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«Eres el hermano mayor»

«Tienes que cuidar de tu hermano/a»

«Tienes que dar ejemplo a los pequeños»

«¿Qué le has hecho que está llorando?»

«Tienes que ceder tú que él/ella es pequeño/a»

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¿Os suena alguna de estas frases o parecidas?

hermano mayorSoy la hermana mayor de una familia numerosa. Y soy la mayor de toda una legión de primos, por ambas partes. Me pasé toda mi infancia oyendo frases como esa.
A los hermanos mayores nos otorgan un papel en la dinámica familiar que condicionará toda nuestra vida. Muchos rasgos de carácter vienen influenciados por el lugar que se ocupa dentro del orden de nacimientos en la familia. Mucho se ha escrito sobre ello desde la aparición de la Birth order theory (Teoría del orden de nacimiento).
Según Frank J. Sulloway, del Instituto de Investigación Social y de la Personalidad de la Universidad de Berkeley (California, EE UU):

 «El entorno explica al menos el 50% de las variaciones en la personalidad, como sabemos gracias a los estudios en genética del comportamiento, así que también influye bastante en el desarrollo de las diferencias. El orden de nacimiento conforma la personalidad y el comportamiento mediante mecanismos biológicos, psicológicos, sociales y antropológicos»

Tiene todo el sentido por varios factores:

  • Los primogénitos llegan a un hogar sin experiencia previa en el rol de padres
  • Son los recipientes de todas las expectativas irreales sobre la m/paternidad
  • Pagan el precio de ser cuidados por adultos que desconocen cómo son  y qué necesitan de verdad los bebés y niños
  • Generalmente con ellos los padres aprendemos «sobre la marcha», y muchas veces entre lágrimas, la diferencia entre lo que debe ser y lo que es.
  • El tiempo que se les dedica no se comparte con hermanos, disfrutan de más tiempo en exclusiva con su madre (y/o padre) del que tendrán sus hermanos.
  • Cuando llegan hermanos se les asigna, en mayor o menor medida, el rol de cuidador, modelo, ejemplo …
  • Crecen «de golpe» a nuestros ojos sencillamente porque llega un bebé, comparado con el cual, el primogénito parece ahora muy mayor.
  • Pasan de ser criados en solitario a sentir «la comparación» constante. Lo que antes funcionaba ahora no es válido: «Ahora eres el mayor, ya no te puedo llevar en brazos»
  • Reciben del entorno mensajes contradictorios sobre el bebé que llega. A veces para evitar «celos» oyen cosas como : «Mira el bebé qué tonto es que no sabe hablar y se hace pis encima, pero tú no, tú ya eres mayor»

Estos y otros factores personales, familiares, culturales  y sociales influyen para que nuestros hijos mayores, a veces, en vez de disfrutar de la llegada de los futuros compañeros de vida, juegos y aprendizaje, se sientan desconcertados, solos, perdidos, frustrados, enojados y empujados hacia adelante a un camino para el cual no estaban preparados.

«Todas las familias felices se parecen, sólo las infelices lo son cada una a su modo»
Tolstoi -«Anna Karénina»

Cómo hacer más llevadera la situación de ser «el hermano mayor»

 

Lo primero es reconocer que siguen siendo niños. Que como todo cambio introducido dese fuera, va a requerir un tiempo de ajuste.
No es fácil adaptarse a cambios tan bruscos, y este posiblemente sea uno de los que más les afecte en su corta vida. Ponernos en su lugar  y reconocerles el derecho a enfadarse por ello es lo primero. Pretender que siempre van a comportarse según la imagen idílica de amor fraternal suele ser una utopía.

hermanosPor supuesto que aman a sus hermanos, pero en ocasiones el resto de emociones negativas asociadas a esa llegada podrá más que el cariño. Sobre todo porque el cariño cree con el roce, y sobre todo en los niños, no es algo intelectual. No van a querer al bebé porque sí, porque «es tu hermano/a». Le querrán a medida que se vinculen con él. Cuando lo sientan así, no cuando les impongamos que ha de ser así.
Si se ha compartido con ellos el embarazo, si han visto ecografías, si les hemos ido explicando cómo crece, cómo se mueve… si para ellos tiene entidad, el vínculo ya comenzó a crearse. Pero va a requerir de tiempo y contacto para que crezca y se desarrolle.

Mientras tanto, lo que van a percibir es el enamoramiento colectivo de todo su entorno hacia otro ser que no son ellos. No hará falta hablar, dará igual que la abuela luego les diga que él es más guapo, ellos se dan cuenta de que ahora hay una especie de agujero negro de luz que atrae las miradas, las sonrisas y el amor. Requiere tiempo aprender que el amor que se da a otro no es a costa del que nos dan a nosotros. Esa lección de vida aún hoy muchos adultos no la tienen clara, no exijamos a nuestros hijos la madurez que a veces nos falta a nosotros.

En una ocasión un hijo mayor estaba de compras con su madre y su hermana pequeña. Al cabo de un rato de cruzarse con extraños que sonreían y saludaban a la pequeña, que le alababan lo preciosa y simpática que era , el niño le dijo a su madre:

-«Mamá, ¿soy invisible?»

Así se sienten nuestros hijos mayores muchas veces: invisibles.

hermana mayorDe ahí que el rol que suelen asumir, impulsado por la propia familia y sociedad, sea el de «cuidador»: Si todo el mundo mira al pequeño y yo cuido al pequeño me mirarán también a mí.
Por supuesto es mucho más complejo que todo esto, pero este escrito va para todos los padres, para quienes criamos hijos mayores y medianos y pequeños. Para que seamos conscientes de que no podemos ni debemos criar a todos nuestro hijos de la misma forma, es imposible y sería injusto. Pero sí debemos hacer lo posible por empatizar con las emociones que sienten, todas ellas, respetar su derecho a estar molestos sin catalogarlo de «celos» o «envidia».

 

Demonizando lo que sienten, que no es sino necesidad de reafirmarles que les queremos aunque ya no sean los bebés adorables de hace años, aunque ahora sean esos niños permanentemente  malhumorados, que parecen no estar nunca satisfechos con nada, enfadados con nosotros y con el mundo… demonizando todo eso no les ayudamos a gestionarlo.

Hagámosles sentir que a pesar de todo eso que sienten y que a veces nos desborda y nos sobrepasa, les amamos. Y sabemos que ellos nos aman. Y aman a sus hermanos, y aún les amarán más.

 

Y ahora os hablo como hermana mayor y no como madre:

hermano mayorLanzar a un hijo por muy mayor que sea, el mensaje de  que ahora es él el cuidador del siguiente hijo les deja en cierto sentido huérfanos.  Lo que cree cuando le colocamos en esa situación  es que si puede cuidar de otro es porque puede cuidar de sí mismo sin nuestra ayuda, y no es así. Nuestros hijos tienen que sentir que aún son niños, que nosotros seguimos siendo sus cuidadores, que seguimos siendo incondicionales, con o sin hermanos.

Aumentar su responsabilidad dentro de la dinámica familiar y respetar su creciente autonomía es una cosa, imponerle un rol que no es el suyo es otra bien diferente.

 

Porque luego pasa lo que pasa… como podéis ver en este vídeo. Cuando además del rol por orden de nacimiento se da la circunstancia de la diferencia de género, podemos, sin querer, alimentar estos patrones tóxicos desde la infancia.

Dejemos a nuestros hijos ser eso: hijos. No son padres sustitutos chiquititos.

Criemos para que no asuman que son los directores de la vida de sus hermanos, sino compañeros de viaje en el más amplio sentido de la palabra.

hermano mayor

 

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Mujer, madre, escritora, emprendedora, formadora y asesora de maternidad, creadora de programas de desarrollo personal y profesional, divulgadora de temas de mujer y familia. Creadora y Directora de Asesoras Continuum y de la Escuela Internacional de Asesoras de Porteo Mimos y Teta. Gerente de Mimos y Teta (tienda on line) Coautora de "Una nueva maternidad" ( Ed. Obstare) y autora de "La Maternidad sin Tabúes" (Amazon).

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