Yo siempre me había llevado más o menos bien con mi cuerpo. Yo le pedía y él me iba dando; él me pedía y negociábamos…

Pero ahora estoy embarazada y mi cuerpo ha decidido que se acabaron las conversaciones, que manda él ¡y punto!

 

Y me toca un poco las narices; primero, porque a veces me cuesta entender sus órdenes; y, segundo, porque es que no me da ni la más mínima tregua. Como me equivoque de respuesta me la lía parda.

Las náuseas a veces significan que descanse, otras que coma, pero en este caso ¡tengo que oler primero siempre lo que meto para dentro!, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad.

El cansancio suele significar, simplemente, que me eche una siesta, pero a veces me levanto de ella mil veces peor que antes de acostarme; supongo que porque no acerté con el número exacto de minutos que mi cuerpo quería dormir…

El que un alimento que hoy me da un asco horrible, mañana no y pasado sí, aunque solo si está cocinado de una determinada forma, no tengo ni la más remota idea de lo que significa.

Y todo el rato se me viene la misma frase a la boca: “Pero, ¿qué coño pasa?”. E Isaac por detrás: “… que estás embarazada…”.

A las embarazadas les decimos mucho: “No estás enferma, estás embarazada”. Compañeras Asesoras Continuum, compañeras matronas, compañeras ginecólogas, compañeras doulas: yo dejaría de decirlo… no cala. Es imposible que lo haga. Quizás hay que buscar otra manera de comunicar la idea que les queremos transmitir.

Yo SÉ que no estoy enferma. SÉ que debo estar mejor que nunca, o mi cuerpo no se hubiera metido en este berenjenal… SÉ que está llevando a cabo un complicado y delicado proceso que requiere de algunos «pequeños» daños colaterales.

Yo sé todo esto por mi experiencia laboral y por mi formación, pero no es la información que me manda mi cuerpo ni la que me manda el mundo exterior.

No estaré enferma, pero me duele estómago como cuando lo estoy, me mareo como cuando lo estoy, me canso como cuando lo estoy. Y no estaré enferma, pero el sistema me trata como si lo estuviera.

De mi primera cita con la matrona de mi centro de salud salí con una hoja con todas las citas que iba a tener a lo largo del embarazo: con ella, con el tocólogo, con el anestesista, para hacer análisis, para ver los análisis, para hacer ecografías, para monitorizar al bebé, etc, etc, etc. Salen más de una al mes.

Nunca he estado tan enferma como para tener que ir al médico más de una vez al mes.

No voy a entrar a juzgar si todas esas citas son necesarias o no, cada uno tendrá su opinión, pero el protocolo las marca; y la embarazada decidirá presentarse a ellas o no, pero el sistema ya le ha dicho que debería acudir. Y lo escucha mientras aguanta las arcadas que tiene todo el día…

Pues estar, no estaré enferma, pero lo parece.

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Soy Directora Pedagógica de Arkhé Espacio Educativo, Asesora de Porteo y de Crianza, Educadora y, sobre todo, Persona de Éxito. Porque el éxito es tener el valor, la determinación y la voluntad de convertirte en la persona que tú crees que estás destinada a ser. Yo lo he conseguido, y soy feliz ayudando a mamás, papás, bebés y niños a que sean las personas que quieren ser.

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