La importancia del padre

La importancia del padre

Desde hace un tiempo se habla mucho de la importancia del rol del padre. Los padres de hoy en día están mucho más implicados y han salido de la sombra en la que han estado mucho tiempo. Esto es una maravilla, pero muchas veces esta paternidad parece que entra en conflicto con la maternidad y cuando eso pasa los perjudicados son los de siempre: los bebés.

Durante el embarazo la pareja sigue siendo pareja, los roles siguen claros. Él, el padre, está lleno de ilusión y su mujer es, a sus ojos, un ser valiosísimo en cuanto porta un tesoro sagrado en su interior. Pero llega el momento del parto y ahí aparece de repente la doble figura: madre y padre. La madre  tiene fácil  ver cuál es su rol (aunque muchas veces no lo tenga claro), es «su parto», pero el padre en muchas ocasiones se encuentra fuera de lugar, desubicado. Entran en juego miedos e inseguridades y no sabe donde está su lugar.

Estas cosas no se suelen hablan durante el embarazo; en otras ocasiones sí se hablan, pero a pesar de ello, a veces la mujer elige sin libertad, por miedo al qué diran o a que cambie su relación de pareja.
Michel Odent no es partidario de que el padre se encuentre en el parto, ya que dice que puede hacer que los partos duren más debido a los altos niveles de adrenalina que presenta el padre en ese momento. Nils Bergman, por el contrario, dice que es bueno que el padre esté presente porque aumentan los niveles de dopamina. Yo considero que la mujer debe decidir con quién quiere vivir ella ese momento. A mí me hubiese encantado que mi pareja estuviese conmigo en ese momento, pero entiendo que no tiene que ser lo mismo para todo el mundo. Las realidades de las relaciones familiares son complejas y cada mujer sabe si la presencia del padre en su parto va a contribuir a que se sienta segura o no.

El parto es de la mujer, y tiene derecho a vivirlo como ella desee, como se encuentre cómoda, tranquila y segura. Si en ese momento no quiere tener presente al padre y quiere que esté su madre, su hermana, un equipo de profesionales o quien sea, éste lo tiene que respetar. Puede que suene políticamente incorrecto, pero el padre tiene un papel mucho más importante que el cortar o no el cordón umbilical del bebé.

El papel fundamental del padre es preservar y proteger el binomio de la madre y el bebé, preservar los momentos de intimidad para que se conozcan, se enamoren, para que la lactancia se pueda establecer de la mejor manera. Todo aquello que haga que la madre se sienta bien será positivo para el bebé, porque aunque haya salido del interior de la madre, durante algún tiempo seguiran siendo una unidad.

En los primeros días  el padre puede dosificar, minimizar o incluso evitar las visitas; estar pendiente de la madre quien, entre la falta de sueño y las hormonas, en alguna ocasión puede sentirse desbordada; ocuparse del bebé mientras la madre se da una ducha o descansa; coordinar todos los recursos a su alcance para que la madre no tenga que hacer otra cosa más que estar con el bebé.

Durante los primeros meses, el padre puede hacer muchas cosas con su bebé, puede cambiarle los pañales, bañarle, portearle mientras la madre descansa un rato,… y, poco a poco, el padre se convertirá en ese héroe maravilloso y divertido que hace a los bebés volar por los aires mientras los bebés se parten de la risa (y a las madres les da un tabardillo).

Padres: sois fundamentales en el desarrollo y la crianza de vuestros hijos, siempre y cuando tengáis claro vuestro papel y no intentéis usurpar el de la madre.

Para gustos los colores

Para gustos los colores

Ser historiadora y humanista es algo de lo que una no puede -ni quiere- desprenderse, pero a menudo supone para mí llevar al extremo de la investigación antropológica cualquier realidad cotidiana que me toca de cerca, en la vida o en la profesión. Un ejemplo de eso es lo que os traigo hoy en este post: una breve, pero espero que clarificadora, perspectiva de lo que yo llamo «Las otras maternidades», una visión desde de la historia de las mentalidades, o lo que es lo mismo la versión post…

PARA GUSTOS… LOS COLORES

En las últimas semanas, he leídos varios artículos en los medios y posts en las redes, surgidos a raíz de las declaraciones de los diseñadores Dolce & Gabanna sobre el derecho de los gays a tener hijos. La mayoría, en mi humilde opinión, han sido lo que yo llamo «post viscerales» que surgen del #yomemíconmigoymiegotenemosmuchoquedecir, tan difícil de abandonar, y no de la reflexión pausada y serena que debería acompañar a cualquiera que escribe algo sobre otros y para otros y siente o cree que puede aportar algo, más allá de la opinión personal, muy respetable, esos sí, pero poco instructiva en la mayoría de los casos.

Me llamaron especialmente la atención un par de artículos denostando a todas aquellas personas que desean ser madres o padres, más allá de su condición física, su elección afectivo-sexual o sus condiciones económicas o realidades familiares, con argumentos biologicistas poniendo en entredicho la libertad o el derecho de ser familia de otros, por el simple hecho de que biológicamente no tengan esa posibilidad o el camino hasta ella les sea más arduo.

Sorprendentemente venían de personas y profesionales que respeto mucho y que supuestamente son afines a la «crianza respetuosa». Y uso con mesura este concepto porque respetuosa, tiene para mí un cariz bien distinto y alejado del juicio, el sentimiento de superioridad o de estar en posesión de la verdad absoluta. Este hecho me preocupa especialmente, puesto que la forma, «crianza respetuosa», debería acompañar el fondo «actitud respetuosa», que últimamente no veo mucho y que no debería referirse únicamente al trato con nuestros hijos, sino con todas las personas de nuestro entorno.  Si no, flaco favor nos hacemos al abanderarnos de ideologías o posiciones con las que no somos capaces de ser consecuentes después en el día a día.

Tomar partido significa ser honesto, con uno mismo, con nuestro origen, nuestro destino y nuestros fantasmas, miedos, tabúes y sonrojos, perdonarnos para perdonar,  aprender a amar desde la diferencia y a respetar desde el corazón.

Y es que si algo he aprendido en esta vida, con sus cambios de rumbo, sus lecciones, sus errores, las personas que han dejado en mí un poso profundo, las experiencias vividas propias y compartidas, y después de más de siete años al lado de personas en su despertar como familia, es que no hay verdades absolutas, no hay fórmulas mágicas únicas, no hay soluciones mejores que otras, ni caminos perfectos y a cada cual le sirve su verdad. Estoy segura de que mi experiencia personal y profesional me ha llevado a querer visibilizar la riqueza que aporta la diversidad. 

Cuando una bucea por las profundidades del ser humano a lo largo de los siglos se enfrenta a menudo con etapas históricas, corrientes religiosas o visiones políticas o culturales fruto de un tiempo concreto, del miedo, la intolerancia, el ego, la injusticia, y hasta la sinrazón. Por eso es bueno para la evolución como sociedad y como especie, no anclarse en ningún pensamiento de manera categórica, ni pretender sentar cátedra sobre sistemas, opciones o elecciones que nos son válidas hoy, aquí y ahora, a nosotros, pero que no necesariamente van a evolucionar con los tiempos y a adaptarse a nuevas formas y sistemas de vida futura.

Esto es, grosso modo, lo que siento que está ocurriendo hoy en ciertos sectores de esta «crianza respetuosa»: sentimos que hemos vuelto al origen, a lo natural, a la esencia de las necesidades biológicas como especie de nuestros bebés y nuestras madres y nos vanagloriamos de ser pioneras del cambio. Y eso está bien, obviamente yo abogo también por un cambio de paradigma que nace de una maternidad y paternidad más consciente, pero me preocupa enormemente que esos puntos de vista, marginen o juzguen la realidad de otros, que escapan a lo «normal», habitual o convencional, y hasta diría, a lo políticamente correcto, porque nuestra sociedad no es blanca y negra, ni siquiera está teñida en escala de grises, sino que brilla cada día con tonos nuevos, y está claro que para gustos, los colores.

Si uno se para unos minutos a reflexionar sobre su vida, sobre las personas que conoce (familiares, amigos, compañeros del trabajo) seguramente verá que no hay dos realidades iguales, que no hay dos personas idénticas,  ni hay dos modelos familiares siquiera parecidos.. y aún así juzgamos. Y juzgamos porque somos fruto de nuestro tiempo también, porque tememos al «otro» y a lo que nos aleja o distingue de él, pero también a que se parezca en el fondo demasiado.

Hoy, aún vivimos nuestras maternidades y paternidades en una sociedad castradora. Durante toda nuestra vida, sufrimos una y otra vez de la insana costumbre de etiquetar, de constreñir, de necesitar colocar, por miedo a aceptar la diferencia, al «otro» en un lugar distinto al nuestro, como si por ello fuéramos mejores que él. Pasa en la infancia, en la adolescencia y en la vida adulta. Y con la llegada del deseo firme de ser madres y padres surgen de nuevo los miedos personales, los tabúes y los prejuicios de la mayoría, y somos muchos y muchas los que debemos enfrentar las críticas, las miradas y a menudo el desconocimiento sobre nosotros y nuestras particularidades.

Vivimos en una sociedad -la occidental-eurocéntrica- compleja, abierta, democrática, todo esto entre muchas, muchas comillas, porque supone  una variedad y riqueza a veces difícil de digerir. Salvando las distancias, y si me permitís el símil, somos como el mejor de los buffets de desayuno de un hotel: fruta fresca, en almíbar, zumos, cafés, infusiones, pastas, panes, cereales, embutidos, chocolates, dulces… y así hasta el empacho. Un sinfín de posibilidades, atrayentes, saludables y nutrientes, pero también insanas si no se toman en su justa medida, distintas pero no necesariamente opuestas…

Somos una sociedad global y diversa, en la que cada cual puede encontrar la opción que mejor le parezca, pero ¡ojo! siempre que no toquemos el tema paternidad/maternidad, porque ahí sigue habiendo clases. Ahí se acabó la tolerancia y el ser polite.  Ahí enarbolamos de nuevo la bandera, y resucitamos a la Santa Inquisición, ahí nos creemos con derecho a decidir sobre las libertades de los otros. Y lo hacemos, claro está, como intelectuales occidentales y paternalistas, por su bien, porque no saben nada del tema, y nosotros sí, por un fin mayor, y escudándonos en la biología y la evidencia científica, que como es sabido por todos, no deja de ser, aleatoria, randomizada, controlada, parcial y orientativa. Y es que en una sociedad de la información, supuestamente culta, veraz y tolerante, lo ideal seria ver que todos tenemos voz y voto, y que cuando alguien opina, habla o teclea, lo hiciera desde la piedad, en el sentido más latino de la palabra.

Píetas, pietatis; píus, pía, píum; pío, piare, piavi, piatum...

Os invito a practicar la piedad en todas sus acepciones: como inclinación afectiva, como empatía con la realidad del otro, como amor y respeto al individuo por lo que es y no por lo que yo espero que sea, como reconocimiento y cumplimiento de los deberes para con los otros, de aceptación de su identidad e integridad, de amor respetuoso, veneración sincera, de ternura, amistad, equidad, justicia, gratitud y simpatía.

Os invito a vivir sin juicio la diferencia y sus riquezas, a dejar a cada cual, la elección de a quién, cómo y cuándo amar o de cuándo y de qué manera ser familia o de qué tipo. A ser capaces de ver en los demás lo que nos hace iguales y no lo que nos hace distintos. A dejar al margen lo que «es mejor» para nuestros pequeños. Porque ellos sólo necesitan amor del bueno.

Os invito a aprender a difundir nuestro mensaje de «crianza respetuosa» adaptándolo a cualquier modelo, con todas sus particularidades, porque ese sí es un mensaje universal y válido para cualquier bebé y familia.

Porque os aseguro que en esto de ser familia, todos somos Familias Singulares seamos familias homoparentales, lesbomarentales, por reproducción asistida, por maternidad subrogada, por maternidad o paternidad en solitario o adolescente, de adopción, coadopción o acogida, tengamos diversidad funcional, situaciones especiales de prematuridad o enfermedad de progenitores o niños, seamos interraciales o familias reconstituidas o familias sin hijos… En esto de ser familia nadie es más que nadie. Y porque, en el fondo, a todos nos une lo mismo, por un lado, como mamíferos, el deseo intrínseco como especie de contribuir a la evolución, y por el otro, como seres racionales, la voluntad cultural e intelectual de ser familia, esto es, de aportar nuestro granito de arena, de sembrar el amor incondicional y absoluto, de dejar huella, de sentir, de amar, de crecer y de explorar nuevas formas de ser más humanos y en definitiva más personas. ¿No os parece?…

Mamen Conte

Asesora Continuum  y UMUMA, la aventura de ser familia

 

Equipo de Formación Continuum: Mercedes Granda

Equipo de Formación Continuum: Mercedes Granda

MercedesHola, soy Mercedes. Y tengo la mejor ocupación del mundo, ser madre de mis tres hijos. Gabriel (2006), Lea (2009), y mi pequeñito Alex (2012). Tengo dos pasiones a parte de mi familia y mis hijos: la Geografía Humana y los Portabebés. Es posible que me conozcaís por mi blog Mi Saquito Mágico, pero no necesariamente, así que os invito a conocerme y conocer mis pasiones que intuyo de alguna manera son las vuestras.

Cuando conocí el mundo de los portabebés caí cautivada por sus implicaciones en la vida de las madres y familias de ayer y de hoy. Desde que inicié mi camino con la formación de la Asociación Franco Belga Peau a Peau (Piel con Piel) no he dejado de estudiar, de probar y de enseñar y aprender, no sólo sobre portabebés, sino sobre una Maternidad Natural. Una Maternidad sin empresas, con intuición, algo que no es nada fácil en estos días.

Además de ser una de las 19 mujeres fundadoras de la Red Canguro, Asociación Española por el Fomento del Uso de Portabebés, participo igualmente en otras Asociaciones relacionadas con la maternidad, como miembro activo. Es por todo esto que participar y unirme al equipo de Nohemí en un proyecto como el de la Formación Asesoras Continuum es para mi no sólo un honor sino el resultado de un crecimiento consciente y de la sabiduría de reconocer que para poder ver cambios en las sociedades de hoy tenemos que ser partícipes y cómplices.

En estos últimos casi 6 años de enseñar y aprender a (y de) muchas familias me he encontrado con particularidades de muy diversos tipos y he podido investigar y participar en muy diversos casos. En muchas ocasiones y por circunstancias he podido tener a mi disposición las apreciaciones de profesionales de la fisiología humana. Es por eso que mi roll será el de ayudar a recorrer caminos diferentes aún cuando las circunstancias no son aparentemente fáciles. Por el momento me encargaré de Necesidades Especiales y Portabebés… ya veremos si me necesitáis para algo más ;D

Un abrazo,
Merce de Mi Saquito Mágico

Equipo de Formación Continuum: Elena López

Equipo de Formación Continuum: Elena López

Mi nombre es Elena, y soy la mamá de Marcos (2008) y de Lucas (2011). En mi caso, han sido ellos, principalmente Marcos al descubrirme la maternidad, los que me han “empujado” por este camino, trayéndome
hasta este momento en el que te escribo esta presentación.

Yo encontré los fulares de casualidad. Buscaba pañales de tela. Y en la tienda (online) donde los encontré, había portabebés. Me parecieron una manera práctica de llevar al bebé en aquellas ocasiones en que “no me mereciera la pena montar el carro”. Mi primer fular llegó cuando
Marcos tenía 15 días, y desde ese momento, el carro se quedó aparcado en casa de mi suegra.

En aquel entonces, encontrar alguien que te enseñara a anudar el fular era bastante más complicado que hoy en día, así que me fuí apañando con las instrucciones que venían con el fular, y con las recomendaciones que  un grupo de mamás desinteresadamente me (nos) hacían en un foro online. Sin “enrollarme” demasiado, ese grupo de mamás que compartíamos información sobre porteo resultó ser el germen de Red Canguro, el grupo de las 19 mujeres que fundamos la Asociación Española por el Fomento del Uso de Portabebés.

Desde aquellos primeros pasos (y aquellos primeros nudos) hasta hoy he crecido, he evolucionado, he aprendido, me he formado. He convertido lo que resultó ser un pasión, la atención a las necesidades de los bebés, en una profesión. Primero, con mi proyecto personal, De Monitos y Risas . Un blog de porteo (y otros aspectos de la crianza) y tienda online de portabebés. Después, asociándome con Eloísa (maternidaddiferente.blogspot.com) para crear Oh! La luna tienda online de productos para una crianza respetuosa y espacio de charlas, cursos y talleres enfocados a una crianza más saludable, más respetuosa también.

Y ahora Nohemí me propone unirme a su proyecto de escuela de porteo (y mucho más). Y no puedo más que aceptar y meterme de lleno, con todas las fuerzas, para que esta formación sea lo que esperas y mucho más. Y lo hago porque quiero para mis hijos un lugar mejor, un mundo mejor donde vivir. Y cada vez creo con más firmeza que la única manera de cambiar el mundo es cambiar la forma en que criamos.

Cada vez hay más conocimiento, más respeto en torno a la mujer embarazada, de parto, lactante, puérpera (aunque hay mucho que hacer aún). La figura de la doula es cada vez más conocida, más aceptada y más solicitada. Sin embargo, aún hay un profundo desconocimiento de las necesidades reales de los bebés de menos de 2 años. De su lenguaje, de su
alimentación, de su cuidado incluso. Esta formación está orientada a formar personas que acompañen a los padres en este periodo crítico del desarrollo del futuro adulto. Y por eso no pude decir que no. ¿Cómo negarme a difundir una pasión?

Esta es la formación que yo hubiera querido encontrar hace cuatro años reunida en una persona, y no en un montón de cursos, talleres, charlas, reuniones, libros… Vamos a ofrecerte, a ofreceros, una amplia gama de herramientas, de recursos, de ideas, para que puedas desarrollar tu actividad, para que puedas andar tu camino bien acompañada y segura, respaldada, en tribu.

En concreto, y aunque estaré muy implicada en toda la formación en general, en mis manos cae una parte muy bonita: “quitarte de trabajar” 😉

Nos vemos por aquí…

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