Llevo 5 años de lactancia ininterrumpida. En todo este tiempo he realizado varias formaciones de asesoramiento en lactancia y he acompañado a muchas familias en su camino.
Mi inicio en la lactancia no fue lo que soñaba. Vivi un parto con violencia y separación que nos hicieron perder el agarre espontáneo idílico, la impronta… Y muchas cosas más.
Cuando me reencontré con mi pequeño ya le habían dado un biberón en contra de lo que nosotros pedimos. Ya había terminado el periodo de alerta despierta del recién nacido y no se agarraba al pecho. En menos de 5 minutos una enfermera me colocó una pezonera.
Poco a poco conseguimos instaurar la lactancia con pezonera y aunque lo intenté sin ella varias veces, las pezoneras nos acompañaron durante 3 años y medio, hasta que mi segundo hijo nació.
Hemos tenido muchas pezoneras. Dos siempre encima, por si se perdía o ensuciaba una. Varias en la cama para encontrarlas con facilidad mientras dormitábamos….
Las pezoneras han sido clave en nuestra lactancia, nos han acompañado hasta que una vez nacido su hermano y ver que mamaba sin pezonera (en un pecho, el otro requirió unos días de pezonera por movilidad maxilofacial afectada por el parto), sé decidió a mamar sin ella. Desde entonces, y ahora tiene 5 años, mama sin pezonera compartiendo complicidad, miradas y juegos juntos.
La lactancia del mayor con pezonera ha sido placentera aunque no fuera lo que yo soñaba y supuso un gran trabajo de aceptación y duelo… No hubo dolor físico, ni infecciones, ni ningún otro problema más allá de tener que llevarlas encima.
La segunda lactancia está siendo disfrutada, sin silicona de por medio, pero distinta por otros motivos. Ingugirtación, mastitis, mordiscos, agitación… hacen que en algunos momentos pese más.
Probablemente siempre me enfade al recordar a la persona que plantó la pezonera en mi pecho, pero lo cierto es que la pezonera forma parte de nuestra historia. No solo de la lactancia. Ha sido un objeto de transición y de calma muy importante para mi hijo. Con tomarla en la mano se ha calmado en momentos en los que no estaba yo, ha dormido durante más de la mitad de su vida con ellas cerca.
Y ahora juega de vez en cuando con ellas.
He visto grietas curarse en tiempo record tras ayudar a mejorar posturas y proponer pezoneras a mujeres que lloraban solo de pensar en la siguiente toma. He visto mujeres que han decidido seguir con pezoneras cuando ya no querían sufrir (palabra textual) más.
Como siempre dice Nohemí Hervada, la lactancia es multifactorial y lo que le sirve a una, no sirve para todas…
Pero no, las pezoneras no son el mal… Son una herramienta que hay que saber utilizar .
Es un día frío y gris fuera de la sala del juicio, la sala está repleta por el lado de los demandantes, en cambio el lado de la demandada se encuentra desierto. De pronto se interrumpe el ruido y se abre una gran puerta al fondo del lugar y aparece el honorable juez. Todos en silencio lo observan, algunos con gran desprecio observan a la demandada.
Señor juez: Buenos días, se abre el caso número 98.455, contra la demandada aquí presente, los cargos son cientos, por lo tanto, sólo nombraré algunos:
No producir suficiente (trabajo deficiente), dejar de trabajar a los 6 meses, obesidad en el usuario, provocar caries en el usuario, avergonzar a terceros, incitar a la dependencia extrema del usuario, no cumplir con horarios establecidos de trabajo, no poseer las características adecuadas para un trabajo perfecto, etc.
Comenzamos el juicio… Señor abogado de la parte acusadora, por favor llame a sus demandantes a declarar.
Abogado demandante: Gracias señor juez, llamo al estrado al pediatra, matrona, dentista, vecina, tía y señor del transporte público. Señores por favor, uno a uno detallen su experiencia y los cargos que presentan contra la demandada.
Pediatra: Muchas gracias. En innumerables casos me he encontrado con la misma situación: usuarios que suben pocos gramos a días de comenzar, me parece que el trabajo de la demandada ha sido deficiente, no cumple con las tablas de crecimientos lo cual me deja en la obligación de entregar a la madre del usuario indicaciones para una alimentación adecuada, para que esos gramos se conviertan en kilos y lograr una nutrición óptima: Mi cargo contra la acusada es que su trabajo es deficiente.
Matrona: No cuenta con las características necesarias para un buen trabajo. El tamaño y la forma no son acordes a lo que se necesita para realizar un trabajo a la perfección, por lo tanto mi cargo es que no cumple con lo estéticamente correcto para una función adecuada.
Dentista: He tenido la desdicha de conocer casos terribles de caries, y eso es debido no sólo a una higiene deficiente, sino al consumo nocturno y extendido luego del año de uso, por lo tanto el cargo es provocar caries por un mal manejo de la demandada.
Vecina: Me ha tocado presenciar de forma directa el uso excesivo del usuario, sin duda incitado por ella, lo que ha provocado una dependencia extrema. Esto provoca que el usuario sólo quiera estar con la demandada y el único consuelo sea ella, terrible.
Tía: En muchas ocasiones le he dicho que su trabajo ya es deficiente luego de los 6 meses y que debería dejar de trabajar, por el bien del usuario, ya que no lo alimenta lo suficiente y hace que él ya no desee ningún otro tipo de alimentación, lo que provocará que este se enferme.
Señor del transporte público: Pasé una vergüenza terrible, la demandada debería hacer su trabajo en sus dependencias, no es posible que yo y el resto de la gente, debamos presenciar su trabajo de forma tan libre como ella lo desee. El resto de las personas merecemos respeto.
Abogado demandante: Bueno señor juez, mis demandantes ya han expuestos sus experiencias y cargos contra la demandada, no tenemos nada más que exponer, muchas gracias.
Todos vuelven a su lugar, la demandada se encuentra muy triste, sin palabras, casi no puede mirar al frente.
Señor juez: Muchas gracias abogado, (mira ahora al lugar de la demandada): abogado de la parte demandada, por favor haga pasar a sus testigos.
Abogado demandada: No tengo testigos señor juez, pero yo pasaré a declarar y dar mi defensa. (camina con paso firme al estrado)
Como pueden observar, no tengo testigos, no tengo un abogado defensor, yo soy la demandada y la responsable de mi defensa.
Así es como me sentí, así es como nos sentimos en muchas ocasiones, en constante juicio, recomendaciones, mitos, información desactualizada sobre lactancia materna. Nuestra leche es maravillosa y es fuente de vida, amor y alimento de nuestros hijos, muchas preferimos callar, otras preferimos defendernos, pero muchas otras estamos también poco informadas. A veces, porque el consejo viene de un profesional de la salud, hacemos caso y muchas lactancias camino a ser exitosas acaban fracasando. Salimos de las consultas con un dolor intenso en el pecho, sintiéndonos culpables, muchas veces llorando, porque sentimos que no lo hemos hecho bien.
Así es, la teta somos nosotras, si nos dicen que la teta no es suficiente, sentimos que no somos capaces de alimentarlos, si tiene caries, sentimos que le estamos haciendo daño, si «avergonzamos» a alguien por amamantar en público, de forma inconsciente nos tapamos, siendo que es algo tan natural.
¡No necesitamos más culpas, no necesitamos más juicios, déjennos amamantar libres y en paz!
La demandada seca sus lágrimas, mira a su bebé al pecho, lo besa, este sonríe y ambos regresan a su lugar.
Señor juez: (se ve muy conmovido) Muchas gracias señora demandada.
Considerando lo expuesto por ambas partes, declaro a la demandada inocente de todos los cargos. Desde este momento se encuentra libre de todo cargo y enviamos a los demandantes aquí presentes a una actualización obligatoria en lactancia materna, además de pedir disculpas públicas a la demandada.
Se cierra el caso.
Teta ¿culpable o inocente?, cuando hacemos juicios o culpamos a la lactancia, estamos culpando y enjuiciando a la propia madre, expuse algunos profesionales, pero ha sido sin afán de generalizar, sé que hay muchos profesionales promotores de una lactancia exitosa.
Existen actualmente muchos cursos de actualización, un buen profesional está en constante formación, las propias madres estamos estudiando día a día, para ayudar a otras y entregar lo mejor a nuestros hijos, ahora les toca a ustedes.
A pocos meses de dar a luz, pienso en muchas cosas: ¿cómo demonios se cuelga en el tendal una ropita tan pequeña?, ¿seré capaz de cortarle las uñas sin amputarle un dedo?, ¿cómo le voy a cambiar el pañal en un baño público sin cambiador?, ¿nacerá tan pequeñita que la podré lavar en el fregadero de la cocina para no tener que agacharme en la bañera?, y sin embargo… ¡los misterios de la lactancia!…
No estoy preocupada por el parto o por la lactancia.
Porque confío en mi cuerpo, y porque confío, tanto o más, en mis matronas y en mi asesora de lactancia.
Lo de la lactancia materna, supongo que por no ser especialista, siempre me ha parecido algo misterioso. Me parece sorprendente la cantidad de lactancias frustradas y no exitosas que hay en nuestro entorno.
Últimamente he pensado mucho en una de mis alumnas, Victoria, la mamá de Sonia y de Alexia, que acaba de nacer; le ha dado teta dos semanas… También en una de mis mejores amigas, mamá de Paulo, al que no consiguió darle teta, y de Xiana, a la que le dio apenas cuatro meses.
Y he pensado muchas veces en un montón de mujeres más que conozco y que han tenido lactancias maternas abandonadas en las primeras semanas o que ni siquiera han llegado a establecerse correctamente. Mujeres que conozco y que sé que son inteligentes, con carácter, sensatas, madres afectuosas e implicadas… pero que quizás no supieron enfrentarse a sus miedos, o a su entorno, o al dolor, o no tuvieron la suficiente información y/o ayuda.
Y también he pensado en mi hermana pequeña y en sus dos lactancias exitosas y placenteras.
Mi hermana, una mujer voluble, impredecible, a veces algo descentrada… pero capaz de sentirse como en una isla desierta cuando es necesario e ignorar todo lo que le digan los demás, incluidos los médicos. Porque ella no acepta ninguna autoridad sólo porque venga envuelta en una bata blanca; capaz de seguir sólo sus impulsos, sus instintos y su propio bienestar.
Mi hermana pequeña nunca se identificó especialmente con el ambiente de los grupos de apoyo a la lactancia. No se decidió por la lactancia materna tras una reflexión intelectual sobre la salud de sus hijos. No fue una decisión meditada y racional, sino sobre todo un impulso biológico. Tampoco sacó la teta en el museo del Prado y se negó a marcharse cuando la invitaron amablemente a hacerlo por hacer ningún tipo de reivindicación. Ella dio la teta a sus hijos porque se lo pedía el cuerpo, porque le gustaba y porque le resultaba cómodo; y no se movió de aquel banco del museo simplemente porque le dolían los pies.
Dio la teta porque es una persona hedonista y bastante perezosa para algunas cosas.
“¿Lactancia prolongada?… yo doy la teta porque me ahorro tener que preparar el desayuno del niño”.
No sé qué hubiera pasado si llega a encontrarse con algún problema, no sé si ese hedonismo le hubiera llevado a luchar o a rendirse. Tampoco sé si hay menos probabilidades de que surjan problemas si se tiene una personalidad como la suya.
Sé que hay frenillos cortos, ingurgitaciones, hipogalactias y demás dificultades, pero, desde mi ignorancia, creo que no puede ser que la mayoría de las mujeres y bebés tengan problemas tan graves que impidan la lactancia porque entonces la especie se hubiera extinguido.
Creo que el plan que la naturaleza tenía previsto se parece más a la realidad de mi hermana pequeña: voy a hacer que la lactancia sea algo que te guste y que te facilite la vida para que, aunque sea de manera egoísta, la lleves a cabo y tu bebé sobreviva.
Yo tampoco soy de «Confía, confía, que la madre Tierra lo solucionará». Personalmente, he tenido que escuchar comentarios de ese tipo con respecto a otros temas (sobre todo de salud) y me he tenido que contener para no repartir bofetadas. Pero creo que sí es verdad que en general no confiamos y que, en un principio, no hay motivos para desconfiar de un mecanismo que tiene más que comprobada su eficacia en nuestra especie.
El problema es que, alrededor del cuerpo femenino y su capacidad para gestar, parir y lactar, solo hay desconfianza, por parte de la propia mujer pero también como reflejo de la de la sociedad y, por supuesto, de una parte importante del personal sanitario.
Y todo el rato vuelvo a pensar en mi hermana pequeña, que nunca ha sido una persona que sienta un amor loco y una aceptación incondicional de su propio cuerpo, pero que nunca dudó de él ni un segundo en lo que concierne a su capacidad para lactar.
La lactancia es multifactorial. Cada vez voy siendo más consciente de la cantidad de factores que pueden influir en que una lactancia sea placentera y exitosa o no. Pero sospecho que esta confianza y esta búsqueda del propio bienestar deben ser parte importante en la ecuación.
“Voy a hacer que la lactancia sea algo que te guste y que te facilite la vida, para que, aunque sea de manera egoísta, la lleves a cabo y tu bebé sobreviva”, madre Naturaleza trazando su plan.
Hoy acaba la semana mundial de la lactancia materna 2015, la mundial pero como Spain is different aquí se celebra a primeros de octubre, jejeje! Por eso, aprovecho hoy para hablaros de lactancia. Pero para eso vengo con una de mis comadres más queridas Sylvie Riesco, la autora del libro La Magia de la leche: Historias de amor con mucho sabor.
Cuéntanos brevemente de lo que trata La Magia de la leche.
“La Magia de la Leche” es una guía de lactancia materna y crianza concebida de madre a madre. Ofrece la experiencia, el ser y el saber de madres, padres, asesoras de lactancia y matronas que comparten sus historias para proporcionar información, normalidad, tranquilidad y mucho amor ante la llegada de una nueva criatura.
Tejido entre mujeres, escuchados los padres y acompañado por profesionales de la salud, este libro nos invita a entender la lactancia materna como otra forma de criar. Me gusta decir que es un cuento de cuentos que giran en torno a la maternidad, la lactancia y la crianza de nuestr@s pequeñ@s.
Sylvie Riesco firmando el libro en la feria del libro de Madrid
¿Siendo una simple madre como se te ocurrió que podías escribir un libro sobre lactancia?
Me encanta escribir y parte de mi carrera profesional está vinculada a esta actividad pero nunca había sentido que necesitaba transmitir algo con tanta fuerza.
Mi vida cambió radicalmente cuando me convertí en madre. Sentía que quería saborear y exprimir cada momento pero también experimenté los miedos que toda familia vive al recibir a una nueva criatura. Y en medio de estas sensaciones, lo encontré: un grupo de mujeres que vivía la maternidad de una manera que me enamoró, que tenía siempre palabras de consuelo o ánimos para una recién parida y madre lactante. Sentirme identificada y respaldada fue vital para no abandonar nuestra lactancia. Escuchar y compartir con otras mujeres dudas y situaciones me ayudaba a definir cómo criar a mi pequeña.
Los primeros tiempos de un bebé son preciosos pero también constituyen un reto. Igual que a mí otras me lo habían puesto fácil, pensé que nuestras experiencias podrían guiar y ayudar a muchas otras mamás y familias. En lo cotidiano y en lo más anecdótico, en situaciones normales y algo más complicadas… Se trataba de pasar un relevo de “información, calma y seguridad”. Por eso ser una “simple” madre era suficiente… porque no estaba sola. Contaba con el privilegio de estar rodeada de muchas más.
¿Porque elegiste escribir el libro de esta forma, cediendo la palabra a otr@s?
Yo llegué a un grupo de lactancia cuando mi hija mayor tenía tres semanas de vida. Hay un antes y un después de aquella visita. A partir de entonces mi maternidad fue el fruto de lo que yo vivía y aprendía de otras muchas mujeres. Fue tal la inyección de vivencias distintas, de consejos que se acoplaban a unas u otras situaciones y de acompañamiento que eso es lo que quise retratar en el libro.
Pensé que mi experiencia era “única” (porque era la mía) pero era sólo “una”. Concebía por eso el libro como una ventana a todo un mundo: había tanto tan enriquecedor ahí fuera, dentro de cada mamá y cada familia…Así que desde el inicio hice que el libro fuera un lazo entre dieciséis familias, diseñé un índice donde cada una pudiera aportar un pedacito de sus vidas. Cada una de ellas se centraría en un aspecto concreto (y tendría un gusto distinto. En la variedad está la riqueza. Y…¿por qué no decirlo? Creo que cuantas más situaciones se retrataran, se podría llegar y ayudar a un mayor número de mujeres y familias (ej. las que tienen un hijo o las que tienen dos, las que van a amamantar en tándem o las que pasan por la lactancia mixta, las que cuentan con apoyo desde el principio o las que viven situaciones emocionales adversas…)
Tras la presentación en el Hospital de Torrejón con muchas de las familias que participaron en el libro
Es evidente que la maternidad ha cambiado tu vida y la de tus compañeras de viaje en el libro, crees que tu libro puede cambiarles la maternidad o paternidad a otr@s?
Cada hito en nuestra vida cambia nuestro lugar y percepción de las cosas. Y por supuesto, para nosotras la maternidad nos re-define en la vida. Creo que es fundamental dejar fluir y vivir empapándonos de cada etapa. Por eso, no hay que anclarse en el miedo y la duda o sentir que lo que nos pasa es “extraordinario”.
Me encantaría que en medio de la duda, el miedo, el agotamiento o el desconsuelo el libro pudiera ser alivio y bálsamo. He de decir que numerosas mamás me han dicho que se han sentido identificadas y creo que ahí ya se encuentra una clave para caminar más segura.
Tantas historias distintas vienen a recordarnos que lo que te ocurre/sientes es normal y que estás arropada por muchas otras mujeres que pasaron por aquí. Por eso estoy convencida de que para cualquier familia el libro abre una ventana a todo un horizonte enriquecedor. Pero, por supuesto, también te invita a descubrir que el verdadero camino de la lactancia y la crianza es el tuyo, el que tú y tu familia decidáis. La Magia de la Leche: Historias de amor con mucho sabor es alimento, consuelo, vínculo, relación, sabor al otro, amor… ¡ahí está la magia!
¿Qué crees que falta a las madres de hoy que podrán encontrar en tu libro (y que no encontrarían en otro)?
Creo que La Magia de la leche recupera algo perdido en nuestra sociedad: el contacto entre mujeres, entre miembros de una misma tribu llamada maternidad.
Antiguamente, nuestras abuelas hablaban con las vecinas a la puerta de casa y se desahogaban compartiendo sus experiencias, aprendiendo de otras y dejándose aconsejar. Hoy no hay tiempo. Apenas nos detenemos a saludar…cuánto menos le contamos nuestra vida a la vecina que apenas conocemos.
La lectura de La Magia de la Leche es en sí misma una sesión (o varias) de un grupo de lactancia donde varias madres abren sus corazones y sus vidas para que su historia pueda poner un poquito de luz a la tuya. Pero además, este libro cuenta con profesionales de la maternidad: enfermeras, matronas y asesoras de lactancia. Sin embargo, se entremezclan con las “simples madres” para que se convierta en una guía de “tú mamá” a “yo mamá”, para que se sienta la cercanía y la naturalidad de la lactancia.
Y por último, pero creo que realmente innovador, es contar con un capítulo dedicado a la figura del padre. No es fácil que ellos hablen…tal vez porque no se les ha preguntado. En el libro mantuve un debate/entrevista con nueve padres que, os aseguro, tenían mucho que contar. Son parte activa de esta vivencia, por supuesto. Parece que hablar de lactancia es centrarse en la mujer y su criatura pero… La Magia de la Leche nos hace brindar a todos: madres, padres, profesionales y todos los que al fin y al cabo amamos a nuestros recién llegados. Si la leche tiene magia desde luego Sylvie es una gran maga que ha podido hacer una pócima con 16 ingredientes (mi familia siendo uno de ellos), y espero que lo leas porque seguro te hechizará!
Independientemente de que la firmé porque apoyo la iniciativa al 100%, y esta es mi opción personal, te quiero contar porque me parece una cuestión de Salud Pública. Aunque por todos los puntos, en esta ocasión me voy a centrar en un sólo punto en concreto:
Que se promueva la realización de las Analíticas
y Cultivos de Leche Materna Humana.
Una petición que más allá de la búsqueda de falsos enemigos como las luchas entre mujeres que amamantan o que no amamantan, las que son feministas o las que no lo son, las que son bomberas o las que son amas de casa, las unas o las otras. bla bla bla bla bla bla.. tenemos que olvidarnos de nosotras y nosotros mismos y pensar en el alimento que el cuerpo, la mente y el espíritu de un bebé humano espera y necesita para crecer lo más sano posible, el alimento natural inicial de nuestra especie.
Es por eso que ante una verdad tan flagrante como que la leche materna Humana no es ni más ni menos que la Alimentación Natural de nuestra especie, y que como especie no la defendemos como NOS merecemos quiero que conozcas la importancia de esta necesidad.
Es como mínimo inversomil que en la medicina actual, en la que todos somos usuarios cuando vamos al médico, te hagan un análisis de orina en todos los ambulatorios o casi, un análisis de sangre y una analítica pueda estar a la orden del día. Claro, se mandarán a un laboratorio, pero se hacen.
Seguro que tú te has hecho alguno de estos análisis en algún momento. Pero que tengas que ser Houdini para encontrar un laboratorio que analice leche materna cuando hay una posible infección.
La leche materna en nuestros días es tratada como secrección humana tabú empujada casi al «límite sexual», incluso en la mente de algunos colectivos: como «sucia». La leche materna no es tratada ya no digo igual, sino que ni siquiera equitativamente si la comparamos con el resto de fluidos del cuerpo humano.
Quizás lo único que no se analiza es la cera de las orejas porque si me apuras hasta el sudor es analizable. Se analiza la saliva, se analiza la sangre, se analiza la orina, se analiza el esperma, se analiza la regla.. anda esto tampoco ejem… pero NO se analiza la leche materna.
La leche materna que ayuda a nuestro cerebro a crecer, como la naturaleza ha preparado que crezca para estar por lo menos lo mejor que ella pueda darnos… que no es poco, al contrario, es muchísimo. Que es alimento, y medicina a la vez, que es cariño y contacto también, pero no sólo eso.
En fin que poniendo de nuevo los pies en la tierra… perdoname pero se me ocurre pensar que a alguien nunca le han dolido las tetas.. bueno: el pecho, mientras querían amamantar a su hijo. Lo que si te puedo decir es que es muy doloroso, y compromete una de las más grandes preocupaciones de cualquier madre: la alimentación de su hijo.
Estamos hablando de una cuestión de priodidades y la Defensa de la Alimentación Infantil Natural ¿es menos prioritaria? ¿Ni siquiera equitativamente prioritaira a la Defensa de la Alimentación Sana de los Diabéticos, A la defensa del consumo de X frutas y verduras por día,…?
A lo mejor al leerme dirás pero ¿por dios qué enfermedad tan grave está evitando el realizar cultivos de Leche Materna Humana? Claro, este es el caso… que es considerada como menos importante… Con un cultivo de leche materna podemos saber si una mamá tiene una mastitis infecciosa.
Pero ¿Qué es una mastitis?
«La mastitis infecciosa, es la principal causa médica de destete precoz. Esta alteración provoca la inflamación y obstrucción de los conductos galactóforos. Algunas mastitis pueden cursar de forma aguda y con una sintomatología florida, tanto local como general (fiebre, escalofríos, inflamación de ganglios, dolores musculares y articulares, malestar general,…), e incluso derivar en un absceso; el agente etiológico de tales casos es, casi invariablemente, Staphylococcus aureus.
Sin embargo, en la mayoría de las mastitis (mastitis subagudas y crónicas), los síntomas se restringen a la glándula mamaria y se caracterizan por un dolor intenso en forma de pinchazos, calambres o sensación de quemazón, acompañado o no de lesiones en el pezón. En algunas ocasiones, la mastitis puede incluso ser subclínica y caracterizarse por una falsa sensación de disminución en la producción de leche cuando, en realidad, lo que está afectado es la secreción debido a la obstrucción de conductos. En estos últimos casos, los agentes responsables suelen ser estafilococos coagulasa-negativos (fundamentalmente Staphylococcus epidermidis), algunas especies de estreptococos, como Streptococcus mitis o Streptococcus salivarius y ciertas especies del género Corynebacterium.
¡Igual cuando se pongan a analizar descubren otros responsables! Eso no importa… lo que sí importa es que si no se analiza no lo sabremos NUNCA. Y estamos obviando que se trata de patologías y que se tienen que tratar como tales, no ningunearlas, no ignorarlas.
Parece que es más fácil ignorarlas que ponerles remedio y mandarte un antibiótico correcto.
Además, desgraciadamente, cada vez es mas frecuente la aparición de cepas resistentes a los antibióticos utilizados normalmente en el tratamiento de las mastitis, por lo que es aconsejable que se realicen antibiogramas para determinar cual es el antibióticos mas eficaz.
Así que sí es importante qué antibiótico nos receta el médico que no lo puede saber por ciencia infusa, debe hacernos un cultivo.
Sin embargo lamentablemente por el momento en muchos casos no deja de ser una mamá con las tetas inflamadas, congestionadas, un enorme dolor de pechos, y mucha fiebre… vamos un «catarro» y la renuncia a la lactancia materna porfracaso «materno», y no por enfermedad, que es lo que es en realidad.
Analizar y realizar cultivos de la leche materna en laboratorio ante la posible existencia de mastitis infecciosa, es una cuestión de Salud Pública.
Te invito a firmar si crees como yo que ya es hora de tomarse en serio esta patología:
Voy a proponerte un ejercicio para tu memoria: Intenta recordar tu época de estudiante. Piensa en algún profesor de esos que aún recuerdas. De los que conseguía que te apeteciera no faltar a sus clases, que consiguió despertarte pasión por una asignatura o un tema que quizás, a priori, no era de tu interés. ¿Lo tienes? Ahora piensa en qué tenía de especial con respecto a todos los demás. Seguramente has tenido en tu vida escolar decenas de profesores, pero sólo unos pocos dejan esa huella.
A lo largo de nuestra vida vamos conociendo muchas personas de las que aprendemos.
Aprendemos de lo que nos enseñan, de lo que no nos enseñan, pero sobre todo aprendemos mucho del cómo.
Aprendemos más de su aCtitud que de su aPtitud.
A estas alturas ya todo el mundo sabe que un buen asesor no es sólo aquél que tiene muchos conocimientos en su campo. Un buen asesor, es aquél que sabe transmitirlos de tal modo que cumpla su función. Que le sirva a la persona que le pregunta.
La semana pasada Elena López nos explicaba la importancia de saber asesorar en porteo, y yo hoy quiero hablaros de cómo ser una buena asesora de lactancia.
He empezado queriendo que recordéis a alguna persona que os inspiró en vuestra infancia y/o juventud, porque al final, esa es la meta. Algunas personas piensan que para ser una buena asesora de lactancia hay que saberse muy bien la teoría, conocer al dedillo los compuestos de la leche materna, saber distinguir patologías por los síntomas, ver frenillos y clasificarlos por grados, saberse todo lo relacionado con la fisiología de la lactancia… y es cierto. Todo eso hay que saberlo. Pero no basta.
En un campo como el de la lactancia, que es como siempre digo: multifactorial, complejo, en el que confluyen tantos aspectos a tener en cuenta y no sólo los físicos… es un campo como este no basta con saberse muy bien la teoría.
EL otro día relataba en un post para mi blog mi primera visita a una asesora de lactancia tras el parto.
Imaginad: madre primeriza, dolorida, asustada, preocupada… Mi bebé no había hecho pis ese día y a mí me dolía el pecho, tenía incluso una herida en la areola. En la clínica sólo supieron darme pezoneras y decirme que me pusiera crema hidratante en la herida ( sí, crema hidratante de la cara… sin comentarios). Afortunadamente yo sabía de la existencia de los grupos de apoyo y de las monitoras de lactancia ( como se llamaban en esa época en esta asociación en concreto). Así que el mismo día que salí de la clínica, sin poder apenas sentarme del dolor de la sutura de la episiotomía y las hemorroides, fuimos a buscar ayuda como quien va a Lourdes.
Para resumir la historia, decir que las palabras que me dedicó esta persona fueron literalmente:
-«Esto está muy mal. Este niño lleva mucho sin comer, seguramente le ha bajado la glucosa y la glucosa es el alimento del cerebro»
Si os digo que empecé a temblar… sólo acertaba a decir:
-«Pero ¿está bien? ¿le he causado daño cerebral a mi bebé? ¿Se va a poner bien? ¿Es irreversible?
Y todo eso mientras lloraba presa del pánico. Pánico como pocas veces en mi vida.
Me imaginaba siendo la causante de lesiones cerebrales en mi hijo. Y yo sólo había intentado ser la mejor madre del mundo, como todas. Quería un parto natural porque sabía que «era lo mejor». Dije que no le dieran biberones porque quería que tomara teta. Aguanté el dolor porque creía que es: lo que hay que hacer. Y en ese momento, con esa frase sólo me veía como una perfecta irresponsable que le había causado a su hijo poco menos que parálisis cerebral.
¿Creéis que es exagerado?
Si habéis sido madres y os habéis topado con este tipo de comentarios o similares en medio de una dificultad, sin duda sabéis que no es exagerado.
Una madre recién parida es básicamente una máquina de preocuparse. Biológicamente esto tiene todo el sentido, porque es lo que hace que sepamos si todo va bien, y si no, que hagamos algo para solucionarlo.
Por eso el trabajo de las asesoras de lactancia es tan delicado. Por eso no me cansaré de insistir en que no basta con saber, no basta con conocerse el Lawrence de memoria. Ni siquiera basta con acumular diplomas. Eso está bien, pero no basta.
Hay que reconocer que nuestra actitud, nuestro mensaje, nuestro lenguaje corporal, nuestro vocabulario, el tono, las miradas… todo ha de ir en consonancia con lo que queremos: TODO. Y lo que queremos no es demostrar cuánto sabemos y que sabemos arreglar cualquier problema que se nos presente.
Uno de mis talleres presenciales AsesorArte: Taller Habilidades de Comunicación para Asesoras de Lactancia
Si esa es tu actitud, seguramente tendrás muchas batallitas que contar de lactancias salvadas y muchas madres dándote gracias cada vez que te ven. Como decía un sabio: «Ya tienes tu propio pago». Pero para mi la actitud adecuada, la que intento transmitir a mis alumnas es:
«Las asesoras de lactancia estamos para contribuir a que las madres consigan lactancias exitosas y placenteras»
Eso pasa por mostrar cómo pueden hacerlo ellas y sus bebés, no sólo con hacérselo nosotras.
Eso pasa por saber cuál es el problema, sí, y buscar soluciones, pero no ganamos nada con añadir culpa a la que ya traemos todas las madres de serie.
Para conseguir amamantar , y más cuando hay problemas, la madre necesita empoderarse y confiar en que ella puede. Y mostrarle cómo. Echar más leña a la hoguera de la sempiterna culpabilidad materna lo único que hace es ponérselo aún más difícil, sea cual sea la dificultad que tenga que vencer.
En mis casi 9 años como asesora de lactancia, he visto muchas cosas. Yo misma actuaba al principio de una forma que sólo el tiempo y el deseo de estar a la altura de la confianza que me otorgaban las madres han ayudado a pulir y mejorar.
Una buena asesora no aprende sólo de los libros y los cursos, aprende sobre todo de observar a las madres, a los bebés, y de replantearse siempre su propio trabajo, su propia actitud, sus propias formas de trabajar y sobre todo desde dónde lo hace.
No digo que a veces no seamos nosotras las responsables de haber «salvado» una lactancia… pero sólo en un sentido, y mucho más pequeño del que creemos, por eso odio esa expresión. Porque al final, quien está toma tras toma con el bebé en brazos, a pesar del sueño, luchando contra su miedo, con el dolor a veces, con la inseguridad, con el sentimiento de ser una mala madre y una incompetente, con las críticas y la falta de apoyo… esas son las madres, no nosotras. Las lactancias las salvan las madres y sus bebés.
Así que si eres una asesora de lactancia o te estás formando o quieres formarte en el futuro, pregúntate:
¿Tengo claro que debo trabajar mi aCtitud y no sólo mi aPtitud?
¿He resuelto mis propias «heridas» para no añadir esa carga emocional personal en mi trabajo con otras madres?
¿He entendido que mi trabajo nunca es juzgar a las madres y sus familias?
¿Soy crítica con mi propio trabajo para aprender de mis propios errores?
¿Soy humilde para aceptar aprender de quien en principio parece que no tiene nada que enseñarme?
Si has respondido que sí… felicidades… estás en el camino. <3
Portear y amamantar se complementan perfectamente. Muchas madres llegaron al porteo atendiendo la necesidad de alimentar a su bebé a libre demanda, buscando una ayuda para un momento lleno de amor, que no tiene horario ni duración definida.
En algunos casos será preferible establecer la lactancia antes de comenzar a portear, sobre todo si hay problemas con la instauración de la misma y el porteo es nuevo para nosotras. En otros casos el porteo ha llegado a ser el complemento ideal para lograr una lactancia exitosa, ya que facilita una posición fisiológica en la que el bebé se agarra mejor y/o se puede corregir postura y agarre mientras el bebé va sostenido.
Si quieres sacarle un buen partido a tu portabebés al amamantar sigue estos útiles consejos:
Date tiempo y no te sobre exijas
No todas las mujeres vivimos la experiencia del parto con la misma intensidad. Muchas necesitarán de tiempos más prolongados para recuperar su energía y vigor. Antes que todo debes escuchar las señales de tu cuerpo y darle el tiempo necesario a las nuevas experiencias. Es cierto, nuestro bebé necesitará contacto continuo, pero no te esmeres en querer lograr todo a la vez. Recuerda que una de las necesidades básicas de tu bebé ya está cubierta al amamantarle: estar entre tus brazos.
Elige el portabebés adecuado
Puedes lograr amamantar con diferentes tipos de portabebés ergonómicos. Debes escoger según la edad y el desarrollo de tu bebé. El fular y la bandolera se adaptan muy bien al cuerpo de un bebé recién nacido, posibilitando el ajuste tramo a tramo y soporte a su cabeza. Una mochila ergonómica se ajustará a un bebé mayor que ya logre sentarse por sí sólo, brindándole más libertad de movimiento y mejor visibilidad. Elegir el portabebés adecuado te dará seguridad y confianza para comenzar a probar diversas posturas al amamantar.
Descubre la postura adecuada
La postura básica con la cual nos iniciamos en la lactancia es la de cuna o semi tumbado, la más intuitiva a la hora de amamantar. Pero no es la única, existen además la postura en vertical (la más recomendada en algunos casos como reflujo, retrognatia o frenillo), la postura vientre con vientre, como también a la cadera.
En los siguientes videos podrás ver distintas formas de amamantar con distintos portabebés:
Fular:
Bandolera:
Mei tai y mochila ergonómica:
Debes considerar que no existe una única postura ideal para amamantar, ni una postura mejor para todas las madres y bebés. La mejor postura para ti y tu bebé será aquélla que ambos descubran porteando y practicando a diario, con la cual vayan cómodos y seguros.
Todo puede cambiar
A medida que tu bebé crezca y se desarrolle, sus necesidades irán cambiando. Tu bebé podría pasar de amamantar con frecuencia a pedirlo sólo en ocasiones. De estar todo el día en tus brazos a querer explorar por su cuenta todo a su alrededor.
En cuanto a su desarrollo físico, pasará de no tener control cervical y necesitar sujeción a controlar completamente su cabeza. Pasará de tumbado a gatear y de gatear a caminar.
Si a tu bebé no le gusta mamar en vertical y sólo prefiere que sea en postura de cuna o tumbado, no creas que esta preferencia durará constantemente, es posible que meses después de nacido prefiera amamantar sólo en postura vertical. También es posible que meses más tarde deje de mamar en el portabebés. Es normal pasar por cambios y es una bella invitación a descubrir juntos las nuevas experiencias.
Y por último, pero no menos importante: ¡Disfruta!
Si practicas el porteo a diario pero aún no logras una postura para amamantar que sea cómoda para ambos, ten calma y no desesperes. Lo importante es disfrutar la maravillosa cercanía que el porteo les brindará a ambos. Si no consigues hacerlo ahora, será en unas semanas o meses más y siempre puedes buscar una asesora de porteo que te entregará confianza y consejos muy útiles.
De todas formas la lactancia siempre será la mejor excusa para estar juntos en contacto continuo. Ya sabes, todo a su tiempo. Practica a diario pero sin exigirte demasiado y por sobretodo disfruta.
Naciste de mis entrañas una mañana de calor
Naciste de mis entrañas en una fría mañana de invierno Papá estaba esperando para poder ver tu color
Papá te cogió con sus manos, yo no podía creerlo Pese a un gran desgarro, en la sala solo había amor
Pese a un pequeño desgarro, en el coche solo había amor Sin fuerzas te quedaste, el parto fue agotador
Con fuerzas llegaste, el parto fue prometedor Solos empezamos la aventura de la lactancia, con el corazón
Con experiencia, empezamos la aventura de la lactancia al unísono Mamá y papá ponían todo de su parte para que fuera a mejor
Tú solita supiste qué hacer desde el minuto uno Aunque costó un poquito, todo fue descubridor
No costó nada y todo era un lindo camino La lactancia se estableció porque fuiste un luchador
La lactancia se estableció, las dos éramos uno Disfrutamos 3 años de ella y todo era amor
Seguimos disfrutando de ella, hasta el día en que tú me digas un “no”.
Con este pequeño relato, con este poema, juego de contrastes, quería contaros que mis dos lactancias han sido exitosas pese a lo diferentes que fueron los partos y situaciones que viví con mis dos hijos.
El mundo de la lactancia no siempre es un camino negro en el que las mamás solo encuentran problemas, también hay lactancias exitosas. También hay lactancias bonitas desde el primer día. También hay lactancias de esas en las que no tienes más que dar a tu bebé lo mejor de ti durante el tiempo que lo necesite.
Le diste un sitio donde crecer durante nueve meses
Que nadie te robe ni tu parto ni tu lactancia
“Tal vez tengáis ocasión de contemplar un espectáculo más maravilloso que el que ofrece un bebé mamando del pecho de su madre, pero dudo que sea en esta vida”
Llevo más de 10 años asesorando en temas de lactancia.
Años que han ido marcando una evolución, no tanto en conocimientos como en la forma de transmitirlos y aplicarlos.
Ahora que me dedico a formar Asesoras Continuum, una de las cosas que intento grabar en las alumnas y que yo he aprendido con el tiempo es que nosotras no juzgamos a las madres ni sus decisiones. Dicho esto, pues sonar incongruente la pregunta del título de este artículo.
¿Debe una asesora de lactancia preguntar a una madre el motivo de por qué quiere destetar?
Quizás tú tengas tu propia respuesta, yo te invito a leer y a que conozcas mi forma de ver este asunto.
Va por delante que esa pregunta la haría solo dentro del marco de una madre que me pide asesoramiento para el destete. En ese caso hablo como asesora de lactancia, dejando a un lado mis propias opiniones sobre el tema en cuestión.
No me cansaré de repetir que una de las cosas que tenemos que tener en cuenta a la hora de asesorar es que nuestra opinión no importa.
Nuestra opinión de un asunto está condicionada por múltiples factores que la hacen única y aplicable a nuestro caso particular, así que para asesorar de forma adecuada, hemos de dejar nuestro punto de vista personal al margen y centrarnos en la persona a la que asesoramos y en información fiable, no en opiniones ni prejuicios.
Dicho esto, cuando una madre me pide consejo para destetar, sí le pregunto con delicadeza por qué quiere destetar. No para emitir un juicio o hacerla cambiar de opinión, sino porque en la realidad hay 2 tipos de razones para destetar:
las verdaderas
y las falsas
O dicho de otro modo:
Porque la madre quiere
O porque “algún otro quiere”
Mi trabajo es asegurarme que la madre sepa distinguirlo.
Hay 2 tipos de razones para destetar:
Porque la madre quiere
Porque algún otro quiere
Os pongo un ejemplo real:
-Una madre que quiere destetar porque el dentista le ha dicho que hasta que no destete no puede arreglarle la dentadura, ya que ha de administrarle antibióticos y usar anestesia local.
Si en este caso no le hubiera preguntado a la madre el motivo, seguramente esta madre no sabría que ese no es un motivo real para dejar la lactancia si ella quiere continuar. ¿Os suena este ejemplo? LA mayoría de las veces el destete no surge por voluntad de la madre, o al menos la idea inicial no parte de ella.
¿Por qué quieren destetar a veces las madres?
Una madre que oye a su pediatra vez tras ves decirle: -«¿Cuándo vas a quitarle el pecho si ya no le aporta nada?»
o a su médico : -«Dar tanta teta te está afectando. Te vas a quedar sin calcio»
o a la esteticista: -«Hasta que no destetes no puedo hacerte este tratamiento»
o a la amiga: -«Hasta que no destetes no vas a tener vida propia»
y así Ad infinitum…
Oímos todo tipo de “razones” para destetar de mano de profesionales de todos los ámbitos, de familiares, de “amigos”, hasta de la propia pareja.
«Razones» sin fundamento médico ninguno, «razones» que no son sino prejuicios.
Y lo grave es que este tipo de mensajes van dejando huella. Huella en la madre que se cansa de nadar contra corriente, de dar explicaciones, de pelearse para que le empasten una muela, o le operen la miopía o le depilen.
Algunos van más allá y apelan al bienestar del niño con mensajes amenazadores sobre su salud: -“se va a quedar raquítico” o su desarrollo: – “va a desarrollar un complejo de Edipo” o “está demasiado apegado a ti, así nunca va a ser un adulto independiente” .
Parte de mi trabajo como asesora continuum es divulgar la realidad de lo que significa la lactancia, incluyendo que ninguna madre debería destetar si no quiere.
Coaccionar a alguien con mentiras para que destete debería ser punible, y mucho más si se hace en nombre de la salud. Es un asunto muy serio ya que la lactancia es la práctica normal de alimento para los bebés y niños humanos sus primeros años de vida, y como tal, impedirla o acortarla por prejuicios personales o culturales tiene serios perjuicios para la salud del niño y la madre.
Pero como toda relación con 2 partes, puede que seas tú quien decida finalizarla, y estás en tu derecho de hacerlo.
En ese caso, mi trabajo es informarte de cómo hacerlo de la forma menos traumática posible con el niño, teniendo en cuenta que seguramente él no piensa ni siente cómo tú.
Sea como fuere, el fin de la lactancia es un momento de duelo (para uno o para ambos), una etapa importante que acaba, y merece ser vivida de forma consciente y respetuosa, no con imposiciones externas.
Así que, si eres una madre que quiere destetar… lo primero pregúntate:
¿Por qué quiero destetar?
Nohemí Hervada Asesora de Lactancia
Directora de Asesoras Continuum
En torno a la lactancia materna hay muchos mitos que la desinformación fomenta. Uno de ellos es que si estás amamantando y te quedas embarazada tienes que destetar por la seguridad del bebé que está por nacer. El miedo más común de lactar embarazada es sufrir un aborto. Pero como reza el título de este artículo en general es posible seguir amamantando durante el embarazo sin riesgo para el feto.
Personalmente no me he visto en esta situación. Mi hija se destetó al poco de cumplir los cuatro años y a los dos meses me quedé embarazada de nuevo. Si se hubiese dado el caso de que mi hija hubiese seguido mamando, te puedo asegurar que no habría impedido que siguiese haciéndolo. Aunque lo que no te puedo asegurar es si lo hubiese decidido por otras causas, que más abajo te detallo, o que ella misma se hubiese destetado sola durante el embarazo.
Vuelvo a reiterar que no hay pruebas que demuestren que amamantar estando embarazada afecte al desarrollo del feto, como tampoco afecta al hermano mayor ni a la madre. En el único caso en el que se desaconseja la lactancia durante el embarazo es cuando se ha diagnosticado amenaza de aborto o parto prematuro, y no porque haya una relación directa clara y demostrada, sino más bien para evitar futuros sentimientos negativos en la madre.
Sin embargo no solo son familiares, amigos o conocidos quienes nos pueden alertar erróneamente del «supuesto peligro» que conlleva seguiramamantando. A día de hoy todavía existen profesionales sanitarios (no todos) que aconsejan a la madre el destete inmediato, sin que exista ningún riesgo de aborto o parto prematuro. De hecho rara vez contraindican las relaciones sexuales en estos casos y también se producen contracciones durante las mismas. Esta recomendación solo obedece a una falta de actualización y reciclaje por parte de estos profesionales o a prejuicios personales.
Si tienes intención de seguir amamantando a tu hijo durante el embarazo lo que sí debes tener en cuenta es con lo que te puedes (o no) encontrar, para no tener falsas expectativas:
– Es normal que durante el embarazo tengas más sensibilidad en los pezones y esto te haga estar incómoda durante las tomas. De hecho algunas madres deciden destetar por no soportarlo.
– Puedes sentir agitación del amamantamiento. Esto es un sentimiento de irritabilidad y rechazo hacia tu hijo, al amamantarle, que no puedes controlar. Puede ocurrir bien por los cambios hormonales que suceden durante el embarazo, un cambio en el agarre que sientes como mucho más fuerte, o mayor sensibilidad en los pezones, como he comentado antes. Hay muchos factores que pueden influir en esa reacción y no son todos físicos. El saber que es algo normal puede ayudar, aunque hay mamás que necesitan reducir el tiempo de la toma o incluso se plantean el destete.
– La producción de la leche disminuye alrededor del cuarto mes de embarazo. Esto, dependiendo del niño, puede llevarle a destetarse por sí solo.
– Puedes sentir contracciones mientras tu hijo mama. Estas remiten cuando termina la toma. Esto sucede por la hormona oxitocina, implicada en la lactancia. Esta hormona está presente igualmente en los orgasmos. Por lo que si nuestra matrona o ginecólogo, sin motivo aparente, nos recomiendan el destete, del mismo modo nos deberían recomendar no mantener relaciones sexuales durante el embarazo. Sin embargo, como comenté antes, eso no ocurre.
Cada caso es distinto, habrá mamás que vivan su lactancia durante el embarazo con mayor, menor o ninguna molestia. En ocasiones será la propia madre quien decida destetar por no sentirse bien con la lactancia, por los motivos que he comentado antes.
Que decidas destetar no quiere decir que no vayas a atravesar tu pequeño o gran duelo
Cada una lo vivimos a nuestra manera.
No se aconseja un destete brusco, sino adecuado a la edad del niño. No es lo mismo que el pequeño tenga un año y aún no le interese demasiado la alimentación complementaria, que un niño de dos años que ya come más o menos de todo. Lo ideal es “no ofrecer, no negar”, y con niños más mayores pactar tomas más cortas.
Por otro lado puede que sea el niño el que se destete solo debido a la disminución de la producción o el cambio de sabor en la leche. Incluso los hay que tras el nacimiento de su hermanito deciden volver a engancharse, aunque entre estos, algunos ya habrán olvidado cómo mamar.
Por todo esto no podemos predecir cómo se desarrollarán los hechos.
Cada caso es diferente y dependerá tanto de cómo se sienta la mamá, como del niño.
¿Y tú? ¿Te sentiste cómoda amamantando a tu hijo durante tu embarazo? ¿Quieres compartirlo con nosotras?
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Así mismo Asesoras Continuum no se responsabiliza de las opiniones personales de los autores de los artículos que incluimos.
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