La consulta infantil, desde el otro lado

La consulta infantil, desde el otro lado

Hoy quiero dedicar unas líneas a todas y todos los profesionales de la salud que se dedican entre otras cosas a preservar lo mejor para el ser humano, desde el inicio. Y en especial a una amiga mía, una amiga que he conocido gracias a una situación algo extraña que nos ha hecho cruzarnos en el camino.

Porque gracias a ella he conseguido conectar con una realidad que no conocía, o que no sentía que era así. Que ha puesto ese toque de realidad a mi visión para poder ayudar a otras familias que lo puedan necesitar. Y a darme cuenta de que la información ha de llegar bien lejos para que las familias lleguen informadas y puedan asumir la responsabilidad que les pertenece.

Mirando atrás, cuando trabajé como auxiliar en una clínica infantil, durante un año, recuerdo bien en qué momento tuve ese momento de reflexión que cambiaría mi perspectiva de la salud (aunque siempre he sentido gran interés por el enfoque de la medicina natural) .

Recuerdo la frialdad con la que se trataba a los niños y las familias.

Recuerdo cómo tener que inmovilizar a un bebé para hacer una analítica y colaborar con la enfermera junto a otras tantas para poder pinchar a un bebé, cómo su madre lloraba desde la puerta, y yo no entendía nada (pensaba… pero si es por su bien… Cuanto he aprendido desde entonces…)

Y cuando teníamos que hacerle las limpiezas nasales porque su madre no podía.. y no me extraña, no era nada agradable para ninguno de los dos. Pero sí, también las tuve que hacer. Y de estas situaciones otras tantas… porque una cosa está clara, un niño tenga la edad que tenga si le hacen una invasión de este tipo, aunque sea “por su bien” se siente violentado. Una situación que puede hacerse de muchas maneras y desde luego no siempre utilizamos las más acertadas.

Un día una madre me pidió que si por favor podía tener a su bebé en brazos unos minutos porque necesitaba ir al baño y estaba sola, a lo que yo accedí obviamente, porque a mí lo que me gustaba era compartir esos ratos con las familias, ayudarles de verdad, que se sintieran bien dentro de lo posible. Aquel bebé me hizo conectar con algo dentro de mí.

De hecho, me chocó que se quedara bien, sin quejarse, conmigo y lo agradecí infinito (el bebé nació con síndrome de down, debía de tener unos 8 meses ). La verdad, no hubiese sabido bien qué hacer con un bebé de otra mujer llorando en mis brazos. Recuerdo como se me cogía a mi cuello, como me abrazaba tan pequeño mientras en su brazo llevaba una férula y una vía… Recuerdo cuando vino su madre y quería seguir estando conmigo… me emociono nada más recordarlo, era tan dulce… y doy gracias por ese momento de conexión. Pensé… No puede ser, esto se tiene que hacer de otra manera.

Pasado un tiempo dejé de trabajar en aquella clínica y empecé mi formación dentro de la medicina natural, y años después he vuelto a conectar con este mundo. No sé si es que tenía que hacer este recorrido, pero he entendido muchas cosas desde entonces. Y te lo digo, porque yo fui una niña enferma, ingreso tras ingreso con lo que conllevan estas situaciones, agujas, soledad, llanto, etc. O así lo viví yo.

Cuando hablo con madres recientes y me cuentan sus historias, cómo han ido sus partos, que ha pasado los minutos después de alumbrar a sus bebés, me duele muchas veces, porque lo vemos como normal cuando no lo es. No es normal, que te separen de tu bebé, no es normal que te corten porque el niño no sale, no es normal que te animen a ponerte una medicación cuando no debe ser puesta… y así un sinfín de cosas. Y no es normal enfadarse porque el sanitario de turno te anima a que sigas adelante sin medicación o te anime a darle el pecho a tu bebé.

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Lo normal es hacer lo posible por que los partos sean fisiológicos, que hayan matronas que estén al servicio y necesidad de esa mujer que está pariendo. Una mujer no necesita aires de grandeza sino simplemente una presencia que le haga sentirse segura si en algún momento ella desvanece por cualquier motivo, porque si… Tomar conciencia de que ese gran momento es abrumador y a veces justo en ese momento surgen cosas que no sabías que estaban ahí.

Y pensarás porque te cuento todo esto… porque mi amiga es pediatra. Y trabaja en una UCI de neonatos. Está en contacto con gente con mucha conciencia y otras con ninguna. Que le miran de reojo, o que juzgan sus decisiones. Porque ella decide si se sigue reanimando o si no, porque también tiene sus protocolos de trabajo y a pesar de ello humaniza el proceso y asume su responsabilidad de las decisiones tomadas.

Y quiero dar las gracias y ofrecer mi más profundo respeto por el trabajo de pediatras que están en unidades de cuidados intensivos atendiendo a bebés que nacen antes de la fecha, que nacen demasiado pronto y que sin máquinas no podrían sobrevivir.

  • Gracias por contener a esos bebés que se van a ir cuando la madre o el padre no están preparados para decirles adiós, por mirar a los ojos a la vida y la muerte en casi el mismo instante con respeto y empatía. Por hacer esa foto que a lo mejor… van a necesitar después.
  • Por animar a coger a su bebé, a mirarlo a los ojos y que puedan despedirse de la mejor forma, si es que la palabra mejor cabe en este texto… Porque en mi realidad, como asesora no puedo llegar a esos momentos. No podemos.

 

  • Esos momentos están en lugares dónde en pocos hospitales una figura como la nuestra está presente. Dónde es necesario que hayan profesionales sanitarias, auxiliares, enfermeras, matronas, ginecólogas y pediatras que entiendan que ese momento debe ser cuidado y respetado al máximo. Porque esas personas están en un punto muy frágil, que va a cambiar sus vidas por completo.
  • Gracias por todos los intentos, las lágrimas y reflexiones que hacen los profesionales por vivir esos momentos y cómo pueden mejorar en una segunda vez… Cuando no hay que hacer nada y simplemente esperar a que ocurra.
  • Cuando alguien a tu alrededor te dice que lo dejes y algo dentro de ti te dice que continúes. Y meses después despides a una familia que se va con éxito de un lugar en el que la vida y la muerte van de la mano. Cuando no siempre el equipo que tiene que apoyarte en esas maniobras y en su lugar pasa a ser un estorbo más que un apoyo.

Y por todo esto pienso, que mi labor como asesora es hacer llegar lo antes posible al mayor número de mujeres y hombres que quieren formar una familia lo que realmente es importante, para que cuando lleguen y dado el caso, vayamos todos hacia un mismo fin: promover el desarrollo feliz de todo ser humano que decide quedarse aquí, nazca en el momento que nazca sin olvidar que

«para el bebé nada tiene sentido si no es visto desde el cuerpo de la madre». (N. Bergman)

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Porque en un medio hospitalario, las familias tienen que sentirse acogidas, sea lo que tenga el bebé, más o menos grave, nazca en la condición que nazca, pero siempre vistas desde el más profundo respeto hacia la salud y el desarrollo de las personas.

Así que hoy doy las GRACIAS a mi amiga, a sus compañeras/os que hacen posible que estas cosas poco a poco cambien y cada uno ocupe el lugar que le pertenece, desde la responsabilidad, el respeto y la empatía.

Por qué atender el llanto de un bebé es tan importante

Por qué atender el llanto de un bebé es tan importante

Durante el nacimiento de un bebé ocurren, en pocos instantes, cosas que le marcan de por vida.

Pasamos de un medio acuoso a uno seco, de una temperatura estable a notar frío, de estar alimentados en todo momento a conocer la sensación de hambre… y esto no es más que lo que todos apreciamos, hay mucho más.

Los bebés nos irán mostrando sus sensaciones de formas diferentes.

Día a día iremos reconociendo las señales de nuestro bebé a la hora de mostrarnos su desagrado.  El más fácil de identificar es el llanto.

El llanto es una señal tardía de que algo estaba pasando. Y es así de “insoportable” por algo, porque es algo que tenemos que atender. Es una llamada hacia el cuidador.

Y hablo de esto con perspectiva hacia cuidar la salud de nuestro bebé.

 

El llanto no atendido tiene unas repercusiones fisiológicas que alteran el funcionamiento de sus sistemas.

  • Cuando no atendemos el llanto de nuestro bebé sus niveles de cortisol aumentan. Cuanto más se incrementa y dura el llanto más sube el cortisol. Ocurre un estrés psicológico.

Niveles altos de cortisol actúan como inmunosupresores, debilitando al recién nacido y su capacidad de combatir infecciones. El miedo o el dolor activan también cascadas bioquímicas inducidas por el estrés.

  • Aumenta la frecuencia cardíaca, que varía según la intensidad y duración del llanto.
  • Se eleva la presión arterial.
  • Disminuye la circulación cerebral.
  • La sangre que llega a los tejidos está menos oxigenada.
  • Los cambios en el flujo sanguíneo cerebral y presión en combinación con la vascularización inmadura del recién nacido puede producir alteraciones del desarrollo por hemorragias intraventriculares (en casos severos).
  • El llanto puede dar lugar a la aerofagia que provoca una disfunción digestiva normal.
  • Les bajan los niveles de glucosa.

Aquí te muestro sólo unos cuantos aspectos muy importantes sin mencionar que reducir los episodios de llanto promueve una mejor mejor relación de apego.

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Con esta breve explicación quiero desterrar ese mito de quelos pulmones se hacen grandes o de que nos manipulan de alguna manera.

El llanto es un mecanismo de supervivencia, que debe ser atendido por el bien del bebé y la familia. El llanto puede ser muy perturbador (aparte de lo que te cuento arriba). Y eso repercute en el bienestar familiar.

Atender las necesidades  primarias de nuestros bebés no debería ser algo opcional o cultural :

Es una necesidad para una buena salud futura de ellos, para su buen desarrollo como ser humano y para contribuir a una mejor sociedad.

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