Soy un bebé, soy una persona

Soy un bebé, soy una persona

 

Un bebé, aunque no sea nuestro, siempre inspira mucha ternura.

La naturaleza es sabia y ha hecho a los bebés de tal manera que nos gusten, para así asegurarse su cuidado.

Los bebés huelen de maravilla, tienen la piel suave, rasgos delicados y son tan chiquitines… Vamos, que son adorables. Así dan ganas de acariciarlos, besarlos, olerlos. Qué te voy a contar yo, que ando puérpera perdida.

Y esas ganas de coger y tocar al bebé no son exclusivas de los papás y del hermanito/a, si lo hay. Sino que toda la familia quiere y se siente con derecho a cogerlo. Pero, le pese a quien le pese, resulta que mi bebé no es una muñequita que pueda ir pasando de mano en mano. Y esto no siempre se entiende ni se acepta.

A mi lo que me preocupa son las necesidades y bienestar de mi pequeña, no satisfacer los deseos de otros adultos ni mucho menos quedar bien con ellos, por mucha familia que sea. No digo con esto que nadie coja a mi pequeña (ojo, que estaría en mi derecho). Sólo que lo harán si su padre y yo queremos, si está tranquila, un ratito, y desde luego no como un juguete que se pasen unos a otros.

Si por las necesidades del bebé les cuesta entender que no pueden coger a su nieta, sobrina, prima, etc. siempre que quieran, ya no te cuento cuando el motivo soy yo, la madre. Mi bebé me necesita, pero es que yo también la necesito a ella. Soy mamá loba, mamá leona. Y quien no lo entienda es su problema, no el nuestro.

 vinculo mama bebe, soy bebe soy persona

Necesito tener a mi bebé cerca y segura. Necesito su calor, su olor y su piel. No me gusta cuando me devuelven a mi pequeña y huele a esa persona, a crema, a colonia, a comida… Es lo que menos soporto de cuando otra persona coge a mi hija, sea quien sea. Esta necesidad recíproca es algo normal, sobre todo en el puerperio, que debería entenderse y respetarse.

 

Esa necesidad mutua es la que forma el vínculo entre madre y bebé.

 

Otro tema crítico es cuando le tocan las manitas. No puedo. Se que se hace con buena intención, pero desde luego sin conciencia. En más de una ocasión mi hija mayor les ha recordado a los adultos que no deben tocar las manos de su hermanita, porque luego se las lleva a la boca. Que se lo tenga que recordar una niña, en fin.

El no va más es cuando un extraño (o no tan extraño) se cree con derecho a tocar a mi bebé o a mi hija de cinco años. ¿Te conozco de algo? Que si, que los bebés y los niños son achuchables, pero te aguantas. Se mira pero ¡NO SE TOCA!

Cuando me encuentro con estos adultos invasivos (desconocidos, conocidos e incluso familiares) me dan ganas de acercarme de la misma manera avasalladora que ellos, sin permiso, a ver qué opinan. Seguramente pensarían que estoy loca.

 

Un bebé, un niño, es una persona. Parece que a veces se nos olvida. Que sí, que los bebés y los niños pequeños son muy entrañables, pero siguen siendo personas no muñecos. Y como toda persona se merecen que se respete su espacio vital. Es tan fácil como ponernos en su lugar.

[Tweet «Por el hecho de ser pequeños no todo vale. Los bebés y niños son personas no títeres.» @SoniandoDuendes]

 

 

Carolina Sánchez

http://SoniandoDuendes.com

http://MinervaysuMundo.com

Las escuelas infantiles y la socialización de mis hijos.

Las escuelas infantiles y la socialización de mis hijos.

¿Escuela Infantil o directamente al cole…? Pinto, pinto, gorgorito… Hoy te vengo a hablar de las escuelas infantiles y la socialización de mis hijos.

DSC_0023_4

Algo así me está pasando últimamente ¿Y por qué? pues porque como muchos sabréis, tengo familia numerosa, con tres enanos y las situaciones son diferentes a pesar de ser iguales.

El mayor, ya lo tiene chupado, porque va a primaria. Pero este año, ha habido revolución en casa, «la mediana, empieza el colegio y el pequeño empieza la Escuela infantil»

Podéis imaginaros, el panorama. Pero vamos por partes:

El mayor, nunca fue a la guardería , si, lo sé, es escuela infantil, pero me sale el nombrecito por defecto, perdonadme. Él se socializó, en el parque, rodeado de niñ@s y jugando. Entró en el cole, y todo el mundo echándose las manos a la cabeza cuando la gente de alrededor se enteraba de que ¡¡¡horror un niño sin ir a la E.I!!! pues si, pero bueno, mi hijo tardó 2 semanas el pobre en dejar de llorar.

Yo sólo pude llevarle un par de veces, porque trabajaba, pero esos días, me fijé en una cosa….

…Así que un mito derrumbado.

Pasemos a la mediana. Este invierno, ya mi marido insistía en llevarla. Mi primer hijo es de mi ex y por lo tanto, no sabía nada del mito derrumbado del que he hablado antes. Conseguí retrasarlo hasta primavera, momento en el que decidí, ahondar en el submundo de las Escuelas Infantiles, ¿cuál elegir, de qué informarse….? como de todo eso se puede sacar un post entero y además este no es el adecuado, nos saltaremos esa parte. Lo más importante para mí, era la cercanía, que la abrazaran cuando necesitara abrazos, que la quisieran cuando llorara, que la atendieran….. que fueran YO, sin ser yo.

Y empecé a buscar, que si Waldorf, que si Montesori, vale, todo eso es importantísimo, pero también lo es el tener tiempo, personal y empatia,… ¿alguien abrazaría a mi hija y la limpiaría las lágrimas?.

Encontré una, que me gustó, pequeñita, a 5 minutos de donde yo iba a estar, que me daba la opción de la comida o no. Era como muy familiar…… pero muy oscura, que me obligaban a pagar la matrícula entera, más un montón de gastos para sólo un mes y que me insistían e insistían en meter al otro. La descarté, demasiada desesperación por el pequeño…la mediana no importaba porque sólo era un mes, así que nadie me la iba a mimar ni a abrazar.

Miré otra, en esa me daban libertad de horarios, según la web, además, me gustaba mucho la decoración, pero yo que por si no lo sabéis, soy claustrofóbica, eso de las guarderías que parecen tiendas a las que en lugar de escaparates, han quitado los cristales y han puesto barrotes para poder llamar patio…. pues no lo veo… OJO, que ahora es lo habitual y seguro que están genial, o sea, que no lo toméis cómo crítica. De hecho, esa era la que yo iba a elegir, hasta que un día, me dio por ir con el coche y parar enfrente;  Los niños jugaban, otro lloraba, una sola cuidadora para todos ellos, sentada en el centro con la mirada perdida….. a veeer, también me podéis decir que soy muy dura….ya, pero soy como un pirata escondiendo su tesoro, busco el mejor sitio. Me dije a mi misma, que quizás la chica tuviera un mal día, la podía doler la cabeza…. yo que se, seguro que yo misma he tenido 1000 veces su misma expresión en mi anterior trabajo, pero veía al niño llorar y nadie a su lado.

Y llegué a otra, a una que siempre ha estado ahí, pero que yo la conocía por otra cosa y no por la E.I. tiene jardín, huerto, patio del de verdad o sea, del que si llueve, te mojas y con columpios. Las instalaciones geniales….bueno, que ya que tenía que entrar, elegí esa….pero……ya no había plaza y me marché.

Supongo que en el fondo, no quería dejarla, tenía complejo Golum y no quería soltar a mi tesoro hasta que el colegio la solicitara.

Y ese momento llegó el 8 de septiembre, como todos los niños, cogió su carterita, se puso en la fila y lloró, junto a 3 niños de guardería que había a su lado, y ahí estamos, recordando el ritmo de su hermano y viendo como una vez que ha entrado, pasa de nosotros y adora a su profesora.

DSC_0130

 

Y no, no creáis que he acabado, que el pequeño, ha empezado hoy mismo. Esta vez, yo también lo necesito por cuestión de trabajo, así que…

En la Escuela infantil que tiene el patio de verdad, con huerto de verdad y con rayos de sol dando de lleno.

Y en la entrevista que tuve con su profesora, hubo varias cosas de esas que se te quedan grabadas.

La primera..cuando nos preguntó por las comidas y recordé una cosa que leí por internet:

  • Con el primer hijo te asustas si come arena
  • Con el segundo hijo, te preocupas si le sienta mal la arena que ha comido
  • Con el tercer hijo, te preocupas de que se le haya quitado el hambre y no cene.

O sea, que con el mayor, separé las claras de las yemas por si tenía alergia, con la mediana, sólo lo hice un día y al siguiente tortilla francesa para cenar, y con el pequeño, un día, nos vio tortilla de patata para cenar y ahí descarté la posible alergia al huevo….jjjjjjjjjjjjjjj… Esto la gustará mucho a Eloisa López (una maternidad diferente (baby led weading)

La segunda, que la dijera que duerme conmigo, aparte de ver como tomaba teta en ese momento para merendar y que lo viera normal.

La tercera, al preguntar que esperaba de ellos… me quedé en blanco… SI, porque, yo, aparte de que aprenda cosas nuevas a su ritmo y sin meterle cosas innecesarias por edad, divirtiéndose y jugando mucho, para mí, es más importante el amor a su profesión para que mi hijo lo note y que prefiero un abrazo si llora a que le animen con palabras en inglés…. en fin, no lo toméis como nada personal, seguro que much@s de vosotr@s pensáis diferente, pero yo soy rarita y muy apegada a mi cachorro.

A pesar de que casi vuelve a aparecer Golum y paso de llevar a mi hijo a ningún sitio, esta mañana, le he puesto el chándal, hemos llevado a sus hermanos al cole, he aparcado frente a la E.I , se ha tomado su desayuno tetil y ha entrado y siii, se ha puesto a llorar, y ¿sabéis? al irme, le he visto por la cristalera, una profesora se ha hecho cargo de los demás niños y la otra, la que estuvo en la entrevista, le ha abrazado, le ha acariciado y ha estado con él hasta que se ha juntado con los demás niños y ha sonreído…. Una hora más tarde, le he recogido, le he abrazado, le he dado teta y nos hemos llenado de besos.

Mañana llorará, y el año que viene, cuando empiece el cole…..pues también llorará, aunque haya ido a la guardería…perdón, la escuela infantil. ¿Y sabéis por qué? porque uno no se acostumbra a dejar de ver a la persona que ama aunque sea media hora… y ellos nos aman y porque al igual que tú, cuando cambias de trabajo, el sitio es nuevo y la incertidumbre del ¿qué pasará? es la misma.

Y Nota Importante, un niño no es antisocial porque vaya directamente al colegio, lo es si no le educas como lo que es, como un niño.

 

DSC_0253

Los niños buenos no lloran

Los niños buenos no lloran

Los niños buenos no lloran, desde el otro día me retumba esta frasecilla porque ya la hemos escuchado unas cuantas veces desde que nació Erik y voy a ser muy poco correcta en este post, tan poco correcta como aquellas personas que no se paran a pensar antes de hablar o no miden como hablan de una persona que esta delante y presente aunque sea una persona de un mes de edad.

La gotita que colmo el vaso fue la señora panadera de mi barrio, con la que mantuve, mantuvimos (íbamos los cuatro juntos una buena mañana de domingo) este singular dialogo para besugos, puntualizo, besuga ella, nosotros tenemos muy claras las cosas.

*Advertencia, no ha sido en una sola visita, ni en una sola conversación, me he tomado la licencia de agruparla en la misma para ahorrarnos espacio, por supuesto hemos cambiado de panadería para evitar un homicidio cualquiera de esas mañanas de domingo.

  • Panadera: Uy! has tenido un hermanito!! Que bien no, ahora ya eres la hermana mayor y te toca cuidarle mucho, ayudar a los papas y ser muy buena y responsable (levantada general en el clan Ruíz-Solís de cejas, la mujer ha tenido a bien mezclar todo lo que más molesta en una sola frase, ole ella!).
  • Sira: Si, hemos tenido un bebé, me gusta mucho mi hermanito, pero ya lo cuidan mis papás, igualito que a mi.
  • Panadera: (obviando la respuesta ya ácida de la niña, no sabe lo que la espera si continua…pero ella continua) ¿Y como se llama el hermanito?.
  • Sira: El hermanito, el bebé, se llama Erik.
  • Panadera: Uy! que raro (no lo entiendo porque parece el nombre de moda, en los parques levantas una piedra y salen tres Erik) ¿Y tu? ¿Como te llamas tú?.
  • Sira: Sira, me sigo llamando Sira como el domingo pasado (ains!) también es raro, pero mi mamá dice que Pepes y Marías ya había bastante (Oye, a mi me contesta eso una niña de seis años y ya pillo que va hasta el moño y es mejor dejarlo).
  • Panadera: (Esta es la gota que colmo el vaso) ¿Y el bebé es bueno?.
  • Sira: El bebé? Erik? esto…(aquí ya me miro pasándome la pelota a mi directamente).
  • Mamá (Esto, yo misma): ¿Bueno? si, el niño es muy bueno, como todos los niños no? no hay niños malos.
  • Panadera: Si, si, si que hay! algunos niños son malos, lloran mucho ¿El hermanito es bueno o llora mucho?. (Mirando de nuevo a Sira que ya se escondía detrás de su padre, el cual viendo venir la tormenta ya me miraba con una sonrisa en la cara).
  • Mamá: TODOS LOS NIÑOS SON BUENOS, punto. Que lloren o no lloren, Erik llora bastante más que su hermana, no los hace más o menos buenos, Erik llora bastante y es muy bueno, básicamente porque no le ha dado tiempo a ser malo, no como a otras, buenos días. (todo esto en la puerta ya, con mi pequeño en una bandolera dormidito y con mirada y posición bastante agresiva por mi parte, como merecía la señora besuga)

 

fotoblog2

 

 

No hemos vuelto por la panadería, es una lastima porque hacen un pan exquisito, completamente opuesto a su trato a este respecto.

Y es que estoy hasta el moño (por ser correcta) de escuchar lo del niño bueno-niño malo. Esta comparación que establece esta, nuestra sociedad de hoy día de que el niño que no reclama lo suyo, que no llora, que no demanda lo que le corresponde, que el niño que no es como un muñeco es malo, me enferma.

Un bebé es un bebé y no tiene ni la culpa ni la responsabilidad sobre esas expectativas irreales y lejanas que nos hemos creado sobre lo que necesita un bebé pequeño, en este caso de un mes.

Llorar es el único recurso que tiene un bebé chiquitín para reclamar nuestra presencia y contacto, porque necesita algo, sea lo que sea:

  • un cambio de pañal,
  • teta,
  • comunicar que siente dolor
  • que necesita una caricia,
  • sentirnos para saber que existimos,
  • olernos,…

todo ello sólo para sobrevivir.

 

El pequeño bebé no sabe si esta confortablemente colocado en una magnifica cuna con dosel o en una cueva sobre una piedra al alcance de cualquier depredador. El bebé solo sabe que nos necesita y punto, y sólo nos lo puede hacer saber por su llanto.

A nivel personal creo que hay unas ideas poco claras en general o lejanas de lo que necesita en realidad un pequeño humano. Una idea idílica y poco ajustada a las necesidades intensas, vibrantes de un bebé real, de carne y hueso y no de libro.

Creo que muchas madres y padres llegan a la crianza sin saber «qué es eso de la demanda real» de un bebé. Y esa realidad, muchas veces cruda y dolorosa, los desborda, haciéndoles pensar que ese niño que llora y demanda (aquí luego vienen las etiquetas) más de «lo necesario» y seguro más de lo que ellos tenían en mente. Y entonces es malo, y la sociedad que los rodea se lo refrenda y confirma. Puedes leer a mi compañera Ana, sobre una real alta demanda, clicando aquí.

Y ahí, justo ahí, es donde tenemos mucho trabajo que hacer y mucha conciencia que generar y es responsabilidad de todos, vamos a comenzar por no decirle a un bebé de un mes que es malo porque llora, por mucho que sea el único cliché que se nos ocurre para decirle a unos padres entablando conversación, en ocasiones es mejor callarse.

 

Y tú ¿qué opinas? ¿Los niños buenos no lloran?

¡No dejes que te controle! Cada movimiento que haces está bajo vigilancia.

¡No dejes que te controle! Cada movimiento que haces está bajo vigilancia.

– «Ya no se que voy a hacer, no puedo ni respirar, ni moverme. Cada movimiento que hago está bajo vigilancia. Tengo la sensación de que hasta en el baño me controla. Ya no se que voy a hacer».

¿Qué pensarías si tu mejor amiga te cuenta esto? ¿Qué le dirías si su pareja la trata así? ¿Si la hace sentir así?

.

Seguramente pensarías la persona que vigila a tu amiga, su compañero, es un mal tipo, que esta haciendo daño a tu amiga, que no merece estar con ella, y posiblemente con ninguna otra persona, que la maltrata…

Quizás también pudieras pensar que su compañero tiene carencias afectivas, que si necesita toda esa atención y vigilancia seguramente en algún momento le habrá faltado, que tiene un problema y gordo.

.

Ahora leeló de nuevo, y piensa que tu amiga no te habla de su pareja, sino de su hijo de 5 años.

– «Ya no se que voy a hacer, no puedo ni respirar, ni moverme. Cada movimiento que hago está bajo vigilancia. Tengo la sensación de que hasta en el baño me controla. Ya no se que voy a hacer».

¿Qué pensarías ahora? ¿Cuál crees que sería el comentario más común?

Sería algo así como:

– «No puedes dejar que lo haga, va a hacer contigo lo que quiera toda la vida».

– «Si llora que se aguante».

«Si le haces caso ahora, mañana lo volverá a hacer».

– «Nunca se va a despegar de ti».

.

Tal vez no seamos conscientes, pero estamos pensando de un niño de 5 años que es malo,… malo no, malvado. Y estamos pensando que en su cabeza trama y urde planes para amargarnos la existencia, para atarnos «en corto».

En lugar de pensar que es un niño que tiene miedo a la separación, que algo le angustia y que necesita seguridad.

¿De verdad pensamos eso de nuestros hijos?
¿De los niños que nos rodean?
¿En serio pensamos que todo lo hacen para salirse con la suya y no para cubrir una necesidad?

.

¡¡¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!!!!

.

El niño que llora en la puerta del colegio lo hace para que su madre no le deje allí, ¿quiere manipularla? o ¿después de todo el verano con ella, de no tener horarios, de no tener que madrugar, le cuesta separarse de ella? Puede estar muy a gusto en el cole, pero eso no hace que sea menos duro.

El niño que llora para que le lleves en brazos a casa después de toda la tarde en el parque no quiere demostrar que es más fuerte y cabezota que tú, seguramente tenga hambre o sueño y esté cansado de tanto jugar.

El niño que llora en la cola del supermercado puede que haya estado jugando todo el tiempo con una pelota, mientras sus padres compraban, entretenido con ella y a la hora de pagar se la hayan quitado «porque no nos la podemos llevar» (ojo, no digo que haya que comprarla, pero se entiende que el niño llore).

Puede que para nosotros sean nimiedades, pero para ellos son problemas importantes, SUS PROBLEMAS, y en ese momento vitales. Necesitan que les acompañemos, que comprendamos sus sentimientos, los validemos y estemos a su lado.

.Los niños no son malos: No han robado, no han maltratado, no han matado.

Pero realmente, la sociedad nos convence que educar hijos independientes es ignorar sus sentimientos, enseñarles equivocadamente que deben resolver ellos sólos sus conflictos, en lugar de ayudarles a comprenderse, y comprender a los demás. Una «independencia» que nos obliga a nosotros como adultos a perder el instinto en el camino.

Hemos olvidado qué necesita un niño.

Hemos olvidado cómo se siente un niño

Hemos olvidado que fuimos niños.

.

.

En una sociedad adultocéntrica los niños y sus necesidades están en segundo plano, no son tan importantes como las nuestras.

Su llanto que muestra su frustración o su dolor, su cansancio o su malestar no merece ser atendido y menos inmediatamente.

Deben aprender a ser adultos desde bien pequeños, deben aprender que la vida es dura, deben  aprender a conformarse con lo que hay, deben aprender que es imposible cambiar el mundo…

 

¡PUES NO!, Los niños merecen nuestra atención, nuestro consuelo, nuestra compañía. Puede que no siempre podamos darles lo que quieren, pero eso no quiere decir que los momentos en los que se sienten mal tengan que pasarlos solos.

Sus padres estamos para ayudarles, para apoyarles, para consolarles, para atender sus necesidades y ayudarles a crecer felices y seguros. Somos su pilar y el lugar al que volver. Somos su seguro, su punto de referencia desde el que descubrir el mundo y la vida.

.

Si no les hacemos caso cuando lloran ¿que podrán esperar de nosotros?
Si ignoramos sus sentimientos y necesidades ¿a donde acudirán?

Vamos a darle a nuestros hijos lo que esperan de nosotros.
Criemos hijos felices capaces de cambiar el mundo.

.

Cuidados de mamá

Primeros pasos de la crianza con amor y respeto

Primeros pasos de la crianza con amor y respeto

La crianza con apego seguro busca un vínculo seguro entre padres e hijos, respetando los ritmos del niño y adaptándolos a sus necesidades. Detrás de todo lo que engloba el concepto de crianza con apego seguro hay mucha información, pero en este post queremos que tengas un breve resumen de principios básicos que podrás implementar para que vuestra crianza sea lo más natural y felíz posible.

 

  • Preparate emocional y físicamente para el embarazo y el parto: es fundamental. Está muy bien que investigues sobre las diferentes opciones para dar a luz, sobre qué pasará un vez que nazca el bebé. Hay centros de preparación al parto en los cuales te pueden ayudar para recibir esa información. Ir a grupos de apoyo  a la lactancia estando embarazada es fabuloso para saber enfrentar tus dudas cuando nazca el bebé. Mantén tu mente abierta y flexible en todo momento para almacenar toda la información que puedas.

 

  • La lactancia materna es la mejor fuente nutricional y emocional del bebé. Ofrecer una lactancia a demanda sin horarios ni relojes es un billete más seguro hacia el éxito. Piensa que es un momento muy bello de conexión entre la mamá y el bebé; aparte de todos los beneficios que tiene la leche materna, disfrútalo.

 

  • Hay que darle confianza y empatía al bebé, responder con sensibilidad ante sus señales y estar a su lado cuando lo necesite, los bebés no nacen queriendo molestar a nadie, solo te necesita a tí, mamá y papa, para poder vivir, y una de las formas por las que se expresan es a través del llanto, empatizar e intentar comprender a vuestro bebé, es fundamental.

 

  •  Mantén el contacto físico, es fundamental para la seguridad, la estimulación y muchos más aspectos del bebé. En el nacimiento el momento piel con piel es muy importante; más adelante lo podemos mantener de muchas otras formas, con masajes y sobre todo en el día a día con el porteo. Y por supuesto no podemos olvidar los abrazos, besos y arrumacos que tanto nos gustan a pequeños y mayores.

 

  • Por las noches los bebés también tienen necesidades: sueño, hambre, frío… Algunos métodos para el entrenamiento del sueño son totalmente negativos y pueden tener efectos psicológicos nocivos. Dormir junto al bebé y/o practicar colecho tiene beneficios para tu bebé como para tí y tu pareja. También hay mucha información para leer que puede ser de vuestra ayuda e interés con respecto a este tema.

 

  •  Los padres tenemos que estar en equilibrio, porque sino no podremos transmitírselo a nuestro bebé. Es importante tener una red de apoyo, no tener miedo a decir «no» o «no puedo» a ciertas cosas, etc… Si nosotros estamos tranquilos nuestro bebé también lo estará. Intentemos mantener la calma ante momentos de estrés para que todo se resuelva de la mejor manera posible.

 

Disfrutar de vuestra andadura como padres, ser felices, creativos, divertidos y vivir cada momento como si no fueseis a tener otro igual. Será aún más fácil demostrar a vuestros hijos lo que es el cariño y el amor incondicional de unos padres.

Disfrutar cada minuto porque a pesar de que el día a día es largo, el tiempo pasa muy rápido y hay que vivir cada día a su lado como único.

 

DISFRUTAD EN FAMILIA

Imagen Post4.1

Reciclar mi cuna, ¿antes de usarla?

Reciclar mi cuna, ¿antes de usarla?

Si algo cambia la pa/maternidad, es la distribución del espacio en la casa. Muchas de nosotras incluso antes de quedarnos embarazadas, empezamos a llenar rincones y armarios con cosas para el bebé. Así fue como aprendimos a reciclar mi cuna.

La mayoría de estas cosas que acumulamos quedarán en dichos rincones sin que luego las utilicemos y convirtiéndose en trastos que ocupan mucho sitio y acumulan polvo.

Uno de esos trastos del demonio que invadió nuestro hogar hace casi cuatro años, y que montamos con mucha ilusión durante el embarazo de mi hijo mayor fue: la cuna.

Teníamos claro que los primeros meses dormiría en nuestra habitación, pero la cuna estaba esperando para cuando el pequeñin fuera un poco mayor. Así que al final se convirtió en El trasto del demonio.

Y el trasto del demonio sólo lo utilizabamos para guardar más trastos… por lo que nos pusimos manos a la obra, y ahora es uno de los espacios donde la imaginación y la creatividad están presentes casi a diario.

DIY: de cuna a mesa

Nuestra mesa de creación.

 

Es una cuna básica comprada en esa gran cadena sueca de muebles… y más cosas. Sí, ESA en la que estás pensando. Esta cuna en origen tiene dos opciones:

Posiciones originales de la cuna

Posiciones originales de la cuna

 

La posición inicial de cuna alta, o una para más adelante como una cama baja. Ninguna de las dos nos servía para nuestro objetivo, por lo que cambiamos un poco la configuración.

Asi que partimos de la segunda posición:

  1. Con un lado abierto,  subimos la tabla a la posición inicial,
  2. Cambiamos la tabla que se ve en la parte baja de la segunda posición a la mitad de la cuna para poder meter las sillas y sentarnos cómodamente.
  3. Atornillamos todo para que no se mueva.
  4.  Forramos la tabla con ironfix para protegerla y poder ensuciar sin problemas y a disfrutar.

Listo, el trasto del demonio desapareció, en parte.

 

Nos sobraba el costado, que quitamos para poder acceder a la mesa… así que buscamos un uso para eso también. Tiene un sitio de honor en la entrada de casa, donde acoge nuestros portabebés de uso habitual, así no salimos sin ellos.

 

Porta-portabebés

Porta-portabebés

Y ¿vosotras, qué habéis inventado para reutilizar
vuestros trastos acumula-polvo?

Comunicar con Empatía. Comprender y ser comprendido

Comunicar con Empatía. Comprender y ser comprendido

El que tenga un smartphone entre los presentes, revise el correo hasta en la ducha, esté a diario pendiente de las notificaciones de facebook, le falte el aire cuando se le quede pillado el whatsApp, o crea que quedarse sin batería es lo más parecido al apocalipsis zombie, por favor que levante la mano. Veo que somos unos cuántos por aquí, ¿verdad? ¿Sabemos comunicar con empatía?

 

Vivimos en una sociedad hiperconectada. La sociedad de la información, la mensajería instantánea, el contacto permanente. La angustia por estar continuamente conectado (o creer que lo estamos).

Esa aparente cercanía, ese nuevo modelo de comunicación, ha cambiado la manera en la que nos relacionamos con los demás, vivimos y trabajamos. Pero pese a disponer de herramientas comunicativas poderosas, increíbles y al alcance de todos, ¿nos comunicamos de un modo más eficaz? En mi opinión la respuesta es que no. Seguimos haciéndolo igual de mal que en el pleistoceno. Seguramente porque seguimos siendo igual de egoístas.

¿Por qué? Porque continuamos sin ser conscientes de que:

Nos gusta demasiado hablar, creemos que estar comunicado implica tener siempre algo que decir. ¿Y dónde queda escuchar? Escuchar al otro, no simplemente el eco de nuestras propias palabras.

 

 

Todo esto pueden parecer obviedades pero os invito a que hagáis un pequeño ejercicio de observación y constataréis que, cuando conversamos estamos más preocupados en resolver nuestros propias necesidades que en conocer las verdaderas dificultades del otro.

 

Ya sea con nuestra pareja, nuestros hijos o alguien a quien acabamos de conocer, no sólo no nos ponemos en el lugar de quien tenemos delante sino que le interrumpimos, le juzgamos, o insistimos en dar una opinión que no nos han pedido.
En definitiva, no practicamos la empatía.

 

Paradójicamente, en el ámbito maternal esto ocurre constantemente. Embarazadas y madres suelen ser el objetivo ideal para juicios y opiniones de lo más variopintas, así que, creedme si os digo que tomar conciencia de qué es realmente la empatía y de cómo una comunicación asertiva, empática y no violenta nos ayuda a resolver muchas situaciones, a responder de la manera adecuada ante la emoción del otro, y a hacer mejor nuestro trabajo es una de las grandes lecciones que me he llevado de mi formación como Asesora Continuum.

Entender que cada uno ve la vida a través de sus propios cristales, que todos llevamos una mochila y que nuestras experiencias, miedos o pensamientos han modelado la manera en la que vemos el mundo, nuestro mundo.

 

]La empatía te pone delante otros puntos de vista, te da la oportunidad de aceptar al otro.
Comprender y ser comprendido.

Como padres, nos preocupamos por dar a nuestros hijos herramientas y espacios para que desarrollen satisfactoriamente sus emociones, sus habilidades y capacidades. Pero, ¿cómo vamos a enseñar empatía a nuestros hijos si nosotros mismos no lo somos ni con ellos ni con los demás?

Por ello, es un error suponer que la empatía es una habilidad reservada a determinadas personas o campos profesionales, porque todos a diario tenemos oportunidades para desarrollar, ejercitar y fomentar la empatía. Eso sí, requiere trabajo profundo e interés.

Así que, recuerda ponerte en la piel de tu bebé cuando te demanda comer a voz en grito, no restes importancia a la angustia de tu hija ante la visita al dentista o evita tratar de dar lecciones a tu hermano cuando te llama angustiado.

 

 

Y por último, por si aún te quedan dudas, o crees que no tienes herramientas para comunicarte empáticamente con quien te rodea, te invito a ver este vídeo que seguro te será de utilidad.

 

Mamá no quiero ir al cole, pero nunca más!!!

Mamá no quiero ir al cole, pero nunca más!!!

La historia de la que voy a hablar ya le he contado muchas veces. El día en que mis hijos me dijeron «no quiero ir al cole!» y fue así…

Cada vez que alguien me pregunta ¿qué tal el cole?, aprovecho para contarla con pelos y señales.

La repetiré hasta la saciedad, y no porque me guste hablar de mi vida, o tal vez si, sino para que llegue al mayor número de personas posible, para que no se vea tan «normal» el sufrimiento por el que pasan muchos niños cuando no les queda mas remedio que adaptarse a una situación para la que aún no están preparados emocionalmente e intentemos buscar una solución.

Mis hijos (gemelos) entraron al cole con dos años y nueve meses, y la verdad es que lo vivimos con mucha emoción, que bien otra etapa más, que mayores se están haciendo, ya al cole.

La realidad nos dio un «zas» en toda la cara.

Tuvimos la suerte de hacer una «adaptación» fuera de lo común, tanto el padre como yo podíamos entrar en clase con ellos, estar un ratito y después salir y aún así, ellos lloraban cuando nos íbamos.

Rara vez se quedó alguno sin llorar mientras salíamos.

Y yo me quedaba en la puerta llorando con ellos pero sin ellos

 

Se me desgarraba el alma oirlos llorar, y ahí me quedaba esperando a que terminaran sus llantos, sin ser yo su consuelo, sin tener lo que esperaban de su madre.

Lo más triste es que esto que les ocurría a mis hijos era lo más «normal» del mundo, es lo que le pasa a todos los niños, no te preocupes Alba que ya se adaptarán.

Ese modo de  «adaptación» duró hasta las vacaciones de navidad.

Lo que vino después en enero fue terrible:

LLantos desde que se levantaban de la cama, me tiraban del pelo, me pegaban. Me gritaban entre llantos que no querían ir al cole. Uno en brazos el otro pegado a mi. Esto no había ocurrido antes en nuestras vidas.

Grandes rabietas que no llegaban a nada porque ellos seguían yendo al cole.

Hasta que una mañana uno de mis hijos se plantó frente a mí y muy serio y tajante me dijo:

Mamá no quiero ir al cole, pero nunca más.

A lo que el hemano añadió:

Y yo tampoco.

Con tres años recién cumplidos fueron tan claros y demostraron una seguridad y contundencia en lo que decían, que no quedó lugar a duda de que teníamos que hacer algo al respecto.

Mis hijos demostraron una seguridad mayor que la que  yo hubiese podido tener en mi vida hasta después de ser madre y de aprender tanto de ellos.

 

Recuerdo a su padre diciéndome que era normal que no quisieran ir al cole con la cantidad de fichas que habían traído del primer trimestre.

Es que se aburren Alba, a mí me pasaba lo mismo, como van a querer ir.

Ay las fichas y deberes…, eso daría para otro post. Reflexionaré sobre ello.

Bueno pues tomamos cartas en el asunto, y los cambiamos de cole con la opción de que si no se adaptaban al nuevo se quedarían en casa con nosotros.

Ahora están en un centro con una pedagogía diferente.

  • Donde se les trata con mayor individualidad.
  • Donde se respetan los procesos de cada niño.
  • Donde fomentan la creatividad.
  • Donde se le da más importancia a las emociones que al rendimiento académico.
  • Donde se piden las cosas desde el respeto no desde el porque yo lo digo, yo soy el adulto y tu me obedeces.
  • Donde se les anima a investigar el entorno, a observar a cuestionar.

Parece que esto está cambiando y en algunos centros se aplican este tipo de métodos, cada vez hay más educadores y padres que abogan por un cambio en el sistema educativo.

 

Mis hijos pasaron de llorar cada día porque no querían ir al cole a llorar los fines de semana porque no había cole

 

No perdamos de vista que hablamos de niños que ni siquiera han cumplido los tres años cuando pisan por primera vez un colegio.

Tanto su padre como yo nos sentimos muy orgullosos de haber sido capaces de escucharlos, de aprender de ellos y de a pesar de las dificultades que implica «salirse de la manada» saber que estamos en el camino correcto para que nuestros hijos crezcan sanos emocionalmente y felices.

Cada cual que saque sus conclusiones.

Tenemos muy claro que un niño de tres años no es capaz de sobrevivir por si mismo y que depende de la figura de un adulto, que sería incapaz de organizarse solo, de gestionar un conflicto, de ir a comprar el pan, de freirse un huevo o de ir con sus amigos al cine.

Entonces…

¿Por qué no tenemos tan claro que les cueste adaptarse?

¿Por qué no tenemos tan claro que les sea difícil estar solos con una persona que acaban de conocer?

¿Por qué no tenemos tan claro que les cueste estar con otros niños que están tan asustados como ellos?

¿Por qué no tenemos tan claro que simplemente que no están preparados para ello?

Y…

¿Por qué si tenemos tan claro que son capaces de hacer todo esto?:

  • Mientras antes se adapten mejor, de palos se aprende.
  • Los niños  manipulan.
  • Es tan listo que todas las mañanas vomita para no ir al cole.
  • En diez minutos deja de llorar.
  • Sabe más, a la hora de  recogerlo empieza a llorar de nuevo.

Lo que más me indigna de todo esto es que haya educadores obsoletos que crean que esto es así, que es «normal»,y den consejos tan alegremente como sino pasara nada, como si todo lo que vivan en su infancia no les fuera a repercutir en su futuro, en el lejano y en el más próximo.

Niños con ansiedad, niños aparentemente «buenos», niños que se callan por miedo, o porque no saben expresarse, niños que con cuatro años, en el mejor de los casos, sean capaces de preguntarles a sus padres después de pasar por varias crisis de ansiedad: ¿Qué me pasa mamá, voy a estar así toda mi vida?.   

He tenido que oir por boca de una educador que no me preocupe que los niños manipulan.

Lo peor es que muchos padres lo creen porque la autoridad de un maestro tiene mucho peso.

Y no es verdad, no es real, aquí lo único que pasa es:

  • que se acaban adaptando
  • que terminan por pasar por el aro
  • que aprenden con muy poca edad que sus necesidades no importan
  • que las figuras de autoridad son las que mandan
  • que hay que obedecer al mayor
  • que sus sentimientos no son válidos
  • que si tienen un problema mejor se lo guardan en algún lugar del inconsciente
  • que la vida es dura y es lo que hay
  • que mientras antes se sometan mejor

 

La capacidad de adaptación del ser humano es increible

 

Y yo me pregunto:

¿Por qué no hacemos algo para cambiar el sistema?

 

 

¿Por qué no escuchamos a nuestros hijos?, sobre esto puedes leer este post de mi compañera Tatiana Martín «Escúchame, Respétame»

Un niño puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea. Paulo Coelho.

Para terminar les cuento una última anécdota:

Antes de que finalizara el pasado curso (año y medio mas o menos estando ya en el nuevo cole) una noche uno de mis hijos me decía que no quería ir al cole al día siguiente porque no le gustaba, a lo que yo le respondí que si que le gustaba que a lo mejor era posible que no tuviera ganas de ir, que lo sentía mucho pero yo tenía que hacer cosas por la mañana y que estaba tranquila porque sabía que en ese cole era feliz.

Su respuesta da para reflexionar:

 

Verano, agitación y preadolescencia. Pack completo

Verano, agitación y preadolescencia. Pack completo

Que sepáis que mientras escribo esta entrada, estoy en la playita, con las olas del mar, la brisa, las risas de los niños… sus llantos, peleas, los mosquitos….

Y  mientras, entre llanto y llanto, caída tras caída, me meto en facebook  y veo las maravillosas fotos de familias felices, las de instagram todos sonriendo, me recuerdan un poco a las pelis americanas de los años 50… y no es por desmerecer, ¡¡que vaaa!!! lo mío tira más hacia la envidia de las malas, malas.

¿y por qué? pues porque este verano se me han juntados varias cosas:

1. La preadolescencia del mayor  y el debate: supernani si o supernani no

2. La altísima demanda de los dos pequeños  ¿mamitis, malcriados?

3. La agitación del amamantamiento en estado puro y en cotas inimaginables.

Como veis, tenemos el verano de los más entretenido y ameno.

Con el primer debate, la preadolescencia del mayor, una parte de mi, la Susana Continuum, lucha con dientes y unas poquitas uñas (me las muerdo, si, ya sé que está mal, pero ni fumo ni bebo, algo malo tendré que tener).DSC_0021_4

A lo que iba, pues eso, que estoy totalmente en contra de los premios y órdenes o lo que haga supernani , pero otra parte de mi, se alía con el santo job (mi marido, que tiene una pacienciaaa…) y me da por pensar, que quizás me valga, porque la preadolescencia de los 9 años, es muy dura, y temblando estoy ya con la adolescencia.

Anoche, casi me rindo y acepto, pero tomó el mando la pepito grillo y pensé, que mi hijo lo que necesita es más mimos y atención. Ser hermano mayor en una familia numerosa con 2 hermanos tan pequeños, tiene que ser muy complicado y muy duro. Así que hablamos… ¡¡a ver lo que dura!!, de momento, está apaciguado viendo vídeos de Jurassic park/world o como en la foto, que está buscando renacuajos y me ha dicho que me quiere ….

 

Pasamos al punto dos: la demanda de los enanos.

¡¡Me río yo de la gente que dice que los niños porteados no andan!!… no claro… lo que suelen hacer es correr.

Mi marido dice que es porque siempre están atados en los portabebés y huyen de mi… pero esa es su versión claro, lo suele decir para picarme, porque luego controla de porteo más que yo.

Pues eso, que con 1 año y medio el pequeño  y 3 la mediana, sólo quieren a mami, y si ya es difícil con uno, con 2, ya ni os cuento. Me he pasado medio verano, con uno delante y otro detrás… o con uno detrás y el otro pidiendo «»upa mamiii»»…. El resto del tiempo, lo dedico a buscar al pequeño, que en cuanto nos descuidamos, se escapa… (se me ha olvidado deciros que veraneo en un camping, con lo cual escaparse es fácil).

11800346_10206822127849159_5803483381762372757_n

También os digo, que al igual que cuando oyes hablar de fútbol, todos son entrenadores, los que nos ven, tienen el alma de fisioterapeuta dentro. O tal y como yo lo veo, da para una conversación de ascensor, pero en lugar de hablar del tiempo, hablan de mis futuros dolores de espalda….

… siiii, ¡¡ya verás cuando seas mayor….siiii, seguro que ahora no te duele, pero ya verás dentro de unos años….!!!!!

Realmente, esos comentarios, me los tomo como una adulación, ¡¡todavía me ven joven!!

Pues nooo, no me duele la espalda, de hecho, ya me dolía antes, pero no por mis hijos, si no por tener la espalda contracturada por arrastrar carros de leche sin ruedas en una tienda donde trabajé hace años (soy muy brutita)….

De hecho,si no fuera por los portabebés, no podría cogerles, porque acabo en el fisio y se me duermen hasta las manos.

Cuando sea viejecita, les estaré agradecida, porque gracias a los fulares, cuando les cojo, llevo una postura sana para mi espalda, tengo el peso repartido y sobre todo, ¡¡voy recta y mis cervicales no sufren!! Quizás me criticarían menos, si dejo los portabebés en casa y arrastro un carro vacío y con un niño en la cintura. O andando, o en triciclo….vale, todo eso está bien, pero mi familia numerosa, requiere cosas básicas para sobrevivir o yo por lo menos, las necesito.

 

Y pasamos a lo que peor estoy llevando, lo que está sacando lo peor de mi, «la agitación del amamantamiento», Nohemí Hervada os lo explica AQUÍ. En lugar de Walking dead, me siento protagonista de walking tetil. Es cruel lo sé, pero sólo las que estéis como yo o sepáis lo que es esto, me entenderéis.11083860_956885754343387_5426243051009769370_n

Con el mayor estuve hasta los 3.5 años dando de mamar. Y con los dos peques hago tandem. Hasta hace poco, los daba a los dos a la vez, pero desde que empezó el calor, cada vez lo llevo peor; A la mediana, la espacio más las tomas, pero el peque, me pide muuuucho. Y yo suelo hacer dos cosas, o me escondo para respirar mientras el padre les entretiene (si, hace poco, detrás de la cuna y no me da vergüenza admitirlo) o acabo de mal humor, cogiendo a uno y cabreada con el otro, y me veo desde fuera, y no puedo creer que sea yo, y me veo desde dentro y me muero de dolor, pero soy incapaz de sacar la dulzura habitual de madre, de su mami.

Así que con toda mi pena, voy a destetar a la mediana y si puedo al pequeño también; No puedo más, mi cuerpo no puede más. Lo primero que hice fue explicarle lo que me ocurría al padre, para que cuando me viera así y los peques estuvieran en pleno auge, se hiciera cargo de alguno, sin tener que decírselo, o de los dos. Me da igual que se entretengan con una manzana que con gusanitos, con un vaso de leche o con una fanta naranja, sólo necesito que se distraigan y se olviden de la TETA.

Y en esas estamos. Quitando esas cositas, estamos disfrutando con las guerras de globos, pistolas de agua, construcción de castillos con foso a la orilla del mar y luego en el pueblo, con las vacas y la montaña. Asalvajados los tengo ya…..

Saludos de mi peque, me pedía teta, pero aceptó un helado de chocolate. Soy una malamadre lo se, pero mis hijos me adoran

DSC_0045_3

Escúchame, Réspetame

Escúchame, Réspetame

 Escuchar y Respetar

Hablamos, hablamos, hablamos… pero ¿escuchamos de verdad?

Preguntas, preguntas y más preguntas… pero ¿de verdad queremos oír la respuesta o sólo preguntamos para poder dar luego nuestra opinión o para obtener un beneficio propio?

 

Últimamente las circunstancias me han obligado a abrir un poco más los oídos que de costumbre. No quiere decir que antes no escuchara, sino que me he parado a analizar un poco más la forma de escuchar que tenía.

Todo eso me ha llevado a reflexionar sobre la forma que tenemos de dirigirnos a los niños y la forma que tenemos de escucharles.

Siempre he intentado que mi hija se comunique conmigo. Cuando la he visto triste o apagada la he preguntado: “¿Estás triste? ¿Por qué? ¿Es porque… bla bla bla?” Exponiéndole yo el por qué creo que esta triste. Así pensaba que estaba ayudándola a identificar los sentimientos y pensaba que se sentiría comprendida.

 

Me he dado cuenta que muchas veces damos por sentado que se sienten de una forma determinada, que les pasa lo que nosotros creemos que les pasa, pero realmente no les dejamos expresarse o no les escuchamos correctamente.

 

Mi hija Adriana, de casi 6 años, está experimentando muchos cambios de golpe. Nos hemos ido a vivir lejos de la familia y de los amigos. Cambio total de país, entorno y de idioma. Para una niña sociable y muy expresiva, empezar en un colegio nuevo sin conocer el idioma y en un país en el que hasta el lenguaje corporal es distinto, está claro que cuanto menos implica una adaptación nada fácil.

Todo esto ha afectado en su comportamiento y yo creo saber cómo se siente. Pero:

 

 

¿se lo he preguntado o he dado por hecho que se siente de una manera determinada?

 

A pesar de querer ayudarla a identificar los sentimientos muchas veces les asignamos el sentimiento que nosotros creemos.

 

¡ERROR!

 

Cuando me he percatado del error que estaba cometiendo con ella he decidido hacer un juego:

LA RULETA DE LOS SENTIMIENTOS.

 

Hemos pintado un círculo y lo hemos dividido por quesitos, como en el Trivial. Juntas hemos ido haciendo una lista de sentimientos, positivos y negativos, y coloreando cada quesito de un color con tres intensidades distintas. En el vértice clarito, en el medio un poco más oscuro y la parte exterior más oscuro. Ella ha asignado a cada sentimiento un color y lo hemos coloreado juntas. Cuanto más intenso es el color mas intenso es el sentimiento.

 

 Escucha  Respeta, ruleta de sentimientos

 

De esta forma ya no la pregunto si está contenta o si está triste, sino que la pregunto con la ruleta delante:

“¿Cómo estás?”

 

Cuando se le ocurre un sentimiento distinto vamos poniéndolo en otro círculo para ir completándolo. Yo intervengo cuando me dice que no es ninguno de los sentimientos que tenemos escritos y entonces juntas buscamos el que se corresponde.

¿Os habéis percatado en alguna ocasión la conversación telefónica que puedan mantener un niño y un adulto? Al niño le suele gustar hacer muecas, dice “mira” como si a través del auricular se pudiera ver, y pregunta «¿dónde estás? ¿qué haces?». Pero el adulto suele empeñarse en no escuchar y preguntar él. Un bombardeo de preguntas sin escuchar lo que realmente quiere decir el niño.

 

A los niños también les gusta preguntar y que les contesten, que les cuenten a ellos. No solemos darles tiempo, preguntar y esperar a que contesten, interesándonos de verdad en ellos.

Cuando preguntamos a un niño: “¿Qué tal?” normalmente ya sabemos la respuesta y simplemente lo hacemos porque es muy gracioso ver como interactúa un niño. Si de verdad queremos saber cómo está un niño le preguntamos a la madre, como si lo que dijera el pequeño no tuviera tanto valor.

Sin embargo dale el teléfono a dos niños y son capaces de jugar, de divertirse, y de repente se cuentan sus cosas, lo que han hecho y donde han ido. Tranquilamente. Justo lo que esperamos escuchar los adultos cuando estamos al otro lado de la línea.

Pido disculpas a tantos niños con los que yo he actuado así. Es lo habitual, lo normal, pero no lo más respetuoso.

 

A todos nos encanta escuchar a un niño contarnos lo que sea, pero ese «lo que sea» para el niño no es cualquier cosa. Son aquellas cosas que para él son importantes: sus vivencias, sus experiencias, sus sentimientos…

Imaginaos que os preguntan qué tal en el trabajo y, cuando empiezas a contar, te das cuenta que da igual lo que digas, que en el fondo no les interesa lo que cuentas sino que sólo les parece entrañable o gracioso tu forma de contar las cosas.

¿Cómo te sentirías?

Abrir chat
¿En qué puedo ayudarte?
Hola, soy Nohemí. ¿En qué puedo ayudarte?