por Amaya Hansen - Maramayu | 2,Feb, 2016 | Contacto
Influenciados por la cultura en la que vivimos inmersos, una cultura de separación básicamente, solemos pensar en los bebés como en unos seres que no hacen más que comer, dormir y llorar, y a los que, además, resulta muy cansado y difícil cuidar y entender.
Por otro lado, las películas que hemos visto desde siempre, nos han mostrado invariablemente que los bebés «deben» nacer en un entorno hospitalario esterilizado por completo, y que sin la ayuda del personal sanitario, es muy peligroso o imposible que el bebé nazca o que el parto se desarrolle de forma segura.
Más adelante, durante los primeros meses de crianza del bebé, las madres se ven sometidas a un constante juicio, un juicio que normalmente va en contra de lo que le dicta el instinto. Durante generaciones, las mujeres hemos ido alejándonos de nuestros instintos maternales para la crianza, y nos hemos visto empujadas a criar de una forma antinatural.
También influye directamente cómo nos han criado nuestros padres, ya que la imitación es la principal forma que tenemos de aprendizaje durante los primeros años de vida. Repetimos los patrones de crianza que hemos recibido de forma automática y es un verdadero esfuerzo querer hacerlo de forma distinta.
En este ambiente poco propicio para la buena comunicación con nuestros bebés, nuestros sentidos juegan un papel fundamental.
Los sentidos son las herramientas que tenemos para comunicarnos con el mundo y también para captar información y estímulos. Cuando nacemos (de forma sana), venimos provistos de los cinco sentidos, algunos más desarrollados que otros. Gracias a ellos podemos vivir y representan nuestro potencial para un óptimo desarrollo neurológico y emocional.
- El tacto.
Es el primer sentido que se desarrolla en los humanos. Ya en el líquido amniótico, las paredes del útero ejercen el primer masaje estimulante del bebé. El tacto estimula las conexiones neuronales ya desde el útero. Durante el nacimiento, el paso del bebé a través del canal de parto, también tiene una gran influencia en la salud del bebé a muchos niveles.
- El olfato.
El olfato también se desarrolla durante la gestación, y el bebé reconoce a su madre por los aromas en los que ha estado inmerso dentro del útero. La leche materna, el calostro, tiene un olor muy similar al líquido amniótico, así que el bebé es capaz de guiarse solo desde el útero al pezón, a su salida del cuerpo de su madre.
- La vista.
Se ha podido comprobar que un bebé recién nacido es capaz de ver muy bien a una distancia corta, de entre unos 15 y 45 centímetros de distancia. Esta distancia es justo la distancia que le separan de los brazos y pecho de su madre a los ojos de ésta. Los bebés que han nacido de un parto normal, no medicalizado, tienen los ojos muy abiertos y hacen contacto visual principalmente con su madre, y son capaces de sostener esa mirada durante largo rato. La vista es uno de los sentidos que está estrechamente relacionado con el establecimiento del vínculo afectivo.
- El oído
Este sentido está completamente desarrollado a las 16 semanas de gestación. El bebé escucha los ruidos amortiguados a través del líquido amniótico y el cuerpo de su madre. Además de la voz de su madre, que es la que percibe con más claridad y que reconoce a la perfección cuando nace, también oye muchos ruidos provenientes del cuerpo de ésta. Es capaz de reconocer melodías cantadas por la madre durante el embarazo y eso le relaja si está nervioso o irritado. Por una serie de estudios, está demostrado que la voz de la madre es su preferida ante cualquier otro sonido o música.
- El gusto.
El gusto también lo va desarrollando el bebé durante la gestación. El sabor de su madre, del líquido amniótico y la leche materna, que varía ligeramente según lo que haya ingerido la madre, le van mostrando un abanico de diferentes sabores.
El Masaje infantil y los sentidos.
Cuando realizamos masaje infantil a nuestro bebé, el tacto es el sentido que más relacionamos con esta práctica, pero no sólo este sentido juega un papel importante en la estimulación del bebé. También la vista, el olfato y el oído.
Durante la sesión de masaje, el bebé percibe el olor de su madre por la cercanía, por ello es tan importante que el aceite que se use sea lo más inodoro posible.
Cuando pedimos permiso antes de empezar el masaje, sabemos a qué distancia de los ojos del bebé debemos frotar nuestras manos para que nos pueda ver, sobre todo cuando es muy pequeñito. Y también vemos por qué es importante mantener el contacto visual con él durante nuestra sesión de masaje.
La voz de la madre o el padre, sea con palabras de cariño o alguna melodía, va a captar la atención del bebé y también va a contribuir a que esté tranquilo y relajado.
La interacción que se establece entre madre/padre y bebé durante la sesión de masaje infantil es muy completa a todos los niveles sensitivos, contribuyendo al buen desarrollo neuronal del bebé y también favoreciendo y fortaleciendo el vínculo emocional. Gracias a esta interacción los padres tienen una nueva oportunidad de reconectar con sus instintos más profundos.
Además es una práctica idónea para conocer a los bebés y aprender a reconocer sus señales, lo que ayuda a los padres a satisfacer las necesidades reales de sus bebés de forma más instintiva, rápida y eficaz. Todo esto resulta en unos padres empoderados y unos bebés felices.
por Amaya Hansen - Maramayu | 9,Sep, 2015 | Porteo
Hoy os quiero traer, en clave de humor, un pequeño juego:
A ver si consigues identificar los tips de porteo seguro que os doy en este vídeo mudo.
[vimeo 118704894 w=500 h=281]
¿Ha sido fácil? Espero que así puedas guardar en tus retinas estas claves de porteo seguro de forma más sencilla y duradera. Muchas veces las imágenes valen más que 1000 palabras.
Este vídeo lo preparé para una de las tareas para el módulo de Comunicación de la Formación de Asesoras Continuum.
¿¿¿Sabes que pronto se van a abrir las inscripciones para la 4ª Promoción???
Aquí puedes ver toda la información 🙂
por Amaya Hansen - Maramayu | 31,Jul, 2015 | Crianza
En estos días se cumple el primer aniversario de mi separación. Digamos que estoy culminando mi duelo, pero aún así, no puedo dejar de pensar y sentir que es un proceso doloroso y difícil. Os quiero contar mi experiencia, por si pudiera servir de ayuda a alguna familia en una situación parecida.
No voy a explicar aquí los motivos de mi separación, pero sí os quiero contar que fue una de las decisiones más difíciles a las que me he enfrentado. Ser madre es uno de los motivos de ello, porque antes de tomar la decisión, mi mayor temor era separarme de mi pequeño. Incluso podría afirmar que retrasé un tiempo la decisión porque me sentía absolutamente incapaz ni siquiera de imaginarme el estar separada de mi hijo. Mi hijo es parte de mi cuerpo y de mi alma, así lo sentía entonces y así lo siento ahora.
Mi separación significó también la ruptura de mi ideal de familia. Mi niñez también se vio ensombrecida por la separación de mis padres y siempre quise darle a mi hijo esa familia feliz y unida que jamás tuve. Sentí durante meses mucha frustración, impotencia y culpabilidad.
Ahora sé que mi hijo, su padre y yo seguimos siendo una familia, pero de distinta forma. Sobre todo sé que somos LA familia de mi hijo.
Cuando por fin tuve el valor de tomar la decisión, el siguiente paso más difícil fue comunicárselo al padre de mi hijo. Fueron momentos muy tristes y dolorosos que aún hoy me emocionan. Lo más importante fue la comunicación libre de acusaciones y juicios. Intentamos hablar desde nuestros sentimientos y sensaciones.
Como he comentado antes, mi mayor miedo era separarme de mi hijo, máxime sabiendo lo importante que soy para él, como cualquier madre para su hijo. No había cumplido ni 3 años, durante los cuales habíamos estado las 24 horas del día juntos desde que nació.
Así que nos tocó madurar a su padre y a mí, tragarnos un poquito nuestros sentimientos, para intentar hacer todo lo necesario con el fin de que nuestro hijo sufriera lo menos posible sin descuidarnos tampoco a nosotros. Tuvimos que definir nuestros propios límites. Acudimos a una sicóloga infantil para asesorarnos sobre cómo hacer las cosas. Le comunicamos la noticia juntos, con serenidad y palabras sencillas, que pudiera entender y asimilar. Las pernoctaciones con su padre tardaron en llegar unos cuantos meses. Primero probamos con las siestas y luego con alguna noche suelta. Y así, poco a poco, nuestro hijo se fue adaptando a la nueva vida.
A día de hoy, todavía no hemos llegado a la custodia compartida como tal. Seguimos en el proceso paulatino y suave. Este proceso durará lo que necesite nuestro hijo. Él ya sabe que tiene dos casas, la de papá y la de mamá, aunque la mía sigue siendo más “su” casa, pues es la que le vio nacer. Ya hace meses que me dejó de preguntar dónde está su padre; ahora lo tiene claro.
Cada día pasa más tiempo y más noches con él. Y me apena a veces verle cómo nos echa de menos, cómo intenta que hagamos actividades los tres juntos, como una familia unida. Afortunadamente su padre y yo nos llevamos muy bien y, de vez en cuando, sí que hacemos cosas los tres juntos. Hemos intentado llevarlo con la mayor naturalidad posible, como un continuum hacia la realidad que tenemos ahora en nuestras vidas.
La separación, desde luego, no es el ideal para ningún niño, pero tampoco lo es un ambiente rancio o sin amor en casa. He aprendido mucho de mi proceso de separación, de mí misma, de mi ex-pareja y de mi hijo. También he descubierto que hay muchas formas de ser familia, que no hace falta vivir bajo el mismo techo para serlo.
Un hijo es un proyecto en común para toda una vida, aunque el camino de los padres vayan por sitios diferentes.
Y como todo en la vida, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Cuando estoy con mi hijo sola por varios días, muchas veces me saturo tantísimo que me siento ahogada. Pero luego se va por unas horas o unos días con su padre y siento un vacío tan grande, que me hace sentir triste y mal. Sin embargo, esos momento de soledad me son necesarios para seguir adelante con mi vida y muchísimas veces los disfruto al máximo y estoy deseando tenerlos.
No dejan de ser extraños estos cambios de “criar sola” a “estar como si no fuera madre”. Supongo que con el tiempo todo irá más fluido para los tres.
Si estás pasando por una separación, espero que estas palabras puedan ayudarte, son mi experiencia personal. Cada familia es un mundo, pero para intentar conseguir una separación lo más respetuosa posible con los niños, hay que tener humildad, madurez, empatía, buena comunicación, respeto, hablar desde el corazón y poner mucho de nosotros mismos para lograrlo. Si se puede criar desde el continuum también se puede uno divorciar desde ahí. ¡Es la prueba de fuego, lo sé!
Por último y no menos importante, quiero decir que me siento profundamente agradecida hacia el padre de mi hijo que, a pesar del dolor, siempre ha intentado poner lo mejor de su parte para facilitarle las cosas al niño.
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por Amaya Hansen - Maramayu | 25,Jun, 2015 | Maternidad
La música es algo que me ha acompañado a lo largo de mi vida, variando en gustos y también con altibajos. He tenido épocas en las que no podía vivir sin ella, escuchando música hiciera lo que hiciera, incluso para conciliar el sueño. En cambio he pasado otras épocas sin apenas escuchar música.
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Esto me ha pasado sobre todo desde que soy madre, hace casi cuatro años. Por alguna razón he estado mucho tiempo sin escucharla. No sé si por falta de tiempo o porque he estado enfocada en otras cosas.
Pero últimamente estoy volviendo a ella, vuelvo a necesitarla en mi vida, así como también dedicarme a lecturas puramente lúdicas.
Sabemos que escuchar música o cantar durante el embarazo es una forma de estimulación para el bebé. Y también una forma de calmarlo más adelante cuando ya lo tenemos en brazos, pues la música que escuchó mientras estuvo en el vientre, le puede retrotraer, una vez fuera del útero, a la seguridad y la calma que le daba nuestro cuerpo.
Si además bailamos al ritmo de la música, aunque sea con suaves balanceos, estaremos contribuyendo al pleno desarrollo de nuestro bebé.
He estado haciendo un repaso de las «bandas sonoras» de los distintos momentos de mi vida y también he estado buscando canciones que nos evocan la etapa de la maternidad y la paternidad. Soy consciente que hay gustos muy diversos, pero aún así, hoy quiero compartiros canciones que nos pueden inspirar en el camino que vamos a compartir con nuestros hijos.
Durante los nueve meses de embarazo, sobre todo cuando no hay hermanos mayores, dedicamos mucho tiempo a tocarnos la tripa y a conectar con ese bebé. Encontré esta canción de Alejandra Guzmán, Yo te esperaba. La compuso cuando estaba embaraza de su hija.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=jcH4hL0LVn8&w=560&h=315]
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Quién mejor que Rosa Zaragoza para transmitirnos ese poder que destilamos las mujeres en nuestro parto. Sabemos parir despierta ese instinto que tenemos dentro de nosotras.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=jC8lqAwBycs]
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Una canción de un padre dedicada a su bebé, cuando todavía está en el vientre de su madre y luego llega a sus brazos: Peinas el aire de La Caja de Pandora.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=5iXfYMImlL8?list=PL28029B937B9A285D]
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Hay unas cuantas canciones sobre lactancia, pero Leche de madre es una canción preciosa de Piñon Fijo, tiene una letra muy emotiva.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=GrtVcLtp8-E]
Es verdad, que cuando estamos en cualquier fase de nuestra vida, no necesariamente escuchamos únicamente canciones que versen sobre ella. Pero sí es verdad, que cuando lo hacen, nos sentimos identificadas y en cierta manera nos hacemos más conscientes de nuestro momento vital.
¿Qué canciones te inspiran o te han inspirado a ti en la maternidad?
*Photo credit: distraction via photopin (license)
por Amaya Hansen - Maramayu | 14,May, 2015 | Porteo
Los fulares tejidos o «rígidos» son los portabebés más versátiles y en los que, además, encontramos una enorme variedad, tanto en el tamaño como en su composición.
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Un excelente artículo para conocer más a fondo los tejidos nos lo encontramos en el blog de
Red Canguro. En este aspecto se ha avanzado muchísimo en los últimos años, pues
ahora hay infinidad de combinaciones y de gramajes, que otorgan diferentes sensaciones y soporte a los fulares. Todo un mundo para investigar 🙂
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En ese mismo artículo de Red Canguro, encontraréis una guía de tallas estándar, habiendo unas pequeñas variaciones dependiendo de la marca y el fabricante. También varía el ancho del fular, siendo el más habitual de 70 cm.
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Un fular corto está entre los 2,7 m. (talla 2) y los 3,2 m. (talla 3). Es práctico porque al tener menos tela ocupa menos y, además, para determinados nudos no nos sobrará tela.
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Para los nudos que hoy os traigo, dependiendo del tamaño del porteador, se necesita una talla 2 ó 3.
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He decidido mostraros 3 nudos para utilizar con un fular corto, aunque hay algunos más :-).
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El primero de ellos es una Media Cruz Envolvente y sirve para llevar al bebé delante:
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=N5OPJX7FIR4&w=560&h=315]
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El siguiente nudo, es un nudo a la Cadera Estilo Rebozo, acabado con un nudo corredizo, lo que permite un ajuste y desajuste muy rápido, semejándose mucho a la bandolera de anillas.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=9fvOCNMC-tw&w=560&h=315]
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Y por último, os muestro un nudo a la espalda, el Canguro Reforzado o Nudo Pirata. Un nudo de dos capas que nos permitirá llevar a bebés ya más mayorcitos.
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=QbgRwawod6E&w=560&h=315]
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¡Espero que os gusten los nudos y que practiquéis mucho! Hay personas que realmente se aficionan a los fulares cortos 🙂
por Amaya Hansen - Maramayu | 8,Abr, 2015 | Contacto
… para dar contacto.
Un bebé intraútero tiene contención constante, alimentación continua y calor. Cuando nace ese bebé, espera que su mundo sea lo más parecido posible a lo que ya estaba viviendo. Sus necesidades de contención, alimento a demanda y calor se verán plenamente cubiertas sobre el cuerpo de su madre, sin pasar por ningún tipo de separación, al menos durante los primeros días.
Un bebé recién nacido necesita el contacto piel con piel para desarrollarse plenamente, ya que este contacto continuo desencadena en él los procesos neurológicos necesarios para un correcto desarrollo de su cerebro.
En cuanto un bebé es separado de su madre, éste siente peligro, pues su cerebro está todavía muy poco desarrollado y su programa biológico le «dice» que lejos de su madre su vida corre peligro. El bebé entra en un estado de alerta e hipervigilancia, sus niveles de cortisol empiezan a aumentar. El cortisol es la hormona del estrés y además es inhibidora de la oxitocina, la hormona del amor, el vínculo y las relaciones sociales. Este desequilibrio hormonal, afecta negativamente en el desarrollo del cerebro, además de que modificará su respuesta ante situaciones de estrés incluso durante su vida de adulto.
Por eso, citando a Nils Bergman: lo ideal sería la SEPARACIÓN CERO.
Que el bebé pueda ir adaptándose y conociendo su nuevo mundo desde un lugar seguro: el cuerpo de su madre.
Nils Bergman recordando el ejemplo de la plomada que usó Jill Bergman el día anterior
Lamentablemente, muchas veces estas expectativas que tiene el bebé al nacer no se ven cumplidas. Hace un mes escaso, tuve la suerte de poder asistir al curso de Nils y Jill Bergman, Kangaroula. Nils y Jill explicaron que lo que espera un bebé al nacer es «lo óptimo», el ideal, la meta. Y lo ejemplificaron con una plomada : cuando el bebé es separado de la madre, o nace con un parto muy medicalizado, o no inicia la lactancia materna en las primeras horas, esta plomada se aleja de la línea vertical, de su centro de equilibrio. Esto no siempre se puede evitar, pero lo importante entonces es intentar dar una respuesta de contención y volver lo antes posible a ese punto, al ideal, al cuerpo de la madre.
También es cierto, que muchas veces no hemos sido capaces de dar esa respuesta de contención que espera nuestro bebé tan pronto como fuera recomendable. Y ahora hablo como madre que no pudo y no supo darle esa bienvenida esperada a mi bebé. Pero sí empecé a hacerlo pasados unos días, ya en casa. Mi bebé lloraba muchísimo y yo no sabía qué le pasaba. Le daba pecho a demanda, dormía con él, lo tenía todo el día literalmente encima y, aún así, lloraba y lloraba. No fue hasta que acepté que mi bebé necesitaba un tiempo de desahogo, un tiempo para recuperarse por lo que habíamos pasado, que no empecé a darle esa contención tranquila que necesitaba. Y todo empezó a fluir.
El contacto piel con piel tiene ese mágico poder de recuperar el tiempo perdido, de curar, de unir, de fortalecer el vínculo, de regular la temperatura, de dar seguridad y de volver a ese equilibrio que esperan nuestros bebés. Pero también está relacionado con la resiliencia. Por eso pienso, que aunque hay cosas que no se podrán recuperar nunca, sí tenemos la capacidad de darles todo el contacto del que carecieron en un momento dado, ya hayan pasado días, semanas, meses o incluso años.
Nunca es tarde para empezar a dar contacto. Sólo imagina lo reconfortante que es que te den un abrazo sentido y prolongado. Esa es la magia de la que hablo. Y está al alcance de todos nosotros.
Si tu hijo o hija no tuvo lo que esperaba cuando nació, si por cualquier motivo no fuiste capaz de proporcionárselo, no te sientas culpable. En aquel momento, como ahora, hiciste todo lo mejor que pudiste, con tus conocimientos y con tu mochila a cuestas. Simplemente empieza hoy a darle contacto. Hay muchas formas para hacerlo, puedes dormir con tu hijo si así lo desea, hacerle masajes, darte un baño con él, abrazarlo mucho, auparle siempre que lo pida y más, portearla, leerle cuentos abrazados, y cualquier cosa que se os ocurra.
Muchas madres me han contado los maravillosos efectos que tiene el contacto sobre sus hijos, aun cuando no empezaron de la mejor manera. ¿Qué experiencias tienes tú? Estaré encantada de escucharlas 🙂
Amaya Hansen – Maramayu
Foto: Lulù e la mamma via photopin (license)