8 consejos para practicar el #BePositiveMyFriend
Hoy he amanecido con noticias de una amiga a la que criticaban y juzgaban en su práctica profesional. Viviendo en el mundo competitivo y feroz en que vivimos, no debería llamarme la atención, lo sé, aunque conociéndome, es normal que me haya removido, después de todo, aún sigo siendo sensible a las injusticias, y me indigno cuando el ser humano, capaz siempre de la más alta nobleza, se comporta con bajeza.
Mi primera reacción ha sido obviamente la de animarla, y recordarle aquello consabido del «Ladran, luego cabalgamos…», de que está en el camino correcto si la critican y de que, sobretodo no desfallezca, que no va a ser fácil pero es porque vale la pena… y bla bla bla… Pero después me dio rabia de mi misma, porque me di cuenta de que estamos tan programadas en el juicio y en que lo bueno y lo que vale la pena ha de ser difícil, en aquello de que «la fama cuesta» que ya lo esperamos, y hasta nos preparamos para ello. Y no debería ser así. Pero esta sociedad vapulea a la mujer que triunfa una y otra vez, por salir del redil y dar la nota, y nosotras aún jaleamos.
- ¿Porqué una mujer no puede sentir el deseo de hacer aquello que la hace feliz?
- ¿Porqué una mujer no puede formarse y ser una experta y un referente?
- ¿porqué una mujer que trabaja por y para otros en tareas de cuidado y acompañamiento debe entregarse feliz y sumisa a la causa sin emitir queja alguna ni expresar cansancio o desazón?
- ¿porque vemos tan mal que una mujer emprenda, que trabaje, que prospere, y aún peor, que quiera cobrar por ello?
Estoy harta de ver en estos entornos maternales, envidias, rencillas, pullitas, puñaladas traperas por la espalda, y hasta problemas graves derivados de otros, y especialmente de otras mujeres, madres y colegas. Y no puedo por menos que preguntarme ¿qué hicieron con nosotras mientras se daba la clase de inteligencia emocional? nos mandaron a por tizas y fuimos raudas y veloces con tal de agradar al maestro?
¿Porqué perdemos tanto tiempo, y tanta energía en criticar, en juzgar, en zaherir, en ofender, y en sembrar falsos testimonios sobre otras mujeres?
¿Porqué tanto empeño en reprobar todo lo que no va con nosotras, lo que hacen las demás? ¿No será a caso que nos duele el efecto espejo, que nos muestra a dónde querríamos llegar y no tenemos el valor ni tan siquiera de acercarnos?
¿Porqué esa necesidad de murmurar en cuanto otra cruza el umbral? ¿Acaso estamos nosotras exentas de correr la misma suerte media hora después?
Si estás leyendo esto te pido que te hagas y me hagas un favor. Aprende a contar hasta 10 antes de abrir la boca. Y hazlo sólo si lo que vas a decir suma. Si las palabras que vas a lanzar al universo y van a programar nuestro futuro común, van a traer más cosas buenas que malas. Si no es así, mejor cállate y recapacita. Piensa bien de dónde nace esa actitud tuya, tu odio, tu rencor, tu rabia, toda esa pena profunda que te llena las tripas… respira profundo.. y cuando te calmes escucha estos consejos que te traigo hoy:
1. Quiérete más.
¡Mucho más! Como dice mi madre: «desde que te levantes hasta que te acuestes y aún en sueños». Pondría la mano en el fuego y sin quemarme si te digo que debes ser tú la persona más dura y cruel contigo misma. ¿A que si? Anda, ¡Perdónate alguna vez!. Nada, absolutamente nada es tan grave como para que le dediques más tiempo que el de prepararte un buen café.
2. Cuestiónate.
Te parecerá un ejercicio difícil, pero te aseguro que en tu mano está desprogramar aquello de tu manera de ser que no te gusta, y el primer paso es darte cuenta de dónde viene. Si es algo heredado, educacional, una costumbre, un mal hábito, una excusa, una manera de llamar la atención. ¡Puedes lograrlo! Identifícalo y pregúntate ¿qué te aporta? o si te hace feliz. Como te decía antes, lo que no suma resta así que, neutralízalo, déjalo ir y se esfumará en un santiamén. Te lo prometo.
3. Disfruta del silencio.
¿No os ha pasado nunca que soltáis algo y de pronto pensáis: «¡Uupps, en mi cabeza sonaba mejor!»?. Pues eso. Sed comedidas en vuestras expresiones públicas. La mujeres, en general, tendemos al cotorreo y solemos ser luego esclavas de nuestros excesos de verborrea y parlanchinismo. Cada vez que te surjan ganas de soltar un exabrupto a deshora o un pensamiento negativo, plantéate qué podrías hacer para traducirlo a este nuevo lenguaje del #bepositivemyfriend, y si no lo consigues, mejor no digas nada. En estos casos, tu sonrisa es tu mejor aliada.
4. Sé asertiva.
Esta es sin duda la tarea más difícil. Porque nadie nos ha enseñado a comunicarnos de manera no violenta y somos sin duda alguna la sociedad más violenta que puebla la Tierra. La evolución de nuestro cerebro y el poder del lenguaje nos ha hecho un flaco favor y la educación patriarcal también (pero eso para otro post 😉 ). Somos el mamífero más capaz, en lo que a comunicación se refiere, y sin embargo ese don, muy a menudo nos juega a la contra. Nuestro patrimonio verbal debería usarse desde el yo, y no contra/hacia el vosotros, esperando una reacción externa que nos haga sentir mejor. Si aprendes a expresar desde ti misma, de manera clara pero concisa, con respeto a ti misma, pero siendo tolerante con el otro, sin duda disfrutarás de relaciones más saludables.
5. Vive sin límites.
No constriñas tus sueños ni los de los tuyos. Si vives tu vida dispuesta a que puedan pasar cosas maravillosas, pasarán. Debes vencer el miedo al fracaso. Aprende de los niños. ellos tienen claro que sin chichón no hay gateo, ni pasos, ni carreras… Confía más en ti misma, en tu entorno, en tus hijos, en la capacidad de cada cual para autogestionar su propia felicidad. Si cedes un poquito de control y sueltas lastre, vas a viajar más ligera y descubrirás nuevos puertos que ahora ni te imaginas.
7. Responsabilízate!
Este punto es verdaderamente importante, si de verdad quieres formar parte del cambio que necesitamos como sociedad. Cada palabra y cada paso cuenta. Todo lo que hagas, digas, sientas, y hasta pienses puede ser, y debes vivirlo como algo transcendental: llévalo a cabo siempre por un fin mayor. Ver tus pequeñeces diarias desde otra magnitud de miras va a darte motivos suficientes para enfrentarte a ti misma y a vencer todos tus miedos sin excusas.
8. Empodérate!
Apóyate en otras mujeres. Aprende a amar su esencia. Aprende de sus diferencias. Nútrete de sus caricias, sus palabras y sus silencios. Bríndales una sonrisa sincera, un abrazo cálido y un hombro siempre. Busca tu tribu, rodéate de comadres, de amigas, y sobretodo de AMIGAS, serán pocas, no te voy a engañar, sobran dedos de una mano, con suerte de las dos, pero esas, las de verdad, las incondicionales, te enseñarán sus secretos, darán alas a tus sueños, te rescatarán de tus naufragios, te mostrarán el camino de regreso, te robarán una sonrisa en los días grises y se alegrarán por ti cuando todas las demás, estén verdes de envidia.