Soy un bebé, soy una persona
Un bebé, aunque no sea nuestro, siempre inspira mucha ternura.
La naturaleza es sabia y ha hecho a los bebés de tal manera que nos gusten, para así asegurarse su cuidado.
Los bebés huelen de maravilla, tienen la piel suave, rasgos delicados y son tan chiquitines… Vamos, que son adorables. Así dan ganas de acariciarlos, besarlos, olerlos. Qué te voy a contar yo, que ando puérpera perdida.
Y esas ganas de coger y tocar al bebé no son exclusivas de los papás y del hermanito/a, si lo hay. Sino que toda la familia quiere y se siente con derecho a cogerlo. Pero, le pese a quien le pese, resulta que mi bebé no es una muñequita que pueda ir pasando de mano en mano. Y esto no siempre se entiende ni se acepta.
A mi lo que me preocupa son las necesidades y bienestar de mi pequeña, no satisfacer los deseos de otros adultos ni mucho menos quedar bien con ellos, por mucha familia que sea. No digo con esto que nadie coja a mi pequeña (ojo, que estaría en mi derecho). Sólo que lo harán si su padre y yo queremos, si está tranquila, un ratito, y desde luego no como un juguete que se pasen unos a otros.
Si por las necesidades del bebé les cuesta entender que no pueden coger a su nieta, sobrina, prima, etc. siempre que quieran, ya no te cuento cuando el motivo soy yo, la madre. Mi bebé me necesita, pero es que yo también la necesito a ella. Soy mamá loba, mamá leona. Y quien no lo entienda es su problema, no el nuestro.
Necesito tener a mi bebé cerca y segura. Necesito su calor, su olor y su piel. No me gusta cuando me devuelven a mi pequeña y huele a esa persona, a crema, a colonia, a comida… Es lo que menos soporto de cuando otra persona coge a mi hija, sea quien sea. Esta necesidad recíproca es algo normal, sobre todo en el puerperio, que debería entenderse y respetarse.
Esa necesidad mutua es la que forma el vínculo entre madre y bebé.
Otro tema crítico es cuando le tocan las manitas. No puedo. Se que se hace con buena intención, pero desde luego sin conciencia. En más de una ocasión mi hija mayor les ha recordado a los adultos que no deben tocar las manos de su hermanita, porque luego se las lleva a la boca. Que se lo tenga que recordar una niña, en fin.
El no va más es cuando un extraño (o no tan extraño) se cree con derecho a tocar a mi bebé o a mi hija de cinco años. ¿Te conozco de algo? Que si, que los bebés y los niños son achuchables, pero te aguantas. Se mira pero ¡NO SE TOCA!
Cuando me encuentro con estos adultos invasivos (desconocidos, conocidos e incluso familiares) me dan ganas de acercarme de la misma manera avasalladora que ellos, sin permiso, a ver qué opinan. Seguramente pensarían que estoy loca.
Un bebé, un niño, es una persona. Parece que a veces se nos olvida. Que sí, que los bebés y los niños pequeños son muy entrañables, pero siguen siendo personas no muñecos. Y como toda persona se merecen que se respete su espacio vital. Es tan fácil como ponernos en su lugar.
[Tweet «Por el hecho de ser pequeños no todo vale. Los bebés y niños son personas no títeres.» @SoniandoDuendes]
Carolina Sánchez