Cada nacimiento que acompaño me remueve por dentro, azota mis miedos y mis pilares y me recuerda lo verdaderamente importante, y lo poderoso de la vida al abrirse paso. Prácticamente a diario me encuentro con familias que afrontar sus embarazos y próximos partos sin tener ni la más remota idea de a qué se enfrentan. Con millones de dudas, de falsos mitos, y de mentiras instauradas por la medicina o la sociedad que estandarizan este momento, o por el cine y sus fantasmas de lo «no-estético».
Un parto es algo mágico, intenso, mamífero, feroz, es un baile de almas y un milagro que deberíamos disfrutar más a menudo en nuestra sociedad, porque es algo natural, sano, feliz y reconfortante… porque ante tanta barbarie, la fuerza de cada nuevo ser lo llena todo de esperanza.
Un parto es algo que todo ser humano debería vivir, como espectador, al menos una vez en su vida. Yo tengo el privilegio de haber presenciado unos cuantos y os aseguro que cada uno ha dejado una huella imborrable en mi.
Hoy, tengo el profundo honor y el privilegio de poder compartir con vosotros uno de los partos más hermosos que he visto jamás, el de una mujer única, que además, para mi suerte, es una gran amiga y colega.
Ella me pidió que compartiera esta hermosa aventura, con el profundo deseo de que cada vez haya más parejas que sepan a qué se enfrentan a la hora de dar la bienvenida a sus bebés. Gracias Iria, por tu valentía y tu testimonio en imágenes. Gracias por seguir cambiando el mundo.
Os aseguro que éste podría ser un parto cualquiera, en todos ellos se oyen a menudo las frases que oiréis: «¡me rompo!», «¡no sale!», «¡duele mucho!», «¡me cago!», «¡no cabe!», «¡no puedo!», «¡duele mucho!», «¡no aguanto», «¡que salga ya!», «¡quema, quema!», «¡quiero que acabe ya!»… en todos hay gritos, todos son sucios, y hasta escatológicos.
En todos hay momentos de pánico, de fuerzas que flaquean, de parejas que dudan, pero en algunos las madres confían, y se dejan ir, se rinden a la fuerza de sus cuerpos y sus corazones y fluyen y entonces todo sale bien. A través de un video precioso, esta pareja ha sabido recoger en tan sólo 8 minutos, las necesidades básicas de mamá y bebé:
Los cinco pilares para un nacimiento con amor…
Un equipo de apoyo sereno y profesional:
que aporte dosis de seguridad, protección, ayuda y entusiasmo…
Una pareja presente y amorosa:
que brinde apoyo, sostén, contención, confianza, tranquilidad y amor…
Una madre informada y consciente:
que fluya y permita que broten los miedos, las dudas, el poder, la fuerza y el instinto…
Un bebé, en este caso una bebé sana y fuerte:
decidida, fuerte y capaz de nacer sin miedos, de comerse la vida…
Un entorno propicio:
de silencio, oscuridad, intimidad y confianza donde cada protagonista pueda jugar su papel.
Nada más. Y nada menos.
Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros y que no os deje indiferente.
Gracias Iria e Isaac. ¡Bienvenida Sabela!
¿Y para ti cuáles son los pilares de un nacimiento con amor?
¿qué ves tú en este parto?
¿Te gustaría aprender todo lo necesario para acompañar a otros en esta aventura? Apúntate a nuestro módulo de Acompañamiento Toda la información aquí:
Hoy inauguro una sección de posts en forma de vídeos en el blog de Asesoras Continuum.
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No se trata de una recopilación de vídeos, sino de un video elaborado expresamente para contaros lo que quiero. .
Con este video-post «miedos ajenos en mi parto» pretendo conseguir dos objetivos:
El primero es superar el pavor que me da exponerme ante los demás, por eso he querido hacer una grabación, en la que me muestro tal y como soy.
He de contar que me ha costado muchísimo y que he cortado varios trozos. Lo fácil hubiese sido repetirlo hasta que quedara bien, pero no hubiese conseguido mi propósito.
El segundo no lo voy a escribir, lo tenéis aquí:
Bueno pues esta soy yo en estado puro, con mis nervios y con mi historia.
Confieso que a pesar de querer mejorar cosas he disfrutado mucho y sobre todo he aprendido que desde que soy madre puedo con todo lo que me propongo, que la maternidad te da una fuerza brutal, y que habrán más videos, jijiji.
Si les apetece leer el post del que hablo en el video, en el que cuento que mi parto fue el que yo esperaba pero que quizás no el que esperaban mis hijos, hablando desde el punto de vista del recién nacido, pueden hacerlo pinchando aqui.
La maternidad nos hace darnos cuenta de lo fuertes que somos las mujeres
A pesar de venir de una generación que estudió sin internet, buscó piso a través de los anuncios de prensa, y con un sólo teléfono fijo en casa, que para más inri, estaba en mitad del salón, en cuanto supe que estaba embarazada, lo primero que hice fue correr a google a buscar información. Me sorprendió poder encontrar tanta cantidad de información a golpe de click, disponible en cualquier momento, y además, gratis. La búsqueda de recursos fiables para mi maternidad resultó una necesidad.
Mis lecturas de cabecera eran principalmente foros de embarazadas, blogs personales, artículos de revistas de puericultura y alguna aplicación que me descargué en el móvil. ¡Todo de fiar, vaya!
No tardé en darme cuenta de que Google da voz (y ranking) a cualquiera con una opinión o comentario, aunque éste no tenga veracidad alguna o fundamento científico, y del peligro que eso conlleva.
Aprendí a desechar mucho contenido, a desarrollar poco a poco mi criterio y a seleccionar fuentes verdaderamente fiables, contrastadas. Me centré en comparar diferentes puntos de vista, en preguntar, asesorarme y leer fuera de la red.
Internet es una herramienta poderosa, pero hay que saber manejarla adecuadamente para que nos resulte de utilidad.
Por esta razón, he elaborado mi propia selección de fuentes y recursos útiles, interesantes y fiables (y gratis) para la maternidad que me gustaría compartir con vosotros:
Recursos fiables para tu maternidad
· El parto es nuestro
Si estás embarazada y andas buscando información para lograr el parto que deseas, esta web es parada indispensable.
La Asociación El Parto es Nuestro, está formada por usuarias/os y profesionales de la salud, y su objetivo es lograr mejorar las condiciones y atención del embarazo, parto y posparto tanto para las madres y los hijos, abogando por un trato más humano y respetuoso, respetando las indicaciones de la OMS.
Toda la información de la web está dividida por temas (incluyendo un área legal y un rincón de relatos), perfectamente estructurada y sencilla de encontrar.
Leer artículos completísimos, con bibliografía adjunta, y con enlaces a estudios científicos resulta una maravilla.
Encontrarás también un apartado de agenda, ya que EPEN dispone de una amplia red de grupos locales de apoyo que organiza reuniones y encuentros libres.
· Uma manita
La pérdida del bebé que se espera es un suceso perturbador y, por desgracia, no siempre recibe la atención o el respeto que se merece. En esta web podrás encontrar información sobre qué es el duelo, sus fases, la necesidad de pedir ayuda, apoyo . Información sobre procesos hospitalarios, tanto para la pareja como para familiares y amigos.
Así mismo, la web dispone de un apartado específico sobre trámites y gestiones que aún está en desarrollo.
· Alba Lactancia Materna
Posturas para amamantar, crisis de crecimiento o lactancia durante el embarazo son sólo una muestra de la gran variedad de artículos que esta web alberga.
Conducida por Asesoras de Lactancia, la página de esta asociación ofrece información y apoyo a aquellas madres decididas a amamantar a sus hijos.
Los artículos se engloban en siete temas principales, y la información se revisa, actualiza y amplía periódicamente. Además, la web dispone de un área para enviar tus consultas personales o acceder a un grupo privado de facebook con la misma finalidad.
· E-lactancia
Amamantar y tomar algún medicamento es posible. Como reza en su web, la lactancia materna es el fenómeno más saludable para bebés y madres, y muy pocas situaciones justifican contraindicarla. Por eso, si estás dando el pecho y debes medicarte, antes de pensar en el destete, echa un vistazo a esta página.
Recientemente renovada, se ha convertido en un referente en este campo tanto para madres que amamantan como para profesionales de la salud. En ella podrás consultar la compatibilidad de la lactancia materna con una extensísima lista de productos, que va desde fármacos, cosméticos, productos de fitoterapia, homeopatía, o procedimientos médicos.
Tan sólo tienes que introducir el nombre del producto en el buscador y te aparecerá el nivel de riesgo que supone para la lactancia (riesgo muy bajo, bajo, alto o muy alto). Además, para que resulte más intuitivo, existe un código de color, de verde a rojo, similar al del semáforo.
Cada producto tiene asociado un comentario y desde e-lactancia se ofrecen las alternativas disponibles con sus correspondientes niveles de riesgo.
· Red Canguro
La web de esta Asociación, pionera en fomentar el uso de los portabebés ergonómicos en nuestro país es una recopilación fabulosa de artículos indispensables para ir adentrándote en el porteo. En su apartado «Por dónde empezar»encontrarás desde explicaciones sobre cómo llevar a nuestros bebés correctamente, comparativas entre diferentes portabebés, guías de compra de fulares, o folletos para descargar e imprimir.
Su sección de vídeos te pondrá sobre la pista de cómo usar diferentes portabebés. Y ahora también disponen de un grupo cerrado de facebook para resolver dudas, compartir experiencias y seguir promoviendo el porteo ergonómico.
· De Monitos y Risas
Tanto si aún no tienes claro que quieras portear, como si ya lo haces y quieres aprender algo más, este cuidado canal de youtube es un imprencindible.
Gracias a las detalladas explicaciones, podrás aprender a realizar nudos básicos, a pasar a tu bebé a la espalda, trucos para hacerte el porteo más fácil, o enfrentarte a nuevos retos. Con una lista de reproducción bien estructurada y más de 340000 visitas, este canal no debería faltar de tu barra de favoritos.
·Dormir sin llorar
El sueño (el no-sueño, mejor dicho) de nuestro bebé es algo que nos suele inquietar bastante a los padres. Las noches en vela, el cansancio y la idea preconcebida de cuánto debe dormir nuestro bebé nos convierte en presa fácil de cualquier método que asegure que nuestro hijo dormirá como un angelito.
Este portal te ayudará a comprender cómo es y evoluciona el sueño de tu hijo, a mejorar tus noches y buscar soluciones respetuosas, sin emplear métodos conductistas que ignoran el llanto y el malestar del bebé.
Así, encontraremos artículos sobre la importancia de las siestas, los terrores nocturnos y las pesadillas, o cómo poner en práctica el plan padre. Todo ello explicado de manera sencilla y minuciosa.
· Una maternidad diferente
El apartado sobre baby-led weaning o alimentación complementaria a demanda de este blog es digno de incluir en esta selección.
Eloísa hace una recopilación fantástica de reseñas sobre el tema, tanto en inglés como en español, narra su experiencia y el resultado de su investigación.
Encontrarás un resumen general sobre cómo aplicar el blw (texto traducido de Gill Rapley, autora del famoso libro El niño ya come solo), una guía práctica sobre el método , ejemplos de comidas, una lista de errores comunes, e incluso una selección de consultas con sus correspondientes soluciones.
Aunque cada vez es más sencillo encontrar información sobre el tema, aún no he encontrado un lugar más completo que éste.
Evidentemente, en esta lista no está todos los recursos disponibles, y me habré dejado muchos en el tintero. ¿Has echado alguno en falta? ¿Cuáles son tus favoritos? Paciencia, que esto no ha hecho más que empezar, y ya volveré por aquí con más.
Nunca me había planteado la idea de acompañar un parto, de hecho es algo para lo que ni estoy preparada y que sinceramente no me atrae.
Mi camino va por otro lado. Me apasionan los bebés y su mundo… la lactancia, el porteo, sus cuidados y sobre todo sus necesidades y ser capaz de darlas a conocer.
Pero hace unos meses, sin comerlo ni beberlo me vi en “la obligación» de acompañar a una amiga durante el momento mas importante de su vida.
Como ya muchos sabéis, soy auxiliar de enfermería y trabajo en un hospital público. Gracias a esto tuve la suerte y posibilidad de pasar a verla cada vez que quería durante todo el tiempo que paso en dilatación.
Era su momento y por supuesto, yo estaba sin estar, le echaba un ojo, hablaba con ella si ella quería y me marchaba sin que se diese cuenta…
Su pareja tenía mi teléfono y sabía que podía llamarme siempre que hiciese falta.
En una de esas visitas, el registro decía que algo no marchaba bien y fue entonces cuando la cosa empezó a complicarse. En ese momento se esfumo para Inma la posibilidad de vivir ese parto tan deseado, esperado y respetado y tuvo que borrar la idea que tenía de poder hacer piel con piel desde el minuto cero, agarre espontáneo… en un segundo todo se convirtió en una pesadilla, en una cesárea de urgencia llena de soledad, miedos y preocupaciones, que por supuesto ella nunca imagino.
Hoy quiero contar, como viví yo el nacimiento de Noa …
Como personal sanitario, que habitualmente esta al otro lado de la camilla, seguro que mil veces he hecho las mismas cosas que hoy voy a » criticar «, no quiero que nadie se ofenda, solo quiero hacer auto crítica y que veamos, como poniendo de nuestra parte hay cosas muy sencillas que podemos mejorar y de las que aseguro, habitualmente no somos conscientes.
Serían las 22 o las 23 de la noche cuando les comunicaron que iba a quirófano.
Ver la cara de Inma, esa cara de preocupación y ese llanto de puro miedo, es una imagen que no olvidaré nunca y me llego tan dentro que fuí incapaz de marcharme a casa, una vez terminado mi turno. Tenía claro que no podía dejarla sola.
Aunque hay estudios que demuestran que es beneficiosa la presencia del padre durante la cesárea, el protocolo de este hospital lo impide y para nada se contempla que el padre pueda pasar al quirófano, con lo cuál deduzco, que la madre cuanto menos se debe sentir muy sola y asustada en uno de los momentos más importante de sus vida.
Si a todo esto le añadimos el miedo y la preocupación… creo que podemos estar rozando lo inhumano, dejando que la madre pasa sola esos momentos.
Y como ya dije en un post anterior…
Tuvimos la suerte, y me incluyo porque para mi fué un honor estar allí, que la matrona me permitiera acompañarla en todo momento. Pude estar con ella y aunque solo me limité a darle la mano, animarla y tranquilizarla como buenamente pude, me siento bien pensando, que por lo menos Inma en ese momento no se sintió tan sola.
Intenté contarle todo lo que iba sucediendo, ya que por supuesto, ella no podía ver nada… Le lleve fotos y un video de su niña haciendo piel con piel con el padre.
Es lo más cerca que estuvo de ellos durante las siguientes 3 horas… Soy consciente que estas historias se repiten todos los días y que por suerte Inma fue una privilegiada pudiendo contar, en ese “ su momento “, con la compañía de alguien conocido…
A la vez que esto pasaba, yo iba dándome cuenta de como nos comportamos el personal sanitario y no sanitario sin darnos cuenta… ( y de aquí viene todo lo que aprendí ) de la poca sensibilidad, consideración y del poco caso que le estuvieron haciendo a ella, como persona… A las emociones que ella podía estar experimentando, que eran muchas…
Sinceramente me sentí fatal, no me gusto nada y me prometí a mi misma que mientras hubiese un paciente delante mía, jamás volvería por ejemplo a tratar cosas personales, ignorando por completo a la persona que estuviese en la camilla.
Alguien se había comprado una casa, la estaba amueblando… De los dos ginecólogos uno de ellos por no hablar, ni siquiera se despidió cuando terminaron de suturarla, cuanto menos darle la enhorabuena por el nacimiento de su hija. Yo creo que entre tanto paño ni siquiera le vió la cara.
Me pareció tan triste y tan poco humano… Y que le hubiese costado acercarse a la madre y con una mínima sonrisa felicitarla … Una sonrisa cuesta tan poco…
Bueno a todo esto, Inma solo pudo darle un beso rápido a su hija ni siquiera pudo verle la cara, Noa nació sana y en perfectas condiciones… pero en este hospital parece que tampoco se contempla la posibilidad de hacer piel con piel en el proceso de una cesárea.
La cosa no termina aquí… serían la 1:30 de la madrugada cuando llegamos a la sala de despertar. El personal muy agradable, una atención estupenda… pero nadie se dio cuenta, por ejemplo, que tenían la tele super alta y ellos estaban hablando a gritos, como si estuviesen en la calle… (Esto he de decir que yo también lo hago…).
Venir de quirófano, después de una cesárea…(hormonas por las nubes) reventada y con ganas de descansar y encontrarte con eso… es más, ellos mismos se lo repitieron varias veces… descansa ahora que luego no podrás…
Cuando por fin estaba medio dormida, vino la enfermera a cambiarle el suero (de cristal), y lo tiro el la papelera que estaba vacía en la cabecera de la cama, el ruido que hizo la botella, en el por fin silencio de la noche… Por supuesto la enfermera ni siga cuenta, al igual que me habrá pasado a mi en más de una ocasión…
Con esto no quiero más, que contar mi experiencia y lo que viví ese día, que cada uno haga examen de conciencia y piense un poco en que cosas podemos mejorar de manera individual … Que con poco que hagamos cada uno, podemos mejorar y mucho las experiencias de quienes pasan por nuestros servicios.
Trabajamos con personas, personas que normalmente no están viviendo el mejor momento y que sentirse mínimamente importante entre desconocidos puede ser la diferencia entre estar muy mal o estar un poco mejor.
La próxima vez, alguien se preocupe de esa madre que acaba de tener un bebé, que no lo ha visto, que se lo han arrebatado, que no se puede mover y que depende de nosotros para todo…
La diabetes gestacional es una hiperglucemia que padecen algunas embarazadas. Unnivel más alto de lo establecido de glucosa en la sangre.
La diabetes gestacional (no hablo de la diabetes tipo I y II) controlada en el embarazo, no revierte mayor gravedad y en la mayoría de los casos remite tras el parto.
Aunque en mi primer embarazo no fui “etiquetada” con diabetes gestacional, si lo he sido en mi segundo embarazo. La curva corta o prueba de O’Sullivan salió ligeramente por encima de lo fijado. Y lo mismo sucedió con los dos últimos valores (se toman cuatro) de la curva larga.
En mi caso, por los valores dados, en principio se podía controlar mediante dieta. El cuerpo es sabio, sólo tenemos que prestarle atención. Al contrario que en mi anterior embarazo no me apetecían cosas dulces. Apenas gané peso en los primeros seis meses debido a las nauseas que no me abandonaron en todo el embarazo.
La dieta que comencé a seguir era la misma, más o menos, que llevaba hasta entonces. Una dieta sana que no sólo las embarazadas, sino todo el mundo, deberíamos seguir. Variada, sin abusar de los azúcares añadidos, y donde las frutas y verduras tengan su merecida presencia. Sin olvidarnos del ejercicio moderado, que puede ser simplemente caminar un rato cada día. El realizar alguna actividad 15 minutos tras las comidas ayuda a controlar la hiperglucemia.
Decía antes, que en principio se podía controlar mediante dieta. Cada día llevaba a cabo dos mediciones en una comida principal, justo antes de comer y dos horas tras la comida. Y a pesar de que las mediciones estaban en la mayoría de los casos dentro de los límites, no dejaban de repetirme en cada visita que ya veríamos si no me hacía falta insulina con el tiempo.
¿A dónde quiero ir a parar? Pues que para mí, y estoy segura que para muchas embarazadas en el mismo caso, era una situación muy estresante. La posibilidad de necesitar insulina añadido al augurio (por parte del ginecólogo y el endocrino) de posibles complicaciones, me añadía una ansiedad que ni quería ni necesitaba en mi estado.
En vez de cuidar el estado emocional de la embarazada pareciera que su intención fuese la de infundir miedo. Esto ocasiona estrés, ansiedad y miedo al parto y a lo que le pueda pasar al bebé. El llamado efecto nocebo. ¿Con qué fin? Llevarnos a su terreno y que traguemos con todo lo que nos manden sin rechistar. Porque están acostumbrados a intervenir.
Una cosa es informar objetivamente y llevar unos controles, y otra augurar supuestos acontecimientos, siempre basándose en lo peor. A mi me gusta partir de la base de que las cosas no tienen por qué ir mal. Que no quita conocer las alternativas en el caso de que resulte necesario.
Los profesionales con los que traté, hasta casi el final de mi embarazo, deberían tener en cuenta que las embarazadas “diagnosticadas” de diabetes gestacional no estamos enfermas ni destinadas a tener un bebé enorme. Tampoco necesitamos ayuda para parir.
En mi experiencia con la diabetes gestacional hay cosas que no me parecen normales:
Perder peso por realizar una dieta para controlar los niveles de azúcar en sangre.
En todo el embarazo sólo gané un kilo. La dieta para una embarazada tiene que estar basada en controlar los alimentos hiperglucémicos y no estar basada en calorías.
Pasar hambre con el riesgo de sufrir una hipoglucemia.
En alguna ocasión pasé un poco de hambre, porque tenía que medirme en la siguiente comida pero aún quedaba una hora. Y sabía que si comía algo en ese momento, el valor que daría superaría el mínimo. Esto cuando la recomendación es que una embarazada coma a menudo pocas cantidades, sobre todo cuando se padece de náuseas.
La obsesión de que nazca un bebé grande.
Aunque el peso de mi primera hija fue prácticamente el mismo al de la segunda, en la misma semana de gestación, en este embarazo me intentaron meter miedo con lo grande que era. Esto cuando en mi primer embarazo no me comentaron nada del peso en ningún momento. Claro que no había diabetes gestacional. A mi no me daba miedo parir un bebé grande.
La omisión de información.
No se nos informó del protocolo, por diabetes gestacional, que se seguiría durante el parto para mí y tras el parto para mi pequeña. Sólo cuando pregunté se limitaron a hacer comentarios muy por encima. Esto me parece faltar al derecho a la información y al consentimiento informado.
Tampoco se nos informó del margen error del 10% al estimar el peso de nuestro bebé. Simplemente se limitaron a alarmarnos porque (según el ginecólogo) estaba en un percentil 95. Sin embargo, otro ginecólogo no sólo vio estupendas mis mediciones de glucosa sino que no encontró que mi bebé fuese grande. Por suerte hay profesionales haciendo bien su trabajo.
No contar con nuestro consentimiento.
Fue el endocrino, y no el ginecólogo, el que me dijo que en los monitores de la semana 38 seguramente me dejarían ya allí. Como si yo fuese un títere y no tuviese capacidad de elección.
Todas estas cosas me indignan y me hacen desconfiar de algunos profesionales. A pesar de mis conocimientos y mi confianza para parir, me llegué a sentir insegura, estresada y triste. Gracias a que tenía las cosas claras y que el cambio de hospital lo tenía también claro desde el principio, todo salió perfecto.
Mi pequeña nació en un parto maravilloso y respetado, que puedes leer aquí, con 3.450 Kg. Y sin ningún problema de hipoglucemia, con el que también pretendieron asustarnos. Decir que mamó a demanda e hicimos piel con piel nada más nacer.
La diabetes gestacional controlada en el embarazo no equivale a un parto inducido sí o sí, ni a cesárea, ni a un bebé macrosómico o con hipoglucemias tras el parto.
Hoy os vengo a contar una historia personal. Una experiencia vivida durante uno de los sucesos vitales de mi vida: el nacimiento de mi segundo hijo. Y que acaba con moraleja en plena cesárea.
Mi primera hija nació por cesárea, totalmente innecesaria y esa experiencia vital en mi vida hizo que buscase tener un parto natural en mi segundo embarazo.
Leí, me formé, me preparé, iba a yoga prenatal, seguí bailando y ejercitándome, vigilé que mi cicatriz estuviese bien, que no hubiera adherencias, y llevé un control de mi dieta y de todo lo que me había informado. Estaba empeñada y decidida a que esta vez lo iba a lograr.
Una mañana (estaba ya de 37 semanas) me levanté con una pierna hinchada, algo que es normal en el embarazo y más hacia el final. Lo que no era normal es que si me pasabas suavemente un dedo, sin presionar, me dolía y mucho. A las 24 horas mi pierna era el doble, no me cabía ni los pantalones especiales del embarazo. Fui a mi ginecóloga y al verme la pierna me mandó a urgencias por si se trataba de una infección bacteriana. Pero no me dijo que implicaba si ese diagnóstico se hacía realidad.
Después de un calvario por urgencias y por diferentes servicios, hasta 24 horas después de haber entrado en urgencias no obtuve un diagnóstico. Efectivamente tenía una infección: una celulitis infecciosa.
No tenía ni idea de que era eso y por qué de repente había que hacerme sí o sí una cesárea de urgencias. Yo estaba destrozada, otra cesárea y no entendía por qué. Vino un ginecólogo amigo de mi familia, que me explicó en qué consistía la infección y porqué era tan peligrosa:
«La infección está muy avanzada y avanza muy rápido, corres el riesgo de hacer una sepsis y morir los dos»
Realmente yo me encontraba tan mal que si que temí por nuestras vidas y entonces asumí que mi situación era realmente para una cesárea, esta vez sí, justificada.
Me preparé psicológicamente lo más rápido que pude para el momento, y cuál fue mi sorpresa que al llegar a observación antes de entrar a quirófano estaba una de mis amigas monitorizada. Un momentazo y un desahogo con una buena amiga, con la que me tranquilicé y entré un poco mejor al quirófano.
Aun así no podía dejar de temblar, una mezcla de miedo, dolor en la pierna y el frío que hacia en el quirófano. Mientras me ponían la epidural y me pedían que me estuviese quieta, con el añadido de que llevo tatuada la espalda y el anestesista me reñía por ello, me puse a llorar.
Pero conforme me tumbé empecé a aplicar mis estrategias de relajación y conseguí abstraerme (más o menos porque el anestesista se empeñaba en que me debía de quitar con láser el tatuaje cuando me recuperase…).
Y llegó el momento en el que sacaron a mi pequeño y me incorporaron para verle. No me lo pusieron encima pero lo pusieron en una cuna donde yo lo veía mientras lo revisaban. Y yo lloraba, no podía parar. Me lo pusieron a los pocos minutos pegadito a la cara y mientras yo estaba en mi mundo con mi bebé ahí pegado sucedió algo que me dejó fuera de juego.
Y en plena cesárea, aún con abdomen abierto después de sacar la placenta, cuando la ginecóloga me dice:
«Uy, se te ha olvidado firmar el consentimiento para la ligadura de trompas»
¿QUEEEEE?
¿Qué ligadura de trompas? ¡Yo no quiero que me toquéis nada!
No daba crédito. Como ya tenía una cesárea anterior habían decidido que yo ya no debía de tener más hijo.
Moraleja
Leed bien todo lo que os den a firmar antes de entrar en un quirófano porque igual te encuentras con que ellos han decidido por ti
y tú has dado tu consentimiento sin darte cuenta.
Hoy vengo de nuevo al blog para contaros nuestro parto respetado: real, mimado, disfrutado en extremo, explosivo y revelador.
Hace unas semanas os contaba cómo fue el recorrido que hacen en nuestro, ahora más que nunca, hospital de referencia: Fundación Hospital de Alcorcón. Podéis leer el post pinchando aquí.
Y prometí volver y contaros si la realidad se ajustaba a lo pintado y mostrado en esa visita, y a lo percibido al entregar nuestro plan de parto en su momento, post que también podéis leer pinchando aquí.
Ahora puedo deciros que sí, a todo sí, y aún más allá.
Ha sido el parto que soñábamos,
el parto que esperábamos
y nuestro parto, ni más, ni menos.
He pensado que no quería contar nuestro parto por escrito, aún se me saltan las lagrimas recordándolo y me emociono mucho, y creo que lo haré durante mucho tiempo, porque fue nuestro al 300%.
Así que mejor quiero contároslo de viva voz. Como se lo cuento a mis comadres con una taza de té por medio, de tú a tú.
Gracias a mi marido Raúl por estar, por ser, ayer, hoy y siempre amor.
Gracias a mis estrellas por enseñarme lo que significó su efímera presencia
en mi vida y los cambios que trajeron consigo.
Gracias a mi hija Sira por enseñarme a ser madre, no la mejor, pero sí
la suya, la suya y la de Erik.
Gracias a Erik, por traerme tanto y tan bueno durante su camino a
mis brazos y por las miradas que me lanza desde ellos.
Gracias a mis comadres y compañeras por hacerme grande, gracias a todas y cada una de ellas (si os nombro a todas no acabo y eso es un puro lujo en sí mismo).
Gracias al FHA por tener claro el camino hacia un parto normal.
Gracias al personal del bloque obstétrico y maternidad por
devolverle el sentido a la palabra normalidad.
Gracias a Asesoras Continuum, al proyecto y a cada una de ellas.
Y gracias a la chispa, que encendió un día, hace años, mi vocación por la maternidad.
Mujeres y parto. Si hay algo que me ha apasionado estos últimos años, es leer relatos de partos. Leer historias de mujeres reales que han recorrido todo un camino hasta tener a su bebé en brazos.
Algunas de estas historias cuentan concretamente lo que acontece al parto y nacimiento, otras se van más allá en el tiempo y cuentan su búsqueda hasta el embarazo, para algunas un recorrido que lleva años y años. Y sentimientos como tristeza, alegría, paz, esperanza, resignación, felicidad, inundan el texto y lo traspasan, y me llegan, y se me hacen carne.
De tantos relatos que llevo leídos durante años, retengo palabras, sensaciones, colores, olores y sentimientos. De muchos me quedan frases. De muchos me quedan situaciones. De todos me queda la sensación extraordinaria de ser espectadora de un momento único y sublime.
Leo relatos para sentir que comparto con otras mujeres, como yo. Leo relatos porque me apasiona estar del otro lado palpitando un proceso cuyo final ya conozco. Leo relatos porque en este universo, el del nacimiento industrial, siento que las palabras hay que socializarlas, para darles la entidad de experiencias únicas e irrepetibles, que es lo que son. Y finalmente, leo relatos porque aprendo. Aprendo de la experiencia ajena y aprendo del hacer ajeno. Aprendo de las situaciones únicas, que también se pueden repetir luego en otros partos, para tratar de que si suceden en el mío, no me agarren desprevenida. Tomo distancia por momentos y analizo si ese hubiese sido mi actuar de estar en el misma situación. Analizo el actuar de quienes acompañan.
Para mi parto tuve que hacer todo un recorrido personal, de preguntarme, indagar, y volver a repensar. Mi partera y mi doula, fueron los pilares principales para ese cuestionarme. Y es que mi parto no iba a ser sencillo; querer parir después de dos cesáreas es toda una odisea, un atrevimiento.
Iban pasando los días y mi parto no se desencadenaba. Así que para liberar mi mente y ocupar mi tiempo, me puse a trabajar en mi “altar de parto”.
Para él fui juntando y armando distintas cosas que quería me acompañasen, objetos, imágenes y frases. Pinté algunos dibujitos, porque aunque las artes plásticas no son lo mío, pintar me relaja. Y una de los dibujos que pinté, fue el Árbol de las Mujeres de mi Parto.
En este dibujo, hice un árbol, donde en cada hojita escribí luego el nombre de una mujer, compañera, amiga y otras, mujeres desconocidas, cuyo relato, experiencia y amistad, me había acompañado en todos estos años de buscar parir. No fui supersticiosa, y en el dibujo, así como estuvieron presentes mujeres cuyos partos habían sido experiencias envidiables, también tuvieron su lugar compañeras que habían tenido pérdidas gestacionales, partos traumáticos, partos dolorosos, separaciones tempranas con su bebé, cesáreas. El camino de parir es uno, pero el transcurrir es infinito. Quería sentirme empapada de todas las experiencias, porque eran experiencias de otras mujeres, mujeres amadas por haber parido con el cuerpo, con el alma, y muchas veces, con el dolor.
Y así fue como al comenzar el trabajo de parto, a mi mente venían frases ya leídas, ya escuchadas, ya pasadas por el corazón, de mujeres que habían atravesado la experiencia de parir antes que yo, mujeres que me habían precedido y así, abierto camino. Y a mi corazón vinieron tantas, tantas, tantas mujeres amorosas a acompañarme, que finalmente, parí sola en el baño de mi casa, sola acompañada por mi marido porque no dí tiempo a llegar a mi partera.
Parí sola, acompañada de miles de mujeres que estaban ahí conmigo.
En estos últimos días, donde la noticia de nuevos bebés que se van haciendo lugar en el útero de mujeres amigas, donde nuevos bebés llegan a este mundo rodeados de amor, no puedo dejar de recordar a las mujeres de mi parto, deseando yo también estar un poquito en aquellos partos de mujeres que aprecio, en nacimientos llenos de ilusión, amor y oxitocina.
Lo confieso: hace tres años, un mes y un día que nuestro hijo nació por cesárea y desde entonces… uso bragas de abuela.
Poco se habla del cuerpo post-maternidad, de las cicatrices físicas y emocionales y sus consecuencias en el día a día por lo que hoy me he animado a contaros mi realidad, y seguramente la de más de una mujer.
Vivimos un auténtico tormento en el nacimiento de nuestro hijo, pero eso es otra historia, hoy solo me preocupa el final: cesárea. Esa cicatriz que va de lado a lado en la línea del bikini, si ese lugar donde yo solía llevar bragas y tangas bonitos, se ha convertido en la zona «0» de mi cuerpo.
Tres años, un mes y un día después, todavía hoy me molesta incluso a la tarde-noche, duele, la cicatriz si hay algo encima. Es decir, si llevo bragas o pantalones que queden justo ahí, necesito arrancarlos de cuajo para dejar de sufrir. Porque las cicatrices, señoras y señores, duran toda la vida. Algunas, solo se notarán a la vista, y otras, molestarán casi todos los días, o de vez en cuando, o se harán notar al adelgazar o engordar, o al envejecer, o en un nuevo embarazo… quién sabe.
Por lo que tras muchas pruebas de distinta ropa interior y pantalones, hace ya bastante tiempo que desistí y me pasé a las bragas de abuela. Llevo bragas altas, altísimas para que la cicatriz no se queje, sin costuras, de esas que te hacen sentir de todo menos una mujer joven y sexy, y en cuanto puedo… fuera ropa interior, porque aunque lleve de esas bragas, por el atardecer ya empieza a molestar, a oprimir.
Mujer, de 28 años lleva bragas de abuela… y parece que será para siempre.
A veces me topo en el cajón con la poca ropa interior especial que me resisto a tirar, fantaseando que algún día esa zona no molestará… incluso me la pongo y aguanto un rato, me miró al espejo y busco la mujer que era antes de esa cicatriz. Alguna vez me he comprado algo más sexy pensando en que podré utilizarlo aunque sea un rato… y ahí se quedan, en la parte de atrás del cajón…
Porque muchas veces, esas cirugías mayores que nos describen como “40 minutos y ya está” duran toda la vida, y no solo en nuestro corazón, en la herida emocional y psicológica que pueden llegar a crear, si no que la marca que queda en el cuerpo, puede resentirse toda la vida, y no solo delante del espejo, si no en todo.
Yo llevo bragas de abuela por una cesárea. Muchas otras por episiotomias, …
Y a ti… ¿la maternidad te cambió la forma de vestir?
Tenemos la vida llena de límites, que en muchos muchos casos son necesarios, y en la gran mayoría de ocasiones deben ponerse desde un principio, pero hay un gran número de veces en que esto nos cuesta más de lo que nunca hubiéramos imaginado.
Esto también nos pasa a las Asesoras, tenemos que poner límites con nuestras clientas, con las personas que nos contratan, ya sea para un acompañamiento durante el embarazo, durante el posparto o simplemente una asesoría puntual.
Los límites son tan necesarios como establecer un precio para nuestra hora de trabajo, porque ya en sí esto también es un límite.
No hablo de qué por no poner límites, por no saber hasta donde queremos llegar nos vayamos a extralimitar y entrar en las funciones de otra profesión, no, no hablo de eso para nada, porque tengo muy claro que una buena asesora, formada y con cabeza, eso sí lo tiene muy claro. Hoy quiero hablar de los límites que se deben con las familias.
Normalmente nos vamos a encontrar a una mujer embarazada o en pleno puerperio, puede ser que con un millón de dudas, y muchas inquietudes, y ahí si nuestros límites no están definidos muy muy a fondo desde el primer momento, tenemos a dos personas con una gran inestabilidad, por una lado esa madre, que nos contrata para poner seguridad y serenidad en el ámbito que ella desee, y por otro lado, a la asesora, que no sabe hasta donde tiene que llegar con esa mujer.
Hace muy poco hablaba con una chica sobre este tema, y me dijo que deberíamos hacer todo por y para la mujer, todo lo que pida. Y así sin más generalizó de esa manera nuestro trabajo, esa frase me tuvo varios días rondando la cabeza, y hoy quiero dejar mis conclusiones.
¿Todo lo que la mujer quiera y pida? ¿Y si te pide poner una lavadora porque no puede más? ¿Y si te pide hacer la comida a sus otros hijos? ¿Y si te pide hacer las camas? ¿Y sacar a los perros?
Quizá pienses que es imposible que una mujer que contrata a una asesora de maternidad pueda pedir todo eso, pero si es posible, muy posible, PORQUE LO NECESITA.
En ese momento nosotras podemos tener muy claro que ese no es nuestro trabajo y hacerlo, porque ella lo necesita, y no pasaría absolutamente nada, desde luego una asesora está por y para la mujer, pero asegúrate que también le dices que ese no es tu trabajo, y que lo haces porque te apetece, porque sientes que lo necesita y porque la quieres ayudar. Ese es el trabajo de otras profesionales, ya sean limpiadoras, cuidadoras, etc. pero no de las asesoras de maternidad.
Lo más importante es que tengas TUS LÍMITES muy claros, que es lo que haces, cómo y cuando lo haces, y para que ambas partes lo tengan claro, te recomiendo realizar un contrato. Esto no tiene que ser un documento de diez páginas con todo detalle, perfectamente puede ser una sola hoja, en la que se detallen tus servicios principales, el precio por hora, los packs (si tienes), el coste del desplazamiento, si se alarga la sesión, si sigues atendiendo por Whatssap después de las consultas, y todo lo que quieras poner, sencillo, detallado y directo.
ASÍ CON ESTO TAN SENCILLO HAS ESTABLECIDO TUS LÍMITES, y lo más importantes ambas partes lo tenéis claro, conciso y seguro. No hay dudas. Todo lo que tú quieras extralimitarte es porque TU QUIERES, nadie te lo impone, nadie piensa que debes hacerlo, es tu decisión.
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