Adiós bebé, hola niño

Adiós bebé, hola niño

Adiós bebé, hola niño

 

Estar de celebración y estar de duelo… contenta pero triste… eufórica pero desanimada…  Así me siento éstos días en los que mi último bebé es cada vez menos bebé y cada vez más niño. En éste carrusel emocional en el que me digo que debería sentirme feliz porque mi pequeño crece sano y fuerte, pero mis entrañas se rebelan diciéndome que está creciendo demasiado rápido y que ya no habrá más barriga de embarazada, ni parto, ni olor a recién nacido, ni ropa minúscula, ni todas esas cosas de “bebé pequeño”.

.

No puedo quejarme, me digo a mi misma. Tengo cuatro hijos, son más de los que suele tener la mayoría. Y no quiero tener más. Aún así, mis entrañas opinan otra cosa, se revuelven cuando ven a un bebé recién nacido, siguen teniendo ansias de vida… Es como una lucha de mi cerebro contra mis instintos primarios ¿estoy completamente loca? Creo que no.

.

Pienso en los demás mamíferos. Perros, gatos, osos, caballos, monos, koalas, vacas, zorros, ballenas… ¿Conoces a alguno que tenga algo parecido a la planificación familiar? Me da la risa sólo de pensar en una pareja de ratones de campo diciendo que “ya se plantan”. También es cierto que no todos los mamíferos tienen una relación tan estrecha con sus hijos ni el grado de implicación de por vida que tenemos nosotros, pero hay un gran número que sí, y ni unos ni otros paran de tener hijos durante toda su vida reproductiva.

.

Por lo tanto, y respetando por supuesto a las mujeres que deciden no tener hijos o que tienen x y no sienten la necesidad de tener más, creo que es, hasta cierto punto, normal sentir deseos de seguir teniendo hijos, a pesar de que “ya se tienen suficientes”. Porque el “suficientes” lo pone nuestra parte racional, nuestro “nuevo cerebro” pero lo cierto es que biológicamente estamos hechas para tener descendencia durante toda nuestra vida reproductiva, como el resto de nuestras compañeras mamíferas. Es desde luego lo que nuestro cuerpo nos pide y por eso seguimos siendo fértiles mucho tiempo después de haber decidido que no vamos a tener más descendencia.

.

¿Tener un hijo detrás de otro? Eso hoy es impensable, al menos en sociedades como las nuestras. Hoy día, que criamos en la soledad de nuestras cuatro paredes. Que somos una o dos personas para criar a 1, 2, 3, 4… Una sola persona o una pareja… dónde antes había una tribu entera.

.

Mi bebé, ese con el que paso 24 horas del día y muchas de esas horas sola, ya corre, habla (a su manera), me lleva la contraria… y yo me lo miro y me pregunto ¿cuándo ha pasado esto? ¿cómo es posible que haya crecido tan rápido? Y a veces la mano se me va instintivamente al vientre, vientre que lo albergó y que no va a albergar a más bebés. Y siento tristeza… y luego siento rabia por sentir tristeza, y luego tristeza por sentir rabia…

.

Hay muchos tipos de duelo. En el caso de la maternidad los más conocidos (aunque no tan normalizados como nos gustaría) suelen ser el de no poder tener hijos o el de perder a un hijo (antes, durante o después del parto). Pero ¿existe también un duelo para la mujer que se despide de su etapa reproductiva? Y no hablo de la menopausia. Hablo de ese momento en el que te das cuenta de que ya no vas a tener más hijos. Ese momento en el que te dices que deberías dejar de girarte cada vez que ves pasar un carrito de bebé. Ese momento en el que te dices que deberías dejar de comprar portabebés porque tu hijo ya apenas quiere ser porteado. Ese momento en el que tu corazón deja de latir por un momento y sientes como si te faltara el aire, como si estuvieras en el fondo de un abismo, ese momento en el que cae una estrella, se hace el silencio y sí, te das cuenta de que ha acabado una etapa y empieza otra.

.

Yo estoy en ese momento ahora mismo… y trato de disfrutar cada segundo que mi bebé “grande” me otorga, olerle, mirarle, portearle, darle el pecho… porque sé que esto se acaba… y quiero y no quiero que se acabe.

Porque llegará el día en el que ya no querrá ir aúpa… ¿os suena esa frase de “se acostumbran a los brazos”? Bien, pues es mentira… tarde o temprano, queramos o no queramos, abren sus alas y echan a volar…

.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=U1ZoEubNTCo]

 

Y aquí estaremos para ver cómo emprenden el vuelo.

El espejo mágico en la crianza de nuestros hijos

El espejo mágico en la crianza de nuestros hijos

Como la reina malvada de los cuentos yo también he encontrado un «espejito mágico», uno que no siempre refleja lo que yo quiero, aunque es muy fiel a la verdad.

Cada vez que miro a mi hija de 4 años me devuelve una imagen muy real de lo que soy y de lo que hago.

 

Nunca he sido de mirarme mucho al espejo, no necesitaba ver mi reflejo para conocerme y mi aspecto nunca ha sido taaaaan importante como perder horas con él.

 

Sin embargo ahora mi imagen me persigue hecha niña :

 

– Cuando ella se enfada y se calla, pero golpea algo, su silencio es profundo pero te mira y se  va… como yo.

– Cuando su hermana hace algo que no le gusta, después de intentar que la deje tranquila varias veces le gritacomo yo a ella tantas veces.

– Cuando quiere algo «ronronea» a tu alrededor, te busca silenciosa y te hace un poco «la pelota» antes de decírtelo… como yo.

– Cuando algo no le cuadra pone cara de extrañada y se calla hasta que lo analiza y encuentra una respuesta… como yo.

– Cuando no sabe muy bien que le pasa se pone seria y de mal humor… como yo.

– Cuando algo le interesa se eclipsa, se abstrae y ni oye si le hablas… como yo.

– Cuando esta feliz la cara le cambia y se le ve a la legua… como yo.

– … COMO YO.

 

En ocasiones es duro y difícil.

Te hace ver todo aquello de ti que no te gusta, te hace consciente de reacciones que no sabías que tenías, hace que te preguntes: «¿por qué hace esto?» y que encuentres la respuesta: «porque me ve a mi».

 

También es capaz de alegrar tus días y sacarte la sonrisa.

Cuando ves su dulzura, su intensidad, sus ganas de hacerlo bien por sus propios medios, esa manera sutil de ser cabezota. Y vuelves a preguntarte:  «¿por qué hace esto?»,  «porque me ve a mi».

 

hacer lo que tú haces

 

Ser consciente de esto te hace asumir una gran responsabilidad frente a tus hijos, cambia la forma en que ves la crianza.

Te han dicho una y mil veces que no importa lo que les digas a tus hijos, lo «sabes», pero no te lo crees del todo hasta que lo vives. Ellos te ven y hacen lo que tú, tus palabras pierden fuerza frente a tus actos:

 

«Haré lo que tú hagas, no lo que tú me digas»

 

No puedes decirles: «No grites» si se lo dices gritando.

No puedes decirles: «No se lanzan las cosas» si tú las lanzas cuando te enfadas.

No puedes decirles: «No te levantes de la mesa» si tú te levantas cinco veces en cada comida.

No puedes decirles: «No te distraigas» si tú miras el móvil cada 5 minutos sea lo que sea lo que estas haciendo.

No puedes decirles: «Mírame cuando me hablas» si cuando te esta contando algo levantas la vista de sus ojos para mirar la televisión.

No puedes decirles: «Es hora de comer» cuando tú comes un día a las 4 y otro a las 1.

 

Nos empeñamos en poner normas y enseñar a los niños rutinas que nosotros somos incapaces de cumplir.

Nos empeñamos en que aprendan a ser todo aquello que nosotros no somos.

Nos empeñamos en que hagan «bien» todo aquello que nosotros hacemos «mal».

Nos empeñamos en que sean todo aquello que nos gustaría ser, pero que no somos.

 

Dejemos a los niños ser libres.

Dejemos a los niños jugar como niños.

Dejemos a los niños ser como son.

Pero sobretodo dejemos que los niños aprendan cada día, respetando su personalidad, a ser las personas que serán como adultos dándoles el ejemplo adecuado, siendo conscientes de que aprenden de nosotros, mejorando cada día lo que somos, esforzándonos por ser cada día la mejor versión de nosotros mismos.

 

Tendremos aciertos y también fallos.

Enseñémosles a aceptarlos, enseñémoles que no existe la perfección más allá de aceptarnos como somos.

Enseñémosles  que se puede fallar y avanzar.

Enseñémosles  a apoyarse en las personas que merecen la pena, que no hace falta caminar solos.

 

Enseñémosles que nuestro amor por ellos va más allá de todo eso y hagámoslo de la manera que ellos aprenden:

Queriéndoles sin condiciones, con hechos y sin palabras vacías

 

Para educar a nuestros hijos quizás debamos dejar de ser TAN exigentes con ellos y empezar a ser más exigentes con nosotros mismos, sin culpas y sin agobios pero conscientes de que ahora nuestros actos son ejemplo para los más pequeños de la casa y es de ellos de donde realmente aprenden y no de lo que nos empeñamos en repetir una y otra vez de forma hueca.

 

Y tranquilos, si lo olvidamos nuestro espejo mágico estará ahí para recordarnos como somos y como actuamos con el reflejo más fiel y más real, el que nos devuelve nuestra imagen al natural y sin filtros, y cargada de infinito amor y paciencia.

 

Gracias a mis dos hijas que me enseñan cada día cosas nuevas y me crean la necesidad de ser un poco mejor para poder ser el mejor ejemplo y me enfrentan a lo que no quiero mirar de mi para poder cambiarlo.

Si te a gustado no olvides compartir y si te sientes identificada, o no, deja tu comentario para que podamos enriquecernos y crecer un poco más con el debate.

 

Puedes encontrarme en nuestro facebook y en nuestro correo: creciendosinprisa@gmail.com

La banda sonora de tu maternidad

La banda sonora de tu maternidad

La música es algo que me ha acompañado a lo largo de mi vida, variando en gustos y también con altibajos. He tenido épocas en las que no podía vivir sin ella, escuchando música hiciera lo que hiciera, incluso para conciliar el sueño. En cambio he pasado otras épocas sin apenas escuchar música.

.

Esto me ha pasado sobre todo desde que soy madre, hace casi cuatro años. Por alguna razón he estado mucho tiempo sin escucharla. No sé si por falta de tiempo o porque he estado enfocada en otras cosas.

Pero últimamente estoy volviendo a ella, vuelvo a necesitarla en mi vida, así como también dedicarme a lecturas puramente lúdicas.

Sabemos que escuchar música o cantar durante el embarazo es una forma de estimulación para el bebé. Y también una forma de calmarlo más adelante cuando ya lo tenemos en brazos, pues la música que escuchó mientras estuvo en el vientre, le puede retrotraer, una vez fuera del útero, a la seguridad y la calma que le daba nuestro cuerpo.

Si además bailamos al ritmo de la música, aunque sea con suaves balanceos, estaremos contribuyendo al pleno desarrollo de nuestro bebé.

He estado haciendo un repaso de las «bandas sonoras» de los distintos momentos de mi vida y también he estado buscando canciones que nos evocan la etapa de la maternidad y la paternidad. Soy consciente que hay gustos muy diversos, pero aún así, hoy quiero compartiros canciones que nos pueden inspirar en el camino que vamos a compartir con nuestros hijos.

 

Durante los nueve meses de embarazo, sobre todo cuando no hay hermanos mayores, dedicamos mucho tiempo a tocarnos la tripa y a conectar con ese bebé. Encontré esta canción de Alejandra Guzmán, Yo te esperaba. La compuso cuando estaba embaraza de su hija.

.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=jcH4hL0LVn8&w=560&h=315]

.

Quién mejor que Rosa Zaragoza para transmitirnos ese poder que destilamos las mujeres en nuestro parto. Sabemos parir despierta ese instinto que tenemos dentro de nosotras.

.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=jC8lqAwBycs]

.

Una canción de un padre dedicada a su bebé, cuando todavía está en el vientre de su madre y luego llega a sus brazos: Peinas el aire de La Caja de Pandora.

.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=5iXfYMImlL8?list=PL28029B937B9A285D]

.

Hay unas cuantas canciones sobre lactancia, pero Leche de madre es una canción preciosa de Piñon Fijo, tiene una letra muy emotiva.

.
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=GrtVcLtp8-E]

 

Es verdad, que cuando estamos en cualquier fase de nuestra vida, no necesariamente escuchamos únicamente canciones que versen sobre ella. Pero sí es verdad, que cuando lo hacen, nos sentimos identificadas y en cierta manera nos hacemos más conscientes de nuestro momento vital.

¿Qué canciones te inspiran o te han inspirado a ti en la maternidad?


 

*Photo credit: distraction via photopin (license)

Te necesito mamá

Te necesito mamá

 

Estos nueve meses que he pasado dentro de ti he tenido todo lo que necesitaba. Oía tu melodiosa voz, el repiqueteo de tu corazón, era acunado con frecuencia, abrazado sin fin, alimentado siempre que lo requería y sin pasar nunca frío ni calor.

 

 

Tenía tantas ganas de verte. Y es en tu regazo, en tu pecho, donde me siento seguro, feliz y pleno, como hasta ahora lo venía haciendo. Por eso no quisiera separarme nunca de ti, porque te necesito mamá. Mi vida depende de estar junto a ti.

 

No tengas miedo de cogerme en brazos. No pienses que los demás lo hacen mejor que tu ni hagas caso a quien te mal aconseja que me malcriaré, porque no es cierto. Sólo en tu pecho lo tengo todo, te tengo a ti.

 

Te necesito mamá.

 

No tengas reparo en ponerme al pecho siempre que lo demande, será la mejor forma de que la lactancia fluya. Porque tu leche me alimenta física y emocionalmente. Porque nos ayudará a sanar las heridas visibles o invisibles del parto y con seguridad serán momentos especiales para ambos. Pero en caso de no ser posible, no te aflijas, estar contigo para mí es lo más importante.

 

Te necesito mamá.

 

No te atormentes si lloro mucho, incluso cuando estoy contigo. No es culpa tuya. Los bebés lloramos por muchos motivos. Si has comprobado que todo “esta bien”, quizás sólo es que necesito desahogarme por algo. Y donde mejor para ello que en tus brazos.

 

Te necesito mamá.

 

Jamás pienses que me despierto por la noche para fastidiar o porque no se dormir. Sólo es que necesito saber que estás ahí, porque sin ti me siento morir. Cerca de ti será donde concilie mejor el sueño. No te preocupes, porque llegará un día que quiera mi propia cama o habitación, y dormiré del tirón. Disfrutemos de estos momentos porque ahora…

 

Te necesito mamá.

 

cuidados-necesidades-emocionales-bebe

 

No te enfades si no quiero comer todo lo que hay en el plato. Mi cuerpo es quien me da las señales de lo que necesito o no comer, y sabe más que cualquier médico, abuela o vecina, por muy bienintencionados que sean sus consejos. Confía en mí mamá.

 

Te necesito mamá.

 

No tengas prisa ni me compares en mi desarrollo con otros bebés. Me gusta ir a mi propio ritmo, siempre avanzando, junto a ti. Cada descubrimiento, cada nuevo hito quiero disfrutarlo tranquilamente contigo, sin presiones. Da igual las proezas que hagan los demás, porque lo importante es hacerlo con amor.

 

Te necesito mamá.

 

No te preocupes si me mancho en casa o en la calle, para eso siempre hay solución. Explora y aprende conmigo, sin preocupaciones. Recuerda cuando tú también eras una niña ávida de tocar y manipularlo todo.

 

Te necesito mamá.

 

No te enfades conmigo cuando tenga una “rabieta”, porque será cuando más te necesite a mi lado. No lo hago para fastidiarte, sólo es una parte más de mi aprendizaje y mi reafirmación como personita diferente a ti. No me ignores, ni me abandones en esos momentos, porque…

 

Te necesito mamá.

La mejor madre del mundo

La mejor madre del mundo

La mejor madre

 

Tengo una gran suerte. Gracias a mi trayectoria como miembro activo de una asociación de lactancia y ahora como asesora continuum he visto y veo a muchas madres y a muchos bebés. Siempre me ha fascinado la relación que hay entre ambos. Esas miradas, esos silencios que dicen tanto…

Un tema recurrente que preocupa a todas las madres que conozco es como ser la mejor madre posible para sus hijos. Hay mujeres que hacen titánicos esfuerzos para alcanzar esa única y a veces –en apariencia- inalcanzable meta. Y es que ser la madre perfecta es más difícil de lo que un@ puede pensar. Sobre todo desde que existen las redes sociales y éste mundo tan interconectado que es internet.

Imaginemos que nuestro hijo pone una reclamación porque no está satisfecho con la madre que le ha tocado. Pongamos que se va a una página de esas de contactos (me la invento y la llamo e-mami) y pone un anuncio para encontrar a la madre perfecta:

Me llamo bebé y estoy buscando una madre de repuesto porque la mía no me gusta y busco las siguientes características:

  • Que no sea muy gorda, ni muy flaca (ya se sabe, que esté dentro de los “percentiles”).

  • Que coma fruta y verdura cada día y una dieta muy saludable y variada para que yo aprenda que eso es lo que mola (y nada de tener chocolate escondido en el armario).

  • Que lea mucho para que yo me convierta en un ávido lector.

  • Que haga deporte para que yo me convierta de mayor en un deportista de élite.

  • Que esté arregladita para que yo crezca con un apropiado sentido de la moda.

  • Que tenga estudios de nivel superior para yo querer imitarla y convertirme en ingeniero como mínimo.

  • Que sea muy PRO: pro-lactancia, pro-colecho, pro-pañalesdetela, pro-porteo, pro-educaciónlibre, pro-crianzaconrespeto…

  • Que me dé el pecho de forma exclusiva y a demanda (y con ojos amorosos y nunca una queja).

  • Que sepa cocinar, hacer postres, crochet, coser, manualidades, goma eva, patchwork, origami, pintar al óleo… y así pueda hacerme en casa cualquier cosa que me pidan en el cole, ¡cualquier cosa!

  • Que haga muchos, muchos cursos para ir subiendo de nivel (de madre básica a madre súper pro), como por ejemplo: masaje tailandés con hula-hula para bebés, músico-terapia aplicada al cambio de pañal, bio-descodificación del resfriado común, etc.

Esto es una lista básica (y en clave de humor, no se me enfade nadie), pero seguro que a ti se te ocurren muchas cosas más. Y es que no será por “preceptos”, “recetas” y “consejos” en esto de la maternidad…

Y mientras las madres están (o estamos) tan ocupadas buscando la perfección, nuestros hijos lo ven de otra manera…

.

¿Sabes esa vez que intentaste hacer aquel plato con “carita feliz” que viste en internet y te daba vergüenza presentárselo a tu hijo por el “poco parecido” con el original? Tu hijo se lo comió feliz pensando que era un “monstruo que molaba un montón” y que su madre era la mejor cocinera del mundo.

.

¿Sabes aquella vez que viniste a verme llorando porque le estabas dando a tu bebé lactancia mixta y no conseguías el resultado que querías? Mientras me hablabas tu bebé te miraba embelesado, totalmente enamorado de esa madre que siempre le daba de comer cuando tenía hambre.

.

¿Sabes cuando me contaste que tenías la casa hecha un desastre y siempre ibas hecha unos zorros? Tu hijo era el más feliz del parque sentado en tu regazo, aunque vistieras ojeras y un chándal manchado y tu marido no tuviera corbata que le combinara.

.

¿Te acuerdas de cuando me contaste que no ibas al grupo de crianza para que no te miraran mal cuando le dabas a tu hija de alta demanda un chupete con el que consolarse cuando debías atender a tu otro hijo? Mientras te sentías lo peor, tu hija estaba más tranquila y tu peque era feliz jugando a pelota contigo.

Las madres, por lo general, nos exigimos demasiado y a veces pensamos que lo hacemos mal o que cualquier otra madre lo haría mil veces mejor que nosotras.

Pero ¿sabéis una cosa?
Nuestros hijos no nos cambiarían por ninguna otra.

Muchas veces sufrimos y penamos y nos perdemos momentos preciosos porque no es lo que esperábamos o lo que se esperaba de nosotras… Intentando alcanzar la meta imposible, nos perdemos la belleza del camino.

.

¿Quieres saber lo que tienes que hacer para ser la madre perfecta? Sin conocerte de nada te puedo decir con total seguridad que:

.

Seas de teta o de biberón, sepas cocinar o no, seas ingeniera o no, en chándal o de chanel, lectora de libros o de etiquetas…

.

 No tienes que hacer nada especial para serlo, para tu hijo ya eres:

.

La mejor madre del mundo.

Abrir chat
¿En qué puedo ayudarte?
Hola, soy Nohemí. ¿En qué puedo ayudarte?