por admin | 11,Ene, 2016 | Embarazo y Parto
Cada nacimiento que acompaño me remueve por dentro, azota mis miedos y mis pilares y me recuerda lo verdaderamente importante, y lo poderoso de la vida al abrirse paso. Prácticamente a diario me encuentro con familias que afrontar sus embarazos y próximos partos sin tener ni la más remota idea de a qué se enfrentan. Con millones de dudas, de falsos mitos, y de mentiras instauradas por la medicina o la sociedad que estandarizan este momento, o por el cine y sus fantasmas de lo «no-estético».
Un parto es algo mágico, intenso, mamífero, feroz, es un baile de almas y un milagro que deberíamos disfrutar más a menudo en nuestra sociedad, porque es algo natural, sano, feliz y reconfortante… porque ante tanta barbarie, la fuerza de cada nuevo ser lo llena todo de esperanza.
Un parto es algo que todo ser humano debería vivir, como espectador, al menos una vez en su vida. Yo tengo el privilegio de haber presenciado unos cuantos y os aseguro que cada uno ha dejado una huella imborrable en mi.
Hoy, tengo el profundo honor y el privilegio de poder compartir con vosotros uno de los partos más hermosos que he visto jamás, el de una mujer única, que además, para mi suerte, es una gran amiga y colega.
Ella me pidió que compartiera esta hermosa aventura, con el profundo deseo de que cada vez haya más parejas que sepan a qué se enfrentan a la hora de dar la bienvenida a sus bebés. Gracias Iria, por tu valentía y tu testimonio en imágenes. Gracias por seguir cambiando el mundo.
Os aseguro que éste podría ser un parto cualquiera, en todos ellos se oyen a menudo las frases que oiréis: «¡me rompo!», «¡no sale!», «¡duele mucho!», «¡me cago!», «¡no cabe!», «¡no puedo!», «¡duele mucho!», «¡no aguanto», «¡que salga ya!», «¡quema, quema!», «¡quiero que acabe ya!»… en todos hay gritos, todos son sucios, y hasta escatológicos.
En todos hay momentos de pánico, de fuerzas que flaquean, de parejas que dudan, pero en algunos las madres confían, y se dejan ir, se rinden a la fuerza de sus cuerpos y sus corazones y fluyen y entonces todo sale bien. A través de un video precioso, esta pareja ha sabido recoger en tan sólo 8 minutos, las necesidades básicas de mamá y bebé:
Los cinco pilares para un nacimiento con amor…
- Un equipo de apoyo sereno y profesional:
- que aporte dosis de seguridad, protección, ayuda y entusiasmo…
- Una pareja presente y amorosa:
- que brinde apoyo, sostén, contención, confianza, tranquilidad y amor…
- Una madre informada y consciente:
- que fluya y permita que broten los miedos, las dudas, el poder, la fuerza y el instinto…
- Un bebé, en este caso una bebé sana y fuerte:
- decidida, fuerte y capaz de nacer sin miedos, de comerse la vida…
- Un entorno propicio:
- de silencio, oscuridad, intimidad y confianza donde cada protagonista pueda jugar su papel.
Nada más. Y nada menos.
Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros y que no os deje indiferente.
Gracias Iria e Isaac. ¡Bienvenida Sabela!
¿Y para ti cuáles son los pilares de un nacimiento con amor?
¿qué ves tú en este parto?
¿Te gustaría aprender todo lo necesario para acompañar a otros en esta aventura?
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por Manuela Casado | 28,Sep, 2015 | Crianza
– «Ya no se que voy a hacer, no puedo ni respirar, ni moverme. Cada movimiento que hago está bajo vigilancia. Tengo la sensación de que hasta en el baño me controla. Ya no se que voy a hacer».
¿Qué pensarías si tu mejor amiga te cuenta esto? ¿Qué le dirías si su pareja la trata así? ¿Si la hace sentir así?
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Seguramente pensarías la persona que vigila a tu amiga, su compañero, es un mal tipo, que esta haciendo daño a tu amiga, que no merece estar con ella, y posiblemente con ninguna otra persona, que la maltrata…
Quizás también pudieras pensar que su compañero tiene carencias afectivas, que si necesita toda esa atención y vigilancia seguramente en algún momento le habrá faltado, que tiene un problema y gordo.
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Ahora leeló de nuevo, y piensa que tu amiga no te habla de su pareja, sino de su hijo de 5 años.
– «Ya no se que voy a hacer, no puedo ni respirar, ni moverme. Cada movimiento que hago está bajo vigilancia. Tengo la sensación de que hasta en el baño me controla. Ya no se que voy a hacer».
¿Qué pensarías ahora? ¿Cuál crees que sería el comentario más común?
Sería algo así como:
– «No puedes dejar que lo haga, va a hacer contigo lo que quiera toda la vida».
– «Si llora que se aguante».
– «Si le haces caso ahora, mañana lo volverá a hacer».
– «Nunca se va a despegar de ti».
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Tal vez no seamos conscientes, pero estamos pensando de un niño de 5 años que es malo,… malo no, malvado. Y estamos pensando que en su cabeza trama y urde planes para amargarnos la existencia, para atarnos «en corto».
En lugar de pensar que es un niño que tiene miedo a la separación, que algo le angustia y que necesita seguridad.
¿De verdad pensamos eso de nuestros hijos?
¿De los niños que nos rodean?
¿En serio pensamos que todo lo hacen para salirse con la suya y no para cubrir una necesidad?
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¡¡¡¡¡YA ESTÁ BIEN!!!!!
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El niño que llora en la puerta del colegio lo hace para que su madre no le deje allí, ¿quiere manipularla? o ¿después de todo el verano con ella, de no tener horarios, de no tener que madrugar, le cuesta separarse de ella? Puede estar muy a gusto en el cole, pero eso no hace que sea menos duro.
El niño que llora para que le lleves en brazos a casa después de toda la tarde en el parque no quiere demostrar que es más fuerte y cabezota que tú, seguramente tenga hambre o sueño y esté cansado de tanto jugar.
El niño que llora en la cola del supermercado puede que haya estado jugando todo el tiempo con una pelota, mientras sus padres compraban, entretenido con ella y a la hora de pagar se la hayan quitado «porque no nos la podemos llevar» (ojo, no digo que haya que comprarla, pero se entiende que el niño llore).
Puede que para nosotros sean nimiedades, pero para ellos son problemas importantes, SUS PROBLEMAS, y en ese momento vitales. Necesitan que les acompañemos, que comprendamos sus sentimientos, los validemos y estemos a su lado.
.Los niños no son malos: No han robado, no han maltratado, no han matado.
Pero realmente, la sociedad nos convence que educar hijos independientes es ignorar sus sentimientos, enseñarles equivocadamente que deben resolver ellos sólos sus conflictos, en lugar de ayudarles a comprenderse, y comprender a los demás. Una «independencia» que nos obliga a nosotros como adultos a perder el instinto en el camino.
Hemos olvidado qué necesita un niño.
Hemos olvidado cómo se siente un niño
Hemos olvidado que fuimos niños.
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En una sociedad adultocéntrica los niños y sus necesidades están en segundo plano, no son tan importantes como las nuestras.
Su llanto que muestra su frustración o su dolor, su cansancio o su malestar no merece ser atendido y menos inmediatamente.
Deben aprender a ser adultos desde bien pequeños, deben aprender que la vida es dura, deben aprender a conformarse con lo que hay, deben aprender que es imposible cambiar el mundo…
¡PUES NO!, Los niños merecen nuestra atención, nuestro consuelo, nuestra compañía. Puede que no siempre podamos darles lo que quieren, pero eso no quiere decir que los momentos en los que se sienten mal tengan que pasarlos solos.
Sus padres estamos para ayudarles, para apoyarles, para consolarles, para atender sus necesidades y ayudarles a crecer felices y seguros. Somos su pilar y el lugar al que volver. Somos su seguro, su punto de referencia desde el que descubrir el mundo y la vida.
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Si no les hacemos caso cuando lloran ¿que podrán esperar de nosotros?
Si ignoramos sus sentimientos y necesidades ¿a donde acudirán?
Vamos a darle a nuestros hijos lo que esperan de nosotros.
Criemos hijos felices capaces de cambiar el mundo.
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por Esmeralda Solis | 31,Ago, 2015 | Embarazo y Parto
Hoy vengo de nuevo al blog para contaros nuestro parto respetado: real, mimado, disfrutado en extremo, explosivo y revelador.
Hace unas semanas os contaba cómo fue el recorrido que hacen en nuestro, ahora más que nunca, hospital de referencia: Fundación Hospital de Alcorcón. Podéis leer el post pinchando aquí.
Y prometí volver y contaros si la realidad se ajustaba a lo pintado y mostrado en esa visita, y a lo percibido al entregar nuestro plan de parto en su momento, post que también podéis leer pinchando aquí.
Ahora puedo deciros que sí, a todo sí, y aún más allá.
Ha sido el parto que soñábamos,
el parto que esperábamos
y nuestro parto, ni más, ni menos.
He pensado que no quería contar nuestro parto por escrito, aún se me saltan las lagrimas recordándolo y me emociono mucho, y creo que lo haré durante mucho tiempo, porque fue nuestro al 300%.
Así que mejor quiero contároslo de viva voz. Como se lo cuento a mis comadres con una taza de té por medio, de tú a tú.
De cerca, que es como se cuentan estas cosas.
Allá vamos…
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=vy7vOSCfE9Q&w=853&h=480]
- Gracias a mi marido Raúl por estar, por ser, ayer, hoy y siempre amor.
- Gracias a mis estrellas por enseñarme lo que significó su efímera presencia
en mi vida y los cambios que trajeron consigo.
- Gracias a mi hija Sira por enseñarme a ser madre, no la mejor, pero sí
la suya, la suya y la de Erik.
- Gracias a Erik, por traerme tanto y tan bueno durante su camino a
mis brazos y por las miradas que me lanza desde ellos.
- Gracias a mis comadres y compañeras por hacerme grande, gracias a todas y cada una de ellas (si os nombro a todas no acabo y eso es un puro lujo en sí mismo).
- Gracias al FHA por tener claro el camino hacia un parto normal.
- Gracias al personal del bloque obstétrico y maternidad por
devolverle el sentido a la palabra normalidad.
- Gracias a Asesoras Continuum, al proyecto y a cada una de ellas.
- Y gracias a la chispa, que encendió un día, hace años, mi vocación por la maternidad.
GRACIAS
por admin | 28,Jul, 2015 | Maternidad
Hoy quiero compartir contigo una vivencia. Una que quizá te suene, un poquito o quizá mucho.
No sé si has sentido alguna vez como la oscuridad o un vacío aparece cuando se supone que tiene que ser el momento de tu vida más feliz.
Y hablo de ese momento en que por fin ves la cara a tu precioso bebé, y pasan los días, y más días, semanas, meses…
Hace poquito me contaba una chica todas las visitas que había tenido recién llegada del hospital, como se iban turnando a su bebé, cómo le pedían darle el biberón… porque sí, a veces ese dolor en el pecho que se transforma en herida y sangra… es tan insoportable que no hay otra salida.
O eso pensamos. Porque estamos solas. Solas. Porque ni tan siquiera hemos pensado en que pueda haber alguna profesional que entienda de esas cosas.
Esto está cambiando, por suerte ahora hay mucha información, pero no siempre llega a tiempo. Existen las asesoras de lactancia, de porteo, de maternidad en general… Pero no sabemos dónde ir, dónde buscar. Porque quizá los primeros profesionales con los que tienes contacto en tu maternidad no están por recomendarte que busques ayuda dónde ellos no te la pueden ofrecer. Aunque esto también está cambiando.
Y sí, la mayoría de veces es un servicio privado, pero créeme, merece la pena, o ir a grupos de lactancia o crianza dónde te sientas cómoda, te lo dice una que ha hecho una lactancia de 4 años y medio con pezonera 😉 He de decir, que busqué ayuda, dos comadronas, una me ridiculizó delante de más de 20 madres (todo un detalle en el puerperio) y otra… bueno… fue cariñosa conmigo pero no supo ayudarme. Y cómo me decían que total me iba a doler durante dos meses… en fin, creo que podríamos escribir entre todas un libro.
Quizá hayas vivido todo lo contrario, una situación en que tienes una madre que sabe lo que realmente necesitas (que es cuidar a tu bebé y a ti misma) y se pone a hacer todas las cosas que tú no tienes que hacer ahora, como limpiar, atender a las visitas o quizá hasta preparar comida.
A veces esa figura es una amiga, a veces, el padre es un súper padre, que ahora los hay a miles y consigue llevarlo todo al día, casa, atención plena hacia ti y vuestro bebé y encima le da tiempo de ir a trabajar. Pero no pasa nada, ha podido entrenar esto durante 15 días (quizá puedas leer esto con un toque de ironía).
Lo que quiero hacerte llegar con mis palabras, es que busques ayuda siempre que lo necesites, sin dudarlo. Que la pidas, que te hagas con una tribu de amigas, virtuales y no virtuales. Te harás más fuerte sin darte cuenta y tendrás alrededor a mujeres que han vivido o viven lo que vives tú. Y si puedo ayudarte, escríbeme… Ya sabes dónde encontrarme 🙂
Foto greyerbaby
por admin | 23,Jun, 2015 | Maternidad
Hoy quiero dedicar unas líneas a todas y todos los profesionales de la salud que se dedican entre otras cosas a preservar lo mejor para el ser humano, desde el inicio. Y en especial a una amiga mía, una amiga que he conocido gracias a una situación algo extraña que nos ha hecho cruzarnos en el camino.
Porque gracias a ella he conseguido conectar con una realidad que no conocía, o que no sentía que era así. Que ha puesto ese toque de realidad a mi visión para poder ayudar a otras familias que lo puedan necesitar. Y a darme cuenta de que la información ha de llegar bien lejos para que las familias lleguen informadas y puedan asumir la responsabilidad que les pertenece.
Mirando atrás, cuando trabajé como auxiliar en una clínica infantil, durante un año, recuerdo bien en qué momento tuve ese momento de reflexión que cambiaría mi perspectiva de la salud (aunque siempre he sentido gran interés por el enfoque de la medicina natural) .
Recuerdo la frialdad con la que se trataba a los niños y las familias.
Recuerdo cómo tener que inmovilizar a un bebé para hacer una analítica y colaborar con la enfermera junto a otras tantas para poder pinchar a un bebé, cómo su madre lloraba desde la puerta, y yo no entendía nada (pensaba… pero si es por su bien… Cuanto he aprendido desde entonces…)
Y cuando teníamos que hacerle las limpiezas nasales porque su madre no podía.. y no me extraña, no era nada agradable para ninguno de los dos. Pero sí, también las tuve que hacer. Y de estas situaciones otras tantas… porque una cosa está clara, un niño tenga la edad que tenga si le hacen una invasión de este tipo, aunque sea “por su bien” se siente violentado. Una situación que puede hacerse de muchas maneras y desde luego no siempre utilizamos las más acertadas.
Un día una madre me pidió que si por favor podía tener a su bebé en brazos unos minutos porque necesitaba ir al baño y estaba sola, a lo que yo accedí obviamente, porque a mí lo que me gustaba era compartir esos ratos con las familias, ayudarles de verdad, que se sintieran bien dentro de lo posible. Aquel bebé me hizo conectar con algo dentro de mí.
De hecho, me chocó que se quedara bien, sin quejarse, conmigo y lo agradecí infinito (el bebé nació con síndrome de down, debía de tener unos 8 meses ). La verdad, no hubiese sabido bien qué hacer con un bebé de otra mujer llorando en mis brazos. Recuerdo como se me cogía a mi cuello, como me abrazaba tan pequeño mientras en su brazo llevaba una férula y una vía… Recuerdo cuando vino su madre y quería seguir estando conmigo… me emociono nada más recordarlo, era tan dulce… y doy gracias por ese momento de conexión. Pensé… No puede ser, esto se tiene que hacer de otra manera.
Pasado un tiempo dejé de trabajar en aquella clínica y empecé mi formación dentro de la medicina natural, y años después he vuelto a conectar con este mundo. No sé si es que tenía que hacer este recorrido, pero he entendido muchas cosas desde entonces. Y te lo digo, porque yo fui una niña enferma, ingreso tras ingreso con lo que conllevan estas situaciones, agujas, soledad, llanto, etc. O así lo viví yo.
Cuando hablo con madres recientes y me cuentan sus historias, cómo han ido sus partos, que ha pasado los minutos después de alumbrar a sus bebés, me duele muchas veces, porque lo vemos como normal cuando no lo es. No es normal, que te separen de tu bebé, no es normal que te corten porque el niño no sale, no es normal que te animen a ponerte una medicación cuando no debe ser puesta… y así un sinfín de cosas. Y no es normal enfadarse porque el sanitario de turno te anima a que sigas adelante sin medicación o te anime a darle el pecho a tu bebé.
Lo normal es hacer lo posible por que los partos sean fisiológicos, que hayan matronas que estén al servicio y necesidad de esa mujer que está pariendo. Una mujer no necesita aires de grandeza sino simplemente una presencia que le haga sentirse segura si en algún momento ella desvanece por cualquier motivo, porque si… Tomar conciencia de que ese gran momento es abrumador y a veces justo en ese momento surgen cosas que no sabías que estaban ahí.
Y pensarás porque te cuento todo esto… porque mi amiga es pediatra. Y trabaja en una UCI de neonatos. Está en contacto con gente con mucha conciencia y otras con ninguna. Que le miran de reojo, o que juzgan sus decisiones. Porque ella decide si se sigue reanimando o si no, porque también tiene sus protocolos de trabajo y a pesar de ello humaniza el proceso y asume su responsabilidad de las decisiones tomadas.
Y quiero dar las gracias y ofrecer mi más profundo respeto por el trabajo de pediatras que están en unidades de cuidados intensivos atendiendo a bebés que nacen antes de la fecha, que nacen demasiado pronto y que sin máquinas no podrían sobrevivir.
- Gracias por contener a esos bebés que se van a ir cuando la madre o el padre no están preparados para decirles adiós, por mirar a los ojos a la vida y la muerte en casi el mismo instante con respeto y empatía. Por hacer esa foto que a lo mejor… van a necesitar después.
- Por animar a coger a su bebé, a mirarlo a los ojos y que puedan despedirse de la mejor forma, si es que la palabra mejor cabe en este texto… Porque en mi realidad, como asesora no puedo llegar a esos momentos. No podemos.
- Esos momentos están en lugares dónde en pocos hospitales una figura como la nuestra está presente. Dónde es necesario que hayan profesionales sanitarias, auxiliares, enfermeras, matronas, ginecólogas y pediatras que entiendan que ese momento debe ser cuidado y respetado al máximo. Porque esas personas están en un punto muy frágil, que va a cambiar sus vidas por completo.
- Gracias por todos los intentos, las lágrimas y reflexiones que hacen los profesionales por vivir esos momentos y cómo pueden mejorar en una segunda vez… Cuando no hay que hacer nada y simplemente esperar a que ocurra.
- Cuando alguien a tu alrededor te dice que lo dejes y algo dentro de ti te dice que continúes. Y meses después despides a una familia que se va con éxito de un lugar en el que la vida y la muerte van de la mano. Cuando no siempre el equipo que tiene que apoyarte en esas maniobras y en su lugar pasa a ser un estorbo más que un apoyo.
Y por todo esto pienso, que mi labor como asesora es hacer llegar lo antes posible al mayor número de mujeres y hombres que quieren formar una familia lo que realmente es importante, para que cuando lleguen y dado el caso, vayamos todos hacia un mismo fin: promover el desarrollo feliz de todo ser humano que decide quedarse aquí, nazca en el momento que nazca sin olvidar que
«para el bebé nada tiene sentido si no es visto desde el cuerpo de la madre». (N. Bergman)
Porque en un medio hospitalario, las familias tienen que sentirse acogidas, sea lo que tenga el bebé, más o menos grave, nazca en la condición que nazca, pero siempre vistas desde el más profundo respeto hacia la salud y el desarrollo de las personas.
Así que hoy doy las GRACIAS a mi amiga, a sus compañeras/os que hacen posible que estas cosas poco a poco cambien y cada uno ocupe el lugar que le pertenece, desde la responsabilidad, el respeto y la empatía.