Regalar abrazos

Regalar abrazos

Vivo en un precioso y magnífico país al sur del sur. Pero muchas veces su distancia hace que estemos alejados de cosas que ocurren en otros lares.

Las madres, al quedar embarazadas, empiezan con su lista de deseos, que a veces comparten con otros o solo quedan en su pensamiento.

 

Las listas de deseos de las madres que porteamos, se reducen a “ese” fular, a el meitai especial para el papá, una bandolera que nos quita el sueño, y así puede seguir la lista hasta el infinito casi. Cuando otras madres caminan por las veredas mirando ropita de bebé en las vidrieras, nosotras nos estudiamos los catálogos de las tiendas de fulares, y estamos pendientes de las reviews y de las últimas ediciones limitadas. Un banquete para los sentidos.

Yo tenía varios portabebés anotados en mi lista de deseos. Y debo decir en mi defensa, que para este nuevo bollito no deseaba muchas otras cosas, mi capricho sólo eran portabebés. Como les decía, al vivir en un país al sur del sur, el acceso a estos caprichos es muy difícil, incluso soy una de las pocas personas que por aquí tiene fulares “de verdad”, y toda una batería de portabebés que con el tiempo pude ir consiguiendo. Pero ya sabía que las condiciones no estaban dadas para que se me cumplieran mis deseos actuales, así que sigo deseando algunas bandoleras, algunos fulares, catar mochilas…

Pero como a veces la vida te sorprende felizmente, llegó a mis manos días después de nacido mi bebé, una preciosa mochila que hace rato vengo soñando tener. ¡Mi felicidad al recibirla fue enorme! Primero que la mochila es preciosa, y luego el detalle de pensar en nosotros y tenernos presentes.

Y es que regalar portabebés, para mí que soy una fanática del porteo y siento sus beneficios y placeres en el cuerpo, no es hacer cualquier regalo. Cuando una regala portabebés está dando la posibilidad a otro de vivir toda una experiencia, la experiencia de portear y ser porteado. Regalar portabebés es regalar el vehículo para entablar un vínculo desde el contacto, es regalar momentos que quedan grabados en la piel. Regalar portabebés es regalar un deseo de amor.

Y lo anterior es refiriéndome al porteo desde la díada mamá-bebé. Pero para mí, lo que no es menos importante, cuando una recibe un portabebé, ya sea un regalo o un préstamo, es esa sensación espiritual de sentirse una, mujer adulta, porteada, cargada, abrazada, arropada. Que un grupo de mujeres a las que aprecio con el alma, se hayan puesto de acuerdo para hacerme llegar este detalle, me hace amar esta mochila aún más. Porque cuando me la pongo, me acuerdo de ellas y sus buenos y amorosos deseos, porque así me siento acompañada en mi día cotidiano, que en pleno puerperio, a veces suele ser arduo y cansador. Porque cuando cargo a mi bebé en la mochila, me siento a su vez abrazada. Y como la uso mucho, mucho, cuando yo necesito cariño, ahí está mi nuevo portabebé esperando para dármelo.

Y si querés ver qué linda mochila nos regalaron, acá en este video Nohemí te la muestra muy bien.

Nunca es tarde…

Nunca es tarde…

… para dar contacto.

Un bebé intraútero tiene contención constante, alimentación continua y calor. Cuando nace ese bebé, espera que su mundo sea lo más parecido posible a lo que ya estaba viviendo. Sus necesidades de contención, alimento a demanda y calor se verán plenamente cubiertas sobre el cuerpo de su madre, sin pasar por ningún tipo de separación, al menos durante los primeros días.

Un bebé recién nacido necesita el contacto piel con piel para desarrollarse plenamente, ya que este contacto continuo desencadena en él los procesos neurológicos necesarios para un correcto desarrollo de su cerebro.

En cuanto un bebé es separado de su madre, éste siente peligro, pues su cerebro está todavía muy poco desarrollado y su programa biológico le «dice» que lejos de su madre su vida corre peligro. El bebé entra en un estado de alerta e hipervigilancia, sus niveles de cortisol empiezan a aumentar. El cortisol es la hormona del estrés y además es inhibidora de la oxitocina, la hormona del amor, el vínculo y las relaciones sociales. Este desequilibrio hormonal, afecta negativamente en el desarrollo del cerebro, además de que modificará su respuesta ante situaciones de estrés incluso durante su vida de adulto.

Por eso, citando a Nils Bergman lo ideal sería la SEPARACIÓN CERO

Que el bebé pueda ir adaptándose y conociendo su nuevo mundo desde un lugar seguro: el cuerpo de su madre.

Nils Bergman recordando el ejemplo de la plomada que usó Jill Bergman el día anterior

Nils Bergman recordando el ejemplo de la plomada que usó Jill Bergman el día anterior

Lamentablemente, muchas veces estas expectativas que tiene el bebé al nacer no se ven cumplidas. Hace un mes escaso, tuve la suerte de poder asistir al curso de Nils y Jill Bergman, Kangaroula. Nils y Jill explicaron  que lo que espera un bebé al nacer es «lo óptimo», el ideal, la meta. Y lo ejemplificaron con una plomada : cuando el bebé es separado de la madre, o nace con un parto muy medicalizado, o no inicia la lactancia materna en las primeras horas, esta plomada se aleja de la línea vertical, de su centro de equilibrio. Esto no siempre se puede evitar, pero lo importante entonces es  intentar dar una respuesta de contención y volver lo antes posible a ese punto, al ideal, al cuerpo de la madre.

También es cierto, que muchas veces no hemos sido capaces de dar esa respuesta de contención que espera nuestro bebé tan pronto como fuera recomendable. Y ahora hablo como madre que no pudo y no supo darle esa bienvenida esperada a mi bebé. Pero sí empecé a hacerlo pasados unos días, ya en casa. Mi bebé lloraba muchísimo y yo no sabía qué le pasaba. Le daba pecho a demanda, dormía con él, lo tenía todo el día literalmente encima y, aún así, lloraba y lloraba. No fue hasta que acepté que mi bebé necesitaba un tiempo de desahogo, un tiempo para recuperarse por lo que habíamos pasado, que no empecé a darle esa contención tranquila que necesitaba. Y todo empezó a fluir.

El contacto piel con piel tiene ese mágico poder de recuperar el tiempo perdido, de curar, de unir, de fortalecer el vínculo, de regular la temperatura, de dar seguridad y de volver a ese equilibrio que esperan nuestros bebés. Pero también está relacionado con la resiliencia. Por eso pienso, que aunque hay cosas que no se podrán recuperar nunca, sí tenemos la capacidad de darles todo el contacto del que carecieron en un momento dado, ya hayan pasado días, semanas, meses o incluso años.

Nunca es tarde para empezar a dar contacto. Sólo imagina lo reconfortante que es que te den un abrazo sentido y prolongado. Esa es la magia de la que hablo. Y está al alcance de todos nosotros.

Si tu hijo o hija no tuvo lo que esperaba cuando nació, si por cualquier motivo no fuiste capaz de proporcionárselo, no te sientas culpable. En aquel momento, como ahora, hiciste todo lo mejor que pudiste, con tus conocimientos y con tu mochila a cuestas. Simplemente empieza hoy a darle contacto. Hay muchas formas para hacerlo, puedes dormir con tu hijo si así lo desea, hacerle masajes, darte un baño con él, abrazarlo mucho, auparle siempre que lo pida y más, portearla, leerle cuentos abrazados, y cualquier cosa que se os ocurra.

Muchas madres me han contado los maravillosos efectos que tiene el contacto sobre sus hijos, aun cuando no empezaron de la mejor manera. ¿Qué experiencias tienes tú? Estaré encantada de escucharlas 🙂

 

Amaya Hansen – Maramayu

Foto: Lulù e la mamma via photopin (license)

El contacto ayuda a los niños a sentirse seguros ante las situaciones de estres

El contacto ayuda a los niños a sentirse seguros ante las situaciones de estres

Los seres humanos en general y los bebés en particular necesitamos algo más que alimentación, hidratación, higiene y sueño para subsistir, crecer y desarrollarnos de forma plena. Necesitamos además, y en la misma escala de prioridades, contacto, cercanía y seguridad: seguridad física, seguridad emocional, y seguridad psíquica.

Sentirnos en contacto y seguros nos ayuda a marcar referencias dentro del ambiente donde vivimos, donde desarrollamos nuestro día a día y que configura nuestra línea vital, e imparable, de desarrollo.

Observando las conductas de las personas en general ,y de nuevo ,las conductas con y hacia los niños en particular, he llegado a constatar que el adultocentrismo que nos rodea nos evita detectar y validar aquello que sienten los pequeños frente a una situación que reconocen como probablemente insegura y donde necesitando contacto para recuperar esa sensación, se les niega, bien sea de forma sistemática o puntual.

Creo que estarás de acuerdo conmigo en que partimos de la base de que la seguridad, los pequeños la construyen a través de sus interacciones con nosotros: adultos de referencia para ellos. Que las referencias de ¿qué es realmente peligroso? o ¿qué es habitual? la toman de nosotros: los adultos.

No es la primera vez que me llama poderosamente la atención, la tendencia que tenemos o tienen los adultos hacia la minimización de “riesgos” dentro de situaciones perturbadoras. Con esto quiero decir que algo que para nosotros es habitual, sabemos que no es peligroso, tendemos a pretender que también lo sea para ellos sin darnos cuenta de que en muchas ocasiones ellos están empezando a construir su seguridad y muchas veces quitamos importancia a lo que sienten, a sus sensaciones primigenias, y esto no ayuda.

Este verano, se nos dió ese tipo de situación, y nos vimos completamente inmersos en esas sensaciones, percepciones y sentimientos. Acudimos a un espectáculo nocturno, las noches mágicas del botánico, y nos pareció muy buena idea ya que hemos ido antes de tener hijos, y como adultos nos gusto el montaje.

La propuesta era un paseo de noche por el Bosque Atlántico donde van apareciendo Los personajes apenas iluminados por velas, la música, y las historias mitológicas que plantean. El espectáculo en si mismo, es altamente recomendable y muy entretenido para una noche de verano. Pero cuando fuimos hace años, sin nuestra hija, la experiencia fue bien distinta.

Asesoras Continuum

Esta vez hemos ido con nuestra pequeña de cinco años. El espectáculo ha variado un poco: antaño los personajes no interaccionaban contigo, se limitaban a actuar de fondo y de lejos. Ya entonces impresionaba, pero menos: Ahora impresiona más, por los tres personajes, hilos conductores del espectáculo, y sobre todo dos de ellos, que representan Trasnus traviesos que saltan y se ríen a carcajadas desde la oscuridad. Con una caracterización muy lograda, saliendo desde la oscuridad corriendo y colgándose de arboles y barandillas y saltando en medio del camino cuando menos te los esperas: ¡asusta!. Luego continúas el recorrido acompañado de Nuberus, Llavanderas, Xanas, Busgosus, Trasgos, Diaños Burlones, La Güestia… Historia de los tiempos antiguos a través de la mitología Asturiana.

Asesoras Continuum por Esmeralda Siriñadas

A mí como adulto que más o menos sabía de lo que iba el asunto: me asustó. A nuestra pequeña, y los pequeños cercanos, no llego a alcanzar  siquiera a explicar cómo les asustó. Nosotros habíamos hablado con Sira, le habíamos explicado cómo era más o menos el espectáculo y habíamos comentado que había personajes, qué era la mitología, qué podíamos esperar. Y su primer grito de terror cuando vio un duendecillo verde subirse a una tapia de un salto y gritar como a medio metro de nosotras aún lo estoy escuchando.

Estaba sobre los hombros de su padre para ver mejor y saltó igual que una ranita, hacia mí, hacia la mochila que tenía colgando en mi cadera. Si no llegamos a llevar la mochila no hubiese llegado a disfrutar del espectáculo como al final hizo. No conozco si la actividad plantea la posibilidad de ser realizada en carrito o silla, pero mi percepción es que no debe ser fácil de caminar en semipenumbra, por caminitos estrechos, subiendo y bajando en un suelo de tierra, y con mucha gente alrededor. No es la situación más adecuada para el uso de sillas, por lo tanto, el porteo se hace necesario si queremos hacerlo con niños, por una cuestión de comodidad, pero este sería otro tema.

Mi hija iba recogida como un ovillo, viendo y mirando: observando todo por una rendija. Hasta que se fue confiando poco a poco, dándose cuenta de que era seguro: que nosotros le hablábamos, que estábamos con ella, que reconocíamos y validábamos su miedo y su susto. No quiso bajarse en ningún momento, pero llegó a saludar a uno de los Trasnus, se rió con el, y le llamo traviesillo. Pudo disfrutar del espectáculo y ha pedido volver, sin mochila, porque ahora: ¡ya no le asusta!.

La reacción ante el mismo inicio de espectáculo alrededor nuestro fue bastante impactante para mí. No había muchos niños, y los poquitos que había, 6 ó 7, eran más o menos de la edad de mi hija, año arriba, año abajo, con lo que conlleva un añito en estas edades tan tempranas.

La reacción generalizada fue un compendio de negaciones, aderezadas con gestos y risas, risas hacia las reacciones de los niños, ninguneando sus sensaciones y sentimientos:

  • «No es para tanto»
  • «No seas tonto: que está disfrazado»
  • «No llores que es de broma»
  • «¡Venga! que ya eres mayor, no te puede asustar»
  • «¿Ves que yo me asuste? pues ¡eah! camina».
  • «Pues si lloras así, no te llevo más a ningún sitio!»

Nos cuesta darnos cuenta que no son adultos en pequeño, son niñas y niños, y están dando sus primeros pasos en este mundo nuestro, en esta sociedad nuestra, y esos pasos serán más sólidos y firmes, cuanto más arropados, reconocidos y validados se sientan los pequeños en esta etapa de la vida.

 

¡Ponle nombre a sus sentimientos!: Son Suyos

Valídalos y dales sentido: reconocer sus sensaciones es crucial para que se sientan seguros

y esa seguridad se alcanza desde el contacto, la cercanía y el apoyo.

 

Salimos del espectáculo, con la peque aún en la mochila, riendo y contándonos todo lo que había visto y saludando a los Trasnus desde la distancia. Nosotros  tomados de la mano, contentos de constatar una vez más, todo lo que el porteo, en ese caso en forma de nido seguro y cerca nuestro nos aporta. Se nos acercó una mamá que nos dijo: «Qué envidia me habéis dado todo el rato», solo pude sonreirle.

Si quieres saber más sobre  Mitología Asturiana en Wikipedia

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