Si con tu bebé no tienes tiempo ni de ducharte, te proponemos esto… un portabebe, y te voy a contar cómo y porqué. Solemos hablar de los múltiples y variados beneficios del porteo.
Charlamos y debatimos sobre los beneficios para los pequeños a muchos niveles y desde variados enfoques.
Conversamos de los beneficios que lleva asociado para los propios porteadores.
De las situaciones que nos ayuda a solventar el porteo de forma indiscutible.
De la libertad de movimiento y de acción que nos proporciona.
De la belleza de esas dos respiraciones acompasadas durante un largo paseo.
De la sincronía de esos dos corazones al mismo ritmo, mientras los pequeños descubren nuestro complejo mundo pegados a nosotros.
De ese baile, movimiento necesario para el desarrollo armónico que nos proporciona.
Si, muy bonito todo…
¿Y el día a día? ¿la parte más práctica? ¿las barreras diarias y más cotidianas? ¿Los entuertos más variados a solventar todos los días?
Asumamos que todas y todos vamos al baño, todos y todas necesitamos una ducha al final el día (por pararnos en dos actos más que cotidianos), todos y todas comemos y necesitamos cocinar.
Y ahí están los portabebés, son tan necesarios de puertas para dentro como de puertas para afuera, cada familia decide cuando y donde les da uso por supuesto.
Pero es indiscutible la capacidad que tienen para facilitarnos la vida, el poder llevarlos contigo cuando es lo que esperan para hacer comidas, cenas, lavadoras, aseos personales y ajenos varios soluciona muchos de esos momentos.
Por ejemplo, sobre todo, una buena ducha para retomar fuerzas de cara a la noche, cuando tienes bebés pequeñitos, que suele ser tan movida como el día, nos da la vida y ánimos para afrontarlo.
Pero a veces no es posible, parece que tienen que alinearse veinte estrellas con quince planetas para que ese hueco aparezca, y no todos los días, y a mi personalmente tener que perseguir ese hueco me provoca una importante irritabilidad
Si además tienes otros hijos la cosa se complica, un poco más o un mucho más, porque justo cuando parece que podrás darte esa ducha, tu hija mayor necesita que la atiendas, porque justo cuando parece que se abre esa posibilidad, tu pareja tiene que ponerse con la cena y todo al tiempo no se puede hacer, por ejemplo.
Porque si es tu primer bebé y tienes una pareja que asume ese momento del día para que tu te des una ducha (normalmente fugaz y bien rápida) puede resultar más sencillo (no siempre). Pero cuando pasas de ser tres a ser cuatro, las mamás nos ponemos el disfraz de mama-pulpo (como siempre dice una buena comadre) y parece que nos cuesta encontrar un hueco que por otro lado es más que huidizo.
Pues ese rato lo puedes salvar con un portabebés también!. Igual no te lo habías planteado, pero hay portabebés específicos para piscina y playa, puedes usarlos también para el baño y la ducha. Se secan rápido, te proporcionan seguridad y comodidad y el momento «ducha-precipitada» se puede convertir en un rato de diversión y alegría si el pequeño lo acepta de buen grado.
Conviertes así, un momento de lo más común, en una fiesta, en un circo de tres pistas, para ellos y para ti.
Ya de otras tareas más escatológicas no hablamos, porque ese suele ser justo el momento en el que tu baño, se convierte en el camarote de los hermanos Marx si o si, y de eso amiga, ya si que no te libra ni un portabebés. XD
¿Y tu? ¿Para que usas los portabebés en el día a día? ¿En que te ayudan y no habías pensado que lo harían?
Los niños buenos no lloran, desde el otro día me retumba esta frasecilla porque ya la hemos escuchado unas cuantas veces desde que nació Erik y voy a ser muy poco correcta en este post, tan poco correcta como aquellas personas que no se paran a pensar antes de hablar o no miden como hablan de una persona que esta delante y presente aunque sea una persona de un mes de edad.
La gotita que colmo el vaso fue la señora panadera de mi barrio, con la que mantuve, mantuvimos (íbamos los cuatro juntos una buena mañana de domingo) este singular dialogo para besugos, puntualizo, besuga ella, nosotros tenemos muy claras las cosas.
*Advertencia, no ha sido en una sola visita, ni en una sola conversación, me he tomado la licencia de agruparla en la misma para ahorrarnos espacio, por supuesto hemos cambiado de panadería para evitar un homicidio cualquiera de esas mañanas de domingo.
Panadera: Uy! has tenido un hermanito!! Que bien no, ahora ya eres la hermana mayor y te toca cuidarle mucho, ayudar a los papas y ser muy buena y responsable (levantada general en el clan Ruíz-Solís de cejas, la mujer ha tenido a bien mezclar todo lo que más molesta en una sola frase, ole ella!).
Sira: Si, hemos tenido un bebé, me gusta mucho mi hermanito, pero ya lo cuidan mis papás, igualito que a mi.
Panadera:(obviando la respuesta ya ácida de la niña, no sabe lo que la espera si continua…pero ella continua) ¿Y como se llama el hermanito?.
Sira: El hermanito, el bebé, se llama Erik.
Panadera: Uy! que raro (no lo entiendo porque parece el nombre de moda, en los parques levantas una piedra y salen tres Erik) ¿Y tu? ¿Como te llamas tú?.
Sira: Sira, me sigo llamando Sira como el domingo pasado (ains!) también es raro, pero mi mamá dice que Pepes y Marías ya había bastante (Oye, a mi me contesta eso una niña de seis años y ya pillo que va hasta el moño y es mejor dejarlo).
Panadera:(Esta es la gota que colmo el vaso) ¿Y el bebé es bueno?.
Sira: El bebé? Erik? esto…(aquí ya me miro pasándome la pelota a mi directamente).
Mamá(Esto, yo misma): ¿Bueno? si, el niño es muy bueno, como todos los niños no? no hay niños malos.
Panadera: Si, si, si que hay! algunos niños son malos, lloran mucho ¿El hermanito es bueno o llora mucho?. (Mirando de nuevo a Sira que ya se escondía detrás de su padre, el cual viendo venir la tormenta ya me miraba con una sonrisa en la cara).
Mamá: TODOS LOS NIÑOS SON BUENOS, punto. Que lloren o no lloren, Erik llora bastante más que su hermana, no los hace más o menos buenos, Erik llora bastante y es muy bueno, básicamente porque no le ha dado tiempo a ser malo, no como a otras, buenos días. (todo esto en la puerta ya, con mi pequeño en una bandolera dormidito y con mirada y posición bastante agresiva por mi parte, como merecía la señora besuga)
No hemos vuelto por la panadería, es una lastima porque hacen un pan exquisito, completamente opuesto a su trato a este respecto.
Y es que estoy hasta el moño (por ser correcta) de escuchar lo del niño bueno-niño malo. Esta comparación que establece esta, nuestra sociedad de hoy día de que el niño que no reclama lo suyo, que no llora, que no demanda lo que le corresponde, que el niño que no es como un muñeco es malo, me enferma.
Un bebé es un bebé y no tiene ni la culpa ni la responsabilidad sobre esas expectativas irreales y lejanasque nos hemos creado sobre lo que necesita un bebé pequeño, en este caso de un mes.
Llorar es el único recurso que tiene un bebé chiquitín para reclamar nuestra presencia y contacto, porque necesita algo, sea lo que sea:
un cambio de pañal,
teta,
comunicar que siente dolor
que necesita una caricia,
sentirnos para saber que existimos,
olernos,…
todo ello sólo para sobrevivir.
El pequeño bebé no sabe si esta confortablemente colocado en una magnifica cuna con dosel o en una cueva sobre una piedra al alcance de cualquier depredador.El bebé solo sabe que nos necesita y punto, y sólo nos lo puede hacer saber por su llanto.
A nivel personal creo que hay unas ideas poco claras en general o lejanas de lo que necesita en realidad un pequeño humano. Una idea idílica y poco ajustada a las necesidades intensas, vibrantes de un bebé real, de carne y hueso y no de libro.
Creo que muchas madres y padres llegan a la crianza sin saber «qué es eso de la demanda real» de un bebé. Y esa realidad, muchas veces cruda y dolorosa, los desborda, haciéndoles pensar que ese niño que llora y demanda (aquí luego vienen las etiquetas) más de «lo necesario» y seguro más de lo que ellos tenían en mente. Y entonces es malo, y la sociedad que los rodea se lo refrenda y confirma. Puedes leer a mi compañera Ana, sobre una real alta demanda, clicando aquí.
Y ahí, justo ahí, es donde tenemos mucho trabajo que hacer y mucha conciencia que generar y es responsabilidad de todos, vamos a comenzar por no decirle a un bebé de un mes que es malo porque llora, por mucho que sea el único cliché que se nos ocurre para decirle a unos padres entablando conversación, en ocasiones es mejor callarse.
Hoy vengo de nuevo al blog para contaros nuestro parto respetado: real, mimado, disfrutado en extremo, explosivo y revelador.
Hace unas semanas os contaba cómo fue el recorrido que hacen en nuestro, ahora más que nunca, hospital de referencia: Fundación Hospital de Alcorcón. Podéis leer el post pinchando aquí.
Y prometí volver y contaros si la realidad se ajustaba a lo pintado y mostrado en esa visita, y a lo percibido al entregar nuestro plan de parto en su momento, post que también podéis leer pinchando aquí.
Ahora puedo deciros que sí, a todo sí, y aún más allá.
Ha sido el parto que soñábamos,
el parto que esperábamos
y nuestro parto, ni más, ni menos.
He pensado que no quería contar nuestro parto por escrito, aún se me saltan las lagrimas recordándolo y me emociono mucho, y creo que lo haré durante mucho tiempo, porque fue nuestro al 300%.
Así que mejor quiero contároslo de viva voz. Como se lo cuento a mis comadres con una taza de té por medio, de tú a tú.
Gracias a mi marido Raúl por estar, por ser, ayer, hoy y siempre amor.
Gracias a mis estrellas por enseñarme lo que significó su efímera presencia
en mi vida y los cambios que trajeron consigo.
Gracias a mi hija Sira por enseñarme a ser madre, no la mejor, pero sí
la suya, la suya y la de Erik.
Gracias a Erik, por traerme tanto y tan bueno durante su camino a
mis brazos y por las miradas que me lanza desde ellos.
Gracias a mis comadres y compañeras por hacerme grande, gracias a todas y cada una de ellas (si os nombro a todas no acabo y eso es un puro lujo en sí mismo).
Gracias al FHA por tener claro el camino hacia un parto normal.
Gracias al personal del bloque obstétrico y maternidad por
devolverle el sentido a la palabra normalidad.
Gracias a Asesoras Continuum, al proyecto y a cada una de ellas.
Y gracias a la chispa, que encendió un día, hace años, mi vocación por la maternidad.
A finales de julio, estuve en la visita que tienen pautada dentro de la atención a la embarazada en mi hospital de referencia, el Fundación Hospital de Alcorcón, no nos queda mucho para que el pequeño haga su entrada en este mundo y aunque ya pasamos por esta experiencia en el mismo centro con mi hija mayor, no esta de mal ver que ha cambiado o no en seis años.
Ya hace semanas me sorprendió gratamente que tuvieran una consulta con las matronas para recepcionar tu plan de parto si ya lo tienes elaborado. O para elaborarlo contigo explicándote cual es su actuación en parto normal. Y que se llame parto normal y no parto natural ya cuenta y dice mucho de un avance en sus protocolos de atención a la maternidad.
En aquella consulta revisamos el mío, que ya llevaba preparado y firmado por padre y madre. La gran mayoría de los items marcados ya constan en el protocolo en si mismo del propio hospital. Yo lo sabía y aun así quise hacerlo constar por escrito, me lleve alguna desagradable sorpresa (que puedes leer clicando aquí), pero el balance en general y tras las siguientes consultas fue muy positivo.
Incluso me llamaron un par de semanas después, desde el propio hospital, desde paritorios, para revisar de nuevo los items dudosos del plan de parto y todo fue como la seda.
Como os contaba, la semana pasada estuve en una visita guiada que organiza el propio hospital, siguiendo con ese protocolo de familiarización con el centro medico orientado a las familias y con el objetivo de mostrar y permitir que conozcan un ambiente que tiende a ser frío. Espacios que al ser desconocidos, pueden imponer en exceso a las parejas que acuden para el nacimiento de sus pequeños.
La visita consta de cinco partes en general, los boxes de urgencia de llegada a maternidad, las salas de dilatación, paritorio y quirofanos y las habitaciones de planta, incluyendo tanto maternidad como neonatología.
Esta claro siguiendo la visita con la mente abierta y llena de información propia: Están haciendo un gran esfuerzo para continuar un camino hacia el respeto al nacimiento normal que comenzaron hace años.
La visita es amplia, tocando muchos puntos, explicando absolutamente cada uno de los pasos, abiertas a multitud de preguntas. Aunque yo esperaba más consultas por parte de las parejas, no fue el caso, alguna pregunta muy concreta suelta.
La visita en dilatación, deja clara la linea de trabajo que intentan llevar, pelotas de pilates, kalinox disponible (Óxido nitroso o gas de la risa), bolsas de semillas, una ducha de hidromasaje (una compartida, no una por habitación), salas individuales y cómodas de dilatación.
Tienen a disposición varias opciones para cuando una mujer opta por prescindir de la analgesia epidural (La charla sobre la anestesia epidural ha sido esta semana y esta fue un poco más decepcionante). Facilidades para la mujer que esta pariendo y para su acompañante.
Cuando hace seis años pase por allí me gusto el respeto absoluto a todas nuestras decisiones y posiciones ante el nacimiento de nuestra hija, y parece que han avanzado mucho.
Aproveche para comentar con la matrona al salir del cuarto que solo les falta un fular para tracción colgado y me contesto sonriendo que tiempo al tiempo, que en ello estaban. 😀
Antiguamente pasabas a paritorios directamente al llegar a dilatación completa, ahora tienes la opción de completar allí el nacimiento o como poco de comenzar a pujar en un cuarto que es más cálido y acogedor que un paritorio en si mismo.
El lenguaje usado por la matrona que hacia de guía explicando todos los procesos durante la visita denota parte del cambio, no escuche ni un solo momento el concepto parto natural, solo usaba parto normal y eso a mi, ya me cuenta mucho.
De forma reiterada comento que el miedo en el parto por parte de la mujer esta ahí, pero que ellas estaban para acompañar, disolver ese miedo y facilitar que tomáramos confianza en nosotras mismas y en nuestro potencial para parir de forma normal.
Recordó varias veces la importancia de un buen plan de parto, para ellas saber que deseamos, que nos hemos planteado respecto a nuestro parto, y recalco que aún no llevando uno presentado y elaborado, nosotras tenemos las riendas de nuestro parto.
Como soy escéptica por naturaleza propia, y no queda tanto, probablemente mi próximo post en el blog os cuente mi experiencia real en el parto del pequeño.
De las salas de dilatación pasamos directamente a ver los paritorios, incluyendo el quirófano que se usa para casos de cesárea:
En paritorios tuve la sensación de notar como todas las parejas que estaban en la visita, aproximadamente 8 ó 9, se ponían tensas de forma automática, y me resulto agradable percibir que la misma sensación le debió llegar a la matrona, porque más no pudo explicar como funcionaba todo y como se articulaba toda la sala buscando la comodidad e intimidad del momento del parto.
En este momento de la visita no puede evitar emocionarme y que alguna lagrima se me resbalara, habíamos pasado tanto por el mismo box de recepción de urgencia, como por la misma sala de dilatación y ahora estábamos en el mismo lugar donde un poco más de seis años atrás recibí a mi pequeña entre risas y pura alegría. Estábamos haciendo justo el mismo recorrido que aquella noche de junio, y mis recuerdos al respecto son alegres y felices.
Vimos dos paritorios y un quirofano. Las dos salas de paritorios diferentes, sobre todo a nivel de mesa articulada, es obvio que tienen un camino aún por recorrer, espero que continúen en esta linea y pueda ser hospital de referencia.
Ya en la planta de maternidad, también se aprecia ese trabajo, quizás lento, pero continuo, hace seis años las habitaciones eran individuales, actualmente de 15 habitaciones disponibles en la planta de maternidad, 11 de ellas están individualizadas, mucho más cómodas para mamá y bebé, y desde luego mucho más acogedoras para el acompañante.
En planta, esta claro que una cosa es comentar como se desarrolla la estancia y otra muy distinta la estancia en si misma, porque dependerá mucho de horarios de visitas de médicos, de protocolos de planta y de un horario marcado que puede chocar directamente con esos primeros días de navegar a otro ritmo tras la llegada de un bebé, ya os comentare cuando estemos in situ como ha cambiado o no todo esto.
Comentamos con ellas, los protocolos habituales y como suelen actuar en cuanto a determinadas situaciones, una respuesta directa, clara y aseptica, quizás alejada de esa calidez que transmitía la matrona-guía de la visita. Revisamos pruebas habituales y protocolos habituales de control y alta.
Ninguna sorpresa, me pareció que salvo el cambio estructural de habitaciones, y el comentario de que ahora todo el personal en planta estaba formado en lactancia no había gran diferencia con hace un tiempo.
Visitamos a continuación, conectada, la planta de pediatría y la sala de neonatos, donde parecen haber dado un salto grande, anteriormente había horarios de visita y permanencia con los pequeños que estaban en neonatos, nos comentaron que ahora no, actualmente los padres tienen acceso a los pequeños 24 horas, incluso tienen establecidas un par de horas, de mañana y tarde, para visita de familiares, incluyendo hermanos pequeños siempre que la situación lo permita.
Ningún protocolo es perfecto, pero debería, y más aún en estos aspectos, eliminar los limites horarios para facilitar contacto permanente con sus padres a esos pequeños es básico y primordial.
Podría contaros muchos más detalles, la verdad es que la visita la realice con mirada de Asesora Continuum más que como madre que en breve estará en aquellas instalaciones en su propio parto, y en más de una ocasión, y supongo que a través de mis preguntas, me encontré con la mirada cómplice de la matrona enganchada a la mía, me despedí de ella con un «hasta pronto».
Creo que aún no siendo la perfección en persona se están dando pasos de gigante, y ante mis comentarios sobre la visita, la reacción de la gente de forma habitual ha sido «Que bien!! que buena noticia que estén cambiando tanto» y mi reflexión es otra, esta bien ese cambio, pero todas estas actuaciones no deberían ser deseables y la excepción, sino esperables y normales
En todos los centros médicos donde se atiende un parto, deberíamos poder esperar de base este tipo de cambio continuo y permanente hacia la normalidad y el respeto de los procesos normales y puramente fisiológicos de un nacimiento.
Estamos en julio, y yo metida de pleno en el síndrome de nido. Bueno, nosotros metidos en pleno síndrome del nido porque mi pareja esta exactamente igual que yo.
No nos preocupan las ropas, no nos preocupan cunas, ni cochecitos, no nos preocupa preparar su cuarto porque es el mismo que el nuestro y el de su hermana, no nos preocupan las cuestiones que suelen ser las más habituales.
Nos preocupan los portabebés y los pañales de tela que usaremos con nuestro bebé, principalmente los portabebés, porque el pequeño pegado a mi pecho, principalmente, no necesita más en realidad.
Así que mi mayor preocupación, y por extensión la suya, como experta en porteo, en la recta final de mi embarazo es preparar los portabebés de mi pequeño Erik.
Y como se que al mismo tiempo muchas también estáis preparando la llegada de vuestros hijos, y también es una cuestión que os genera duda, voy a contaros que portabebés estoy preparando yo para las primeras semanas y el motivo de que sean esos, para que os sirva de ayuda si es posible.
No os hablo en este post como asesora, os hablo como madre, como usuaria, si queréis unas recomendaciones como asesora, os remito al articulo que escribí hace poco para la Red Nuakea, Preguntas que nos debemos hacer para elegir un portabebés. Como veis en la foto, no somos los únicos apasionados en la casa por los portabebés que usaremos con el pequeño.
Su hermana también esta pendiente de cual usara ella con el pequeño, sin percatarse de que ella, con sus seis años recién cumplidos, prácticamente se acaba de bajar de ellos hace cuatro días. Pero los conoce, los reconoce, sabe lo que conllevan, los ha disfrutado y esta muy contenta de que su hermano tenga un lugar esperándole cuando nazca que es justo el que espera el pequeño.
Cuando nació ella, allá por 2009, la esperaba una bandolera muy sencilla de algodón, con anillas inadecuadas y un fular elástico (no demasiado bien ajustado ni colocado, las cosas como son), nada más y nació en junio.
Pasamos mucho calor con el fular elástico y mucho miedo por nuestro poco manejo con la bandolera. Menos mal que pronto, el mismo verano entraron en juego fulares finos tejidos, bandoleras mucho más adecuadas y ya fue un no parar.
Al pequeño le esperan muchas opciones, casi para poder elegir a diario, según la actividad y el día que tengamos en mente.
Como podéis ver en esta imagen (sin niña tumbada entera refregándose por todos los portabebés que huelen a mamá y a ella juntas) hay un poquito de todo, fulares, bandoleras, una emeibaby para papá, faltan MeiTais evolutivos de fular, pero es que somos muy de fular y bandolera la verdad.
¿Que fulares y que bandoleras? pues os lo desgrano brevemente.
Tenemos tres bandoleras preparados, dos de ellas de tejido de fular y una de tejido wax africano de algodón, el primer tejido africano que hace años llego a nuestras manos, frescas y ligeras las tres, con tejido de fular de gasa y de algodón y bambú la otra.
En cuanto a fulares, en la imagen hay tres, habría decenas de opciones, muchas más alternativas, yo cuento con el calor que hará en agosto y con la disponibilidad de la colección que tengo en talleres, para uso propio y para uso en asesorías en talleres. En imágenes un poco de todo, un fular tejido rígido con mezcla de lino muy domadito, un elástico de bambú, un fular tejido rígido de gasa fina y un fular semielástico también.
También esta preparada una Mochila Emeibaby, pero principalmente usaremos esos fulares y bandoleros, por agilidad, por ergonómica, por temperatura, por frescura y porque nos gustan, probablemente y viendo el desarrollo y evolución del pequeño, esta selección durara poco y se ira variando continuamente.
Infórmate bien de lo que es más adecuado para vuestro bebé y vosotros mismos, busca una buena asesora, que sepa más que de porteo, que os pueda acompañar para la elección del portabebes que más os pueda ayudar a vosotros.
No hay un mejor portabebés para recién nacidos, existe ese portabebés que es más adecuado para vosotros como familia, por vuestras circunstancias y peculiaridades y no tiene porque ser el mismo que para la familia de al lado por muy bien que les fuera a ellos.
Estos días de atrás he presentado mi plan de parto en el hospital de referencia donde nacerá mi bebé, Erik, en agosto.
Llevaba nuestro plan de parto muy pensado, muy meditado, muy sopesado por ambos, por mi pareja y por mi, pensando en lo que recibirá nuestro bebé en su primer aliento en este mundo.
Tenemos claro el papel que juega el hospital y sus profesionales en nuestro parto y tenemos claro cual es el nuestro. Tenemos claro que el suyo gira entorno al nuestro.
Lo entregamos en la primera consulta con las matronas (en mi hospital de referencia, Hospital Fundación Alcorcón se hacen tres visitas con las matronas) cuya intención es informar sobre sus protocolos de parto respetado y de baja intervención y ver que esperas tú. Las otras dos son para información de analgesia y la tercera para visita a paritorios.
En nuestro caso, llevábamos un meticuloso plan de parto elaborado, con todos los puntos claros, se sorprendieron gratamente al verlo, y revisamos juntas las tres una de las copias, leyendo punto por punto.
El nuestro es un plan de parto muy estructurado, pasando por la llegada y acogida al hospital, el ambiente esperado, el transcurso de la dilatación, expulsivo y alumbramiento, control y alivio del dolor, atención al recién nacido y proceso siguiente al parto.
También contemplamos que preferimos en una hipotética cesárea. Igualmente planteamos qué esperamos en planta, tanto para mi como para el bebé y las opciones que preferimos en cada momento en cualquier situación.
Tenéis derecho a pedirlo todo, todo lo que esperáis, todo lo que deseáis, todo lo que soñáis, hacerlo. Aún cuando os conste que en ese hospital donde vais a parir se hace así, no esta de más reflejarlo de nuevo por vuestra parte. Es vuestro parto, de vuestro bebé y vuestro.
Repasamos el plan de parto punto por punto y todo era acorde a los protocolos del hospital y a lo que nosotros queríamos, hasta que llegamos a la denegación de inducción mecánica y química.
La inducción mecánica, la maniobra de Hamilton, me explicaron las matronas, que se hacia de forma rutinaria en la visita al ginecólogo de la semana 40 de embarazo. En mi anterior parto no llegue a esa semana, mi pequeña Sira nació en la semana 39+5.
Mi cara de sorpresa debió alertarles, y mi gesto de disgusto les llevo a darme una explicación que iba a pedir yo misma a renglón seguido. ¿Porque una Hamilton en la semana 40 si un embarazo puede llegar y pasar perfectamente, si mamá y bebé están perfectamente sanos, a la semana 42?.
[Tweet «¿Porque una maniobra innecesaria de inducción mecánica del parto en la semana 40?»#AContinuum #PartoRespetado]
La explicación me resulto cuanto menos peregrina y así se lo dije. Su argumento es que así no llegábamos a una inducción posterior, perdiendo de vista la posibilidad de que no fuese necesaria esa inducción de ninguna de las maneras.
Les indiqué que rechazaba esa maniobra, como bien explicaba mi plan de parto, y me hicieron la sugerencia de que en la misma visita lo negociase con el equipo de ginecología. Y volví a aclarar sus ideas, la palabra negociable sobraba en esa conversación, no es negociable lo que sé que no es beneficioso para mi y para mi bebé y para nuestro parto.
No hay negociación posible, no tengo nada que ceder, es una decisión firme, argumentada y lógica. No nos harán una Hamilton en la semana 40 por protocolo.
Salí de la consulta contenta porque todo lo demás en el plan de parto estaba perfecto y aceptado, pedirían permiso para grabación, incluso apenas pestañearon ante la petición por escrito de la entrega de la placenta. Reconozco que soy un poco puñetera, porque en realidad no tengo nada que me mueva a tenerla, pero quería ver sus caras viéndolo por escrito.
Sopesando: las sensaciones fueron buenas, pero, siempre hay un pero. Durante casi una semana después de la visita, me sentí muy intranquila, muy alterada, incluso llegue a imaginar de mil maneras esa visita de la semana 40 y a tener pesadillas con la maniobra de Hamilton.
Esa que ofrecen como una «ayuda» o un «empujoncito», «te voy a hacer una maniobra y en dos días tienes a tu bebé en brazos», esa es la forma habitual de nombrarlo, no directamente por su nombre.
Me ha llevado a reflexionar mucho sobre el tema. Si yo que estoy informada, que tengo a mano fuentes fiables de información, que estoy formada de forma profesional en maternidad y que manejo los términos y conceptos respecto a parto y embarazo me sentí así de intranquila, incomoda e insegura:
¿Como se sienten las mujeres que llegan sin ningún tipo de información al respecto?, sobre todo ¿Como se sienten después, cuando descubren que fue eso que les hizo el ginecólogo que fue doloroso y acelero su parto?.
Se me ocurra un par de formas de nombrar esa sensación:
violadas, agredidas, robadas, asaltadas.
Informaros, y con esa información, tendréis las riendas de vuestro parto, aún más firmes, cogidas en vuestras manos.
Hace unas semanas os presentábamos el arranque del Primer Estudio Relacional Porteo-Fibromialgia. Seguimos recopilando datos., si quieres puedes pinchar aquí para más información.
Y Hoy quiero contaros de primera mano mi experiencia en el porteo siendo afectada de Fibromialgia.
Hace muchos años, antes de que naciera mi hija Sira en 2009, ya sabía que sufría de Fibromialgia. Mi madre es afectada y muchos de los síntomas y sensaciones eran viejos conocidos.
Sé perfectamente cuándo tuve el primer brote agudo de Fibromialgia. Fue dos o tres años antes de nacer mi pequeña y fue tras una noticia dramática en mi familia. Recuerdo hoy como si fuera ayer el latigazo que recorrió todo mi cuerpo dejándolo dolorido y entumecido y ese dolor y entumecimiento, en mayor o menor grado, no volvió a irse más. Me acompaña día a día, algunas batallas las gana él, y otras yo, pero desde ahora, desde el comienzo de mi relato, os digo que la guerra la gano yo. Porque creo firmemente que la actitud es un primer punto a tu favor, es una compañera de batalla que es bueno tener de nuestro lado.
Yo pospuse el diagnóstico firme durante años, no lo sentía necesario y no lo necesitaba. Aprendí a vivir con lo que había que por aquellos años no era excesivamente limitante o intenso.
Soy madre de una niña que cumplirá en junio seis años y espero un nuevo bebé para agosto de este año. OS cuento esto porque también hablaré de pérdidas, que afectan también en esta enfermedad. La mayoría de enfermedades autoinmunes se comportan de una manera más ligera durante embarazos o lactancias. No siempre y no todas, es lo que hace complejas estas afecciones, pero en mi caso si es así. En mis cuatro embarazos han bajado los síntomas de diferente forma y es algo a tener en cuenta porque te enseña cosas del funcionamiento de tu propio organismo.
En mi primer embarazo, que duró apenas 6 semanas, no noté ningún cambio pero tampoco había llegado el planteamiento de que pudiera tener Fibromialgia. No tenía ningún tipo de síntoma y por lo tanto no noté ningún tipo de cambio, corría el año 2003.
Mi segundo embarazo, el de mi pequeña Sira, sí que me permitió observar una bajada en picado de todo tipo de síntomas desde el primer día de embarazo. Llegué a olvidarme que era afectada. Por aquel entonces lo que yo notaba más agudo era un síndrome de colon irritable asociado, alteraciones de sueño, trazos de fibroneblina y sensibilidad sensorial extrema en según que situaciones y sobre todo en la parte superior de mi cuerpo, especialmente parte superior de la espalda y brazos. Estos últimos en ocasiones no eran míos, pesaban, dolían, no podía levantarlos y hacer el juego de cualquiera de sus articulaciones era una pesadilla.
Pero todo desapareció, todo y quedó sólo un ligero entumecimiento en muñecas. Tanto es así que yo durante mucho tiempo bromeaba comentando que no necesitaba test de embarazo: si mis síntomas bajaban, ahí estaba el test más fiable.
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Nació mi hija en 2009 y los síntomas siguieron aplacados durante la lactancia. Llegas a olvidar que esta ahí, agazapada, esperando para ocupar el hueco que cree que le pertenece.
Creo que no soy la única que trata a la enfermedad como si tuviera entidad propia, y es que afecta a tantas facetas de tu día a día, tienes que tenerla en cuenta para todo tipo de cosas, que al final es una más en casa. Sobre todo porque no te afecta sólo a ti, afecta a todo tu entorno y el alcance que tiene es grande.
Retomando, durante la lactancia de mi hija, todo estaba en calma, más o menos, en cuanto a la Fibromialgia. Pequeños repuntes pero nada especialmente limitante.
Es entonces cuando entró el porteo en mi vida. Desde 2009 hasta el día de hoy he probado absolutamente de todo, se convirtió en eje vital y profesión, en mi pasión al tiempo que mi trabajo.
No notaba gran diferencia en el uso de uno u otro portabebés. Siempre he escogido, porque me sentía más cómoda y segura, portabebés simétricos: Fular de Tejido Rígido principalmente, el cual tuve que aprender a usar, anudar, colocar, tensar de una forma muy suave para no notar dolor o tensión en muñecas y cuidar especialmente el giro en hombros. Pero me daba más libertad que otros portabebés, me permitía ajustarlo en función de mis necesidades de ese día en concreto.
Menos segura me sentía con bandoleras o similares, portabebés con una carga de peso asimétrica. Con ellos notaba mi estabilidad más afectada y su uso lo limitaba a momentos esporádicos y concretos, o para uso doméstico.
Tras los Fulares, vinieron MeiTais y Mochilas Ergonómicas, que cumplían esa característica que yo buscaba en ese momento de aplomo, de simetría y de apoyo bien equilibrado. Buscaba siempre poder ajustar con el porteo según me notara yo a todos los niveles ese día.
Nunca me gustaron los Pouch, por ejemplo, por esa característica de falta de ajuste milimétrico. No me permitían ajustar para nada en cuanto a lo que yo necesitaba y nunca me sentí segura y cómoda en su manejo. Me daban poco margen de ajuste personal y fueron rápidamente descartados.
Todo esto se mantuvo así hasta el destete de Sira. Con tres años y medio decidió que había llegado nuestra última toma y justo ahí se desato la madre de todas las batallas.
El repunte de síntomas fue brutal, aunque en realidad lo peor estaba por llegar pero en ese momento no lo sabía y me parecía que ésa era la gran pesadilla.
Todos los síntomas se descontrolaron, subieron, aparecieron nuevos síntomas y justo entonces decidí buscar un diagnóstico oficial y firme.
Aún recuerdo a mi médica de cabecera diciéndome que dado todo lo que yo le contaba, me agarrara bien porque estaba bastante más que claro.
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Un mes y medio después salía de una consulta de reumatología con un papel que ponía lo que yo ya sabía. Temblando como una hoja, era una afectada más de una enfermedad poco conocida y aún menos reconocida o tenida en cuenta. Sólo por verlo escrito en un informe me sentí mucho peor, no era lo que yo buscaba. Pensé que sentiría alivio y por el contrario me sentía condenada. Me duró unas semanas esa fase de duelo intenso.
Pero lo capeé como hago con todo, con dosis de paciencia y buen humor y ver hasta donde podía estirar los limites. En este tema no entiendo de zonas de confort y no le permito que me ate a mi casa o mi cama. Me gusta pensar que soy ese tipo de personas que a todo lo negro le saca blancos o matices de grises brillantes.
En cuanto al porteo que es lo que nos trae hasta aquí, se reafirmó mi experiencia anterior, sólo que me costaba bastante más anudar las tiras de un MeiTai y me ayudaba más una mochila. La niña ya tenía por entonces tres años y medio y durante un tiempo me limité a usar un par de buenas mochilas ergonómicas adaptadas a su edad y envergadura, y poco más. Con el tiempo, fui volviendo a mis queridos fulares, poco a poco, pero cambiando nudos o posiciones que fuesen menos exigentes para mis articulaciones y me, dieran al mismo tiempo, un sostén más solido a nivel confort. Nudos con fulares de mezclas más estudiadas, linos gruesos o cáñamos, o fulares de algodón con un grosor superior, evitando todos aquellos que se clavaran por poco que fuera.
Buscando sobre todo posiciones en espalda, bien asentadas, con varias capas y bien estructurados, evitando presión en cintura o torso. Por esos momentos mi nudo fetiche era un canguro a la espalda, reforzado y con acabado tibetano, siempre el mismo, con los mismos pasos estudiados y las tensiones compensadas o una buena doble hamaca bien compensada y ajustada.
Para brotes muy fuertes, en los que no me fiaba de mi propia estabilidad y por seguridad de ambas, opté por una silla de paseo muy ligera que fue una gran aliada en ocasiones. Fue necesaria y reconozco que me costó hacerle hueco en el día a día, pero era una cuestión simple de salud y seguridad. Algunos días no podía y no debía portear a la pequeña, por ella y por mí.
Durante esa época probé un poco de todo. Tenía un tratamiento farmacológico que casi acaba antes de tiempo con nuestra lactancia por falta de información de los médicos. Una vez más la red de madres y comadres funcionó y decidí dejar de forma paulatina la medicación porque no me permitía vivir como yo quería.
Casi a la vez que el diagnóstico llegaron las ausencias y una fibroneblina muy intensa, hasta el punto de no saber dónde estaba en mi propia casa. Duraban minutos y tenían una frecuencia de una o dos cada quince días. Fue subiendo y subiendo su frecuencia hasta producirse hasta siete u ocho en un solo día. Y ahí me di cuenta que le había soltado las riendas y volví a sujetarlas cortas. Pasamos unos meses haciendo más pruebas y estaba claro que esas «ausencias» eran puramente tensionales, era una olla a presión. Mi hija las detectaba con facilidad y me avisaba que me «había ido de viaje», me daba mucha rabia que ella me cuidara en esos momentos, porque tenía apenas cuatro años.
Acupuntura, reflexología, masajes, yoga, en mi caso todo funciona relativamente bien durante un tiempo, hasta que dejaba de hacerlo, sin más.
Pasé mucho tiempo sin ningún tipo de tratamiento salvo analgésicos fuertes cuando estaba en brote muy fuerte. Brotes incapacitantes que veía venir desde días antes y que me tumbaban varios días. De nuevo una buena red de comadres ayudó y mucho.
Hace poco más de un año tuve una nueva pérdida en un tercer embarazo, de nuevo en torno a la semana siete. La subida de síntomas en este caso, el repunte que sufrí, fue brutal. Hasta el punto de pensar que le había perdido por completo el control y nunca más lo retomaría. Llegué a estar fuertemente medicada, casi no era yo misma. Cualquier pequeño cambio de temperatura ambiental se convirtió en un tormento. Aparecieron en mi casa los bastones y el miedo a salir a la calle a la mínima brisa o cambio climático. Pero no fue así: amordazar a la bestia en ocasiones depende mucho de una misma. Llevó un tiempo pero la amordazamos de nuevo.
Mi pequeña se “desporteó” este verano pasado tras cumplir los cinco años. Lo añoro tremendamente. Aún pide de cuando en cuando que la suba en mis piernas, sentadas las dos, arropadas por un fular, y es nuestro ratito de paz. Para nosotras el porteo ha sido vida. En muchas ocasiones no hubiese podido tomarla en brazos sin esa ayuda extra, es una niña muy intensa y el porteo es justo lo que necesitaba, lo que necesitábamos la dos.
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Actualmente estoy embarazada, en agosto de 2015 nacerá mi pequeño. La bajada de síntomas en esta ocasión no fue tan acusada como las veces anteriores. Esta ahí aletargada, enseñándome cosas nuevas de mí misma.
Llevo sin medicación de ningún tipo desde enero de 2015, cuidando mucho la alimentación, tendiendo a una alimentación con más base vegetariana y procurando controlar todo tipo de excesos.
Los síntomas han bajado a un nivel suficiente para sentir la tentación de olvidar que esta ahí, con una diferencia: ahora no quiero olvidarlo, ahora quiero tenerlo más presente que nunca y por eso nació el Primer Estudio Relacional Porteo-Fibromialgia. Porque desde mi experiencia personal y profesional creo que puedo ser de ayuda y no sería lícito o ético no hacerlo.
Esta es a grandes rasgos mi historia ¿Nos cuentas la tuya? ¿Quieres participar y aportar tu experiencia en el estudio?. Puedes hacerlo leyendo este post y completando el cuestionario, al que tienes acceso pinchando aquí.
Vengo a proponeros participar en el Primer Estudio Relacional Porteo y Fibromialgia.
Soy una más entre los afectados de Fibromialgia en España. Según el estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología, la Fibromialgia afecta a una cifra entre el 2% y el 4% de la población española. Esto supone, en nuestro país, más de un millón de personas enfermas mayores de 18 años, de los cuales, la mayoría son mujeres (90%), su prevalencia es de 20 mujeres por cada hombre afectado.
He porteado a mi hija desde su nacimiento hasta sus cinco años (y aún ahora puntualmente).
He usado todo tipo de portabebés ergonómicos, con y sin brote de Fibromialgia, en épocas agudas y de meseta, probando y tanteando qué me iba mejor a mí.
Siempre sin perder de vista qué me advertía y pedía mi cuerpo en cada momento, con épocas de paradas largas en el porteo por salud y seguridad.
Sé que sufro Fibromialgia hace muchos años. Busqué un diagnóstico firme hace aproximadamente tres años. El porteo es mi vida a muchos niveles, es una forma de vivir y criar, y esta práctica se vio afectada, por supuesto, por la Fibromialgia, como otras muchas facetas de mi vida.
Sé que somos muchas las afectadas (y afectados, pero personalmente no conozco padres afectados que porteen) las madres que porteamos a nuestros pequeños, por o a pesar de esa dolencia.
Me consta que somos conscientes de nuestras limitaciones y de la ayuda que supone el porteo en muchas ocasiones, pero siempre es bueno saber más, para hacer un mejor uso.
Como experta en ambos temas, en uno como profesional y en otro como afectada, tengo muy claro también que se sabe poco o nada de ellos en relación directa. Sé que la Fibromialgia tiene un abanico tan grande en cuanto a síndromes asociados, y síntomas variados y difusos que es muy complicado desde una sola experiencia llegar a unas conclusiones o recomendaciones claras en cuanto a la práctica del porteo para quienes la sufren.
Por eso hemos decidido poner en marcha un Estudio Relacional sobre Porteo y Fibromialgia con el que poder recopilar datos y experiencias de más madres y padres afectados que portean a sus hijos, que nos consta estáis ahí, diagnosticados/as y sin diagnosticar.
Soy la primera en reflexionar y contestar a la encuesta del Primer estudio relacional sobre Porteo y Fibromialgia. Creo que es un buen paso arrojar luz sobre este tema y ahora es el momento para ello. Lo haré de forma abierta en un próximo post, contando mi propia experiencia en el porteo desde la Fibromialgia.
Siempre existen motivos para el agradecimiento, así que lo primero, gracias por leerme y lo segundo, gracias por participar, sea rellenando la encuesta porque estés en el mismo o similar barco, o bien por compartirlo y dar la opción de que llegue a más gente y podamos acumular más experiencia, más datos, más conocimiento.
Y gracias, por supuesto, a las alumnas de la tercera promoción de Asesoras Continuum que fueron la chispa que hizo encenderse esa mecha, hace tiempo colocada, de que mi experiencia en porteo siendo afectada, podría servir para alguien más allá de mi propia persona o las familias que directamente hablan conmigo.
Si una cosa he aprendido de esta afección, es que no es una parcela claramente acotada, no hay dos afectados iguales ni parecidos siquiera en sus sentires diarios con la Fibromialgia. Por lo tanto lo que sirve para mí, no sirve para otros y mis usos y manejos no son extrapolables a otros afectados.
Por mi experiencia personal no hay una única recomendación válida, cada uno está afectado/a de distinta forma, no hay dos personas que respondan igual ante idénticas situaciones. Normalmente un portabebés con buen apoyo y soporte y que pida pocos giros de articulaciones puede ir bien pero no podemos generalizar. En resumen no es sólo que se tenga fibromialgia, es cómo está afectada la persona, qué molestias o dolores son los que más marcan, dónde, cómo…muchos factores a tener en cuenta. Mi caso no tiene por qué ser el tuyo… No es fácil concretar porque es una enfermedad con muchas caras…tantas como afectados/as y de ahí surge la necesidad e importancia de este estudio.
No pretendemos, no pretendo, hacer un estudio sobre Fibromialgia, el objetivo es hacer un estudio sobre la relación experiencial que se produce entre afectados/as de Fibromialgia y el porteo. Partimos de la experiencia diaria de los/las afectados/as y a ellos van dirigidas principalmente las conclusiones finales.
Puedes clicar aquí para acceder al cuestionario, ver cómo está configurado y sus instrucciones correspondientes. El cuestionario está orientado a padres y madres afectados de Fibromialgia que porteen actualmente o lo hicieron en su momento. Cualquier duda que te genere puedes escribirme a info@sirinadas.com. Si no eres una persona afectada puedes ayudarnos compartiendo este post y el cuestionario, tu ayuda también es muy valiosa para nosotras, GRACIAS!.
Los seres humanos en general y los bebés en particular necesitamos algo más que alimentación, hidratación, higiene y sueño para subsistir, crecer y desarrollarnos de forma plena.Necesitamos además, y en la misma escala de prioridades, contacto, cercanía y seguridad: seguridad física, seguridad emocional, y seguridad psíquica.
Sentirnos en contacto y seguros nos ayuda a marcar referencias dentro del ambiente donde vivimos, donde desarrollamos nuestro día a día y que configura nuestra línea vital, e imparable, de desarrollo.
Observando las conductas de las personas en general ,y de nuevo ,las conductas con y hacia los niños en particular, he llegado a constatar que el adultocentrismo que nos rodea nos evitadetectar y validar aquello que sienten los pequeños frente a una situación que reconocen como probablemente insegura y donde necesitando contacto para recuperar esa sensación, se les niega, bien sea de forma sistemática o puntual.
Creo que estarás de acuerdo conmigo en que partimos de la base de que la seguridad, los pequeños la construyen a través de sus interacciones con nosotros: adultos de referencia para ellos. Que las referencias de ¿qué es realmente peligroso? o ¿qué es habitual? la toman de nosotros: los adultos.
No es la primera vez que me llama poderosamente la atención, la tendencia que tenemos o tienen los adultos hacia la minimización de “riesgos” dentro de situaciones perturbadoras. Con esto quiero decir que algo que para nosotros es habitual, sabemos que no es peligroso, tendemos a pretender que también lo sea para ellos sin darnos cuenta de que en muchas ocasiones ellos están empezando a construir su seguridad y muchas veces quitamos importancia a lo que sienten, a sus sensaciones primigenias, y esto no ayuda.
Este verano, se nos dió ese tipo de situación, y nos vimos completamente inmersos en esas sensaciones, percepciones y sentimientos. Acudimos a un espectáculo nocturno, las noches mágicas del botánico, y nos pareció muy buena idea ya que hemos ido antes de tener hijos, y como adultos nos gusto el montaje.
La propuesta era un paseo de noche por el Bosque Atlántico donde van apareciendo Los personajes apenas iluminados por velas, la música, y las historias mitológicas que plantean. El espectáculo en si mismo, es altamente recomendable y muy entretenido para una noche de verano. Pero cuando fuimos hace años, sin nuestra hija, la experiencia fue bien distinta.
Esta vez hemos ido con nuestra pequeña de cinco años. El espectáculo ha variado un poco: antaño los personajes no interaccionaban contigo, se limitaban a actuar de fondo y de lejos. Ya entonces impresionaba, pero menos: Ahora impresiona más, por los tres personajes, hilos conductores del espectáculo, y sobre todo dos de ellos, que representan Trasnus traviesos que saltan y se ríen a carcajadas desde la oscuridad. Con una caracterización muy lograda, saliendo desde la oscuridad corriendo y colgándose de arboles y barandillas y saltando en medio del camino cuando menos te los esperas: ¡asusta!. Luego continúas el recorrido acompañado de Nuberus, Llavanderas, Xanas, Busgosus, Trasgos, Diaños Burlones, La Güestia… Historia de los tiempos antiguos a través de la mitología Asturiana.
A mí como adulto que más o menos sabía de lo que iba el asunto: me asustó. A nuestra pequeña, y los pequeños cercanos, no llego a alcanzar siquiera a explicar cómo les asustó. Nosotros habíamos hablado con Sira, le habíamos explicado cómo era más o menos el espectáculo y habíamos comentado que había personajes, qué era la mitología, qué podíamos esperar. Y su primer grito de terror cuando vio un duendecillo verde subirse a una tapia de un salto y gritar como a medio metro de nosotras aún lo estoy escuchando.
Estaba sobre los hombros de su padre para ver mejor y saltó igual que una ranita, hacia mí, hacia la mochila que tenía colgando en mi cadera. Si no llegamos a llevar la mochila no hubiese llegado a disfrutar del espectáculo como al final hizo. No conozco si la actividad plantea la posibilidad de ser realizada en carrito o silla, pero mi percepción es que no debe ser fácil de caminar en semipenumbra, por caminitos estrechos, subiendo y bajando en un suelo de tierra, y con mucha gente alrededor. No es la situación más adecuada para el uso de sillas, por lo tanto, el porteo se hace necesario si queremos hacerlo con niños, por una cuestión de comodidad, pero este sería otro tema.
Mi hija iba recogida como un ovillo, viendo y mirando: observando todo por una rendija. Hasta que se fue confiando poco a poco, dándose cuenta de que era seguro: que nosotros le hablábamos, que estábamos con ella, que reconocíamos y validábamos su miedo y su susto. No quiso bajarse en ningún momento, pero llegó a saludar a uno de los Trasnus, se rió con el, y le llamo traviesillo. Pudo disfrutar del espectáculo y ha pedido volver, sin mochila, porque ahora: ¡ya no le asusta!.
La reacción ante el mismo inicio de espectáculo alrededor nuestro fue bastante impactante para mí. No había muchos niños, y los poquitos que había, 6 ó 7, eran más o menos de la edad de mi hija, año arriba, año abajo, con lo que conlleva un añito en estas edades tan tempranas.
La reacción generalizada fue un compendio de negaciones, aderezadas con gestos y risas, risas hacia las reacciones de los niños, ninguneando sus sensaciones y sentimientos:
«No es para tanto»
«No seas tonto: que está disfrazado»
«No llores que es de broma»
«¡Venga! que ya eres mayor, no te puede asustar»
«¿Ves que yo me asuste? pues ¡eah! camina».
«Pues si lloras así, no te llevo más a ningún sitio!»
Nos cuesta darnos cuenta que no son adultos en pequeño, son niñas y niños, y están dando sus primeros pasos en este mundo nuestro, en esta sociedad nuestra, y esos pasos serán más sólidos y firmes, cuanto más arropados, reconocidos y validados se sientan los pequeños en esta etapa de la vida.
¡Ponle nombre a sus sentimientos!: Son Suyos
Valídalos y dales sentido: reconocer sus sensaciones es crucial para que se sientan seguros
y esa seguridad se alcanza desde el contacto, la cercanía y el apoyo.
Salimos del espectáculo, con la peque aún en la mochila, riendo y contándonos todo lo que había visto y saludando a los Trasnus desde la distancia. Nosotros tomados de la mano, contentos de constatar una vez más, todo lo que el porteo, en ese caso en forma de nido seguro y cerca nuestro nos aporta. Se nos acercó una mamá que nos dijo: «Qué envidia me habéis dado todo el rato», solo pude sonreirle.
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