No alcanza con el instinto. Por Irene Petroff
Cada mujer llega a la maternidad de manera diferente.
Hay algunas que llegan sin buscarlo, otras que lo planifican durante mucho tiempo, otras que lo buscan hace rato.
Hay algunas que llegan con nada de información, otras con muy poquita, y otras con una cantidad de información asombrosa.
Y cada una se estrena como madre con una pesada mochila a cuestas, que a veces conocemos, otras no.
Pero invariablemente ,la maternidad se encargará de mostrarnos matices o colores que nunca antes habían aflorado.
En este universo de la maternidad hay muchas maneras de hacer las cosas.
Las que se rigen a pies juntillas con lo que el personal de salud les dice, las que buscan profesionales sanitarios con los cuales empaticen filosóficamente hablando, las que reniegan del personal de salud buscando su propio camino. En este buscar el camino, se despierta otra voz que estaba dormida o acallada, la voz del instinto.
El instinto materno es algo que todas las mujeres llevamos a cuestas. El instinto materno es lo que garantiza, biológicamente, la preservación de la especie. ¿Se imaginan que pasaría si las mujeres dejáramos de atender a nuestras crías?
Ese instinto materno es lo que hace que el motor de cuidados hacia nuestros hijos se active con el parto, un motor que viene andando, en algunas más en otras menos, desde que somos muy pequeñas.
Puedo comprobar cotidianamente con mi hija, cómo se emociona, cómo interactúa dulcemente con los bebés cercanos. Más allá de que mi hija es un ser luminoso (yo no podría decir otra cosa), lo que le pasa al ver un bebé es que los mecanismos biológicos de cuidar a una criatura, se activan. Todas las mujeres tenemos eso. Pero la vida en sociedad, la vida “intelectual” muchas veces opera en contra y hace que ese instinto, innato, se acalle, se silencie. Y entonces llegamos a la maternidad con nuestro instinto dormido. Y cuando éste se va despertando, de a poco, le cuesta mucho encontrar la huella del camino, porque ese camino está lleno de maleza, la maleza de la cultura, de la información.
Dentro de los grupos maternales se escucha mucho el “escuchá tu instinto”.
Y esto está bien, pero a veces es muy difícil discernir si lo que nos está hablando es nuestro instinto o la voz de lo cultural que venimos mamando desde el nacer, la voz del patriarcado… se hace muy difícil saber qué tenemos que escuchar.
Y caminamos en redondo buscando dentro nuestro soluciones que no encontramos, señales que no vemos, consejos que no hallamos.
A veces encontramos el norte cuando nos dejamos acompañar en el camino por otras mujeres que ya transitaron rutas cercanas a la nuestra, que ya han pasado por nuestras incógnitas, que ya han encontrado sus respuestas a preguntas similares. Mujeres que se dejan llevar por el instinto, pero también acompañadas por la evidencia científica:
Las Asesoras Continuum.
Irene Petroff
Casa en Construcción
1ª Promoción Asesoras Continuum