La carga de las madres

La carga de las madres

 

Las mujeres de por si tenemos la costumbre, normalmente, de cargar con toda o casi toda la responsabilidad. El trabajo, la casa, los hijos… No es que nuestra pareja (si la hay) no colabore, es que el grado de responsabilidad no suele ser la misma.

 

 

Desde niñas nos han enseñado, ya sea de una forma más o menos sutil, a no molestar, a no pedir, a que no somos dueñas de nuestro cuerpo, a estar para el otro, a agradar.

 

La sociedad se encarga también de transmitirnos que tenemos que poder con todo para ser supermujeres, supermamás, superexitosastrabajadoras, supereducadas.

 

Tenemos que demostrar que valemos, que podemos con todo.

 

Y la culpa. Ay la culpa. Nuestra eterna acompañante.

 

Si no llegamos a todo es culpa nuestra. Si al otro le molestan nuestras palabras o nuestras quejas es culpa nuestra. Si nuestro parto o lactancia no es el que deseamos es culpa nuestra porque no sabemos y nuestro cuerpo no funciona. Si nos agobiamos es culpa nuestra, porque no somos capaces de poder con todo.

 

Pero es que no tenemos ni debemos que poder con todo. Si vivimos en pareja la responsabilidad debería ser compartida. Pero por desgracias no nos han educado igual.

 

mujer multitarea

 

Por otro lado vivimos aislados unos de otros. Estamos solos. Y nos sentimos solas. Cuantas madres se ven solas y superadas en la crianza de sus hijos.

 

La maternidad debería ser compartida y vivida con alegría, en comunidad, en tribu.

 

Estoy cansada de la pregunta de ¿y no trabajas?, cuando nos quedamos en casa al cuidado de nuestro hijos. Como si el cuidado de una persona fuese cualquier cosa. Como si estar en casa cuidando de nuestros hijos implicase no hacer nada.

 

El cuidado de una persona en pleno desarrollo es el trabajo que mayores conocimientos, responsabilidad, cualidades y tiempo requiere.

 

Claro, no estoy hablando de dejar a nuestros hijos en su cunita llorando hasta que aprendan a consolarse solos (cosa que no es tal y que además tiene sus consecuencia). Ni tampoco hablo de dejarles enchufados a la tele constantemente. Hablo de presencia para con nuestros hijos.

 

Mis hijas no me molestan, me molesta quien se cree con derecho a decirme que estarían mejor en una guardería, que qué bien vivo (dando por hecho que no hago nada), o que me estoy centrando demasiado en mi maternidad.

 

Señores, mis hijas no van a volver a ser niñas. Si no disfruto ahora de ellas y su crianza, ¿cuándo lo haré? Cada etapa tiene su tiempo. Y con mi vida hago lo que me place.

 

 

Por otro lado, si mi pareja es quien trabaja fuera, y yo quien se queda en casa cuidando de mis hijas, esto no es sinónimo de encargarme yo de todo lo concerniente de la casa. Ambos estamos desempeñando un trabajo, aunque el mío no sea remunerado.

 

Si resulta que además de cuidar a mis hijas llevo un emprendimiento, me cuesta aún más entender esos comentarios de desdén ante quienes decidimos hacer las cosas de otra manera.

 

 

Pensando en detallar todo lo que hago como madre seguro que habrá quien me tache de intrusismo. Soy cuidadora, proveedora de alimento, enfermera, asesora, psicóloga, payasa, cuentacuentos, monitora de ocio y tiempo libre, cocinera, limpiadora, profesora, chofer… Seguro que se te ocurren muchas más cosas.

 

Pero además de todo esto, y de mi trabajo, está para mí lo más cansado y que a veces más nos agota. Porque no sólo estamos agotadas físicamente, sino también mentalmente.

 

Todo lo que tiene que ver con la gestión y organización depende casi siempre de nosotras. Menús, citas, compras, colegio, llamadas, pediatra… Eso sin contar con la gestión y organización si eres emprendedora.

 

Descarguemos nuestra carga.

Porque no siempre todo es responsabilidad nuestra.

Porque tenemos que aprender a delegar.

Porque la crianza y la maternidad necesita de tribu.

 

 

Carolina Sánchez

http://SoniandoDuendes.com

http://MinervaysuMundo.com

Conciliación, emprendimiento y porteo

Conciliación, emprendimiento y porteo

Imagináos la escena: la oficina de un banco, de repente entran tres mujeres con sus bebés a cuestas. Tengo la sensación de reescribir el guión de El bueno, el feo y el malo en versión moderna para la madresfera, jajaja. En serio, nosotras no íbamos a atracar aquel banco, lo más que hubiéramos podido hacer era disparar chorros de leche por la teta.

No hace falta que diga que más de una mirada era de sorpresa e incluso asombro. Muchas madres hemos recibido esas miradas pero claro, hacerlo en «manada» y en una situación tan seria como es pedir un crédito a un banco, es de lo más curioso.

¿Por qué os cuento eso? Porque os quiero contar mi experiencia de lo que es montar un negocio teniendo un bebé y como  la viví a través del porteo.

Junto con Ana, mi socia, abrimos un espacio de crianza. Hace ya unos 3 meses pero el proyecto empezó mucho antes. Unos 10 meses de trabajo que se hicieron muy intensos, sobre todo al final.

Cuando me embarqué en esta aventura loca, Ilan, mi tercer hijo, tenía 2 meses (es el tercero pero sólo tengo que cuidar a dos ya que uno falleció, aquí lo cuento si te apetece leerlo). El hijo de mi socia tenía 10 meses y el de otra amiga que recorrió estos primeros meses del proyecto con nosotras tenía 4 meses. Las tres porteamos. A veces íbamos con el mismo modelo de mochila, ¡como si fuéramos del mismo club!

En un caso así el portabebés ya no es sólo una ayuda para hacer tu vida más fácil y/o agradable: es una herramienta de trabajo imprescindible, tanto o más que el móvil o el ordenador. Para mí el porteo siempre ha sido necesario porque vivo en un primero sin ascensor. Por muy poco que haga, para cosas tan básicas como la compra o atender a mi hija mayor, o me crecen varios brazos como a un pulpo o necesito un portabebés. Como en el primer caso iba a necesitar cambiar toda la ropa de mi armario, ¡la opción del portabebés me sale mucho más económica!

Los primeros meses fueron tormenta de ideas, estudiar el sector, perfilar el proyecto, buscar local y financiación, etc. Quedábamos en casa de una, de otra y muchas veces en algún bar. ¡Qué bien nos hubiera venido un lugar como Ohana! Un lugar donde cambiar al bebé sin buscarte la vida o dejar gatear tranquilamente al más grande de los peques sin miedos ni carreras desenfrenadas. Pero bueno, no existía y por eso había que crearlo.

 

Foto 2 post Flor

 

 

Luego vino lo realmente chungo: la OBRA. Si pudiera ambientar el post con música, ¡os pondría la de psicosis!
Como íbamos cortitas de dinero no pudimos delegar todo y tuvimos que encargarnos personalmente de gran parte del trabajo. Desde ir a comprar todo el material hasta perseguir por todo el edificio la linea de fibra óptica y encontrar por dónde entraba al local.


Un aviso importante: no se puede entrar en la plataforma de la construcción con niños, aunque sean bebés y vayan en el portabebés (#PorteoSeguro). Nunca subestimes la información tan útil que podamos darte en este blog, jajaja.

Al principio iba alternando fular, sobre todo en casa, con nudos que no fueran hiperpresivos. Y fuera de casa, usaba bastante la bandolera y la mochila (una que proporciona ajuste punto por punto para sostener bien la espalda del bebé). Necesitaba formas de porteo que se pudieran poner y quitar rápidamente ya que lo hacía muchas veces al día. En una mañana como mínimo eran 5 veces para salir de casa, dejar a la mayor en la escuela, para ir al banco, ayuntamiento, tienda o donde fuera, para ir a recoger a la niña y para volver a casa) . A veces eran muchas más veces, según los recados que tuviera que hacer y el trabajo  por la tarde.

También reconozco que cuando estaba dormido en el coche lo ponía directamente con la maxi-cosi en el carro para no despertarle con tanto ajetreo al pobre. Ya ves, para gran sorpresa de algunos, ¡SÍ, tengo un carro y lo utilizo! Lo uno no impide lo otro. ¡Ni talibana de la teta ni integrista del trapo! Todo vale en esta vida, o mejor dicho, lo que vale es lo que te funciona (y si respeta las necesidades del bebé ya es la repera).

Al final usaba casi siempre la mochila por las razones que mencioné antes, porque mi hijo ya pesaba mucho y porque necesitaba poder pasarlo de delante atrás o viceversa rápidamente, para tener las manos libres para trasladar cosas o trabajar y para poder darle el pecho sin tener que sentarme a hacerlo.

Para entonces Ilan ya tenía 9 meses y como la mayoría de niños de su edad necesitaba estar en el suelo, pues iniciaba la etapa de gateo, tan importante para el desarrollo. Sin embargo, algunos días ni tocaba el suelo: o iba en el portabebés o estaba en el coche. El local estaba en obras y bastante impracticable para un bebé. Me sentía culpable de no poder darle un ambiente adecuado para su desarrollo, pero como muchas de vosotras, tenía que trabajar y  al menos estaba conmigo.

Tras meses de trabajo duro  lo conseguimos:  ¡Inauguramos!

Fue un gran día, con el estrés de los últimos detalles y el alivio de ver que todo salió bien. A partir de ahí  empezaba mi verdadero trabajo: atender la tienda, la cafetería e impartir talleres. Iba a ser más fácil… o eso creía.

La definición de conciliar es:

Hacer que dos ideas, opiniones, circunstancias, etc. opuestas o diferentes se unan y hagan compatibles.

La conciliación familiar sería poder compatibilizar el trabajo con la vida familiar. Una piensa que si monta su propio negocio va a ser más fácil pero no lo es tanto. Compatibilizar no quiere decir optimizar. Como me dijo una madre emprendedora un día, al final ni trabajas al 100% ni atiendes a tus hijos al 100%.

Dicho esto, no cambiaría lo que hago por nada del mundo. Estaría más cómoda haciendo mi trabajo sin mi hijo (o mis hijos) claro está. Un día, sirviendo mesas con el peque enganchado a la teta en la mochila, mi campo de visión estaba bastante mermado y casi piso a una bebé gateando en el suelo. Menos mal que tengo unos reflejos felinos y no pasó nada. Pero este proyecto lo montamos para nuestr@s hij@s y los de nuestr@s clientes y sin ellos ya no tendría sentido.

Foto 1 post Flor

A  veces, cuando tengo al peque dormido en el portabebés, y tengo que enseñar cómo se pone otro, lo tengo que hacer ¡por encima del que ya tengo! Porteo a doble capa, jajaja, ¡si eso no da soporte a sus 11kg apaga y vámonos! Pero nos vamos apañando. Lo bueno es que nuestr@s clientes también son padres y madres y son muy comprensivos: GRACIAS.

Así es mi día a día de madre emprendedora y porteadora. ¡Ah y lactante también!, no lo olvidemos, que sacar la teta ante notario también tuvo su punto ;-).

 

Asesoras Continuum ganadora del concurso «Mi Negocio también es Después » de ING

Asesoras Continuum ganadora del concurso «Mi Negocio también es Después » de ING

Quedar en primera posición en  un concurso por número de votos es una satisfacción, y ganarlo con un Jurado que evalúa a 50 empresas es doblemente satisfactorio.

Asesoras Continuum ha resultado ganadora del concurso negocios #DESPUÉS de ING DIRECT

Mi negocio también es después
Estoy mucho más que emocionada por lo que ha supuesto este concurso justo en este momento.

  • Compruebas que las redes sociales pueden ser un lugar donde de verdad se crean afinidades y sinergias.

Por supuesto también está la otra cara de la moneda, la de comprobar que no todos los que te siguen responden tomando acción para apoyar, pero eso ya lo sabíamos.

Ser popular no garantiza tener éxito, o vender tu producto o servicio. 
Ser popular sólo significa que hay mucha gente mirando lo que haces,
con todo tipo de motivaciones.

Yo me quedo con las personas que me interesan.

Con aquéllas que se tomaron el tiempo de entrar y votar, a veces incluso me escribían para preguntar cómo porque no lo veían claro en la web. Otras asumieron el papel de relaciones públicas o embajadores en toda regla animando a todos sus contactos y amigos a apoyarnos.

Mención especial a mi amiga Cari, que siempre demuestra una confianza en mi y en mi trabajo que me  halaga y  a Hana Kanjaa, quien participaba también y animó en su propio boletín a sus suscriptores a que me votaran a mí junto a ella.

Eso es éxito: contar con personas así en mi vida.

Por supuesto nombraros a todos es imposible, así que por favor daros  todos por agradecidos, cada uno de vosotros que votasteis, compartisteis y expresabais vuestras ganas de que quedara arriba en la votación.

  •  Te ratificas en la idea de que ser pionera en cualquier ámbito es difícil pero siempre satisfactorio
  • Confías en que el trabajo bien hecho, con una misión de mejora de la vida de las personas tarde o temprano obtiene reconocimiento global, fuera incluso del ámbito en el que te mueves.
  • Te ayuda a enfocarte en toda la gente que te aplaude y no en la que te critica
  • Te demuestra que se puede emprender en femenino, sin renunciar a los valores propios de nuestra identidad como mujeres y como madres. No imitamos roles de éxito masculinos, ni antimaternales, ni antiinfancia. Todo lo contrario: somos mujeres, madres, no hemos delegado la crianza de nuestros hijos para trabajar.  Hemos demostrado que se puede, que lo primero es valorarnos, creer en nosotras y buscar alternativas a lo establecido por un sistema que no nos ofrece soluciones reales sino parches (y a veces ni eso).
  • Te garantiza que hay una verdad detrás de esta Ley natural : «se recoge lo que se siembra»
  • Me hace ser positiva en  cuanto al cambio de paradigma en lo relacionado con las necesidades de los bebés y niños. En un día como hoy además, 20 de noviembre, Día Universal del Niño.
  • Me confirma que cuando se tiene una idea  y se encuentra la forma de llevarla a cabo, no se necesitan «avales externos». Lo importante es lo que hacemos y lo que conseguimos.

Y por supuesto no me olvido de mis compañeras de la formación, y de las alumnas, sin las que este proyecto no existiría:

  • Gracias Elena  López y Mercedes Granda por ser las otras 2 patas de este taburete
  • Gracias a Carol  Cerro y al resto de Colaboradores destacados de  este gran proyecto.
  • Gracias a las alumnas de la 1ª Promoción que «arriesgaron» formando parte de algo tan diferente.
  • Gracias especiales a las que tras ese curso siguen con nosotras en el barco, demostrándonos que  realmente son parte del Equipo.
  • Gracias a las alumnas de la 2ª Promoción que dieron un salto cuantitativo y cualitativo  confiando en una formación intensa y cada vez más posicionada en todos los sentidos.
  • Gracias a todas las que habéis mostrado interés en formar parte del próximo curso, podáis o no al final acceder a él.
  • Gracias también a nuestros detractores: nos animáis a hacerlo aún mejor.

Y GRACIAS A ING DIRECT por la oportunidad de promoción de nuestra pequeña empresa
y por su confianza al escogernos como ganadoras.

Lo primero es soñarlo

Lo primero es soñarlo

Que nuestro curso arranque con Emprendimiento no es casual.

Para las mujeres que tenemos tan interiorizado que el cuidado nos corresponde a nosotras «per sé» pensar en profesionalizar este campo nos suele costar mucho. Y si hablamos no solo de profesionalizar en el sentido de prepararnos y de ofrecer ese servicio, sino de cobrar por ello, ya aparecen todos los tabúes interiorizados sobre el dinero.

Las miembros del Equipo Continuum, somos mujeres, madres, profesionales , emprendedoras y hemos vivido el proceso propio antes de lanzarnos a compartir lo que sabemos con nuestras alumnas.

Sabemos bien lo que nos condiciona la cultura y el entorno, nosotras mismas al fin y al cabo.

Nuestra zona de confort nos da una sensación «aparente» de seguridad  por eso nos cuesta tanto salir.
Y la realidad es que no es así.
No es segura y no hay confort.

Porque nos han enseñado a merecer lo justo para vivir y eso con sacrificio. Así que pensar en tener sueños grandes y querer vivir no ya bien, sino muy bien, nos parece un insulto.  Con esas ideas de base suelen llegar todas nuestras alumnas al curso. Así que la primera semana de trabajo con Elena López suele resultar dura y reveladora. Pero a la vez esclarecedora y motivante.

En la primera clase ella hacía mención al cuento de La Lechera

La Lechera

 

 

Seguro que conocéis la historia.  Era una joven hija de un granjero.  Pero ella no se conformaba con tener trabajo en la empresa de papá. Ella quería un  emprendimiento  propio y de camino al mercado iba pensando en su sueño, en sus objetivos, en su plan de negocio, cuantificando objetivos.

Pero el cuento no nos cuenta la historia desde ese punto de vista.

Sabemos que  a la joven lechera se le cayó el cántaro de leche cuando tropezó y  Esopo en su fábula quiere transmitir la moraleja de que soñar es peligroso. Que uno no puede vivir haciendo castillos en el aire.
Pero resulta que de esta historia, comentaba Elena,  hay otra lectura para nosotras.
Cualquier emprendedora DEBE soñar, debe tener aspiraciones, debe tener metas, ir viendo qué paso de su emprendimiento le va a llegar al siguiente… soñar a lo grande.  Porque si algo no se imagina primero no se realizará. Los grandes inventos han sido imaginados e intentados muchas veces antes de llegar al éxito.

Se dice que Edison comentó:
«No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla.»

Cualquier emprendedor ha fracasado alguna vez, o muchas, en su emprendimiento y no por eso ha creído que la lección a sacar es que hay que abandonar. De los errores aprendemos mucho más que de los éxitos.  Casi nunca se consigue lo que se desea a la primera.
Los tropiezos son parte de la vida y la vida del emprendedor no está exenta de ellos. Así que la mejor forma de afrontarlos es tomarlos como fuente de aprendizaje y oportunidades de crecimiento y mejora.

Estamos seguras de que la Lechera al ver su leche derramada se entristecería, igual hasta se sentiría culpable por haber ido algo distraída… pero seguro que volvió a su casa y en vez de renunciar a sus sueños, a sus grandes sueños, porque ella no quería solo comprar la comida del día, ella soñaba con tener una granja, volvió a ordeñar a la vaca al día siguiente, llenó otro cántaro y retomó su emprendimiento. Y esta vez aprendiendo de lo pasado, vigilaría sus pasos para que ninguna piedrecita en el camino le impidiera conseguir su objetivo.

Por ello, Esopos de nuestro entorno:

-«Gracias por vuestros consejos y comentarios»

Pero somos emprendedoras y vamos a trabajar por nuestros sueños: grandes sueños.

¿Imagináis la cara del autor de la fábula al pasar años más tarde por casa de esta joven y ver una gran granja funcionando?

Así que ya sabéis, parafraseando a Elena una vez más:

«Hay que hacer castillos en el aire, para tenerlos en la tierra»

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