Llevo 5 años de lactancia ininterrumpida. En todo este tiempo he realizado varias formaciones de asesoramiento en lactancia y he acompañado a muchas familias en su camino.
Mi inicio en la lactancia no fue lo que soñaba. Vivi un parto con violencia y separación que nos hicieron perder el agarre espontáneo idílico, la impronta… Y muchas cosas más.
Cuando me reencontré con mi pequeño ya le habían dado un biberón en contra de lo que nosotros pedimos. Ya había terminado el periodo de alerta despierta del recién nacido y no se agarraba al pecho. En menos de 5 minutos una enfermera me colocó una pezonera.
Poco a poco conseguimos instaurar la lactancia con pezonera y aunque lo intenté sin ella varias veces, las pezoneras nos acompañaron durante 3 años y medio, hasta que mi segundo hijo nació.
Hemos tenido muchas pezoneras. Dos siempre encima, por si se perdía o ensuciaba una. Varias en la cama para encontrarlas con facilidad mientras dormitábamos….
Las pezoneras han sido clave en nuestra lactancia, nos han acompañado hasta que una vez nacido su hermano y ver que mamaba sin pezonera (en un pecho, el otro requirió unos días de pezonera por movilidad maxilofacial afectada por el parto), sé decidió a mamar sin ella. Desde entonces, y ahora tiene 5 años, mama sin pezonera compartiendo complicidad, miradas y juegos juntos.
La lactancia del mayor con pezonera ha sido placentera aunque no fuera lo que yo soñaba y supuso un gran trabajo de aceptación y duelo… No hubo dolor físico, ni infecciones, ni ningún otro problema más allá de tener que llevarlas encima.
La segunda lactancia está siendo disfrutada, sin silicona de por medio, pero distinta por otros motivos. Ingugirtación, mastitis, mordiscos, agitación… hacen que en algunos momentos pese más.
Probablemente siempre me enfade al recordar a la persona que plantó la pezonera en mi pecho, pero lo cierto es que la pezonera forma parte de nuestra historia. No solo de la lactancia. Ha sido un objeto de transición y de calma muy importante para mi hijo. Con tomarla en la mano se ha calmado en momentos en los que no estaba yo, ha dormido durante más de la mitad de su vida con ellas cerca.
Y ahora juega de vez en cuando con ellas.
He visto grietas curarse en tiempo record tras ayudar a mejorar posturas y proponer pezoneras a mujeres que lloraban solo de pensar en la siguiente toma. He visto mujeres que han decidido seguir con pezoneras cuando ya no querían sufrir (palabra textual) más.
Como siempre dice Nohemí Hervada, la lactancia es multifactorial y lo que le sirve a una, no sirve para todas…
Pero no, las pezoneras no son el mal… Son una herramienta que hay que saber utilizar .
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