón, se la llevaron al peso y demás cosas innecesarias que justifican la separación. Me la pusieron de nuevo encima, la dejaron mamar un par de minutos y se la volvieron a llevar… a neonatos. Pero eso da para otro post.

 

Hace un año, casi en la misma fecha, mi ginecóloga se empeñó, sin tener en cuenta lo que yo pensaba, en que para la FPP (fecha probable de parto) tenía que ingresar para una inducción. Soy diabética y ella había decidido por mí que no podía pasarme ni un día, que era demasiado arriesgado, aunque nunca me hablo de los peligros de una inducción, esos los tuve que buscar yo solita.

Le expliqué que ya había tenido una mala experiencia en ese hospital y que había decidido dar a luz en otro. Su cara fue todo un poema, pero yo ya había decidido, era lo que había.

Los controles de las últimas semanas me los hicieron también en el hospital que yo había elegido. Todo estaba bien, podía esperar un poco.

Hablé mucho con la ginecóloga, le pregunté, resolvió mis dudas, me explicó los riesgos de pasarme mucho de la FPP y los de la inducción, me dio toda la información y yo, mi marido y yo, decidimos.

Esperamos. Esperamos unos pocos días, seguimos con los controles, pero la pequeña no quería nacer y empezábamos a preocuparnos, así que nos decidimos por la inducción: decidimos nosotros. Recuerdo sus palabras: “Aquí hasta los partos inducidos los tratamos como naturales”.

Cuando ingresé, la primera sorpresa agradable fue que ya había conocido al matrón y que éste sabía lo que buscaba, lo que quería y lo que no me había gustado de mi anterior parto.

Los pasos fueron los habituales de una inducción: monitores, control, administración de  prostaglandinas sintéticas (sustancias que provocan que se borre el cuello del útero), más monitores, vuelta a la habitación y revisiones cada tres horas.

Fui a la primera revisión, a la segunda no llegué. Las contracciones comenzaron a ser seguidas y fuertes, mucho más fuertes que en el otro parto. Me metí en la ducha, eso aliviaba bastante, estuve en la habitación, tranquila, a mi ritmo, todo el tiempo que pude, después me fui a paritorios.

Una habitación de dilatación, una cama, una pelota, monitores, mi marido, yo y de vez en cuando el matrón.

 

“¿Has comido?””¿Te has puesto insulina?” “Vamos a ver cómo está el azúcar.” “Tomate un zumo que esta bajita.” “El azúcar no sube, voy a cogerte una vía para ponerte un poco de suero para que no te dé un bajón.”

Explicándome todo, consultándome todo, teniendo siempre en cuenta mis deseos y haciéndome saber por qué no podían ser algunas cosas.

 

-“¿Quieres ir a la bañera de dilatación?”

-“Sí, por favor. El agua me relaja mucho”.

-“La preparamos y te aviso”.

 

En todo momento me sentí escuchada, por allí no apareció nadie más (porque no hizo falta), mi marido respetado, implicado, participando. Me sentí libre de expresar cada necesidad o sensación.

 

Me metí en la bañera, estaba en mi mundo, no tenía que pensar en nada, nada me preocupaba. Solo de vez en cuando tenía que ponerme la monitorización discontinua.

Dolía, pero en el agua se llevaba mejor, me dieron ganas de empujar y empujé. Vino a mi lado. Volví a empujar, otra vez más y otra. Sentí el anillo de fuego y seguí empujando.

Silencio.

Nadie me molestó, ni me dijo qué hacer, estaba yo, solo yo y mi hija y mis sonidos, mis gruñidos, mis sensaciones.

Nació.

La pusieron sobre mí. Mi marido estaba al lado. La olí, la sentí, la miré, la oxitocina nos inundó y la quise.

Cuando el cordón dejó de latir mi marido lo cortó.

Me cosieron un desgarro. Se llevaron a la niña para pesarla (eso no me gustó) y me la volvieron a traer. Pretendían vestirnos pero no lo permití y allí nos quedamos PIEL CON PIEL.

Lo que pasó después también da para otro post, pero eso ya otro día.

 

Y hasta aquí mi alma desnuda.

Fueron dos partos muy distintos. Dos bienvenidas al mundo para mis dos amores que no tuvieron nada que ver. En ambos sentí el amor de mi marido apoyándome pero en uno le trataron como a un espectador, en el otro como a un PADRE.

No defiendo ni critico en este post las inducciones. Solo quiero compartir mi experiencia con vosotros.

A veces ni lo bueno es tan bueno ni lo malo es tan malo. No hay ángeles ni demonios. No hay decisiones malas ni buenas.

A veces nos gustaría cambiar lo pasado, pero ahí está para enseñarnos, para cambiarnos, para ayudarnos, para guiarnos.

Quiero en este post agradecer públicamente a Alberto que asistió mi segundo parto e hizo posible que todo fuese tan maravilloso.+

 

 

 

 

Regalar abrazos

Regalar abrazos

Vivo en un precioso y magnífico país al sur del sur. Pero muchas veces su distancia hace que estemos alejados de cosas que ocurren en otros lares.

Las madres, al quedar embarazadas, empiezan con su lista de deseos, que a veces comparten con otros o solo quedan en su pensamiento.

 

Las listas de deseos de las madres que porteamos, se reducen a “ese” fular, a el meitai especial para el papá, una bandolera que nos quita el sueño, y así puede seguir la lista hasta el infinito casi. Cuando otras madres caminan por las veredas mirando ropita de bebé en las vidrieras, nosotras nos estudiamos los catálogos de las tiendas de fulares, y estamos pendientes de las reviews y de las últimas ediciones limitadas. Un banquete para los sentidos.

Yo tenía varios portabebés anotados en mi lista de deseos. Y debo decir en mi defensa, que para este nuevo bollito no deseaba muchas otras cosas, mi capricho sólo eran portabebés. Como les decía, al vivir en un país al sur del sur, el acceso a estos caprichos es muy difícil, incluso soy una de las pocas personas que por aquí tiene fulares “de verdad”, y toda una batería de portabebés que con el tiempo pude ir consiguiendo. Pero ya sabía que las condiciones no estaban dadas para que se me cumplieran mis deseos actuales, así que sigo deseando algunas bandoleras, algunos fulares, catar mochilas…

Pero como a veces la vida te sorprende felizmente, llegó a mis manos días después de nacido mi bebé, una preciosa mochila que hace rato vengo soñando tener. ¡Mi felicidad al recibirla fue enorme! Primero que la mochila es preciosa, y luego el detalle de pensar en nosotros y tenernos presentes.

Y es que regalar portabebés, para mí que soy una fanática del porteo y siento sus beneficios y placeres en el cuerpo, no es hacer cualquier regalo. Cuando una regala portabebés está dando la posibilidad a otro de vivir toda una experiencia, la experiencia de portear y ser porteado. Regalar portabebés es regalar el vehículo para entablar un vínculo desde el contacto, es regalar momentos que quedan grabados en la piel. Regalar portabebés es regalar un deseo de amor.

Y lo anterior es refiriéndome al porteo desde la díada mamá-bebé. Pero para mí, lo que no es menos importante, cuando una recibe un portabebé, ya sea un regalo o un préstamo, es esa sensación espiritual de sentirse una, mujer adulta, porteada, cargada, abrazada, arropada. Que un grupo de mujeres a las que aprecio con el alma, se hayan puesto de acuerdo para hacerme llegar este detalle, me hace amar esta mochila aún más. Porque cuando me la pongo, me acuerdo de ellas y sus buenos y amorosos deseos, porque así me siento acompañada en mi día cotidiano, que en pleno puerperio, a veces suele ser arduo y cansador. Porque cuando cargo a mi bebé en la mochila, me siento a su vez abrazada. Y como la uso mucho, mucho, cuando yo necesito cariño, ahí está mi nuevo portabebé esperando para dármelo.

Y si querés ver qué linda mochila nos regalaron, acá en este video Nohemí te la muestra muy bien.

Alta demanda. Vengo a pedirte perdón.

Alta demanda. Vengo a pedirte perdón.

¡Te escribo para pedirte perdón!

Hace dos años estoy segura de que te juzgué. Estoy casi 100% segura de que alguna vez te miré mal en el avión o puse los ojos en blanco cuando tu hijo se puso a llorar en el tren y tú no pudiste calmarlo. Yo soy esa chica que abrió su ordenador con desdén y se colocó los cascos con desmanes para que notaras mi incomodidad. Mejor dicho, yo “era” esa chica, y hoy vengo a pedirte perdón.

Hace unos dos años nació mi segunda hija. Una alegría inmensa que vino de la mano de un gran descubrimiento: Los niños “exigentes” existen.

Estos dos últimos años de mi vida han sido intensos en muchos aspectos. Han sido intensos en aprendizaje (me he formado y sigo formándome como Asesora Continuum) e intensos en cuanto a la crianza de mis pequeños. Soy la orgullosa madre de una niña de “Alta Demanda”.

Mi imagino que ahora mismo, al leer estas palabras “Alta Demanda”, se habrán producido tres tipos de reacciones:

  •  Reacción tipo 1:
    • “No me creo que una Asesora Continuum etiquete a su hija de esa manera. La “Alta Demanda” no existe. Sólo existen las madres “bajo oferentes”. Todos los niños son demandantes.
  • Reacción tipo 2:
    • “¿“Alta Demanda”? ¿Eso qué es? ¿Será mi hijo también de “Alta Demanda”? A ver qué me cuenta esta mamá…
  • Reacción tipo 3:
    • “¡Dios! Qué alivio siento cuando leo a otra madre a la que le pasa lo mismo que a mí. Ya pensaba que me estaba volviendo loca, o que soy una floja, o incluso una mala madre.

Pues bien, tengo respuesta para los tres tipos de reacciones.

 

Respuesta para los del primer grupo:

A ti que ahora me juzgas por definir a mi hija como una niña de “Alta Demanda” te puedo decir que te entiendo. Que las etiquetas son peligrosas y que muchas veces etiquetar consigue lo que en textos de literatura se conoce como “La profecía autocumplida”. Una afirmación que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.

A ti que tienes la suerte de no saber lo que es un niño de “Alta Demanda” no te voy a convencer de nada. No es mi finalidad al escribir este texto. Tan sólo te voy a pedir que cuando veas a una familia pasarlo mal por la “intensidad” de sus hijos, no te sientas más y mejor madre que esa madre… no sabes cuánto tiempo lleva sin dormir más de 4 horas seguidas o lo mucho que le cuesta cada una de sus actividades diarias… Sé generosa y simplemente no le crees más incomodidad. A ella también le gustaría que todo fuera más fácil.

 

Respuesta para los del segundo grupo:

A ti que te interesa el tema, o que no conoces bien qué es eso de un niño de “Alta Demanda”, te cuento que debajo de esta “etiqueta” se agrupan niños que comparten algunas características que te nombro a continuación. No todos son iguales, o no todos presentan todas estas características a la vez, pero lo que sí te puedo asegurar es que sus cuidadores sí presentan exactamente los mismos síntomas: agotamiento extremo, frustración y hasta la incertidumbre de no saber si son o no buenos padres.

  • Los niños de “Alta Demanda” son como todos, requieren de mucha atención pero existe una pequeña diferencia: estos niños la requieren constantemente. Su nivel de demanda es absorbente y en la práctica totalidad de los casos, esas demandas solo pueden ser cubiertas por la madre o en menor medida por el padre y cualquier intento por parte de otra persona (abuelos, tíos, amigos, cuidadores) por colaborar y ofrecer atención, es directamente rechazada por el pequeño de forma notoria.
  • Otra característica que resulta contradictoria en estos pequeños es que son a la vez niños “valientes y curiosos”, combinado con “temerosos e inseguros”. Creeréis que esto es imposible, pero tiene una explicación:
    • Este tipo de niños tienen una alta capacidad de captar estímulos,  son “absorbedores” de información constantemente. Cuando están en “modo aprendizaje” muestran un entendimiento algo superior a lo que se espera de su edad y el mundo que les rodea les atrae y les  impulsa a investigar. Pero en otras ocasiones esos estímulos los sobrepasan, convirtiendo ese mismo entorno en algo hostil para ellos.
    • En consecuencia son niños que lloran con mucha frecuencia, y además ese llanto es exagerado y puede durar mucho tiempo aun cuando, como madre, estés 100%  orientada a tratar de calmarlos.
  •  Un rasgo que  sí comparten todos los niños de “Alta Demanda” es su alta sensibilidad. Dicho de otra manera, son muy emocionales o emocionalmente inestables. Expresan lo que sienten con gran dramatismo, ya sea su alegría o su malestar, y tienen cierta tendencia a las «rabietas». Vistos desde fuera, pueden parecer niños “malhumorados” o poco sociables, pero de verdad que en su “hábitat conocido” son pequeños intrépidos y cariñosos que no dejan de sorprenderte y maravillarte.

Leído todo así puede parecerte un horror, y eso que no te he contado todavía que no suelen dormir mucho, que tienen una voluntad de hierro, que les gusta elegir su ropa, que son exigentes con su comida, que son muy despiertos, que no cambian de opinión con premios, que son de ideas fijas, que necesitan de contacto físico constantemente, que no les gusta dormir solos… Buuffff creo que con esto ya puedes hacerte una idea pero me guardo lo mejor para los del tercer grupo.

 

Respuesta para los del tercer grupo:

Nuestros niños, inquietos y nerviosos, hipersensibles y obstinados, son lo mejor que nos ha pasado en la vida. Ellos son el motor de muchos cambios. Son la recompensa que está por llegar. Son nuestro camino de superación.

Tenemos que saber que nuestros pequeños temperamentales no están enfermos, ni tienen ningún tipo de problema y sobre todo convencernos de que no es culpa de nadie que tengan ese carácter (soy madre de dos, y el mayor tiene otro tipo de carácter que nada tiene que ver con el de su hermana). En nuestras manos está hacer esto lo más llevadero posible hasta que lleguen a ser los maravillosos adultos que llegaran a ser ¿cómo?

  • Trabajando en tener una relación cercana y extremadamente afectuosa con ellos. Yo tengo demostrado que mientras más tranquila estoy yo, más fácil es todo con mi hija.
  • Fomentando el contacto. Contenerlos y abrazarlos. Para mí el porteo ha sido la solución a tantas cosas y a tanto llanto que lo considero casi como una prescripción médica.
  • Trabajando nuestro propio autocontrol. No permitirnos que nuestra falta de sueño, nuestro cansancio o nuestras ganas de hacer “algo” sin oír quejidos nos desborde. No criticarlos. No calificarlos. No etiquetarlos. Pero sobre todo no dejar que nuestro entorno lo haga. Defender a nuestros pequeños del desconocimiento de los “opiniólogos”. Esa es la base de su futura autoestima: Nuestra opinión.
  • Eligiendo las batallas que vamos a librar y esas ganarlas. No podemos decir “si” a todo lo que nuestros niños nos demandan. Evaluar en cuál de sus exigencias podemos claudicar y en cuáles no, y en esas ser firmes. En unos años nuestros niños se enfrentarán a un mundo que muchas veces les dirá “NO” y deben disponer de herramientas para afrontarlo.
  • Dejándoles ser quienes son. No los vamos a cambiar, son así. Es una cuestión de carácter, de temperamento. Tenemos que dotarlos de herramientas para canalizar sus frustraciones y si somos capaces de adelantarnos a una rabieta, debemos reaccionar rápido y cambiar de tercio.
  • Pidiendo ayuda cuando lo necesitemos. Qué difícil es esto a veces. Sabemos que nuestros hijos rechazan estar con otras personas, pero la ayuda puede venir de muchas maneras. Una ayuda en casa con todo lo que no has podido hacer porque llevas varias horas de llanto, quedar a comer con amigos al aire libre en lugar de en un restaurante, pedir directamente que no te juzguen o que no juzguen a tu hijo…
  • Reforzando sus avances. Son niños que cuando están de buenas son tan cariñosos y sensibles que en esos momentos tenemos que hablarles y hablarles y hablarles. Mostrarnos agradecidas por conectar con nosotras y darles mucho mimo para que quieran mantenerse en ese estado fantástico de conexión.
  • Queriéndolos y aceptándolos. Sé que los queremos, que los queremos mucho, pero también sé que hay momentos que nos superan y momentos en los que las fuerzan flaquean. No te sientas mal. Somos humanas. Sigues siendo una madre maravillosa.
  • 11131778_10153037428784279_1323658502_n

Y bueno, realmente es a ti que estas en este tercer grupo a la que quería pedirle perdón. Nunca imaginé a qué te estabas enfrentando. Nunca intuí cómo te molestaba mi mirada de soslayo cuando tu hijo lloraba y jamás pensé que realmente tú fueras lo que ahora sé que eres:

¡La mejor madre que un niño de alta demanda
puede tener!

¡Tienes toda mi admiración!

Ana Gª del Río
www.AnaDelRio.es

Esta ha sido la propuesta que hemos lanzado al mundo, por Carolina Cerro.

Esta ha sido la propuesta que hemos lanzado al mundo, por Carolina Cerro.

Hoy nos deja su testimonio Carol, la titular del módulo de Acompañamiento. Aún no ha empezad y ya estamos todas impacientes por empezar  con su parte y disfrutar con sus conocimientos y experiencia.

De momento, nos vamos a conformar con su testimonio:

Soy la única formadora del equipo que aún no ha empezado su módulo, pero no me he perdido ni una sola clase, he asistido con emoción a cada sesión, he aprendido como una más, tanto de mis compañeras, como de los colaboradores que nos han acompañado en estos meses y de nuestras alumnas también.

Esta formación, como dice Nohemí, aúna todo aquello que en la práctica hemos necesitado a la hora de Asesorar a las familias, pues más allá del soporte, el acompañamiento, la escucha, la presencia, el cariño…las madres y padres de hoy, merecen respuestas a sus preguntas, merecen opciones para elegir sin miedos y merecen que todo esto sea de la mejor calidad, con unos conocimientos que respalden a la persona que te asesora.

Esta ha sido la propuesta que hemos lanzado al mundo y la primera experiencia de estos meses ha sido de lo más gratificante. Ver como se materializan los sueños, ver cómo nuestras alumnas, mujeres que han apostado por dar un cambio a sus vidas lo van logrando, se empoderan para empoderar.

Pero también he disfrutado de ver como cada una de las formadoras de este equipo ha dado lo mejor que tiene, ha puesto a nuestro servicio todo el conocimiento y la experiencia adquiridas en estos años, todo elaborado, concretado, explicado y preparado para trabajarlo, para que las alumnas lo integren, lo hagan suyo y lo puedan aplicar.

Las tareas que las alumnas han tenido que superar de cada tema, de cada módulo, han requerido de un grandísimo esfuerzo por su parte, están trabajando muy duro, la verdad, más de lo que a priori imaginé.

Y estoy impaciente por empezar a compartir con ellas lo que yo quiero aportar a su formación, pues en estos meses hemos trabajado mucho con la información, con la teoría y la práctica de la Asesoría y ahora nos tocará aprender a Acompañar.

Acompañar es un Arte, que requiere de trabajo personal y crecimiento constante, de reflexión y de mirar adentro, y desde lo más profundo, desde nuestra esencia, poder acompañar a otras madres, sin juicios, sin expectativas…

Me ha hecho replantearme mi futuro, por Tatiana Martín.

Me ha hecho replantearme mi futuro, por Tatiana Martín.

Personalmente, conozco a Tatiana desde hace bastante tiempo. Prácticamente, desde que comencé mi andadura profesional en el porteo. Quién nos iba a decir, en aquellos momentos, que estaríamos haciendo este camino juntas.

Esta formación la comencé simplemente por tener más conocimientos y una base más firme de lo que es para mí la crianza. Pensé que me daría argumentos firmes y aprendería cómo portear mejor a mis hijos.

¡No sabía dónde me metía!

Ha cambiado mi vida. Es una formación tan completa que me ha hecho replantearme mi futuro, he dejado mi trabajo actual y me subo al barco de Asesoras Continuum al cien por cien.

Me he encontrado con profesionales de la crianza, el porteo y el emprendimiento. El equipo de formadoras está preparadísimo y nos lo demuestran en cada una de las clases, siempre respaldando su conocimiento con muchas lecturas, estudios científicos y largas horas de trabajo.

Pero cabe destacar también la parte humana, lo especiales que son cada una por separado, la sensibilidad que tienen y trasmiten y cómo esto lo aplican al trato con las familias y con nosotras mismas.

Se han convertido en formadoras, asesoras, incluso en determinadas ocasiones en «psicólogas» pudiendo contar con ellas en cualquier ocasión.

La formación de Asesoras Continuum es un trampolín que nos convierte en profesionales de la crianza respetuosa y en profesionales del acompañamiento de familias.

Tatiana Martin

Abrir chat
¿En qué puedo ayudarte?
Hola, soy Nohemí. ¿En qué puedo ayudarte?